LA DOCTRINA Y DISCIPLINA DE LOS VALDENSES
El principio fundamental de esta Iglesia fue: debemos creer que las Sagradas Escrituras y solo ellas contienen todas las cosas necesarias para nuestra salvación y que ninguna otra cosa debemos admitir como un artículo de fe pero que Dios nos haya revelado. Doquiera habite en el corazón este principio, será suficiente para rechazar toda superstición e idolatría, he allí la adoración de un solo Dios, a través de un mediador y mediante la influencia de un Espíritu Santo, era la práctica sincera de ellos.
Los sueños del purgatorio, la adoración de imágenes, la dependencia de reliquias y austeridades, no podrán permanecer delante de la doctrina de las Sagradas Escrituras.
Los Valdenses fueron fieles al gran principio fundamental del protestantismo. Ellos afirman que allí solo hay un mediador, por cuya causa no podemos invocar a los Santos. Que tampoco existe el purgatorio, pues todos aquellos que son justificados por Cristo, van a Vida Eterna.
Un número de sus antiguos tratados prueban evidentemente, que por centenares de años, los principios del Evangelio son suficientes para producir vidas santificadas, así como los Valdenses manifiestan en su conducta, profesaron, entendieron y abrazaron por este pueblo escogido, mientras que el Anticristo estuvo en su más alto poderío. En un libro concerniente a sus pastores, tenemos este relato de su vocación.
Todos aquellos que entre nosotros son ordenados como Pastores, mientras todavía están en sus hogares, y nos ruegan les recibamos entre el Ministerio, y desean que imploremos a Dios en oración, para que ellos puedan llegar a ser capaces para tan grande cargo. Están aprendiendo con todo el corazón todos los capítulos de Mateo y Juan, todas las epístolas canónicas y una buena parte de los escritos de Salomón y David y los profetas.
Después de haber exhibido testimonio propio de su aprendizaje y conversación, ellos son admitidos como pastores mediante la imposición de manos. Los pastores “Junior” (pequeño y principiante) no pueden hacer nada sin el permiso de los más antiguos o mayores en el Ministerio; tampoco los mayores podían emprender o comprometer algo sin la aprobación de sus colegas y ninguno podía hacer algo saliéndose del orden.
Nosotros los pastores nos reunimos una vez al año para resolver nuestros asuntos en un sínodo general. Aquellos a quienes enseñamos, nos proporcionan alimentos y ropa con buena voluntad y sin tener que obligarlos. El dinero que el pueblo nos da lo llevamos al sínodo general, allí es recibido por los ancianos, y sirve para suplir los gastos de los viajeros, otra parte para ayudar a los indigentes. Si un pastor entre nosotros cayera en un craso pecado, es arrojado de la comunidad, y privado de la función de la predicación.
En general los Valdenses han expresado su firme creencia que no existe otro mediador que Jesucristo, hablan de la virgen con gran respeto como santa, humilde y llena de gracia, al mismo tiempo que descartan la insensatez y extravagante admiración en la que a ella se la ha dado por las edades.
Los trabajos de Claudius de Turín en el siglo noveno, aparece bajo de Dios, haber producido estos santos resultados, como la fe y honestidad de los Valdenses. Hombres que han dependido y dependen para la Gloria de Dios, y para provecho de las almas, no tienen un concepto de la importancia de sus esfuerzos.
Frecuentemente esto ha permanecido en sus efectos sucediendo de generación en generación y ha sido bendecido por la emancipación de millares de los dominios del pecado y de Satanás.
Los Valdenses tuvieron especial cuidado en la instrucción de sus hijos, mediante expositores y tratados catequistas adaptados a la sencillez de su entendimiento. Esto vino a formar un cuerpo de muy saludable instrucción y temprano enseñaban a la juventud las grandes cosas que pertenecen a la vida y a la santidad. Si algo más podemos decir de este pueblo, tanto que ellos aborrecieron las crasas abominaciones del papado y condenaron los vicios de la generalidad de la humanidad, bien se les hubiera podido acusar de ostentosos fariseos o presuntos sociólogos, pero aunque entre ellos hubo defectuosos profesores, como los que hay en todas las denominaciones, no obstante en sus comunidades hubo verdaderos cristianos, quienes supieron dirigir el borde de sus severidad, contra los pecados de sus moradores, y quienes siendo verdaderamente humildes bajo las miradas de los depravados nativos, tomárosles por sí mismos conduciéndoles a la gracia de Dios en Cristo para su Salvación.
