Concepto de medio ambiente en la obra de vicente de beauvais


El sistema del pensamiento científico en la Baja Edad Media



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2.2.3. El sistema del pensamiento científico en la Baja Edad Media.

2.2.3.1. Explicación del cambio y el concepto de sustancia.


El sistema del pensamiento científico que fue conocido por la Cristiandad occidental en el siglo XIII llegó como un conjunto completo y coherente a través de una colección de traducciones del griego y del árabe. Pero no fue recibido de forma pasiva: la actividad intelectual se aplicó para detectar y resolver las contradicciones que existían dentro del sistema. Los estudiosos occidentales se apropiaron del nuevo conocimiento como punto de partida para posteriores investigaciones.

Los cambios se realizaron en su mayor parte como resultado de la observación, de la experimentación y del uso de las Matemáticas, y fueron posibles gracias a los hábitos adquiridos en la Tecnología. El cambio se centró en la teoría de la Ciencia, un cambio que condujo a la concepción de que los métodos experimentales y matemáticos deberían extenderse al campo entero de la Ciencia Natural. Esta concepción produjo la revolución en la ciencia que culminó en el siglo XVII.

El filósofo de la naturaleza de la Baja Edad Media consideraba la investigación del mundo físico como parte de una única actividad filosófica dirigida a la búsqueda de la realidad y la verdad. El propósito era descubrir la realidad permanente e inteligible detrás de los cambios experimentados por el mundo percibido por los sentidos.

Respondido ya en la época griega a través del concepto de sustancia, en la época medieval la meta de la investigación se considera el definir la sustancia subyacente y la causa de los efectos observados62.

A partir del siglo XIII dominó la concepción aristotélica de sustancia. Para Aristóteles la investigación y la explicación científica era un proceso doble, el primero inductivo y el segundo deductivo. Había que comenzar por los hechos percibidos por los sentidos, y debía proceder por inducción a incluir sus observaciones en una generalización que, en último término le conduciría a la forma universal. Estas formas universales eran la identidad inteligible y real que persistía a través de los cambios y constituía la causa de los mismos. El primer proceso de la Ciencia Natural, el inductivo, era definir estas formas. Y era el punto de partida para el segundo proceso, el deductivo, en el cual se demostraba por deducción que los efectos observados se derivaban de esta definición, y de este modo eran explicados al ser demostrados a partir de un principio primero y más general.

La definición de la forma era necesaria antes de cualquier demostración, porque todos los efectos eran considerados como atributos de alguna sustancia y se demostraba la causa de un efecto cuando el efecto podía ser predicho como un atributo de una sustancia definida.

Ningún atributo, es decir, ningún efecto o evento, podía existir a menos que fuera inherente a alguna sustancia. Los atributos y las sustancias sólo podían ser separados en el pensamiento.

Para la concepción aristotélica de demostración científica era esencial el reducir toda la Ciencia a proposiciones de sujeto-predicado. Defendió que había tres grados de abstracción que eran reflejo de tres aspectos diferentes de la realidad63: los correspondientes a las ciencias físicas (o Ciencia Natural), a las matemáticas y a la metafísica. El objeto que estudiaba la física era el cambio y el movimiento de las cosas materiales; las matemáticas estudiaban un objeto abstraído del cambio y de la materia, pero sólo podían existir como atributo de las cosas materiales; la metafísica estudiaba las sustancias inmateriales con existencia independiente.

Los objetos estudiados por las matemáticas eran abstractos, aspectos cuantitativos de cosas materiales. Diferentes ciencias matemáticas tenían subordinadas a ellas ciertas ciencias físicas. Por ello las matemáticas nunca podrían dar una adecuada definición de sustancias, (o <>) porque trataba solamente con atributos matemáticos.

La ciencia que estudiaba la causa del cambio y del movimiento era la física. Para Aristóteles los antiguos filósofos habían aplicado correctamente el término physis a la materia de la que estaban hechas las cosas, pero al aplicarla solamente a la materia habían hecho imposible explicar la causa del cambio. El introdujo el concepto de physis como un principio activo cuya actividad espontánea era la fuente intrínseca del comportamiento característico y regular de cada cosa natural. Esta espontaneidad natural era observable en todos los cuerpos. Aristóteles dio el nombre de forma a la physis o “naturaleza” como fuente intrínseca y espontánea del cambio y del reposo. “Materia” connotaba el principio pasivo que implicaba la potencialidad para recibir los atributos que se actualizaban con la forma. La forma y la materia determinaban la “naturaleza” de la sustancia. Una cosa se comportaba naturalmente cuando lo hacía según la naturaleza de su principio intrínseco de cambio64.

