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LA CIENCIA EN LA BAJA EDAD MEDIA



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2.2. LA CIENCIA EN LA BAJA EDAD MEDIA


¿Un renacimiento oculto? ¿Un renacimiento que pasa inadvertido? ¿Comienza en el siglo XII una revolución? ¿Y los protagonistas conocen, aceptan y asumen ese papel crucial en la historia?

Durante el siglo XII se produce una revitalización destacable y sostenida en muchos aspectos de la actividad humana, con resultados importantes para el futuro. Resultados que se hacen visibles de forma contundente en el siglo XIII y sus efectos se prolongan hasta nuestros días.

Los protagonistas son conscientes de su modernidad, pero no asumieron un papel activo como parte de un renacimiento41.

Y un origen, un embrión que se va gestando a lo largo de una etapa calificada como oscura, tenebrosa. Son muchos los que con su esfuerzo colaboran de forma más o menos anónima al bien o mal llamado renacimiento del siglo XII. Y son varias las fuentes que confluyen en la explosión del conocimiento. El mundo cristiano occidental y la ciencia árabe a través de la cual se accede al conocimiento griego.

Dos ejes, tres pilares que se unen con fuerza para dar forma a la Ciencia, a una nueva concepción del mundo, más allá de creencias, poderes, y por encima de estos.

2.2.1. La ciencia en el mundo cristiano occidental. (Hasta el siglo XII)


La herencia científica del Occidente latino está limitada casi exclusivamente a fragmentos del saber grecolatino tal como había sido conservado en las compilaciones de los enciclopedistas latinos. Aunque los romanos apenas habían realizado contribuciones propias, algunos de ellos42 realizaron cuidadosas recopilaciones de las enseñanzas y observaciones de los estudiosos griegos.

Hasta que llegaron las traducciones de las obras griegas y árabes, la obra de Plinnio era la mayor colección conocida de hechos naturales e inspiró a muchos autores posteriores.

En lo que respecta a la matemática y la lógica, todo el Occidente latino reposaba sobre la obra de Boecio en el siglo VI. Además de recopilar tratados elementales de autores como Euclides, Nicómaco y Ptolomeo, tradujo las obras lógicas de Aristóteles al latín. Todas estas obras fueron, hasta el siglo XII, las principales fuentes para el estudio de la Lógica y de la Matemática. El conocimiento de esta última estaba limitado en gran parte a la Aritmética.

Otro autor de los primeros siglos de la Edad Media que contribuyó a mantener vivo el saber científico de los griegos fue el obispo visigodo San Isidoro de Sevilla (560-636). En sus Etimologías recopila toda suerte de conocimientos, desde la Astronomía hasta la Medicina.

A partir del siglo VII la ciencia en el Occidente latino se basó casi exclusivamente en las obras señaladas, a las que se añadieron en último lugar las de Beda el Venerable (673-735), Alcuino de Cork (735-804) y Rábano Mauro (776-856), que se inspiraron en sus predecesores.

Aunque la penetración de los bárbaros causó cierta inestabilidad fue la invasión mahometana del Imperio oriental, en el siglo VII, lo que provocó el golpe más grave al saber de la Cristiandad occidental. Como lo ocurrido en el ámbito económico, el recelo y la intolerancia que marcaban la relación entre los dos credos opuestos originó el aislamiento intelectual de la Cristiandad occidental. La ocupación de la mayor parte del Imperio Oriental cerró el principal acceso de Occidente a los conocimientos griegos.

Todo lo que Occidente pudo hacer en esta situación de aislamiento fue conservar la colección de datos e interpretaciones realizadas por los enciclopedistas. En este momento de grave crisis económica, social y cultural aparece una figura en occidente que se erige como último bastión del saber. La fundación por San Benito de Monte Casino en el año 529 es el punto de partida para la aparición de un sinfin de monasterios con sus escuelas anejas.