Claramente es evidente en el curso general de su historia, que los Valdenses fueron un pueblo humilde, preparado para recibir de corazón el Evangelio de Cristo para caminar en sus pasos, para llevar su cruz y temer pecar y cometer toda clase de males. Fueron devotamente estrictos en el descargo de la religión en la familia.
Algunas memorias inquisitoriales, describen sus nombres y costumbres; está dicho de ellos lo siguiente: Antes de acercarse a la comida, el anciano entre ellos decía: Dios quien bendijo las cinco hogazas de cebada y los dos pescados en el desierto bendiga esta mesa y todo aquello que está sobre ella, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y después de haber comido decía él: El Dios que nos ha provisto de alimentos corporal, nos conceda vida espiritual y pueda Dios ser con nosotros y seamos nosotros siempre con Él. Después de la hora de comida ellos se enseñaban y se exhortaban el uno al otro.
Evidentemente hubo entre ellos muchos devotos y humildes seguidores de Cristo, entre aquel pueblo quienes experimentaron el poder y el regocijo de la consolación de las doctrinas de la Cruz. Towsen´s Abridgment, p. 409, 416.
CAPÍTULO 16
DEL SIGLO DOCEAVO AL TRECEAVO D.C.
ROMA PROSIGUE SU PERSECUCIÓN A LA IGLESIA
La Iglesia de Dios continuó creciendo en número y en prestigio en varias naciones, pero dentro de esos diferentes pueblos fue conocido con diferentes nombres separados de otros pueblos. Jones repite del clérigo romano Everiinus como diciendo: Todos aquellos quienes han retornado a nuestra Iglesia, nos dicen que tienen gran número de adeptos a sus convicciones, esparcidos por doquiera. Jone´s Church History, p. 210, 211.
En el siglo precedente, pudimos notar cómo los pontífices se confundieron con los verdaderos seguidores conocidos como los Valdenses, Albigenses, etc..., en algunos países, estos seguidores del Cordero fueron llamados “Paulinos y Puritanos”. Los paulinos emigraron de Bulgaria, quienes después de vivir en su tierra nativa, Orchard dice: Emigrados por sí mismos a través de varias provincias. Muchos de ellos, mientras hacían el bien a otros, y esparcían el Evangelio, fueron expuestos a la muerte con la más espantosa crueldad.
Sus accesos de diferentes fuentes hicieron las Iglesias Puritanas o Paterines muy considerables, para sus enemigos muy formidables, aún antes que el nombre de Waldo de Lyon fuese conocido. A la par de estos accesos extranjeros algunos libros fueron escritos y hechos circular por los Puritanos, mientras que varios reformadores aparecían en diferentes reinos, invocando todos la misma doctrina y práctica; así que el clero y el Pontífice se levantaron con vigorosa oposición. Orchard´s Baptist History, p. 153, 154.
A pesar de las severas persecuciones que en contra de ellos surgieron en distintos países, controlados por el Pontífice de Roma, este pueblo continuó como un pueblo diferente, y conocidos como Puritanos aún después de su establecimiento en América.
En el siglo decimotercero, en el año 1215, el papa Inocente III de sangrienta celebridad, celebró un concilio en Letrán y pronunció anatemas en contra de los heréticos en cada descripción. Mediante su poder sobre los príncipes reinantes, Federico II, Honorius extendió sus sanguinarias medidas hacia el Reino de Italia, y el pueblo de Dios principió a huir, de acuerdo con Mosheim, ellos salieron fuera de Italia y a semejanza de una inundación se esparcieron a través de las provincias de Europa, sin embargo Germania particularmente les proporcionó asilo y allí fueron llamados Gazari en vez de Cathari (Puritanos). Mosheim, Ecc. Hist. Vol. 2, p. 426, 430, y Orchard Bap, Hist. P. 155.
En 1227 una nueva arma surgió en Francia en contra de los judíos y los Herejes, enumerando especialmente como hereje a Ramona el Conde Foix y Vizconde de Beziers. Primeramente arrancaron el castillo de Becede, en Lauraquias. El arzobispo de Narbonne, con el obispo de Tolouse se apresuraron a agregarse en el sitio. Parte de los sitiados pudieron escapar, el resto de ellos fueron decapitados o puestos a cuchillo. Se dice que el Obispo de Tolouse, habiéndose salvado algunos de la violencia de los soldados, a quienes él pudo gratificar que les vieron parecer en las llamas. Idem. p. 221.
