III. 10. INTELIGENCIA
La heroína suele ser una mujer de gran inteligencia, lo que parece poner en evidencia la tradicional retórica masculina. Sin embargo, apenas tiene oportunidad de desarrollar su intelecto. Hay que tener en cuenta que entonces se consideraba que una excesiva inteligencia en la mujer solía ir acompañada de falta de modestia o decoro, como afirmó Elizabeth Montagu en 1750:
Wit in women is apt to have bad consequences. Like a sword without a scabbard, it wounds the wearer and provokes assailants. I am sorry to say the generality of women who have excelled in wit have failed in chastity (cit. en Porter, 1982: 36)
Las mujeres que hacen gala de su capacidad intelectual o de sus conocimientos son, pues, denostadas. El ideal es una inteligencia natural, sin pretensiones, que pueda pasar incluso desapercibida. Por ello resulta más difícil apreciar la inteligencia de la heroína. Ésta se puede poner de manifiesto, por ejemplo, a través de su ingenio (al que se suelen referir los autores y autoras de nuestro estudio con los términos “wit” o “genius”) o mediante su capacidad de imaginar estratagemas para hacer frente a las más variadas dificultades64. La heroína suele dar también muestras de una considerable “perspicacia natural” o claridad de juicio, a la que aluden los términos “wisdom”, “prescience”, “judgement”, o “understanding”. Hay que tener en cuenta que el término “wit” se puede referir, además de a “ingenio”, a “inteligencia” o “conocimiento de la vida” en general, como cuando Pamela confiesa a Lady Davers que espera corregir sus defectos y mejorar “as I live longer, and have more grace, and more wit” (Pamela II: 247). En cualquiera de sus acepciones, la inteligencia de la heroína enriquece la trama de las novelas y le supone a la protagonista una garantía de supervivencia y de acceso a una cierta cota de poder.
En Love in Excess la inteligencia de la mujer adquiere connotaciones negativas en la figura de Alovisa. Amena reconoce la superioridad de ésta no sólo en rango y fortuna, sino en “wit and subtilty against her innocence and simplicity” (68). En efecto, Alovisa envía dos anónimos al conde D´Elmont espoleando su ambición, y tan sólo finge proteger la reputación de Amena cuando le ofrece refugio en su casa. Demostrando no tener escrúpulos y destruyendo el porvenir de Amena, Alovisa consigue casarse con el conde. Tras un breve periodo de felicidad, percibe que su marido está enamorado de otra. Descubre entonces una carta del conde, y es lo suficientemente inteligente como para no dejarse llevar por los celos y fingir ignorancia. Sin embargo, su curiosidad por saber el nombre de su rival la pierde, y promete al Barón D´Espernay mantener relaciones con él si le revela el secreto. Arrepentida, piensa entonces en una estratagema y logra convencer al Chevalier Brillain, hermano de su marido, para que se esconda en un “closet” y salga del mismo en cuanto el barón haya pronunciado el nombre. Tal estratagema causa, sin embargo, su muerte accidental.
En Love in Excess destaca igualmente la inteligencia y formación de Melliora, capaz de leer un tratado de astrología de Monsieur l´Fontenelle o las Epístolas de Ovidio. Sin embargo, la joven oculta sus conocimientos y su capacidad argumentativa hasta el momento en que Melantha lee en voz alta poemas de amor. Se manifiesta entonces en contra del sentimiento amoroso con el fin de disuadir al conde. Las palabras de Melliora sobre el amor son tan convincentes que causan la admiración general:
now discovered the force of her reason, the delicacy of her wit, and the penetration of her judgment, in a manner so sweetly surprizing to all that were strangers to her, that they presently found, that it was not want of noble, and truly agreeable thoughts or words to express 'em, that had so long deprived them of the pleasure of hearing her (111)
Por lo que respecta a Lasselia, destaca también por su inteligencia:
a natural Genius of her own, much more sublime than is ordinarily observed in Persons of her Sex, especially at such an Age, made her Behaviour surprizing to those of riper Years; grey Hairs would listen to her Talk with pleasure, the Delicacy of her Notions was such, that the Wisest would acknowledge themselves edified by her Conversation (2)
De hecho, es su arte de conversar lo que encandila al rey Luis XIV. Ante la declaración apasionada de éste, “she stood in need of all her Wit to answer him in Terms which shou´d neither affront the Offers he made, nor encourage him to repeat them” (11).
