DOCTRINAS FALSAS
Hugo Smith dice: “Algunas nuevas doctrinas concernientes al estado después de la muerte, aparecieron para tener un considerable progreso durante el tercer siglo. A los creyentes no distinguidos se les consignó a purificarse después de la vida, antes de su participación de gozar el cielo (Pag. 78) esta doctrina propagada a través de los filósofos paganos, Platón y Sócrates, ganó más allá aumento y popularidad.
Por unos pocos días delante la Pascua fue observada, pero en el curso del tercer siglo se fue extendiendo a Roma por tres semanas, pero no paró hasta allí, porque a mediados de la edad siguiente (era) esta se prolongó a seis semanas y en seguida a cuarenta días. Hugo Smith History, pag. 82.
CAPÍTULO 7
DEL SIGLO TERCERO AL SIGLO CUARTO D.C.
CONTINÚA LA PERSECUCIÓN
La Iglesia gozó de libertad de culto casi por otros cien años, pero cuando DIOCLESIANO consultó con GALLIENUS CESAR, después de su regreso victorioso de la guerra de los persas, formularon planes para el exterminio de los cristianos. El edicto obtenido, establecía que las iglesias cristianas y sus escritos fueron destruidos y todos sus derechos y privilegios anulados.
Furiosa persecución de desato. Algunos fueron llevados a la muerte sobre parrillas después de ser cruelmente azotados y lavadas las heridas con agua de sal. Otros fueron arrojados a bestias salvajes, a otros se les mató de hambre. Esta persecución duró aproximadamente diez años, este es el período profetizado, por nuestro Salvador en Apoc. 2:9, en donde Él dijo tendrían tribulación por diez días (diez años) y amonestada a permanecer fieles hasta la muerte y ofrece dar la corona de la vida. Este período de Smyrna corresponde al tiempo de DIOCLESIANO. Una terrible y asquerosa enfermedad atacó al emperador, por cuya causa cesó de perseguir a los cristianos por el año 310 D.C. y el Imperio fue por él abdicado.
CONSTANTINO
A este tiempo, Constantino, el emperador pagano vino al trono quien al ver una visión, como él proclamó, una cruz luminosa en el cielo con esta inscripción “Por este signo vencerás”. Fue así como él abrazó el cristianismo y fue bautizado por Eusebius.
En el año 313 fue emitido un EDICTO DE MILÁN bastante favorable a la Iglesia, y pudo disfrutar de paz, por 24 años hasta su muerte. Durante este tiempo, en el Concilio de Obispos y Prelados, en asamblea de NICEA, el año 321 fue emitido entre otras leyes eclesiásticas, fue pasada una relativa al sábado, estableciendo que todos los pueblos debían descansar de sus labores en el venerable día del sol.
Esta, la primera de una serie de leyes que pasaron entre los obispos de las numerosas ciudades y distritos que llegaban a completarlos con los paganos adoradores del sol.
PAPAS
Allí hubo obispos que presidían en y sobre cada una de las ciudades siguientes, con jurisdicción, en todos los alrededores cercanos así: Jerusalem, Antioquia, Corinto, Etiopía, Damasco, Sardis, Constantinopla, Roma, Cesarea, Nicodemia y Tyro. Los obispos, fueron reconocidos como los prelados superiores en la Iglesia y llamados PAPA. Este título fue aplicado y usado en ambas iglesias, es decir tanto del oeste como del este, nombre que fue aplicado a los obispos todos, durante el tercer y cuarto siglo.
Muchas divisiones doctrinales aparentes surgieron entre los obispos, y les hacía rivalizar en autoridad y poder. El Obispo de Jerusalem al principio le fue concedido el honor y respeto, pero más tarde, surgió una fuerte rivalidad entre el papa de Constantinopla y el papa y obispo de Roma, por causa de la ventaja que tenía el obispo de Roma, la que consistía en estar cerca del Emperador, con quien conjuntamente, luchaban por la paz y el poder. Muy pronto concibieron la idea ventajosa para ambos: una unión política.
El obispo de Roma, fue pronto colocado a la cabeza de la orden clerical, como Obispo Superior, y él mantuvo aquella demanda de superioridad con inmenso esplendor y magnificencia.
