¿Por dónde empezamos? Señorías, urge actuar. Estamos en un momento crítico, tal vez seamos la última generación con conciencia rural. Tenemos un verdadero problema estructural. Nuestros pueblos se están muriendo. La gente que atesora los conocimientos se nos va. Es nuestro momento y nuestra responsabilidad generacional. Nuestros padres nos proporcionaron una formación para algo. Dejémonos de estrategias, de libros blancos, de observatorios o de planes marco. Hagamos cosas de verdad. Actuemos como tantas veces se ha hecho en el campo, con ensayos. Como en los años 50, cuando nuestro país decidió actuar y combatir el minifundismo agrario apostando por la concentración parcelaria. Empezaron con un ensayo; no esperaron a disponer de la ley perfecta, ni de la estrategia definitiva. Eso ya vendría después.
Les propongo a sus señorías que comencemos con un proceso parecido. Diseñemos un plan piloto, que comience con unos territorios representativos de diferentes zonas de nuestras montañas. Conozcamos a fondo cada uno de los paisajes campesinos elegidos. Descubramos lo que don Jaime Izquierdo denomina los planes de manejo vernáculos. Adaptemos estos planes a los tiempos actuales, convirtiéndolos en verdaderas herramientas de conservación. Definamos qué procesos se deben mantener y cuáles puede ser conveniente redefinir. Identifiquemos las unidades de trabajo asociadas a cada uno de los paisajes. Valoremos la cuenta de explotación asociada al conjunto de actividades propuestas. Conozcamos cuánto empleo pueden llegar a proporcionar. Nadie aspira a que un paisaje que antes mantenía a 60 familias, hoy vuelva a ser ocupado por 60 nuevos moradores. Pero si en ese paisaje hoy nos caben 4-5 personas trabajando todo el año, tenemos que buscarlas. En la provincia de Soria hay 400 montes de socios. Si ocupamos cada uno de ellos con 4-5 personas ¿saben ustedes lo que esto significaría? Formemos e ilusionemos a personas que crean en este proyecto. Para este viaje necesitaremos de verdaderos aliados. Y démosle su tiempo. Esto es una labor compleja que precisará de correcciones y de adaptaciones hasta obtener los primeros resultados y, transcurrido ese tiempo, valoremos la experiencia, cuál ha sido coste y su beneficio, en qué medida ha beneficiado a la conservación, en qué paisajes el proceso ha sido exitoso y dónde no ha sido posible de desarrollar, en qué lugares ha requerido inversión y en cuáles otros sólo ha requerido un impulso. Sepamos cuáles han sido sus puntos críticos. A partir de ahí podremos generalizar la actuación hacia otros territorios de montaña con paisajes análogos. Porque si aprendemos a rescatar un paisaje campesino, sabremos cómo rescatar otros. Posiblemente entonces será cuando tengamos que legislar y adoptar la decisión política verdaderamente acertada.
En definitiva, un plan piloto que cambie la manera de abordar el desarrollo rural. Un plan cuya estrategia de trabajo sean los paisajes, no sólo las personas. Porque posiblemente no se trate de seguir aportando dinero con el mismo planteamiento de siempre, sin pararnos a pensar si la actividad que estamos financiando a través de la PAC es sostenible, sin valorar si lo que estamos haciendo es efectivo o sólo contribuye a acentuar la despoblación que queremos combatir. Porque para que nuestras zonas de montaña sean sostenibles no sólo tienen que vivir el agricultor o el ganadero, también tiene que existir un artesano, un comerciante, o un hostelero; y la única manera de permitir todo eso es apostando por la globalidad del paisaje. Porque solamente garantizando la viabilidad de los paisajes y de sus comunidades vinculadas podremos asegurarnos la continuidad de las personas. Y mientras desarrollamos esta experiencia podemos incidir en otra serie de elementos correctores o compensadores de enorme eficacia como son los incentivos económicos y la fiscalidad, herramientas tremendamente efectivas desde las que poder compensar los sobrecostes que conlleva la vida diaria en las zonas de montaña y con la que hacer más atractiva la instalación de nuevos moradores.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Muchas gracias.
Pasamos al turno de portavoces. En primer lugar, tiene la palabra la senadora Rivero.