Gigantilla, protagonista de The Perplexed Dutchess, llama la atención del duque al rechazar buenas ofertas matrimoniales. Cuando éste le pregunta si lo que busca en un pretendiente es inteligencia, riqueza, grandeza o belleza, ella le responde: “Virtue, with a moderate share of these Perfections, is the only Charm to gain a Woman who has Discretion for her Guide” (6). Tanto su inteligencia como su falta de escrúpulos le permitirán finalmente casarse con el duque.
Roxana se describe a sí misma, con tan sólo catorce años, del siguiente modo: “sharp as a Hawk in Matters of common Knowledge; quick and smart in Discourse; apt to be Satyrical; full of Repartee, and a little too forward in Conversation” (39). Su ingenio brilla, por ejemplo, en su respuesta al príncipe cuando éste le propone que sea su amante:
that a Person of his Rank, and a Munificence so unbounded, cou´d not be withstood; that no Virtue was Proof against him, except such, as was able too, to suffer Martyrdom; that I thought it impossible I cou´d be overcome, but that now I found it was impossible I shou´d not be overcome; that so much Goodness, join´d with so much Greatness, wou´d have conquer´d a Saint (101)
Durante su relación con él, obtiene múltiples beneficios económicos manipulándole con habilidad: “and yet I did not ask of him with an Air of Avarice (…) but I manag´d him with such Art, that he generally anticipated my Demands” (ibidem).
El ingenio de Pamela salta a la vista en algunas de las contestaciones que le da a Mr B., que aportan un tono cómico a la obra. Cuando Mr B. la llama insolente y desagradecida, y afirma que sólo cumplía con el deseo de su madre de ser amable con ella, Pamela le replica “my good lady did not desire your kindness to extend to the summer-house and her dressing-room” (92, cursivas en el original), aludiendo a cómo la había acosado en esos dos lugares. La joven da asimismo muestras de su capacidad de discernimiento, por ejemplo, ante las equívocas palabras de Mrs Jewkes, que intenta justificar el inapropiado comportamiento de Mr B. Cuando la joven rechaza la oferta de matrimonio de Mr Williams imaginando acertadamente una estratagema de Mr B., Mrs Jewkes no puede evitar exclamar: “Such art, such caution, such cunning, for thy years!” (186). Posteriormente, Pamela alecciona a Mr B. sobre el modo de comportarse en términos tan convincentes que éste afirma que podría sustituir a su capellán de Lincolnshire, con sotana y todo. Sin embargo, a Mr B. le gusta escucharla: “I could dwell upon your words all the day long” (301). También es un ávido lector de sus cartas, hasta el punto de urdir estratagemas para poder hacerse con ellas. Tras leer, por ejemplo, cómo Pamela había llegado a plantearse el suicidio a causa de la desesperación, reconoce: “O my dear girl! you have touched me sensibly with your mournful tale” (276). Por otra parte, la joven no se deja convencer por los múltiples argumentos de Mr B. para que se convierta en su amante; de hecho, los rebate con tanto éxito que él no puede menos que exclamar:
What the deuce do we men go to school for? If our wits were naturally equal to those of women, much time and pains might be spared in our education. Since nature teaches your sex, what in a long course of labour and study, ours can hardly attain to. (268)
Añade, sin embargo, con ironía, que, en el caso de Pamela, al menos la mitad del mérito es suyo “for the innocent exercises you have had for it from me, have certainly sharpened your invention” (ibidem). No es Mr B. el único en percatarse de la capacidad e inteligencia de Pamela. En el baile de máscaras al que ésta asiste en Londres, ya casada, se ve obligada a dar tan airadas contestaciones que alguien vestido de Merry Andrew afirma que posee “the most piquant wit he had met with that night” (Pamela II : 261).