Federico II, Emperador de los Romanos, de Padúa, en el año 1224, promulgó cuatro edictos en contra de los herejes diciendo: “Condénanos a perpetua infamia, les retiramos nuestra protección y podemos bajo de nuestra excomunión a los Puritanos, Paterines, Leonistas, Arnoldistas, Josefinos, Albigenses, Valdenses, etc..., y a otro y así a todo hereje, de ambos sexos y de cualquier nombre. Jone´s Church History, p. 270.
Federico en su proclama contra los herejes, usa el término: La Iglesia de Dios, esto se encuentra en el libro intitulado Holy Roman Empire (santo imperio romano) en la biblioteca pública de Londres.
El concilio de Tolouse estableció la Inquisición para completar el trabajo de la herejía, y en el año 1229 por primera vez se prohibió el uso de las Escrituras en la lengua vulgar. Orchard, Hist. Of Bap., p. 224.
También esto viene a ser algo maravilloso que Dios nunca pasó por alto estos actos contra su pueblo, pues en la misma ciudad de Tolouse, que ha sido mencionada se formó la primera sociedad, en Francia para la circulación de la Biblia en la lengua nativa. Idem. p. 224.
Por fuego, por la espada, por la prisión y por todo medio imaginable de persecución y muerte, los apóstatas romanos trataron de destruir al pueblo de Dios, pero entre más les persiguieron, entre más asesinaron, la grandeza de la Iglesia y por consiguiente más fuerte vino a ser el pueblo de Dios; hasta que Roma al final tuvo que alcanzar toda su fuerza contra el indefenso pueblo del Dios Altísimo. El esfuerzo de Roma por suprimir la verdad, y la constancia de los Santos en ese tiempo, es hábilmente resumida por la habilidad del historiador Wylie, en estas palabras:
Roma vio que no pudo obtener progresos en el exterminio de una herejía que tenía fundado su sitio dentro de esas colinas, tan firmes así como era de antigua. El número de los Valdenses no escaseó y su constancia tampoco fue hendida, con verdadero valor ellos permanecieron en rehusar entrar a la Iglesia de Roma, chocando con todos los edictos e inquisidores, todas las torturas e incendios de su gran perseguidor, con una resistencia como la que inexorables presentan las rocas ante la tempestad, el granizo o la nieve con la que el torbellino invernal arremete contra ellas. Wylie History of the Valdenses, p. 31.
La precedente sección, habrá dado a los lectores la oportunidad de formarse un juicio correcto en cuanto a los principios religiosos y el carácter general de esta denominación de cristianos, llamados Catharistas, Paterines, Albigenses o Valdenses. Y ahora procederé a detallar aún más en cuanto a su historia subsecuente a los tiempos de Peter Waldo, y especialmente a las terribles persecuciones y complicados sufrimientos que les sobrevinieron como consecuencia a su adherencia a los Mandamientos de Dios y a la Fe en Jesús. Jone´s Church History, p. 266.
LAS PERSECUCIONES DE LOS WALDENSES
La historia eterna de este pueblo es relativamente poca, no así en la serie de persecuciones, y esto viene a ser penoso, pues mientras tenemos una larga y detallada de los distintos crueles tratos de que fueron víctimas, tenemos muy escasos detalles del espíritu con el cual ellos sufrieron, y mucho menos en cuanto de sus ejercicios internos de su beatitud, los cuales solamente son conocidos al pueblo de Dios. Así que la furia contra ellos en la primera parte del siglo 13 fue un arreglo de toda crueldad, perfidia e indecencia y detestable.
Este fue un tiempo cuando el príncipe de la tierra, así como la generalidad de las personas que fueron esclavas al papado y fácilmente fueron dispuestas a perseguir a los hijos de Dios con la más salvaje barbaridad. En el año 1179, algunos bajo varios pretextos de haber abrazado heréticos sentimientos, fueron examinados por los Obispos y condenados. Les acusaron de haber recibido solamente el Nuevo Testamento, y desdeñar el antiguo, excepto aquello repetido por Nuestro Señor y sus apóstoles.
Este cargo, es, doquiera refutado por el temor completo de sus auténticos escritos. También fueron acusados de defender la doctrina de “Manichean” de dos principios independientes, y de muchas otras cosas, y en todo aquello que permitiera a sus designios y perseguirlos hasta la muerte; y todo porque se mantuvieron opuestos a los errores y abominaciones de la Iglesia de Roma.
