III. 14. FORTALEZA
Es ésta una característica que consideramos particularmente significativa por ser contraria a aquellas creencias convencionales de la época según las cuales la mujer es una criatura débil, que necesita del hombre para que la guíe y proteja, algo que parece enfatizar igualmente el sentimentalismo que caracteriza a algunas de las novelas analizadas. Sin embargo, las heroínas a las que nos hemos referido, a pesar de estar constreñidas por múltiples limitaciones sociales y culturales, no pueden ser descritas, en general, como mujeres sumisas y apocadas. En esto coincidimos con Marlene LeGates, que afirma que se ha exagerado la indefensión de las heroínas y que hay que destacar, por el contrario, “their strength and resourcefulness in situations where their weakness is sexually determined” (1976: 28-9). Son numerosas las heroínas que hacen gala de firmeza y valor en la pobreza o ante las más diversas dificultades. Es cierto, sin embargo, que sólo se hacen cargo de su propio destino y demuestran iniciativa propia cuando se ven forzadas a ello por circunstancias excepcionales. Se les permite entonces actuar de un modo poco convencional siempre que su virtud se mantenga esencialmente indemne. En otras palabras, la fortaleza de la heroína no contradice necesariamente el estereotipo de su debilidad e indefensión, puesto que sólo se muestra fuerte en situaciones extremas en las que es absolutamente necesario defender su propia perfección o proveer de lo necesario a su familia. Sin embargo, el hecho de que la mayoría siga, además, los dictados de su propia conciencia, como hacen Pamela y Clarissa, parece articular una cierta visión protofeminista.
Mención aparte merecen aquellas heroínas que podríamos calificar de “amazonas”. En ellas, la firmeza de carácter está indisolublemente ligada a la falta de escrúpulos y a determinadas pasiones incontroladas que ponen de manifiesto un grave desequilibro emocional. La heroína modélica, “prototipo ideal” al que nos hemos referido con anterioridad, se ve así reafirmada en su valía por contraposición con este otro estereotipo, el de su antítesis cultural. Ejemplos de “amazonas” son Alovisa, Gigantilla y Roxana o personajes secundarios tales como Flora Mellasin en Betsy Thoughtless o Miss Gerrarde en Sidney Bidulph. A través de ellas se satirizan las transgresiones femeninas contra el orden patriarcal. Su intento de alcanzar ciertas cotas de poder o libertad va acompañado, irremediablemente, de la descalificación moral y de un destino punitivo.
Alovisa (Love in Excess) da múltiples muestras de fortaleza, si bien en el contexto de su desmedida ambición y falta de escrúpulos. Consigue casarse con el conde D´Elmont, por quien siente una pasión desmedida, gracias a su alto rango, su fortuna y su capacidad de maquinar para desembarazarse de sus rivales. Tras leer una carta en la que su marido le declara su amor a otra mujer, decide en un principio seguir los consejos del marqués de Halifax y fingir serenidad e ignorancia, a pesar de su carácter iracundo. Sin embargo, no permanece pasiva mucho tiempo. Cuando el conde, que le demuestra cada vez mayor frialdad, se niega a hablarle y pretende encerrarse en su habitación, lo impide presionando contra la puerta con todas sus fuerzas. Si bien consigue hacerle entrar en razón en esta ocasión, va reuniendo pruebas de su infidelidad. Una noche, el conde le envía un mensajero para advertirla de que no dormirá en su casa; Alovisa le hace llegar entonces el siguiente mensaje: “let the Count know that I can change as well as he, and shall excuse his absence tho' it lasts to all eternity” (134). A pesar de ello, intenta averiguar el nombre de su rival mediante las más diversas estratagemas, lo que le acabará costando la vida.