Su autoridad antes de cerrarse el cuarto siglo, tuvo por doquiera, un poderoso rival en el Obispo de Constantinopla, quien en un concilio en esta ciudad fue elevado al rango de segundo grado clerical. Los poderes con los cuales fue investido en el pueblo, en cuanto a escoger a sus obispos, llegó a ser el motivo de un gran escándalo, el cual derecho les fue quitado en el concilio de NICEA en el año 321 D.C. Vea la historia de la Iglesia por Hugo Smith, pg. 100.
Todo obispo fue llamado Papa, el cual título más tarde fue aplicado a los Obispos de Constantinopla y Roma, pero mucho después exclusivamente al obispo de Roma.
Por un largo período, el papa de Constantinopla reguló los asuntos a los profesos seguidores de Cristo en el Este; mientras que el Obispo de Roma o Papa de Roma, regulaba los asuntos en el Oeste.
DOCTOR ARIUS (ARRIO)
El Dr. Arrio, el más talentoso, intelectual y espiritual, poder del siglo cuarto, fue la figura central contra quien fue dirigida la maligna y corrompida mente de los Obispos de Roma. Él fue en verdad un hombre de Dios, en quien la verdad encontró al más capaz y consagrado defensor. Al igual que el apóstol Pablo, viajó a través del entonces mundo conocido, propagando la verdad y denunciando el error.
Fue un fiel observador del sábado (séptimo día) sostuvo la celebración del Señor, solamente una vez en el año, el 14 de Abib, como lo celebraban los judíos cristianos y más de los miembros y Obispos de las Iglesias del Este. Creía en un Solo Dios, y en Jesucristo su único hijo, y contendió en cuanto a que el Espíritu Santo era un Poder enviado de delante de Dios, penetrando en los corazones y vida de los cristianos, para transformarlos en siervos de Dios, de lo cual él fue un vivo ejemplo.
CONCILIO DE NICEA
En el año 325 D.C. el primer concilio general de la Iglesia fue llamado a reunirse en Nicea en el que tuvieron participación 318 obispos según se sabe. En este concilio la doctrina de Arrio fue discutida y establecida, resultando en el destierro de este anciano y el de Eusebius de Nicodemia. El doctor Arrio defendió la verdad del Hijo del Señor, proclamando que Jesús fue verdaderamente hijo de Dios, unigénito por el Espíritu Santo, y que no fue Dios él mismo, en el sentido como lo enseñaban los Obispos del Oeste.
Esta contención finalmente dio como resultado, cien años más tarde, en los tres reinos arrianos, los Burgundios, Vándalos y Ostrogodos, siendo arrancados en la forma que lo establece la profecía de Daniel 7:8; 25.
En este concilio la pascua se situó en el domingo que seguía a la Pascua de los Judíos, la que siempre cae en el catorce del mes de Abib o Nisán. En el este fue un festival fijo, no importando el día, siempre que fuera el 14 de ese mes (Abib) –tomado de EUSEBIUS, también: “Enciclopedia Británica” e “Historia de la Iglesia por Moshiem-.
Fue también en este concilio en donde se hizo el primer edicto a favor del Venerable día del Sol, viniendo a ser observado como día de descanso. Hasta este tiempo los Judíos y gentiles cristianos observaban el sábado de acuerdo con el mandamiento, con la excepción de un número de obispos en el Oeste, en la esfera de la Iglesia de Roma quienes observaban ambos días.
Wharey dice: “En un período temprano surgió una disputa entre las Iglesias del Este y las del Oeste (Roma) en cuanto al tiempo de la celebración de la Pascua.
Las Iglesias asiáticas la observaban en el mismo día en que los judíos celebraban su pascua la cual es en el día 14 de la luna llena del primer mes judío, la que caía en cualquier día de la semana. Las iglesias latinas del occidente o romanas, guardaban la Pascua siempre en aquel domingo primero del mismo día catorce de la primera luna nueva del nuevo año.
Los judíos principiaban su año eclesiástico con la luna nueva de marzo. La diferencia en la pertenencia del tiempo de la Pascua fue el motivo de gran contención entre el Este y el Oeste, hasta que esta fue establecida finalmente en el Concilio de Nicea a favor de la usanza latina, año 325 D.C. Wharey´s Church History, P. 37, Publicada por la junta presbiteriana de publicaciones.