Rainerious, quien fuera un fanático papista, sabía que los Valdenses eran los más formidables enemigos de la Iglesia de Roma, porque decía él: Tienen una gran apariencia de santidad, pues viven rectamente delante de los hombres, creen correctamente en Dios en todas las cosas, y retienen todos los artículos del credo, no obstante ellos aborrecen y denigran la Iglesia de Roma, y en sus acusaciones, fácilmente son creídas por el pueblo.
Pero esto fue reservado a Inocente III, a quien ningún papa poseyó más ambición como él, al instruir la Inquisición, y los Valdenses fueron el objeto de esta crueldad. El autorizó a ciertos monjes a formar el proceso de esa corte, y deliberar en cuanto a los supuestos herejes del poder secular. El principio del siglo XIII vio a millares de personas ahorcadas, o quemadas vivas por esta diabólica maquinación, cuyo solo crimen fue confiar únicamente en Jesucristo para la salvación y renunciar a toda otra vana esperanza de propias justificaciones, idolatría o superstición.
Cualquiera que haya atendido cerradamente a las epístolas de los Colosenses y los Gálatas, y haya penetrado en el entendimiento de la epístola, ve el gran deber de retener la cabeza, y descansar por la justificación por la fe en Jesucristo solamente, inculcando en ellos como precepto predominante de la cristiandad en completa oposición a los rudimentos del mundo, o trabajos humanos e inventos bondadosos cuales quieran que fueran.
Así toda persona verá que el verdadero protestantismo es un contraste con el genuino pecado; y en el transcurso resultado convicto, que la diferencia no es solamente verbal o frívola, más bien encontrará que hay una perfecta oposición en los dos planos, y que no puede haber ni coalición ni unión. He aquí la verdadera ruta para resistir las inventivas satánicas; es estar fuera a la gran doctrina de la justificación por la gracia de Jesucristo, solamente mediante la fe, y no por nuestras propias obras o méritos.
En consecuencia, el verdadero fundamento de las falsas doctrinas se vienen abajo, por lo tanto conciencias atribuladas obtienen una sólida paz y fe trabajando por amor, conduciendo a los hombres al verdadero espíritu de cristiandad, confortando entre tanto sus corazones, estableciéndose en todo trabajo bueno.
Sistemas de religión así extremadamente opuestos siendo continuados ardientemente por ambas partes, era imposible que no sufrieran una violenta ruptura. La Iglesia y el mundo fueron entonces colocados frente a frente. Inocente probó primeramente los argumentos y métodos de persecuciones. El envió obispos y monjes a que predicasen en aquellos lugares en donde la doctrina de los Valdenses floreció, o mejor dicho, florecía, los resultados fueron muy insignificantes. En el vecindario de Narbonne, dos monjes fueron empleados Peter de Chateauneuf y Dominic.
El primero de estos fue asesinado posiblemente por Raymond de Tolouse, porque se rehusó a removerle la excomunión, con la que fue denunciada contra aquel príncipe. Aunque no hubo evidencia que Raymond sobreentendiera o que fuese cubierto de la vital influencia de las doctrinas protestantes, aún cuando él protegió valientemente a los sujetos Valdenses. Fue testigo de la pureza de sus vidas y de sus maneras y escuchó con verdadera indignación las calumnias con las que fueron asperjados por sus adversarios, quienes proclamaron a todo el mundo su propia hipocresía, avaricia y ambición. El se encolerizó ante la adversidad de sus súbditos, e indignado ante su inmerecida desgracia, pero su conducta en esta instancia fue inexcusable.
El evento fue desastroso, Inocente obtuvo cuanto él quiso, una razonable excusa para su más horrible e inicua persecución; y millares de sinceros piadosos fueron calumniados inicuamente como cómplices de crímenes.
Las insidiosas costumbres de la Inquisición son bien conocidas. Desde el año 1206 cuando por la vez primera fue establecida, el año 1228, el estrago hecho entre aquellos desvalidos cristianos fue muy grande, que ciertos obispos franceses, en el último año mencionado (1228) desearon los Monjes de la Inquisición diferir un poquito, (no se lee nada)------------------------------------ su trabajo de encarcelamiento, hubo que advertir al papa del gran número de aprehendidos; el número de prisioneros era tan grande que venía a ser imposible la carga de su subsistencia y se les proporcionó piedra y mezcla para construir las prisiones.
No obstante es una gran verdad que la sangre de los mártires, es la semilla de la Iglesia, tal en el año 1539, hubo en Europa cerca de ochocientos mil que profesaban la religión de los Valdenses.