La rival de Alovisa resulta ser Melliora, una joven que también da muestras de firmeza de carácter. Cuando D´Elmont intenta convencerla de que la amistad y el amor son dos realidades muy cercanas, y de que no se ha de limitar a ofrecer sólo la primera, retira su mano de la de él:
and with a look, that spoke her meaning but too plainly for the repose of the enamoured D´Elmont, ‘I shall take care my lord,’ said she, ‘how I commence a friendship with any person who shall make use of it to my prejudice.’ (115-6)
Y evita una posible declaración del conde diciéndole:
tho' I am unwilling to believe you have any farther aim in this discourse than your diversion, yet I must tell your lordship there are themes more proper for it, than the daughter of your friend, who was entrusted to your care with a far different opinion of your behaviour to her. (116)
Por otra parte, al descubrir que quien había mandado secuestrarla en el convento junto a su amiga Charlotte era el prometido de ésta, el marqués D´Saguillier, se enfurece: “How did this sight inflame me? Mild as I am, by nature, I that moment was all fury!” (261).
Roxana se deja en un principio guiar por su padre y su marido pero se ve obligada a tomar la iniciativa cuando este último la abandona a ella y a sus hijos abocándolos a la miseria. Como sus cuñadas no la quieren recibir, se presenta ante ellas y les expone la gravedad del caso. Posteriormente, llevada por su afán de supervivencia, abandona a sus hijos y acepta ser la amante de su casero. Cuando a éste lo asesinan en Francia, se queda con su dinero haciéndose pasar por su viuda e inicia luego una exitosa carrera como cortesana. Tras ser amante de un príncipe, rechaza a numerosos pretendientes, incluido un honrado y bondadoso comerciante holandés, y se reafirma en su intención de preservar su fortuna y su independencia. Así, le expone a Sir Robert Clayton, su asesor financiero, una ideología de la libertad claramente articulada que se traduce en su rechazo a cualquier forma de subordinación al hombre, en especial en el seno del matrimonio:
that I knew no Reason the Men had to engross the whole Liberty of the Race, and make the Women, notwithstanding any desparity of Fortune, be subject to the Laws of Marriage, of their own making; that it was my Misfortune to be a Woman, but I was resolv´d it shou´d not be made worse by the Sex; and seeing Liberty seem´d to be the Men´s Property, I wou´d be a Man-Woman; for as I was born free, I wou´d die so. (211-2, cursivas en el original)
El que esta declaración “amazónica” resulta “antinatural” se demuestra porque el resultado de esta política es el asesinato de una de las hijas de Roxana a manos de Amy, su criada.
Por lo que respecta a Pamela, se defiende con energía del acoso de Mr B. y no se resigna a aceptar un destino que parece inevitable para una joven sirvienta pobre que ha despertado el interés de su señor. Escribe a Mr B. advirtiéndole que no sabe de lo que es capaz con tal de evitar el deshonor: “For, let me say, that if I am made desperate, you know not what the wretched Pamela dare do, rather than submit to dishonour” (178, cursivas en el original). Su fortaleza psicológica admira incluso a Mrs Jewkes, cómplice de Mr B., a la que Pamela llama “Jezebel” (163), lo que provoca que la golpee. Mrs Jewkes acaba reconociendo su impotencia tras el intento de huir de Pamela: “Well, I´ll send for my master this minute! Let him come and watch you himself, for me; for there´s no such thing as a woman´s holding you, I´m sure” (216). A pesar del tono dramático en el que se describen algunas situaciones, Pamela presenta ciertos rasgos propios de la comedia por la torpeza de Mr B., que finalmente no consigue seducirla y tiene que casarse con ella, y por la vitalidad, espontaneidad y agudeza de la heroína. Al sobrino de Lady Davers, por ejemplo, que pone en duda al igual que su tía que su matrimonio con Mr B. sea real, Pamela le responde:
‘Tinseled toy!’ said I, (for he was laced all over) ‘twenty or thirty years hence, when you are at age, I shall know how to answer you better. Mean time, sport with your footmen, and not with me.’ (412, cursivas en el original)
Tras hacer frente igualmente a la impertinencia de Lady Davers, aunque en términos más comedidos, consigue ganarse su aprecio. Con posterioridad, cuando Lady Davers le pide que le cuente qué defectos tiene, Pamela reconoce su genio: “I am naturally of a saucy temper: and with all my appearance of meekness and humility, can resent, and sting too, when I think myself provoked” (Pamela II: 245). Todo esto contrasta con la sorprendente pasividad de la heroína ante la aparente atracción que Mr B. siente por la condesa. Siguiendo los consejos típicos de manuales de conducta tales como el del marqués de Halifax, Pamela se prepara para mostrar “the merit of a patient sufferer” (Pamela II: 293). Significativamente, tal pasividad se traduce en que su esposo se distancia de ella si bien, tras sincerarse con él e interrogarle de una manera directa, consiguen superar la crisis.