El hermano Arrio, con una larga compañía de otros obispos, fueron desterrados a las islas del mar, siguiendo a este concilio y sus escritos do quiera se encontraron fueron confinados a las llamas. Esta fue la primera historia sobre la verdad, por la legislación civil.
Mientras de los 318 obispos atendían esta conferencia de sus respectivas iglesias, tranquilamente Constantino el Emperador de Roma, presidía sobre la reunión y las decisiones tomadas por esta reunión de Obispos, fue endosada con la sanción de la ley civil, y ejecutada por el poder militar.
Las iglesias cristianas, las cuales florecieron en cuanto a riquezas mundanas, fueron aquellas representadas en este Concilio. Las humildes compañías de los pobres, no siendo capaces financieramente para viajar centenares y a veces miles de millas, en esta forma fueron impedidos para ser representados. Los humildes devotos cristianos, siempre fueron hallados en mayor número entre los pobres, más que entre los ricos, en consecuencia, la voz del Concilio de Nicea fue la voz de las Iglesias vestidas con riquezas y esplendor abasteciendo el giro popular de ese tiempo.
Como ya hemos dicho que siguiendo al Concilio de Nicea en el año 321 D.C. que el Dr. Arrio fue desterrado y sus escritos confinados a las llamas. Una compañía de obispos que secretamente favorecían al Dr. Arrio, fue descubierta y desterrada a las Galias.
Uno de los hermanos seguidores de Arrio, movido por las palabras moribundas de su hermana Constantina, tomó la recomendación de dirigirse al Emperador de Roma, encaminado a persuadirle en cuanto a que la sentencia al Dr. Arrio era totalmente injusta.
En consecuencia el Emperador revocó la sentencia y se esforzó en que el Dr. Fuera admitido en la Iglesia de Alejandría, pero el obispo rehusó de su admisión, Arrio y sus adherentes fueron recibidos entre la comunión de la Iglesia de Jerusalem. Hugo Smith´s History, p. 114.
Después que el Dr. Arrio fue libre de su destierro, y de ser recibido en la membresía de la Iglesia en Jerusalem, él falleció, pero sus trabajos le siguieron, al igual que nuestro apóstol Pablo. Las semillas de la verdad que él tuvo, ambos las esparcieron y regaron, fueron creciendo, floreciendo, y produciendo una abundante cosecha de frutos.
Su destierro y muerte, de ningún modo reprimió el esparcirse la verdad, pero más bien fue para esparcirla fuera de sus fronteras, e inflamó los corazones con renovado fervor. La Iglesia llamada por el mundo: “Nazarenos”, Valdenses, Puritanos, Arrianos, etc..., resplandeció brillantemente en muchos lugares oscuros de Europa, causando la promulgación de leyes civiles y el movimiento de amarga persecución contra ellos.
La cosecha resultante de la semilla sembrada del Dr. Arrio, trajo a la existencia tres naciones, conocidas como los: “Reinos Arrianos”, tales los Burgundios, los Vándalos y los Ostrogodos. El papa fue elevado a poder espiritual sobre el estado romano, con el consentimiento del Emperador Justiniano de Roma, Iglesia y Estado fueron unidos en el año 538 D.C. guerra en contra de estos poderes adherentes al Dr. Arrio fue decretada, conocidos como los reinos Arrianos, resultando en ello su derrocamiento y demolición.
Tres coronas de este modo cayeron y tres reyes fueron arrancados de sus raíces en cumplimiento de Daniel 7:8, 25. El último de estos fue el rey Ostrogodo que cayó en el año 538. De ningún modo tenemos con ello el exterminio de la verdadera Iglesia, pues la mujer huyó al desierto. Cuando los 1260 días o años, proféticamente anunciados, que ella permanecería allí, son completados alcanzando al año 1798.
Encontramos en esta fecha viniendo al frente otra vez y dando libertad religiosa para proclamar la verdad, la que por muchos siglos fue hollada bajo los pies de tiranos, quienes así mismo bebieron del vino de la Babilonia, de la copa de oro de la madre de las fornicaciones. Apoc. 17.