La existencia de estos centros incluso posibilita los renacimientos temporales de la cultura en Irlanda, en Northumbria y en el Imperio de Carlomagno. Una de las reformas esenciales de Alcuino de York es la creación de escuelas adjuntas a las catedrales más importantes43.

Los estudios se limitaban a las siete artes liberales. La Gramática, La Lógica y la Retórica constituían la primera fase o Trivium; la Geometría, la Aritmética, la Astronomía y la Música integraban la fase más avanzada o Quadrivium. Los textos que se utilizaban eran las obras de Plinnio, Boecio, Casiodoro e Isidoro.

En toda esta primera parte de la Edad Media tiene una importancia capital la asimilación del neoplatonismo. El canal a través del cual pasan las tradiciones del pensamiento griego a la cultura de la cristiandad latina fue San Agustín (354-430).

San Agustín tenía como propósito principal encontrar alguna base del conocimiento, y la halló en la concepción de las ideas eternas, expuestas por los neoplatónicos y por Platón mismo. Según esta escuela las formas o ideas externas existían separadas de cualquier objeto material. La humana era una de estas esencias eternas y había sido formada para conocer las otras si ese era su propósito. Una categoría importante para éstos era la Matemática.

En el siglo IX se vuelve a subrayar la importancia de Platón por autores como Escoto Erígena. Comienza a utilizar algunas fuentes originales griegas como la traducción de Timeo por Calcidio; el comentario de Macrobio y el comentario de Marciano Capella. Pero en lo que respecta a las cuestiones del mundo de la naturaleza se apoyó prácticamente por completo en fuentes escritas. Que estas fuentes estuvieran totalmente influidas por Platón determinó unas ideas sobre el Universo con un marcado carácter platónico o neoplatónico. Carácter que perduró cerca de cuatrocientos años.

La cultura en la Cristiandad occidental fue predominantemente teológica y moral. Incluso en la época clásica no aparecen intentos de realizar investigaciones científicas con el objetivo de obtener una mejora en las condiciones materiales de la vida. Un resultado que no se busca.

En la ciencia griega la necesidad de comprender había sido sustituida en la época final por un deseo de paz que sólo podía ser conquistada por mentes liberadas de las dependencias de la materia y de la carne. Estos filósofos se preguntaron: ¿Para qué sirve el conocer y el hacer?

Y a esta pregunta respondieron los maestros cristianos: vale la pena conocer y hacer lo que lleva al amor a Dios.

Los primeros cristianos mantuvieron su desprecio al estudio de las cuestiones naturales, incluso al de la filosofía. Aparecían voces que se elevaban contra esta actitud como la de San Clemente de Alejandría, que en el siglo III se burlaba del temor a la filosofía pagana o incluso las del mismo San Agustín que invitaba a los hombres a examinar las bases racionales de la fe.

Aún así, durante los primeros siglos de la Edad Media se seguía considerando como secundario el conocimiento de la naturaleza. Su estudio sólo proporcionaba símbolos vivientes de las realidades morales44.

Los hechos de la Historia Natural de Plinnio estaban mezclados con leyendas míticas para ilustrar algún punto de la teoría cristiana.

En el siglo IV, San Ambrosio utilizó a los animales como símbolos morales y en los primeros años del siglo XIII todavía el monje agustino de origen inglés, Alejandro Neckam (1157-1217), declaraba que había escrito su libro45 con el propósito de dar instrucción moral.

El simbolismo moral inundó el siglo XIII, incluso a aquellos que en la Antigüedad se dedicaban al estudio del poder medicinal mágico de las piedras46.

La preocupación por las propiedades mágicas y astrológicas de los objetos naturales era, junto con la búsqueda de símbolos morales, la característica principal de la perspectiva científica en la cristiandad occidental antes del siglo XIII.