Clarissa es quizás la heroína que mayor firmeza de carácter demuestra, la que menos se resigna a seguir la senda prescrita. Brophy considera la novela que protagoniza, de hecho, el texto feminista más poderoso del siglo (1991: 238). En Clarissa se analiza con detenimiento la naturaleza del poder, tanto en el seno de la familia como en la relación entre los sexos, y se llega a la conclusión de que no es tanto una cuestión de fuerza como una acumulación gradual, pero masiva, de sutiles presiones psicológicas (Donaldson, 1982: 64). Pues bien, la heroína demuestra la suficiente fortaleza como para no ceder ante dichas presiones. En un principio Clarissa Harlowe es tan sólo una joven modélica que hace lo que se espera de ella, hasta que los principios por los que se rige no le permiten aceptar un matrimonio de conveniencia con el repulsivo Mr Solmes. En su correspondencia con su íntima amiga Anna Howe analiza la pasividad de algunos de los miembros de su familia que deberían apoyarla, especialmente su madre. Al contrario que Mrs Harlowe, cree que una mujer puede elegir libremente si demuestra la suficiente firmeza de carácter:
Upon my word, I am sometimes tempted to think that we may make the world allow for and respect us as we please, if we can but be sturdy in our wills, and set out accordingly. It is but being the less beloved for it, that´s all; and if we have power to oblige those we have to do with, it will not appear to us that we are.” (Carta número 5, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 54, cursivas en el original)
La situación de su madre, que después de tanta renuncia no puede evitar el deterioro de las relaciones familiares, no anima a Clarissa a seguir su ejemplo:
And have I any encouragement to follow too implicitly the example which my mamma sets of meekness and resignedness to the wills of others? – Is she not for ever obliged to be, as she was pleased to hint to me, of the forbearing side? In my mamma´s case, your observation is verified, that those who will bear much shall have much to bear (carta número 19, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 105, cursivas en el original)
Al no poder convencer a su familia, que la presiona hasta límites insospechados, la joven toma la iniciativa y se dirige por carta al propio Mr Solmes, exigiéndole que no insista en casarse con ella: “I write, sir, to demand of you the peace of mind you have robbed me of” (carta número 33.1, Clarissa Harlowe a Roger Solmes, pág. 159). Su hermana Arabella reconoce que Clarissa ha demostrado “a spirit they never had expected” (carta número 42, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 192). Ni ella ni su hermano se imaginaban que iba a resultar “such a championess”, pero el asunto ha ido demasiado lejos y Clarissa ha de doblegarse a la autoridad paterna: “that I must therefore bend or break, that was all, child” (ibidem). Clarissa, sin embargo, afirma en presencia de Mr Solmes que prefiere la muerte a un matrimonio infeliz y consigue incluso que su pretendiente vacile: “had I been left alone with him, I saw plainly, I could have got rid of him easily enough” (carta número 78, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 307). La joven se enfrenta entonces de un modo directo con su hermano James, al que cree instigador del matrimonio de conveniencia con Mr Solmes, advirtiéndole que no tiene derecho a elegirle marido: “You have given me no reason to think better of your prudence, than of my own. I am independent of you, sir” (carta número 78, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 312, cursivas en el original).