Cuando los Valdenses que los designios del papa era el ganar su reputación usando al efecto métodos suaves y razonables de persuasión, acordaron ellos mismos acometer en abierta defensa de sus príncipes. Ellos, de allí dieron a entender sus obispos, que sus pastores, algunos de ellos en nombre de los demás estuvieron listos para probar que su religión era la verdadera escrituralmente, en una conferencia abierta, probando que esta podía conducirse con toda propiedad.
Explanaron sus ideas de propiedad, demostrando su deseo porque allí podían demostrar su moderación por ambas partes, deseando ser protegidos con toda autoridad para prevenir todo tumulto y violencia, y que dicha conferencia podía efectuarse en cualquier lugar, y a la cual todas las partes podían tener libre acceso, y que cualquiera que para el efecto fuese elegido, con el común consentimiento de los disputantes, quienes deseándolo podían continuar en la discusión, la que tendría que hacerse plenamente, y determinando dejar fuera de la misma a quienes no se mantuviera dentro de la Palabra de Dios, la única en este caso regla decisiva de los Cristianos, que así mismo podía confutarles.
Esto no podía ser más juicioso y equitativo, y el Obispo no podía decentemente rehusar el aceptar esos términos. Los sitios de la discusión se acordaron donde fue Montreal, cerca de Carcassone, en el año 1206. Los árbitros por un lado fueron los Obispos de Villencuse y de Auxere; y por la otra parte R. De Bot, y Anthony Riviere.
Varios pastores fueron propuestos para dirigir los debates por los Valdenses, de los cuales Arnold Hot fue el principal. El fue el primero en arribar al lugar y tiempo señalados. Un obispo llamado Dusus vino después por parte del papado, acompañado por el monje Dominic, dos de los delegados del Papa y otros varios frailes y monjes. Los temas seleccionados para ser probados por Arnold fueron: que la Misa y la Transubstanciación eran idolátricos e inescrutables; que la Iglesia de Roma no era la esposa de Cristo y que su política era mala y pagana.
Arnold envió aquellos proposiciones al Obispo, quien requirió quince días para contarle, los cuales le fueron concedidos. Al día señalado, el Obispo apareció trayendo un largo manuscrito, que fue leído en la conferencia. Arnold deseaba ser escuchado de su propia voz suplicando solamente que tuvieran paciencia para escucharle, si acaso tomaba mucho tiempo para contestar aquel largo escrito. Claras promesas de ser escuchado pacientemente le fueron hechas. Discursó él por espacio de 4 días con gran afluencia de facilidad y con todo orden, perspicacia, y con potencia de argumentos lo que produjo una poderosa impresión en la audiencia.
Finalmente Arnold quiso que el obispo y monjes pudieran responder y vindicar la Misa y la transubstanciación por medio de la Palabra de Dios.
A lo que respondieron que por aquella ocasión no estaban bien informados, pero la causa de la brusca conclusión de la conferencia, demostró de que parte estaba la ventaja. Mientras los dos delegados estaban disputando con Arnold, el Obispo de Villeneuse, el árbitro por el partido papal, declaró que no se podía determinar nada, por la llegada de los Cruzados, cuan acertado estuvo él doblemente, pues el ejército papal avanzaba, y por fuego y hoguera, pronto decidía toda controversia.
Arnold y sus asistentes fueron indudablemente del número que deseaban verdad y por ella vinieron a la luz, que sus hechos podían manifestarse que ellos eran labrados en Dios. Y sus adversarios fueron de aquellos que aborrecían la luz y no quisieron venir a ella, para que sus obras no fueran reprobadas.
El recurso del partido Papista “A las armas” como recurso de grave argumentación, no fue sin verter desprecio para la Palabra de Dios, lo mismo confesar que su luz les era una ofensa a ellos. La aproximación de los Cruzados quienes en la forma relatada, puso un fin a la conferencia, no fue un simple accidente; para Inocente quien jamás deseó decir la conferencia (controversia) mediante la argumentación, en ocasión de la aciaga muerte del monje antes mencionado, había despachado predicadores a través de toda Europa, para reunir a todos los que quisieran vengar la sangre inocente de Peter de Chateauneuf; prometiendo el paraíso a aquellos, quienes tomaron las armas por 40 días, confirmándoles las mismas indulgencias que se les otorgaron a aquellos, quienes tomaron la conquista de la tierra santa.