La señora RIVERO SEGALÀS: Muchísimas gracias, señor Medrano, por la pasión con la que ha defendido el tema y por este empoderamiento del mundo de la montaña, huyendo, y lo ha dicho a lo largo de su discurso, del conformismo, este conformismo que muchas veces –y creo que yo lo he utilizado en mi pasada intervención– nos hace caer en una situación de eterno lamento y no nos deja poner hilo a la aguja para ir cosiendo los problemas reales.
Yo estoy de acuerdo con el planteamiento que usted ha hecho en cuanto a esa proactividad. Acompañamiento de las instituciones, por supuesto, pero yo creo que, ciertamente, la gente que vive en estas zonas, ya sea de la tierra, de los bosques, es quien tiene que hacer las propuestas de futuro y, aunque yo sé que constituyen poca masa crítica –este es uno de los eternos problemas-, sin embargo, esta gente tiene que ser el verdadero lobby que lleve a las instituciones a poder legislar con sentido común. Usted ha hecho una exposición de sentido común ligando el conocimiento de la tierra, la experiencia en el sector con las enseñanzas vernáculas y las maneras de hacer de nuestros ancestros y poniéndolo en el siglo XXI. Esto es sentido común en estado puro.
Otra cosa es trasladar esto a la realidad que tenemos, en la que hay mucha legislación, que con frecuencia atenta contra este sentido común –por qué no decirlo-.
Usted ha hablado de que hacen falta incentivos económicos para sacar adelante proyectos. Yo también he dicho esto, efectivamente, es necesario el dinero, pero tiene que ir dirigido a aquellos proyectos que tengan vocación de continuidad y que tengan una simbiosis con el territorio, en el sentido de que hay que ayudar a tener la criatura, pero luego tiene que andar sola. Y hasta ahora, muchas inversiones que se hacían venían a salvar, en principio, una situación muy concreta pero, posteriormente, moría de inanición. Con lo cual, yo creo que ha habido malas inversiones.
No le voy a hacer ninguna pregunta. Soy de una zona, de una comarca, en donde la mayoría de los bosques y de los montes son de titularidad pública, son de los ayuntamientos. Pero sí que le tengo que decir que en estos últimos tiempos se ha hecho un esfuerzo, porque no se utilizan, ni se explotan, ni se gestionan de la manera que se tenían que gestionar, para poner en común problemáticas y gestionarlos conjuntamente cara a optimizar los recursos y las maneras de sacar provecho a estos bosques. Por mi parte, les hablo más de la producción de pellets o de astillas para ser usados en redes de calor de edificios públicos, para que se puedan aprovechar en las propias comunidades.
No conozco mucho este tema, pero, por la exposición que nos ha hecho, creo que podemos extrapolar este mismo planteamiento a cualquier sector. Funciona para el sector turístico, funciona para la agroganadería, funciona para la explotación forestal, funciona para todo. Tenemos que buscar el equilibrio en lo que se tiene, en lo que se quiere hacer, y poner en conjunto los recursos para hacerlo. Esto tiene que ir acompañado, evidentemente -usted lo ha mencionado, la adicional 10 ha sido el punto de inflexión para llegar aquí-, de una legislación que ayude y acompañe y que no ponga palos en las ruedas.
Creo que sus conclusiones se incorporarán a las de la Comisión. Por mi parte, estoy absolutamente de acuerdo con el planteamiento que ha hecho de no desligar el mundo rural del urbano, de aquella gente que ha tenido la posibilidad, o la obligación muchas veces, de irse fuera pero que nos puede aportar mucho. No debemos caer en esa tentación tan rural que consiste en decir, tal como ha dicho usted: “somos los que somos, que no venga nadie más” o “a mí, quién me va a venir a explicar”. Hemos de encontrar el punto de equilibrio entre la sabiduría ancestral, la de los que se quedan, y aquella otra sabiduría que pueden aportar los que se han ido. Para mí, es la fórmula perfecta.
Muchísimas gracias.
El señor PRESIDENTE: Gracias, senadora.
Tiene la palabra el senador Montes.
El señor MONTES JORT: Gracias, señor presidente.