Tras huir con Lovelace en un momento de pánico, Clarissa se muestra muy crítica con él y afirma que “he was not a man who, in my opinion, improved upon acquaintance” (carta número 107, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 421). Anna admira en ella “so much spirit, where spirit is called for” (carta número 111, Miss Howe a Miss Clarissa Harlowe, pág. 433), pero le recomienda que se muestre más flexible. Clarissa no sigue sus consejos y el enfrentamiento entre ella y Lovelace resulta inevitable: “I see what a man I am with. Your rattle warns me of the snake” (carta número 113, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 439, cursivas en el original). Lovelace se queja de su falta de dulzura, y asegura, irónico, que va a escribir una comedia sobre los dos que titulará “The Quarrelsome Lovers”. La fortaleza de la heroína supera las expectativas del seductor y dificulta sus planes: “All power is with this charming creature! – It is I, not she, at this rate, that must fail in the ardous trial” (Carta número138, Mr Lovelace a John Belford, pág. 493). Clarissa se niega a casarse con él, y reafirma su derecho a elegir su propio destino:
I am a poor weak-minded creature in some things: but where what I should be, or not deserve to live if I am not, is in the question, I have [a] great and invincible spirit, or my own conceit betrays me (carta número 185, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 593, cursivas en el original)
Clarissa muestra su indignación ante las libertades que se toma Lovelace, que se refiere a ella como “my adorable Nemesis” (carta número 223, Mr Lovelace a John Belford, pág. 718, cursivas en el original). Tras fracasar en su primer intento de huir de la casa de Mrs Sinclair, Clarissa desafía a Lovelace: “But I will do what I please, and go whither I please; and that to your face” (Carta número 235, Mr Lovelace a John Belford, pág. 795). Llega un momento en que Clarissa ya no puede disimular la agresividad que le inspira, como le confiesa al capitán Tomlinson: “But, sir, when I THINK, and when I see him before me, I cannot command my temper!” (carta número 244, Mr Lovelace a John Belford, pág. 835, mayúsculas en el original). Tras ser engañada por Lovelace y regresar a casa de Mrs Sinclair, la joven se muestra insensible ante sus cumplidos, reaccionando a menudo de forma airada. Sin embargo, cuando mayor fortaleza de carácter demuestra es, paradójicamente, tras ser violada por Lovelace75. Vestida de blanco (símbolo de su inocencia) y sintiéndose moralmente superior, se enfrenta a él: “and thus she accosted me, with an air and action that I never saw equalled” (carta número 263, Mr Lovelace a John Belford, pág. 899). Su dignidad y su elocuencia resultan tan efectivas que Lovelace se siente, por primera vez, empequeñecido, incapaz incluso de expresarse con claridad: “My dear – my love – I – I – I never – no never – lips trembling, limbs quaking, voice inward, hesitating, broken - Never surely did miscreant look so like a miscreant!” (carta número 263, Mr Lovelace a John Belford, pág. 900, cursivas en el original). Hasta la propia Mrs Sinclair afirma: “I never knew such work in my life, between a chicken of a gentleman, and a tiger of a lady!” (carta número 276, Mr Lovelace a John Belford, pág. 935). Se ha invertido, pues, la balanza del poder. Clarissa rechaza la única salida socialmente aceptable, casarse con él, y sólo insiste en saber: “Am I, or am I not, at my own liberty now?” (pág. 902, cursivas en el original). Dado que Lovelace no la deja ir, Clarissa amenaza con suicidarse. Se muestra tan decidida a sacrificar su vida por su honor que Mrs Sinclair intenta convencer a Lovelace: “it were better to make terms with this strange lady, and let her go” (carta número 281, Mr Lovelace a John Belford, pág. 950, cursivas en el original). Finalmente, Clarissa consigue huir de nuevo y da muestras de una gran fortaleza psicológica cuando cae gravemente enferma e intuye que se acerca su fin.