El ingenio de Clarissa suele salir a relucir, al igual que el de Pamela, en su modo de responder a quienes la maltratan. Su hermano James la llama “such a conceited and pert preacher and questioner”. Y añade: “I know not what wit in a woman is good for, but to make her over-value herself, and despise everybody else” (carta número 29.2, James Harlowe, Jun. a Miss Clarissa Harlowe, pág. 138). Uno de los tíos de Clarissa, Antony, ante los argumentos de la joven para no casarse con Mr Solmes admite que es más ingeniosa que ellos, pero duda que sea más sabia: “You may be wittier than we; but if you are wiser, we have lived some of us, let me tell you, to very little purpose thirty or forty years longer than you” (carta 32.4, Mr Antony Harlowe to Miss Clarissa Harlowe, pág. 158). Su tío John, por su parte, acusa a Clarissa de haber empleado su agudeza (“sharp-pointed wit”) contra los miembros de su familia: “you have displayed your talents and spared nobody” (carta número 60.1, John Harlowe a Clarissa Harlowe, pág. 253). En cuanto a Mr Solmes, no es adversario para ella y le hace callar en varias ocasiones. Sin embargo, con quien mantendrá una dramática guerra de ingenio será con Lovelace, quien concluye que están a la par:
Now, Jack, will not her feints justify mine? Does she not invade my province, thinkest thou? And is it not now fairly come to Who shall most deceive and cheat the other? So, I thank my stars, we are upon a par, at last, as to this point (carta número 231, Mr Lovelace a John Belford, pág. 759, cursivas en el original)
La inteligencia de Clarissa va más allá del ingenio o de la capacidad de defenderse dialécticamente. Manifiesta también una gran penetración psicológica, ya que, por ejemplo, desde el principio advierte con claridad los defectos de Lovelace, del que adivina su gran vanidad. En este sentido, Anna Howe destaca su intuición, que denomina “prescience”. Belford se declara igualmente admirado por la perspicacia y el sentido común de Clarissa, de quien llega a afirmar lo siguiente: “She is, in my eye, all mind” (carta 169, Mr Belford a Robert Lovelace, pág. 555). Lovelace teme, de hecho, su capacidad mental:
Cunning women and witches, we read of without number. But I fancy wisdom never entered into the character of a woman. It is not a requisite of the sex (...) But to put wisdom out of the question, and to take cunning in: that is to say, to consider woman as a woman; what shall we do if this lady has something extraordinary in her head? (carta número 175, Mr Lovelace a John Belford, pag.s 573-4, cursivas en el original)
La perspicacia de Clarissa impide que algunas de las tretas de Lovelace fructifiquen. Así, descubre a menudo sus embustes, como cuando Lovelace dice que su prima Montague no puede quedarse en la casa de Mrs Sinclair, que hasta ese momento se suponía respetable. Advierte asimismo algo extraño en Dorcas, por lo que decide no entrar en el carruaje de Mother M., evitando así caer en una trampa. Al final, a Lovelace no le queda más recurso que la fuerza.
Por lo que respecta a Fanny Hill, la joven atribuye a su propia inteligencia y capacidad de observación el haber conseguido prosperar:
whilst yet in the flower of youth, and not too late to employ the leisure afforded me by great ease and affluence, to cultivate an understanding naturally not a despicable one, and which had, even amidst the whirl of loose pleasures I had been tost in, exerted more observation on the characters and manners of the world, than what is common to those of my unhappy profession (1)
Otra heroína, Arabella, protagonista de The Female Quixote, da muestras desde su más temprana niñez de tener una inteligencia despierta; su padre advierte pronto “an uncommon Quickness of Apprehension, and an Understanding capable of great Improvements” (6). Como Arabella muestra gran interés por la lectura, su padre le permite utilizar su biblioteca, en donde se encuentran los romances heroicos que su madre leía en sus muchas horas de soledad. La joven acaba devorando dichos romances de forma compulsiva, hasta el punto de que deforman su visión de la realidad. Sin embargo, a pesar de sus falsas convicciones y expectativas, su arte de conversar encandila a Glanville, impresionado por “the agreeable Sallies of her Wit, and her fine Reasoning upon every Subject he proposed” (46). Siempre y cuando no trate de temas heroicos, su conversación admira a propios y extraños. Su tío Sir Charles, al oírla distinguir entre lo burlesco y lo satírico, no puede dejar de exclamar, admirado: “you speak like an Orator” (269). En otra ocasión, al oír su discurso sobre la indiferencia y el juicio imperfecto, lamenta que Arabella sea una mujer y no pueda mostrar en público su habilidad dialéctica: “if she had been a man, she would have made a great figure in Parliament, and that her speeches might have come perhaps to be printed in time” (311). Sin embargo, cuando más brilla su inteligencia es en su “duelo” dialéctico con el clérigo que consigue reformarla. Por una parte, los razonamientos de Arabella están a la altura de los de él, hasta el punto de que al clérigo le cuesta rebatir sus argumentos, basados en referencias a filósofos tales como Locke. Por otra parte, Arabella le pide que la convenza de un modo metódico, demostrando, en primer lugar, que las historias que narran los romances son ficciones, en segundo lugar que son absurdas y, por último, que son criminales. Finalmente, el clérigo, además de invocar la autoridad de los mentores de Lennox en la vida real, Richardson y Samuel Johnson, apela a su sensibilidad y consigue que “entre en razón”.