En la obra de Plinnio, la doctrina de la rúbrica, según la cual cada ser vivo poseía una marca que indicaba sus propiedades ocultas, tuvo gran efecto sobre la historia natural popular. San Agustín utilizó todas sus habilidades para oponerse al libre albedrío implicado por la Astrología, pero no pudo destruirlo como superstición popular. San Isidoro de Sevilla admitía la existencia de fuerzas mágicas en la naturaleza, y que los cuerpos celestes ejercían un influjo astrológico sobre el cuerpo humano. De hecho, los estudios médicos y astronómicos estuvieron estrechamente asociados.

Un ejemplo de la interpretación astrológica del mundo natural en su conjunto es la concepción de la correspondencia entre el universo y el individuo humano, el macrocosmos y el microcosmos. La teoría fue expuesta en el Timeo y desarrollada por los estoicos. En la época medieval cristalizó en la creencia de que las distintas partes del cuerpo humano estaban vinculadas con distintas partes del macrocosmos47.

El exclusivo interés teológico por lo natural empezó a modificarse antes de que llegaran o se conocieran mejor las obras de los filósofos de la naturaleza griegos y árabes. Un aspecto de este cambio se observa por el aumento de la actividad de calculadores, médicos y autores de tratados técnicos.

Beda se convierte en un exponente perfecto del saber latino de aquella época. La fuente de sus ideas sobre el mundo de la naturaleza son: los Santos Padres (especialmente San Ambrosio, San Agustín y San Gregorio el Grande), Plinio, San Isidoro y algunas obras latinas sobre el calendario.

Sus obras científicas se dividen en dos clases: una relación de segunda mano sobre la Cosmología y un enfoque independiente de algunos problemas prácticos, como los relacionados con el calendario.

En su cosmología48, Beda ordena el Universo por causas y efectos identificables. Defiende el universo como una esfera estática de cinco zonas, de las cuales sólo las dos templadas eran habitables, y de las dos, sólo la norte estaba habitada. Rodeando la Tierra estaban los siete cielos49. El mundo corpóreo estaba compuesto por los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Estos cuatro elementos, más la luz y el alma del hombre son creados por Dios; el resto de fenómenos del mundo corpóreo no son más que combinaciones de ellos. Consiguió una idea más detallada de los movimientos de los cuerpos celestes, exponiendo claramente las fases de la Luna y los eclipses.

El problema del calendario fue traído a Northumbria por los monjes de Iona50. El problema del calendario es que era una combinación de otros dos: el romano Juliano, relativo al Sol, y el hebreo, basado en las fases de la Luna. El año y sus divisiones pertenecían al calendario solar; la Pascua se fijaba por las fases de la Luna. La posición de la Pascua en el calendario solar variaba de un año para otro. Para calcular su fecha había que combinar la duración del año solar con la del mes lunar. Fue necesario elaborar un sistema de ajustes, siguiendo un ciclo definido. En diferentes tiempos y lugares se utilizaron ciclos diversos para relacionar mes lunar con año solar, hasta llegar al siglo IV donde se generalizó un ciclo de diecinueve años solares y doscientos treinta y cinco meses lunares. Este sistema no impidió, sin embargo, que se siguiera celebrando la Pascua en distintos días en diferentes lugares del mundo.

La principal contribución de Beda fue poner en orden todo este problema. Mostró cómo utilizar el ciclo de diecinueve años, discutió problemas generales sobre la medida del tiempo, cálculo aritmético, cronología histórica y cosmológica y fenómenos astronómicos y afines.

Su descripción de las mareas contiene los elementos básicos de la ciencia de la naturaleza51.

Su ciencia contribuyó de manera sustancial al llamado renacimiento carolingio en el continente y se introdujo en la tradición docente desde las escuelas catedralicias. Sus tratados permanecieron durante cinco siglos como manuales clásicos, siendo utilizados incluso después de la reforma de 1582.

La Inglaterra anglosajona conoció progresos científicos también en Wessex. La contribución más importante se produjo en el ámbito de la medicina, durante la primera mitad del siglo X, gracias a Bald, un médico que vivió durante el reinado del rey Alfredo y que escribió el Leech Book (Libro del médico). Es una buena descripción del estado de la medicina en aquellos tiempos.