Arabella, la heroína de The Female Quixote, hace gala igualmente de una actitud inconformista con respecto a una realidad que no le satisface. A pesar de dar múltiples muestras de su “sensibilidad” femenina (no hay más que recordar la frecuencia con la que enrojece, se desmaya o llora), se apropia, sin embargo, de valores considerados tradicionalmente “masculinos” al obsesionarse con conseguir el “honor” y la “fama” (Spacks, 1990: 27). Significativamente, pretende emular a Talestris, la reina de las Amazonas y da múltiples muestras de valor. En una ocasión, por ejemplo, cree a Glanville en peligro y decide ir a pedir ayuda. Sir George intenta convencerla para que no se exponga, pero ella se sube a su caballo y avisa a los demás. En otra ocasión, no duda en saltar al Támesis cuando cree que su virtud peligra, emulando a Clelia, el personaje de Mademoiselle de Scudéry que decidió saltar al Tíber. Arabella anima así a las jóvenes que la acompañan a saltar:
‘ 'Tis now, my fair Companions,’ said she, with a solemn Accent, ‘that the Destinies have furnish´d you with an Opportunity of displaying in a Manner truly Heroick, the Sublimity of your Virtue, and the Grandeur of your Courage to the World’. (362)
Paradójicamente, si bien la mayoría de los demás personajes creen que Arabella ha perdido la razón, la joven consigue influir en su conducta gracias a la fuerza de sus convicciones y su carácter. Así, la sirvienta Lucy, por ejemplo, obedece sus órdenes y llega a contagiarse, como Sancho Panza, del mundo fantasioso de su señora. El primo y pretendiente de Arabella, Glanville, a pesar de desobedecer sus deseos de no volver a presentarse ante ella, rescata los romances heroicos que el padre de la joven está a punto de quemar y se bate, así mismo, con Sir George. Éste, por su parte, se había visto obligado con anterioridad a traducir al lenguaje y a las convenciones de los romances heroicos su vida y sus amoríos.
Amelia da así mismo repetidas muestras de fortaleza. De hecho, lo primero que atrae a Booth de ella es el valor con el que se enfrenta a la pérdida de su belleza cuando se rompe la nariz en un accidente. Tras su boda, Booth tiene que unirse a su regimiento, lo que le produce a Amelia un gran disgusto. Sin embargo, se sobrepone y le asegura a Mr Harrison, “with more spirit than I ever saw her exert before” (94), que defendería su honor aun a expensas de su propia vida. Con posterioridad, cuando Booth cae herido en Gibraltar, Amelia se presenta allí para cuidar de él personalmente. Sin embargo, es en la pobreza donde mejor se aprecia la firmeza de carácter de la heroína. Va a ver a Booth en la prisión, donde se encuentra a causa de las deudas, y le sirve de gran consuelo. Cuando Mrs Bath la visita por curiosidad, mostrándose indiferente ante su grave situación económica, Amelia la reprende: “‘How can you mention public places to me’ said Amelia ‘when you can hardly be a stranger to my present situation? Did you not know, madam, that I was ruined?’” (204). Después de llorar con amargura por el nuevo arresto de Booth, Amelia se sobrepone y se decide a luchar, como le asegura a su amiga Mrs Atkinson: “again I have sinned against common sense, which should teach me instead of weakly and heavily lamenting my misfortunes, to rouse all my spirits to remove them” (325). Piensa entonces en ir a ver a Booth: “I may comfort him. I may assist him. I may relieve him. There is nothing too difficult for me to undertake” (ibidem). En la prisión Amelia le asegura a su marido que está dispuesta incluso a ponerse a trabajar: “I have a heart, my Billy, which is capable of undergoing any thing for your sake; and I hope my hands are as able to work, as those which have been more inured to it.” (441).