En primer lugar quiero, como el resto de los comparecientes, en una tarde que yo me atrevería a calificar de muy positiva para las conclusiones de esta comisión, agradecerle su presencia, su exposición. Quiero, además, felicitarle, como no podría ser de otra manera, por su trabajo y por su trayectoria, muy reconocida nacional e internacionalmente, y merecida. Ciertamente le doy las gracias por lo que usted, dada su experiencia, revolucionaria, por qué no decirlo, y modificadora, aporta a las zonas de montaña, a las zonas de montes.
Me voy a permitir resaltar, me lo van a permitir sus señorías, algunas coincidencias que sé que tengo, después de leer esta mañana sobre su trayectoria, con usted. También en mi caso fueron mi abuelo, y también mi padre, Pedro, como usted, los que me enseñaron la historia de los montes. Eran gabarreros, eran leñadores, en los montes de Valsaín. De hecho, ambos nacieron en El Real Aserrío de Valsaín y, por lo tanto, me enseñaron los conocimientos y me inculcaron el amor a estos lugares, como usted dice, ese amor al trabajo del monte.
Como usted, cuando me hacen una entrevista, también suelo tomarme un café cortado; y también intento incidir, como he hecho a lo largo de mi actividad docente, como maestro, o en la política, como alcalde, en esa posibilidad que tienen los lugares, que tienen las personas, que tienen los territorios, que tienen los paisajes, de no caer en el pesimismo. Las cosas no son así. Lo que hay que preguntarse es: ¿por qué las cosas tienen que ser así?
Compartimos una visión conjunta, pero tenemos alguna diferencia. Yo parto de un lugar donde la historia es muy diferente a la que usted nos ha expuesto. Parto de un lugar donde las corrientes ilustradas del XVIII aprovecharon francamente bien los paisajes, los territorios, y los montes. Aprovecharon bien eso que a usted le parece que es muy importante: tener la capacidad de volar sobre el territorio como hace el águila imperial, es decir, abstraerse por el conocimiento. Los ilustrados, en el caso de los montes de Valsaín, compraron a pequeños propietarios, a la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia, todo aquel monte, e hicieron de ello una unidad, una unidad de gestión que ha sido, durante el XIX, el XX y el XXI, con algún lapsus propio de la crisis, un ejemplo de gestión sostenible y sostenida de un espacio de un pinar.
Coincido con usted, por lo tanto, en eso que nos ha dicho, y también la senadora que me antecedido en el uso de la palabra, en la importancia que tiene el conocimiento del territorio, la abstracción –usted lo sabe perfectamente por sus conocimientos de ingeniero- y en la necesidad de unir ambas cosas y planificar y gestionar. Se puede hacer mediante una compra como hicieron los ilustrados del XVIII o usando el modelo que usted aporta ahora; un modelo que, por lo que he leído durante la mañana de hoy, me parece novedoso. Usted ha hablado con gente de Castroserna de Abajo, que usted conoce muy bien, con María Luisa y con su familia, que fueron los que en 2014, si la memoria no me falla, ya pusieron las cosas en marcha. Esto es –me van a permitir que lo diga- lo más novedoso que yo he escuchado desde que Carlos III y sus ministros ilustrados decidieran armonizar un territorio y hacer un proyecto de desarrollo sostenible de una superficie arbórea. Me parece muy importante, tremendamente importante, y por lo tanto quiero resaltarlo.
Me cabe alguna duda legal –se lo digo sin hacerle la pregunta porque lo ha explicado usted muy bien, y me comprometo a seguirle y a leerle con más profundidad- sobre cómo ha sido posible, independientemente de la Ley de montes, compatibilizar la actividad societaria de lo que son las juntas gestoras de los montes de socios, que, si no lo he entendido mal, no dejan de ser una sociedad mercantil más de una serie de propietarios, con una legislación mercantil, medioambiental o del tipo que sea, regional, estatal y de la Unión Europea.