Amelia resulta una heroína ambigua en cuanto a su capacidad de discernimiento. En algunas ocasiones distingue claramente la situación, como cuando intuye el tipo de relación que ha existido entre su marido, Booth, y Miss Mathews: “she had heard enough to impute her confusion to the right cause” (154). Se da cuenta asimismo de que Booth ha interpretado mal su negativa a relacionarse con el coronel James, al que rehuye por estar enamorado de ella: “The discernment of Amelia was extremely quick; and she now perceived what had happened, and how much her husband knew of the truth. She resolved therefore to humour him” (389). Sin embargo, no advierte los celos que siente Booth por el “lord” o las auténticas intenciones de éste. En cualquier caso, Amelia asegura ser menos inteligente que su marido:
Besides, dear Billy, though my understanding be much inferiour to yours, I have sometimes had the happiness of luckily hitting on some argument which hath afforded you comfort. (174)
Cuando resulta necesario, sin embargo, le sabe manipular muy sutilmente. Así, por ejemplo, cuando finalmente le habla a Booth de los sentimientos del coronel James hacia ella lo hace de tal forma que “if Booth had not had some of Othello´s blood in him, his wife would have almost appeared a prude in his eyes” (443).
Betsy Thoughtless manipula a sus pretendientes con un arte tal que deja a su tutor, Mr Goodman, admirado: “he could not forbear smiling with the rest, at Miss Betsy´s contrivance, and told her, it was a pity she was not a man, she would have made a rare minister of state” (110). La joven es además irónica con sus pretendientes, poniendo a prueba su ingenio:
whoever pretended to make his addresses to Miss Betsy, stood in need of being previously provided with a good stock of repartees, to silence the sarcasms of the witty fair, as well as fine speeches to engage her to more seriousness (255)
Como ejemplo tenemos la contestación que le da a Mr Chatfree, un hombre de avanzada edad, cuando éste afirma que le recuerda a una obra de Cowley en la que se menciona la belleza fatal de los ángeles destructores: “You are, at least, past the age of being destroyed by any weapons I carry about me” (145). Sin embargo, a pesar de su ingenio e inteligencia natural, la precipitación y la falta de reflexión la exponen a múltiples situaciones de peligro:
She had a great deal of wit, but was too volatile for reflection, and as a ship, without sufficient ballast, is tost about at the pleasure of every wind that blows, so was she hurried thro´ the ocean of life, just as each predominant passion directed. (13)
Tan sólo su desafortunado matrimonio con Mr Munden la lleva a reflexionar. Pronto es consciente del error cometido. Así, cuando su marido intenta convencerla de que si dedicara parte de su propio dinero a los gastos de la casa él sería un marido ejemplar, Betsy le contesta: “do not imagine I am so weak as to expect, after what you have said, any thing but ill usage” (443). Por otra parte, a Betsy no la reforma nadie, es ella misma la que comienza a percibir sus propios errores de conducta. Así, tras un nuevo intento de seducción por parte del “lord” se dice a sí misma: “Nature has made me no fool, yet not one action of my life has given any proof of common reason” (495). Su propia infelicidad matrimonial se convierte entonces en una parte importante de su “reeducación” moral:
In fine, she now saw herself, and the errors of her past conduct in their true light: – ‘How strange a creature have I been!’ cried she, ‘how inconsistent with myself! I knew the character of a coquet both silly and insignificant, yet did every thing in my power to acquire it’ (Ibidem)