Betsy Thoughtless, por su parte, da repetidas muestras de firmeza de carácter, como cuando exige a uno de sus tutores, Mr Goodman, las setenta libras que se le habían asignado para ropa que su esposa le está escamoteando. Betsy se resiste, por otra parte, a las diversas presiones de su entorno para que se decida a contraer matrimonio. Cuando Miss Airish y dos jóvenes insisten para que acuda con ellos a una fiesta, le exige al joven que la sujeta que la deje libre, lo que hace al notar “The resolution with which she spoke these words, and the anger which at the same time sparkled in her eyes” (368). En la escena en la que Sir Frederick le declara su amor mientras se encuentra supuestamente en su lecho de muerte y uno de sus cómplices le pone un anillo en el dedo, Betsy reacciona así:
This action so incensed her, that the instant she got her hand at liberty, she plucked off the ring, and threw it on the ground: –‘What do you mean?’said she – ‘Do you think to compel me to a marriage?’ (374)
Betsy lucha valientemente con Sir Frederick hasta que es rescatada por Trueworth. Tras casarse finalmente con Mr Munden, Betsy se defiende de la injusta acusación de éste de que gasta demasiado; cuando su marido le advierte que si quiere lujos los habrá de pagar con su propio “pin-money”, la joven no puede ocultar su ira. La muerte de su ardilla (un regalo de Trueworth) a manos de Mr Munden lleva a Betsy a gritarle a éste: ‘Monster!’– cried she; – ‘Unworthy the name of a man; – you needed not have been guilty of this low piece of cruelty, to make me see to what a wretch I am sacrificed’ (449). Se niega entonces a comer con él o a compartir incluso la misma habitación y, tras un fallido intento de reconciliación y ante la infidelidad de Mr Munden, toma la iniciativa de separarse de él.
Sidney Bidulph, al contrario que las heroínas a las que nos hemos referido con anterioridad, da muestras de debilidad de carácter al dejarse guiar por su madre en todo, incluso cuando ésta decide romper su compromiso con Faulkland: “And so the match is broke off, cry´d Sir George. It is, said my mother peremptorily. It is, ecchoed I faintly” (51, cursivas en el original). Sidney reconoce y asume incluso su falta de voluntad e independencia:
Fain would I bring myself chearfully to conform to my mother´s will, for I have no will of my own. I never knew what it was to have one, and never shall, I believe; for I am sure I will not contend with a husband. (85)
En efecto, no se enfrenta en ningún momento a su marido, Mr Arnold, ni siquiera cuando le es infiel; es más, intenta proteger su imagen: “I must endeavour, if possible, to skreen Mr Arnold from censure” (137). Tras enviudar, Sidney escribe a su Faulkland para que se case con Miss Burchell y, como detalle significativo, se asegura de que su madre apruebe su carta antes de enviarla. Sidney tan sólo demuestra fortaleza ante la ruina económica. Hace todo lo posible para afrontar las deudas contraidas por su marido e incluso realiza actividades propias de una granjera y cose para mantener a su familia. Su fortaleza se advierte igualmente en el hecho de que llega a parecer imperturbable ante la adversidad, ante la que reacciona con más aplomo, por ejemplo, que Faulkland. Al descubrirse que su precipitado matrimonio con éste no es válido, le escribe una carta en la que le ruega que la olvide, pues no han de verse más:
There were no murmurings at her fate, no womanish complainings, mixed with the tender, yet noble sentiments of her heart. She endeavoured to conceal her own anguish under the mask of contentment, that Mr Faulkland might the better support this final destruction of all his hopes. (460)
Faulkland, tras leer la carta, le dice a Sir George: “I admire your sister´s stoicism” (462). Cuando Cecilia le comunica a Sidney que Faulkland ha muerto, ésta se muestra imperturbable. Sólo la llegada del hijo de éste preguntando por su padre “quite vanquished Mrs Arnold´s fortitude” (465). No derrama entonces lágrimas, sólo le dice a su amiga lacónicamente: “Excuse me, my Cecilia, I would wish to be alone for to-day” (ibidem).