En esa armonización de las normas, otra duda me cabe. No sé si será el caso de las juntas gestoras de los montes de socios con los que ustedes conocen, a la vista de las cifras que nos ha dado. ¿Cómo compatibilizar las normas –y lo va a entender si nos centramos en la provincia de Segovia– con montes de los que pudieron ser titulares y que ahora son de ciudadanos de comunidades autónomas diferentes? Por ejemplo, por citar un caso que usted seguramente conoce, en la zona de Segovia hay montes de particulares que ya no son de la comunidad de Castilla y León; no son, desde el punto de vista administrativo, Comunidad de Castilla y León, sino Comunidad de Madrid, e incluso creo que en algunos sitios limítrofes con la provincia de Guadalajara, pueden ser Comunidad de Castilla-La Mancha. ¿Cómo intentar armonizar la normativa de esos montes de socios, de esa junta gestora, cuando tienes que negociar, cuando tienes que establecer líneas con comunidades autónomas diferentes?
Y luego está la otra cuestión, la del reconocimiento de este trabajo. ¿Cómo actualizar los datos? Porque ha pasado mucho en 100 años o en 150. Aquí veo la “sábana” que usted ha extendido sobre la mesa y el suelo, por llamarla de alguna manera, que tiene un trabajo que va mucho más allá de lo burocrático-administrativo; la tarea es casi de jeroglífico egipcio, y le felicito por ello. Porque hay que ver, por ejemplo, y no sé si será el caso, si alguno de estos propietarios se hipotecó para actividades urbanísticas o para actividades propias. Actualizar esos títulos de propiedad hasta llegar al momento actual me parece un trabajo absolutamente ímprobo. Por eso quiero preguntar, ¿cómo lo han hecho?
Las referencias que he conseguido de Castroserna de Abajo, algunas cosas que me han contado, son, la verdad, para poner no sé si una medalla, pero sí para tenerlas en cuenta. Como le decía, después de doscientos y pico años, hay un movimiento diferente, un movimiento necesario, un movimiento oportuno, ganas de llevar a cabo esos objetivos, en los que todos coincidimos y que otros ponentes y otros comparecientes aquí nos han planteado con gran rigurosidad y con gran acierto, en estas zonas concretas de montaña.
Por supuesto, coincido con usted en que hay que tender al aprovechamiento forestal integral. Coincido en que el ciclo productivo de la madera hay que cerrarlo, en lo posible, en los lugares donde se hace este cultivo. Para mí los bosques no son selvas; los bosques son un cultivo, y el fruto tarda ciento y pico años en recogerse. Por lo tanto, cara a la transformación industrial –se lo decía esta tarde también a otra de las comparecientes que veo que nos acompaña–, la clave es que no salga la madera, sino que salgan los muebles, por decirlo en términos un poco vulgares.
Reitero mi gratitud y reitero lo importante que es para el sector evitar el despoblamiento de las zonas rurales de montaña, donde la clave, una de las fundamentales, es dar empleo y el aprovechamiento forestal sostenible, también el ganadero, con una cabaña que paste en sintonía con la vegetación, con el momento de año y con la particularidad del monte.
Nada más y muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Gracias, senador.
Tiene la palabra la senadora Franco.
La señora FRANCO GONZÁLEZ: Muchas gracias, Presidente.
Bien, señor Medrano, yo, al igual que han hecho los dos compañeros que me han precedido en el uso de la palabra, quiero agradecerle su presencia hoy aquí, ante esta comisión especial de despoblación de zonas de montaña. Hoy es, además, la última sesión que tenemos con comparecencias; y lo cierto es que, a pesar de que nos hemos reunido muchas tardes, y de que hemos escuchado a muchos comparecientes, muchas de sus aportaciones, tengo que decírselo, han sido muy innovadoras. Le agradecemos que haya venido hoy a esta comisión y que nos las haya hecho. Además, quiero felicitarle por el trabajo que ha desarrollado su asociación; nada más hay que ver los casi siete metros de este documento, de este árbol genealógico de los propietarios de montes de socios.