DOMINGO
Es un hecho considerable que la primera instancia que se registra en cuanto a que los Obispos de Roma intentaron regular y ordenar la Iglesia Cristiana fue mediante un Edicto, en defensa del Domingo. Había la costumbre de celebrar la Pascua en todas las Iglesias, pero con esta diferencia: que mientras las Iglesias del Este la observaban en el 14 del mes de Nisán, pero no importando qué día de la semana cayera esa fecha, las Iglesias occidentales la observaban en domingo siguiente a esta fecha siguiente al viernes santo, Víctor, Obispo de Roma, en el año 196 (Historia de los Papas, Vol 1, p.p. 18, 19; Rose´s Neander, pp 188-190: Dowlingís History of Romanism, Book 1, Chap. 2, Sec. 9).
Se tomó el trabajo de imponer la costumbre de Roma en todas las Iglesias; esto es, el de obligarlos a celebrar la Pascua en el domingo”. De este atrevido intento dice BOWER: “Podemos llamar a esto, el primer ensayo de usurpación papal” (History of the Popes, Vol. 1, p. 18). Dowling usa el término: “El primer intento de arrogancia romanista” (History of the romanism, encabezamiento de la pág. 32).
Las Iglesias del Asia menor informaron a Víctor que ellos no podían cumplir con aquel señorial mandato, entonces dice Bower: “Al recibo de esta carta, Víctor dando rienda suelta a una pasión ingobernable, publicó amargas inventivas, contra las Iglesias del Asia, declarándolas cortadas de su comunión, envió cartas de excomunión a sus respectivos obispos, y al mismo tiempo en orden a que cortados de la comunión de la iglesia entera, escribió a sus Obispos exhortándoles a que siguieran su ejemplo, y que se abstuvieran de comunicarse con sus hermanos refractarios de Asia. History of the Popes, Vol. 1, p. 18.
La victoria no fue obtenida para el domingo en esta disputa, como HEYLIN testifica: “Hasta el gran concilio de Nicea (321 D.C.) respaldado por la autoridad de un gran emperador (Constantino) asentando esto, mucho mejor que antes; ninguno excepto algunos de los sistemáticos a oponer, esparcidos; ahora entonces aparecieron atrevidamente a oponerse a la resolución de este famoso Sínodo “History of the Sabbath, par. 2, Chap. 2, Secs. 4, 5.
Constantino, por cuya poderosa influencia el Concilio de Nicea fue inducido a decir este asunto a favor del Obispo de Roma, esto es a fijar la Pascua en el domingo, surgió la siguiente fuerte razón para tal medida; “Vamos, entonces y no tengamos nada en común con las más hostil chusma de los judíos”. –Boyle´s Vista Histórica del Concilio de Nicea, Pag. 52, Ed. 1842-.
La retención del antiguo nombre pagano “Dies Solis” o domingo para el festival semanal cristiano, es en gran medida, lo que sirvió para que Constantino recomendara a sus súbditos paganos y cristianos en general, a tomar el domingo como descanso semanal, por ser el “venerable día del Sol”.
Su decreto regulando esta observancia ha sido justamente llamado una nueva era para la historia en el día del Señor. Esta fue la manera de armonizar a los discordantes religiosos del Imperio bajo aquella común institución. Dean Stanley Eastern Church, p. 193.
El primer día de la semana, fue proclamado como día de descanso y de adoración, y esta observancia pronto vino a ser general a través del imperio. En el año 321 D.C. Constantino prohibió a la corte a actuar en el domingo, excepto con el propósito de dar libertad a los esclavos, y en este día se les mandó a los soldados omitir sus ejercicios diarios militares. Pero los juegos públicos continuaron el domingo, atendiendo a hacer de él un día de descanso más que un día santo. Hurlbut´s Store of the Christian Church, p. 77.
Como una protesta a la observancia del día séptimo judío, la práctica de ayunar en sábado, surgió en el Oeste, pero nunca en el Este, más tarde el ayuno de la Iglesia católica Romana fue cambiado el viernes. Id, p. 127. Originalmente no cesó la labor en el primer día de la semana; pero parece que vino a ser general; si llegó a ser después del tiempo de Constantino o cuando fue regido por una ley, excepto en distritos agrícolas, donde se sembraba o cosechaba y se atendía el cultivo de la vid, fue permitido, acertar pues resulta imposible. Nota, al pie de la página 379. Historia de los tres primeros siglos, Lamson, Edition 1973.