Por último, nos referiremos al sentido del humor y a la ironía como cualidades que forman parte de la fortaleza de la heroína en el sentido de que, por una parte, le permiten distanciarse de esa sociedad que la constriñe y, por otra, le facilitan la supervivencia o asimilación. Roxana, por ejemplo, se refiere a su primer marido, que derrochó su fortuna y la sumió en la miseria, como “this Thing call´d a Husband” (39). Pamela, por su parte, hace gala de su sentido del humor en algunas de las contestaciones que le da a Mr B. (véase el apartado “Inteligencia”, pág. 254) o, por ejemplo, en la descripción que hace de la risa de Mrs Jewkes. Cuando ésta afirma que no le sorprende que Pamela no quiera casarse con un clérigo (Mr Williams) dado que “there are a great many fooleries among lovers, that would not so well become a starched band and cassock” (182), la joven comenta irónicamente a sus padres: “And then she neighed, as I may say, if neighing be the laugh of a horse” (ibidem, cursivas en el original).
La propia Clarissa, a pesar de las trágicas circunstancias a las que ha de hacer frente, da muestras de ingenio e ironía al describir a sus hermanos, instigadores del plan para casarla con Mr Solmes. Así, por ejemplo, cuando su cruel hermano James le escribe una carta en la que le insta a ir aprendiendo a apreciar a Mr Solmes, incluye una referencia a las Geórgicas de Virgilio (“amor omnibus idem”). Clarissa se burla de este ejemplo de pedantería y lamenta que su carta no sea más breve:
then you would not have had room to display your pedantry by so detestable an allusion or reference to the Georgic. Give me leave to tell you, sir, that if humanity were a branch of your studies at the university, it has not found a genius in you for mastering it. (Carta número 50.2, Clarissa Harlowe a James Harlowe, Jun., pág. 219, cursivas en el original)
En un contexto muy distinto, Fanny Hill, tras haber experimentado en persona las habilidades sexuales de William, el criado, comenta, tras el sorprendente matrimonio de éste con una viuda adinerada, que quizás ella ya estaba familiarizada “with his secret excellencies (...) at least one good foundation for their living happily together” (87). Fanny describe también con gran ironía cómo engañó al soberbio Mr Norbert, que creía haber seducido a una joven virgen inocente:
his vigour however did not return so soon, and I felt him more than once pushing at the door, but so little in a condition to break in, that I question whether he had the power to enter, had I held it ever so open (135)
Amelia demuestra su sentido del humor al imitar a Miss Bath, que se comporta con gran afectación:
Amelia, who was a woman of great humour, performed her part to admiration; so that a by-stander would have doubted, in every other article than dress, which of the two was the most accomplished fine lady. (176)
Por último, Sidney Bidulph demuestra su sentido del humor al describir a Lady Grimston en una carta dirigida a su amiga Cecilia: “She is always dressed out: I believe she sleeps in her cloaths, for she comes down ruffled, and towered, and flounced, and fardingal´d, even to breakfast” (62). Se burla asimismo de que su madre y Lady Grimston se llamen todavía por sus nombres de pila:
My mother and she call one another by their christian names; and you would smile to hear the two ladies (begging their pardons) Lettying and Dollying one another. This accounts to me for Lady Grimston´s thinking me still a child; for I suppose she considers herself not much past girlhood, though, to do her justice, she has not a scrap of it in her behaviour. (Ibidem, cursivas en el original)
Significativamente, a pesar de su ironía, Sidney no conseguirá neutralizar a Lady Grimston y Lady Bidulph, principales instigadoras de su desgraciado matrimonio con Mr Arnold.
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