Nosotros - hablo en nombre no sólo de los senadores de mi grupo, sino de todos los que estamos aquí en esta comisión-, realmente creemos que es necesario recuperar esos paisajes forestales para dar vida a nuestras zonas de montaña. Yo soy de León, de una zona donde hay pueblos con montes comunales, con montes vecinales y con motes privados. Verdad es que donde hay un pueblo en el que los vecinos están implicados en la gestión de los montes no sólo la economía de estos vecinos, de este pueblo, es mejor sino que también hay menos incendios forestales; y ello porque se preocupan del cuidado de estos montes, porque no sólo obtienen recursos de la explotación de la madera, de la explotación forestal, sino que dan pasos –antes pudimos hablar un poco de esos pasos- en la explotación, por ejemplo, de la micología, de los hongos, de las setas que salen en estas zonas de bosque, o de la trufa. En estos pueblos se genera toda una economía que ayuda o que favorece que las personas que viven en ellos no se vayan por razones de trabajo, sino que se queden.
Ya le he dicho que el trabajo que han realizado con los montes de socios es absolutamente impresionante y, desde luego, tienen nuestro reconocimiento. Pero no solo es necesario recuperar estos paisajes forestales para recuperar estas zonas de montaña, sino que la sostenibilidad de las zonas de montaña pasa necesariamente por la sostenibilidad de estos paisajes. Hay que dar voz a los habitantes de estas zonas, como señalaba usted, y reducir al mínimo la intervención de la Administración; y hay que darles voz para que sean ellos los que definan cuáles deben ser las prioridades.
Recogemos también esa sugerencia innovadora de hacer un plan piloto y poner en marcha una especie de campo de ensayo para ver las medidas que pueden resultar útiles. Creo, y así termino, que es verdad que a los bosques se les ha catalogado como infraestructuras verdes. Hoy hemos hablado de la necesidad de incorporar, por ejemplo, nuevas tecnologías en el ámbito de las zonas rurales; y en otras ocasiones lo hemos hecho de las infraestructuras de comunicación, de las mejoras en las carreteras, caminos, etc. Hemos hablado de esta tercera infraestructura, de estas infraestructuras verdes que es necesario conservar, porque es necesario que se pueda recuperar la actividad en estos montes de socios de los que usted hablaba.
Y nada más. Simplemente quiero agradecerle de nuevo su presencia aquí. Ha hecho usted una intervención, de verdad, que ha resultado innovadora, a pesar de que ya hemos escuchado muchas intervenciones previas, y también muy reivindicativa.
Muchas gracias.
El señor PRESIDENTE: Gracias, senadora.
Para contestar a las preguntas oportunas y hablarnos de alguna incidencia, tiene la palabra.
El señor MEDRANO CEÑA (Gerente de la Asociación Forestal de Soria): La incidencia es que tengo, por ahí, un teléfono que está sonando. Si no molesta, lo dejamos.
Lo primero que quería era pedirles perdón porque cuando a uno le dan una oportunidad como la de estar aquí se carga de responsabilidad, intenta transmitirlo todo y lo hace demasiado deprisa, por lo que me he dejado muchas cosas, muchos detalles que pueden ser importantes para comprender mejor todo esto. Asimismo, les doy las gracias a todos por sus halagos y por sus comentarios.
Hay varios temas clave; uno es el del conformismo. Una de nuestras claves, si se puede calificar de exitosa nuestra experiencia, ha sido que las competencias de desarrollo de los pueblos se le han dado, además de a las personas que estaban ahí, a otra serie de personas cargadas de corazón.
En esta “sábana”, como podrán ustedes imaginar, están los ganaderos que todavía viven en el pueblo, está el que tiene abierto un bar, pero también está el señor que trabaja en la Comisión europea, que es el caso, el peluquero, el arquitecto, el médico, la farmacéutica, o lo que sea. Y en el momento en el que se consigue esa interacción entre diferentes pareceres de vida, se produce el impulso verdadero para asentar un antes y un después. Esta es una de las claves en las que tenemos que reflexionar para el futuro de las zonas de montaña. ¿Cómo articular las relaciones campo-ciudad? En los dos sentidos: desde el campo, rompiendo el chip que les decía antes de “cuantos menos seamos, a más tocamos”; y desde la ciudad, cambiándoles el planteamiento, para que no vengan a los pueblos como veraneantes, sino como partícipes en un proyecto de comunidad. Y en ese proyecto de comunidad es irrelevante que estemos hablando de un monte de socios, de un monte comunal o de un monte declarado de utilidad pública. Esa es nuestra experiencia y pensamos que sinceramente es extrapolable.