Sidney Bidulph es también una mujer perspicaz, a pesar de no ser una gran conversadora ni capaz de dar contestaciones ingeniosas. Tras renunciar a casarse con Faulkland a causa de su anterior relación con Miss Burchell intuye en ésta, “something like art”, “something evasive and disingenuous”(103) que le causa desconfianza; Lady Bidulph, por el contrario, se muestra convencida de que Faulkland tiene que reparar con el matrimonio el daño hecho a Miss Burchell. Sidney se pliega a la decisión de su madre, contrae matrimonio con Mr Arnold, e intenta convencer a Faulkland para que cumpla con su deber moral. Posteriormente, le exige la verdad a Miss Burchell, que confiesa su culpa: “Oh, madam, you read my very soul! what disguise can I make use of before such penetrating eyes as yours!” (304). Tras enviudar de Mr Arnold, Sidney y sus hijas se encuentran en una desesperada situación económica. Al recibir de pronto 300 libras de Lady V., sospecha que provienen de Faulkland y las rechaza. Lady V. así lo reconoce y llama a Sidney “my amiable, sagacious friend” (353). Finalmente, Sidney, presionada por su entorno, acepta casarse en una ceremonia secreta con Faulkland, que aparentemente le ha quitado la vida a su mujer, Miss Burchell, y al amante de ésta. Contra todo pronóstico, ella sobrevive, lo que invalida el matrimonio de Sidney y Faulkland y causa la total desesperación de éste último. Poco después, antes de que Cecilia le comunique a Sidney que Faulkland ha muerto, ella ya lo ha adivinado: “Oh I knew him too well, said she, raising her voice with energy, to think he would survive this last blow.” (465).
Nos referiremos a continuación a la inventiva de la que hacen gala muchas de estas heroínas a la hora de idear todo tipo de estratagemas que les permitan vencer los obstáculos que encuentran en su camino. En el caso de las heroínas modélicas, dicha capacidad de inventiva, a la que se alude con términos tales como “art”, “cunning” o “contrivances”, está justificada por ser el único medio del que disponen para defender su virtud. En palabras de Pamela, “Necessity is truly said to be the mother of invention” (192, cursivas en el original).
Mencionaremos en primer lugar a Lasselia, quien, al igual que tantas otras heroínas, tiene que recurrir a disfrazarse (en su caso de peregrina) para poder escapar del rey, que la intenta seducir. Gigantilla, por su parte, es maquinadora por naturaleza, “Mistress of an uncommon Share of Cunning” (2). Como el duque está enamorado de Artemia y ésta supone un obstáculo para sus intereses, “After many Contrivances” (10) Gigantilla falsifica una supuesta carta de Artemia a Philemont y urde un plan para que éste visite a dicha joven en su apartamento. Gracias a este engaño, Gigantilla se casa con el duque y consigue enemistarlo con su hermano, Theonor. Sin embargo, no es capaz de ayudarse a sí misma a la muerte del duque y cuando su amante Nearchus la abandona “All her Artifices, all her Policy now fail´d her, she was as incapable of doing service to herself, or hurt to others, as an Ideot” (59).
En cuanto a Moll Flanders, como el mercado matrimonial está en su contra por ser pobre, recurre a aparentar ser rica. Tras múltiples matrimonios y dado que su belleza se ha marchitado, Moll inicia una carrera delictiva y consigue convertirse en una ladrona de gran renombre gracias a su ingenio, que muestra especialmente en aquellas ocasiones en que están a punto de descubrirla. Ella misma, al compararse con otros criminales, asegura: “though I had as much courage to venture as any of them, yet I used more caution before I undertook a thing, and had more presence of mind when I was to bring myself off” (241). Así, por ejemplo, entra en una platería a robar cuando el dueño está ausente, pero la sorprenden. Moll afirma haber entrado para comprar cucharas de plata y, como es precavida, y lleva dinero para una emergencia, la creen: “So I came off with flying colours, though from an affair in which I was at the very brink of destruction” (298). Otro de los recursos que facilita sus robos es su habilidad para disfrazarse, ya sea de pordiosera o de dama bien vestida.