Entre las festividades consideradas simplemente como un memorial voluntario del Redentor, el domingo tuvo muy poca preeminencia, en cuanto a esto queda bien establecido por Haylyn: Tómese como quiera, unos y otros, los padres y los modernos, y no encontraremos ese día como del Señor, estatuido por ningún apostólico mandato, el sábado no se inició por entonces sobre el primer día de la semana. History of the Sabbath, part. 2, chap. 1, sec. 10.
Una pretensión católica como sigue: Fue la Iglesia Católica romana la que cambió el descanso del sábado séptimo día de la semana al domingo primer día de la semana. Y en el Concilio de Laodicea, nosotros anatematizamos a aquellos que guardaban el sábado, y urgimos a toda persona a trabajar en el séptimo día de la semana, so pena de ser anatematizada. Father Enright, Sacerdote C. Católico, fallecido, Kansas City Missouri, de la lectura de Harlan. Iowa, publicado en el seminario de Harlan.
También tomamos de “Faith of our fathers” por el Cardenal Gibbons, pág. 89 edición de 1917, recogemos la siguiente luminosa información de la cual es la actitud que Roma tiene en cuanto a las Sagradas Escrituras, leamos: “Una regla de fe, o una guía competente al cielo puede ser capaz, para instruir en todas las verdades necesarias para la salvación, ahora solo las Escrituras no contienen toda la verdad que el cristiano está obligado a creer, ni ellas hacen una amplia explicación de todos los deberes que él está obligado a practicar. Y por no mencionar otros ejemplos: ¿No está acaso obligado todo cristiano a santificar el domingo y de abstenerse en este día de todo trabajo servil innecesario?.
¿No es acaso la observancia de esta ley entre las más promisorias a nuestro sagrados deberes? Pero usted puede leer todas las Escrituras desde el Génesis al Apocalipsis y no encontrará ni siquiera una simple línea que autorice la santificación del domingo. Las escrituras en cambio forzan la religiosa observancia del sábado, un día que nosotros jamás santificamos.
William James en sus “Sermons on the Sacraments and Sabbath”, pp. 122, 123 dice: “Cuando la práctica de guardar el sábado séptimo día de la semana, vino a ser general al cerrarse el siglo cuarto, fue evidentemente ganando terreno en las Iglesias del Este, un Decreto fue pasado con el Concilio de Laodicea (364) que los miembros de la Iglesia no debían descansar en sus trabajos en el sábado al igual que los judíos”.
EL SÁBADO
En la historia del primer siglo por Eusebius, él dice en la página 243: El sábado no fue derribado por la Iglesia en Laodicea hasta el año 363 y en la página 168 él afirma que “Los judíos cristianos también observaban el sábado”.
En el Concilio de Laodicea, efectuado el año 364 en donde varios centenares de Obispos se reunieron, una ley se impuso en la que los cristianos no debían judaizar, por ejemplo: descansar el sábado como lo hacían los judíos, esta ley fue enseñado por los Obispos como necesaria ante el rápido avance de la observancia sabatina en las Iglesias del Este. William Hames, en Sacramentos y Sábado, pp- 122, 123.
Por Judaísmo, Neander menciona la observancia del séptimo día como sábado. Y el Dr. Charles Hase de Alemania establece el objeto de la Iglesia Romana en amplio y explícito lenguaje: “La Iglesia Romana consideró el séptimo día, como un día de ayuno, en directa oposición a aquellos que lo consideraron como día de reposo. El domingo permaneció siempre siendo un alegre festival en todo ayuno y negocios mundanos fueron evitados, tanto como fue posible, pero el mandamiento original del Decálogo en cuanto al sábado no fue aplicado a este día. Antigua Historia de la iglesia, parte 1, V. Div, 2 año 100-312, Sección 69.
DOCTRINAS FALSAS
Concerniente a la cristiandad establecida por la ley bajo Constantino: “Ahora ellos principiaron a neo-modelar la Iglesia cristiana, el gobierno de la cual fue tan lejos como les fue posible, acomodada conforme al gobierno del Estado”.
El trabajo del misterio de iniquidad en el primer siglo de la Iglesia cristiana, es descrita de este modo por recientes escritores. Alrededor del año 379 la Iglesia apóstata principió a buscar escrituras para enseñar la errónea doctrina de la Deidad del Espíritu Santo. Compendio de Towsend, p. 203.