Con respecto a las preguntas sobre la legalidad de todo esto, he de decirles que somos conscientes de lo que se hizo en el año 2003, una disposición adicional décima, precisamente nacida en esta casa y, como ha dicho alguno, nunca una disposición adicional ha dado tanto juego. Ahora estamos trabajando en una reforma del articulado de la Ley de montes. Estamos pendientes todavía de que se hagan una serie de modificaciones o de enmiendas en el último momento. Igual hasta llega el caso de que les tengamos que pedir su ayuda para fortalecer todo el proceso, para conseguir un reconocimiento específico, para formar a las juntas gestoras y que puedan operar correctamente en la sociedad del siglo XXI.
En cuanto a la urbanización de los montes, se nos ha dado el caso de que algunos pueblos, que eran pequeñitos cuando compraron el monte de socios, y en los que el casco urbano era hasta un enclave del propio monte, con alguna ermita significativa, al crecer han tenido que hacer gala de una gran dosis de imaginación para solucionar todos los problemas que han surgido.
Vuelvo a repetir que, en el momento en que se consiga una cierta fortaleza con la reforma de la Ley de montes, muchas de estas actuaciones que se están haciendo a golpe de corazón, posiblemente se hagan con la solidez necesaria.
En cuanto a los aprovechamientos forestales integrales, esa es la base, la multifuncionalidad. No podemos consentir que estos paisajes sean patrimonio sólo de una actividad, ni del maderista, ni del cazador. Tienen que ser el lugar de encuentro de todas las profesiones. Yo siempre digo que he tenido el privilegio de conocer un pueblo en el que convivían los que aprovechaban la madera, los que aprovechaban la leña, los que tenían las colmenas, los que cazaban y los que cultivaban la tierra. Ese es un poco el objetivo, porque en el momento en que consigamos esa subsidiariedad, esa complementariedad entre todos los agentes, ese paisaje será sostenible para siempre; si no lo que estaremos haciendo será una patrimonialización de lo común, o de lo colectivo, me da igual, si estamos en un monte de socios o en un monte municipal.
En ese sentido, por hacer una llamada de atención, les diré que nosotros adolecemos ya de un vicio de partida, y es que conocemos los paisajes ya bastante simplificados. El concepto de paisaje al que queremos llegar no es el que conocemos con nuestros 40, 50 o 60 años, sino el paisaje integral de antes. De ahí la importancia de profundizar en el conocimiento del plan de manejo vernáculo. Nosotros, en el caso de la comunidad a la que yo pertenezco, hemos esbozado la idea en un proyecto interno, hemos recuperado las enseñanzas de los mayores, lo que antes se hacía, actividades que desconocíamos. Hemos hecho un poco la cuenta de la vieja, es decir, nos hemos preguntado, ¿qué pasa si empezamos a utilizar todo esto?
Antes, por ejemplo, los acebos se podaban en invierno y la hoja se echaba como cama del ganado y la ramilla se utilizaba para los hornos. Hoy hay que seguir haciendo esa actividad porque si no los podamos los acebos se secan, pero no tiene sentido echar la rama para el ganado La utilizaremos para venderla y hacer un aprovechamiento ornamental. Es indispensable profundizar en ese conocimiento vernáculo, que es el que nos va a asentar las verdaderas bases de las sostenibilidad. Porque en algunos casos, cuando hemos echado la cuenta de la vieja y hemos visto hasta qué punto sería rescatable ese paisaje y qué cuenta de explotación daría si nos ponemos a hacer lo que se hacía antes, hemos tenido resultados positivos. Inicialmente no, inicialmente hay problemas de liquidez porque hay que abordar los deterioros de tantos años de abandono. Por ejemplo, las acequias que se han cerrado y que son estratégicas para el mantenimiento de huertos o de paisajes. Pero en el momento en que se aborden, en unos plazos, antes o después, se puede devolver a la sociedad la inversión inicial. Por eso, insisto en que es importantísimo ese plan piloto, en que hay que seleccionar una serie de paisajes representativos de la cordillera atlántica, los más mediterráneos, de las zonas más continentales, como los nuestros. Hemos de explorar en qué medida pueden ser rescatables; y si esto es posible, tendríamos la llave para rescatar otro montón de paisajes más.
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