Nosotros prometemos además, decía él en su Bula “A todos aquellos quienes tomaron las armas para vengar el crimen dicho, el perdón y remisión de sus pecados. Y desde este momento no podemos guardar la fe con aquellos, que no la guardan con Dios, queremos dar a entender a todos que toda persona que esté sujeta al dicho Conde Raymond mediante el juramento de lealtad, o por cualquier otro medio, está absuelto por autoridad apostólica de toda clase de obligación; y esto es legal para todo católico romano, perseguir a dicho conde y apoderarse de sus dominios, etc...
El tirano prosigue así en su Bula: Nosotros os exhortamos, perseguirlos con mano fuerte, despojarlos de sus tierras y poner a católicos romanos en sus habitaciones”.
Así fue el método del papa, castigando a todo un pueblo, por un solo delito cometido por Raymond.
Los varones franceses movidos por la avaricia que motivaba la sugestión de Inocente (papa) acometieron con todo rigor aquella nefasta obra. Los cristianos Valdenses entonces no teniendo otra parte para actuar, después de haber cumplido el deber de lealtad como soldados sujetos, que sufrieron con paciencia la opresión del Anti-Cristo.
Trescientos mil hombres inducidos por la avaricia y la superstición llenaron el país por varios años, con matanza y confusión. Las escenas de vileza, perfidia, barbaridad, indecencia, hipocresía, sobre la cual Inocente presidía, puede difícilmente concebirse. Esto fue conducido en parte por sus legados y en parte por el infame con Simón de Monfort.
El castillo de Menervee en las fronteras de España, ante la necesidad del agua, fue sometido necesariamente a sujetarse al legado papa. Un cierto abate, arremetió predicando a aquellos que se encontraban residiendo en el castillo, exhortándolos a someterse al reconocimiento del papa. Pero ellos interrumpieron su discurso declarando que su trabajo no era a propósito. El conde Simón y el legado ordenaron que hicieran un gran incendio, y quemaron a ciento cuarenta personas de ambos sexos.
Estos mártires así muertos en triunfo, alabando a Dios que los tuviera por dignos de morir por causa de Cristo. Ellos se opusieron al Legado en su cara, y dijeron a Simón, que en el último día cuando los libros sean abiertos, él se encontrará ante el Justo Juez por todas sus crueldades. Algunos monjes se llegaron entre ellos, proponiéndoles que tendrían piedad de ellos, y prometiéndoles perdonar la vida, si tan sólo se sometían al papado. Pero los cristianos no amaron sus vidas hasta la muerte solamente a tres mujeres de la compañía se retractaron.
Otro castillo llamado Thermes, no lejos de Menerve, en el territorio de Narbonne, fue tomado por Simón en el año 1210. Este lugar dijo Simón: es de todos los demás, el más execrable, pues en 30 años no se ha celebrado ni una sola misa. Un hecho notable que nos da alguna idea, tanto en cuanto a su establecimiento, como al número de los Valdenses; parece que el verdadero culto papal se dejó sentir en aquel lugar. Sus habitantes pudieron escapar de noche y evadir a los mercenarios manos de Simón.
Pero el triunfo de los malvados es breve; después de haber sido declarados soberanos de Tolouse, el cual así había conquistado el general de los ejércitos de la Iglesia (romana) este su amado y precioso hijo, después de haber oprimido y tiranizado a los Valdenses por innumerables confiscaciones y exacciones, fue matado en la batalla del año 1218.
El conde Raymond murió de enfermedad común en el año 1222, en un estado de paz y prosperidad, después de su victoria sobre Simón. Ningún hombre jamás fue tratado con mayor injusticia por el papado, pero ninguno es conocido por su carácter inteligente y piedad. Su perseguidor Inocente, murió en el año 1216, y el famoso Dominico en 1220.
Los Valdenses sufrieron una sorda e incesante persecución de parte de la Iglesia Romana, en muchas partes diferentes de Europa hasta el tiempo de la Reforma y en mayores instancias, se endurecieron con admirable paciencia y constancia.
Así largamente hizo el Rey de los santos proveer para la instrucción de su Iglesia en la oscuridad de las edades medias. Los Valdenses ciertamente son, el eslabón que une a los primitivos cristianos y padres con los de la Reforma, y por su conocimiento, la prueba es totalmente establecida, que la salvación por la Gracia de Cristo, producida en el corazón mediante el poder del Espíritu Santo y expresado en la vida, que siempre ha existido desde el tiempo de los apóstoles hasta este día y que esta es la doctrina señalada por la cruz, y distinta a toda otra religión de pura fórmula, aún cuando así mismo se autonombre cristiana, más ajena al espíritu de Cristo. Towsend´s Abridgment. P. 416, 423.
Do'stlaringiz bilan baham: |