La primera parte es terapéutica, contiene prescripciones de hierbas para un gran número de enfermedades, como las de la cabeza. Se distinguen distintos tipos de fiebres, se hace mención de “venenos volantes” o “contagios llevados por el viento” haciendo alusión a enfermedades contagiosas, se prescriben baños de vapor para resfriados.

La segunda parte trata de enfermedades internas, sus síntomas y su patología. Parece una recopilación de medicina griega, a la que añade observaciones directas. Se describían muchas enfermedades cuyo tratamiento culminaba con una intervención quirúrgica. La cirugía presenta, también, una mezcla de empirismo y tradición literaria.

Hacia 1000-1050 se traduce al inglés antiguo el Herbarium latino atribuido a Apuleyo Barbarus. Se utilizan en este herbario alrededor de 500 nombres ingleses, que muestran un elevado conocimiento de las plantas, algunas de ellas nativas por lo que no podían ser conocidas por las fuentes utilizadas.

Los intereses prácticos siempre han ejercido una enorme influencia sobre la perspectiva científica. En el siglo VIII aparece en Italia el documento más antiguo sobre pigmentos y otros problemas que le pueden surgir al artista. El principal responsable del interés continuado por la Aritmética fue el problema del cálculo de la fecha de Pascua. Este cálculo condujo al interés por las observaciones astronómicas, mucho más exactas desde que, en el siglo X gracias a Gerberto y otros sabios, se conoce el astrolabio.

La diferente aproximación al mundo de la naturaleza que se produce en esta época se debe, también en gran medida, al cambio de la perspectiva filosófica. Dicho cambio, liderado por Roscelino y su discípulo Pedro Abelardo (1079-1142), condujo a un mayor interés por el objeto material, por sí mismo, y no como mera sombra de una idea eterna52.

Los ataques más vigorosos contra las ideas de los “universales” los lleva a cabo Abelardo. Subraya la importancia de la cosa individual, material, y alienta la observación de lo particular. Adelardo de Bath, clérigo erudito y gran viajero contemporáneo de Abelardo, escribe, después de haber estudiado algo de la ciencia árabe, las Quaestiones Naturales. En ellas se observa el momento en que cambia la concepción medieval de la Naturaleza. Los hombres empiezan a mirarla y estudiarla por sí misma, y no por encontrar ilustraciones moralizantes53.

La primera explicación del universo en términos de causas naturales está asociada con las escuelas de Chartres, París y otras del norte de Francia.

Estuvo profundamente influida por la doctrina de Platón, el cual expone en el Timeo que los cuatro elementos de los que están hechas las cosas, tierra, agua, aire y fuego, estaban compuestos por finas partículas invisibles. Cada una de ellas tenía una forma geométrica característica.

Los elementos eran transformables unos en otros destruyendo su forma y adoptando la del otro, pero sus masas principales estaban dispuestas en esferas concéntricas.

La caída y elevación de los cuerpos fue explicada por los platónicos franceses, de acuerdo con el Timeo, suponiendo que los cuerpos de naturaleza semejante tienden a estar juntos.

El movimiento de los cuerpos celestes se explicaba suponiendo que el universo, al ser esférico, poseía un movimiento propio de rotación eterna, uniforme y circular. Los planetas se encontraban en esferas que, a su vez, giraban con velocidades uniformes diferentes.

También las concepciones físicas y fisiológicas estaban influidas por ideas platónicas.

Esta concepción platónica del universo siguió ejerciendo una enorme influencia hasta el siglo XII, en el que las escuelas del norte de Francia establecieron contacto con las escuelas de traductores de Toledo y sur de Italia, y por primera vez se recibió la astronomía ptolemaica y la física aristotélica.

En este momento el sistema de ideas mantenido queda reemplazado por las ideas desarrolladas por aquellos que siguieron el estudio de los árabes y de los griegos en la búsqueda de las causas naturales.



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