Pamela es también una heroína de múltiples recursos, aunque en su caso, como ella misma se encarga de aclarar, se ve obligada a desarrollar su inventiva por necesidad. Su ingenio se agudiza, pues, cuando se estrecha el cerco que le tiende Mr B. Previsora, le pide a Mrs Jewkes material de escritura, y lo esconde en su “closet”, por si le prohíben escribir, o para que Mrs Jewkes no pueda leer todo lo que escribe. Pamela inventa también un método para poder comunicarse libremente con Mr Williams, enterrar cartas en un lugar del jardín. Cuando Mrs Jewkes está a punto de sorprenderla recogiendo una carta, Pamela explica su turbación como una reacción lógica tras haber visto un gusano al ir a oler un girasol. En otra ocasión, mientras la joven se encuentra pescando con Mrs Jewkes, asegura, tras haber mordido el anzuelo una carpa, que ésta le recuerda a sí misma y le pide a Mrs Jewkes que la ponga en libertad como hace ella con el pez. Posteriormente, paseando por el jardín, le dice a su guardiana que va a plantar vida en vez de destruirla. Lo que “planta” en realidad es una carta, y admite sentirse orgullosa de esta treta: “And not a little proud am I of this contrivance” (169). Mr B. le advierte a Mrs Jewkes que la joven es “as cunning as a serpent” (176). La propia heroína confiesa, tras idear un plan para mantener a Mrs Jewkes más tiempo en casa de Mr Williams, su capacidad de maquinar: “What a contriver is your Pamela become!” (192). Por su parte, Mr B. se refiere a ella despectivamente en una carta a Mrs Jewkes con expresiones tales como “saucy designer” o “plotting little villain of a girl” (201). En cualquier caso, ella sigue ideando “well-meant devices” (208) para escapar, como dejar caer sus ropas en el estanque para que piensen que se ha ahogado.Lady Davers se referirá luego a estas tretas como “counterplottings” (474) frente al intento de seducción de Mr B.
Al igual que Pamela, Clarissa muestra una gran inventiva sólo por necesidad. Como ella misma afirma, la responsabilidad es de quienes desconfían de ella: “People suspiciously treated never, I believe, want invention” (carta número 69, Miss Clarissa Harlowe a Miss Howe, pág. 283). Como hace Pamela, Clarissa consigue idear modos de que los demás no controlen por completo su correspondencia. Mantiene así contacto clandestino con Anna, escondiendo las cartas cerca del corral de aves del que se ocupa en sus ratos libres. Previsora, esconde material de escritura por si se lo quitan y deja incluso que su familia “encuentre” algunas cartas para que no sospechen de la existencia de otras. Con anterioridad, ha ideado un medio de entrevistarse con Lovelace antes de que la envíen a la fuerza a la casa de su tío a casarse con Mr Solmes. Tras caer en la trampa que le tiende Lovelace, no deja de imaginar tretas que le permitan escapar de la casa de Mrs Sinclair. El seductor teme, de hecho, su capacidad de inventiva: “I must take care, knowing what an eel I have to do with, that the little wriggling rogue does not slip through my fingers” (carta número 158.1, Mr Lovelace a John Belford, pág. 539). Clarissa consigue finalmente escapar aprovechando la ausencia de Lovelace y haciendo creer a las mujeres de la casa que se dispone a encerrarse en su habitación durante días. Lovelace, sorprendido, se refiere a sus “wicked artifices” y se queja de las malas artes del sexo femenino en general: “But show me a woman, and I´ll show thee a plotter!” – This plaguy sex is art itself: every individual of it is a plotter by nature” (carta número 228, Mr Lovelace a John Belford, pág. 737, cursivas en el original). Lovelace localiza a Clarissa y la vuelve a capturar, pero ella consigue escapar, esta vez definitivamente, disfrazándose con las humildes ropas de Mabel.
Por ultimo, Betsy Thoughtless pone a prueba su ingenio por primera vez en el “boarding school” en el que se encuentra ayudando a su amiga Miss Forward a reunirse con Master Sparkish con el pretexto de ir de compras. Posteriormente, se ve obligada a pensar en una estrategia para poder quedarse en secreto con el retrato en miniatura de Mr Trueworth. Dado que “she had never been at the pains of any contrivances” (394), se pone ropa de montar a caballo, le dice al artista que Trueworth le ha encargado recoger su retrato, lo paga y se lo lleva. La Providencia querrá que años después Trueworth, ya viudo, sorprenda a Betsy besando dicho retrato en un jardín de Surrey. Trueworth lamenta entonces no haber descubierto antes que “Miss Betsy Thoughtless was the contriver of that tender fraud” (545).
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