Hurlburt dice: “Esto fue dos generaciones después de Constantino, cuando las imágenes empezaron a aparecer en las Iglesias; los primeros cristianos les tenían horror a todo aquello que podía llevarlos a la idolatría”. Su Historia de la Iglesia Cristiana, p. 75.
Bajo Constantino, esta institución de cosas fue una entera separación para el orden de adoración establecida, bajo divina dirección por los Apóstoles de Cristo en las primitivas iglesias. En efecto, escasamente unas dos cosas pudieron ser más disímiles como lo fue en la simplicidad de la dispensación evangélica, ante la jerarquía establecida bajo Constantino el Grande.
No digamos, dice el Dr. Mosheim aludiendo al primer y segundo siglo confundir a los Obispos de esta primitiva Iglesia en su edad de oro, con aquellos que leemos de las siguientes edades, aun cuando fueron designados con el mismo nombre (obispos) sin embargo diferían extremadamente en muchos aspectos.
Un obispo, durante el primero y segundo siglos, fue una persona que tuvo el cuidado de la asamblea cristiana la que en ese tiempo, generalmente hablando, suficientemente pequeña para ser contenida en una casa particular. En esa asamblea, él actuó, no tanto con la autoridad de un maestro, sino como el ejemplo y diligencia de un fiel siervo. Joneés Church History, p. 131.
El obispo de Roma reclamaba más honor y dignidad que otros obispos por su cerrada asociación con el emperador de Roma, viviendo como ellos en la misma ciudad, sus decisiones en cuanto a doctrinas fueron recibidas favorablemente a causa de su distinguida posición y de este modo su influencia vino a sentirse y sus mandamientos estimados. De esta manera la Iglesia Romana vino a ser fuerte y popular el nombre “Católico” o Universal, fue aplicado.
Allá fueron también los Macedonios del siglo cuarto, llamados también Semi-arrianos, siendo la secta más fuerte entre ellos y quienes finalmente signaron el credo de Nicea.
En el siglo cuarto también existió un hombre distinguido llamado Priscilliano, quien fundó una secta llamándosele los Priscillianos o Priscilianistas, quien difirió en algunos aspectos del Obispo de Roma.
Prácticamente todas las sectas ya mencionadas, signaron el “Credo de Nicea” que siguieron al Concilio de Nicea en el año 321 D.C. las que gradualmente vinieron a perderse conforma fueron sumergidas entre la Iglesia Católica Romana, la que rápidamente ganó el influjo de Roma, en la asistencia del poder civil por el Dr. Arrio fue el líder en la defensa de la verdadera fe en ese Concilio, insertamos aquí algunos extractos históricos más distantes, mostrando las condiciones como fueron ellos en este período.
Es sencillamente feliz para los simples cristianos que sus reglas de deberes sean tan sencillas, aunque desafortunadamente no ratificadas por ambas, la Iglesia católica y la Iglesia reformada. Este es: No admitir dentro del culto de Dios, alguien que no sea expresamente enviado y claramente ejemplificado en el nuevo testamento.
Esto fue evidentemente lo principal sobre lo cual Arrio procedió oponiéndose a la superstición de su tiempo, por lo cual merece ser tenido en perpetuo recuerdo. Este es únicamente lo principal, el hacer patente y conveniente deferencia a la sabiduría y autoridad de Dios en la institución de su culto, y puede añadirse con seguridad uniforme observar de su pueblo a las instituciones de su Reino hasta el fin del tiempo. Idem. P. 156.
Desde el tiempo del establecimiento de la cristiandad bajo Constantino, al final del cuarto siglo, un período de más de 70 años los discípulos de Jesús, fueron altamente privilegiados. A ellos en general les fue permitido sentarse bajo sus propias vidas, y sus higueras, ajenas al temor de ser molestados. La clerecía de la Iglesia Católica la verdad, persistió en mover una sanguinaria y vergonzosa pugna con cada una de las otras iglesias, poco más elevadas y objetos similares de humana misión; pero no obstante las contiendas de aquellos hombres de mentes corruptas, tuvieron la más preciosa época de reposo y tranquilidad de aquellos escandalosos procedimientos y guardaron sus vestiduras inmaculadas en este mundo. Id. P. 152.
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