Esta doble concepción de la naturaleza implicaba otros problemas discutidos y desarrollados por los escolásticos. En primer lugar implicaba el movimiento hacia un fin. La sustancia poseía una tendencia natural a completar su naturaleza o forma. De esta forma la “naturaleza” era la fuente activa tanto del cambio como del reposo. Las potencialidades pasivas podían ser actualizadas solamente por un agente activo. Este agente activo podía ser una fuente intrínseca de actividad. Entre las fuentes intrínsecas había que hacer una importante distinción: los movimientos que eran iniciados activamente por las almas de los seres vivos y los movimientos de las cosas inanimadas, que no eran iniciados por ellos, sino que se producían cuando existían las condiciones externas necesarias.

Aristóteles distinguía cuatro tipos de causas, de las cuales, dos, la material y la formal, definían la sustancia que padecía el cambio, y las otras dos, la eficiente y la final, producían el movimiento efectivo. Todos los cambios de cualquier tipo eran explicados por el mismo principio de que los atributos que habían sido potenciales llegaban a ser actuales.

Aristóteles distinguía cuatro tipos de cambio. El movimiento local, el crecimiento y decrecimiento, la alteración o cambio de cualidad y el cambio sustancial que tenía lugar durante la generación y la corrupción. En los tres primeros la identidad perceptible de la cosa permanecía durante todo el proceso. En el cuarto, la realidad cambiante perdía sus atributos y se convertía de hecho en una nueva sustancia. Cualquier cosa material podía ser concebida como materia prima determinada por una forma.

El concepto de sustancia tal y como lo desarrolló Aristóteles fue la base de toda la explicación natural desde el siglo XIII al XIV, pero seguían siendo objeto de crítica por los neoplatónicos65. La importancia de la teoría neoplatónica introducía la posibilidad de extender el uso de las matemáticas al conjunto de la ciencia natural. El problema del uso de las matemáticas para explicar el mundo físico se erigió en el conflicto fundamental de la ciencia natural hasta el siglo XVII.

Incluso en el siglo XII se dio un lugar preeminente a las matemáticas en la enseñanza de las siete artes liberales. Hugo de San Víctor insistía que las matemáticas debían ser enseñadas antes que la Física y eran esenciales para ella.

Toda la historia de la ciencia europea desde el siglo XII al XVII puede ser considerada como una penetración gradual de las matemáticas en los campos que antes se creían reservados a la “Física”.


2.2.3.2. Cosmología.


También las ideas aristotélicas sobre la estructura del universo dominaron el pensamiento europeo de la Baja Edad Media. Parte de la astronomía matemática de Eudoxo y Calipo para completarlo físicamente.

La cosmología aristotélica tenía dos principios fundamentales: que el comportamiento de las cosas se debía a formas determinadas cualitativamente (también llamado “naturaleza”) y que la totalidad de esas naturalezas estaba dispuesta para formar un conjunto jerárquicamente ordenado (al que llamamos “cosmos”).

El “cosmos” de Aristóteles66 era una esfera vasta, pero finita, con su centro en la Tierra y limitada por la esfera de las estrellas fijas, que era también el primer motor o primum movens de los escolásticos.

En el centro del universo estaba la Tierra esférica, y rodeándola de forma concéntrica las distintas esferas: primero, las tres correspondientes a los otros tres elementos terrestres, agua, aire y fuego; rodeando la del fuego, las esferas cristalinas, en las que se encontraban insertadas los “siete” planetas, la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte Júpiter y Saturno, a los que movían; por último, la esfera de las estrellas fijas. Tras esta última, nada.

De esta manera, cada tipo de cuerpo en este universo poseía su lugar natural y un movimiento natural en relación a ese lugar. El movimiento siempre se producía respecto a un punto fijo, el centro del Universo, el centro de la Tierra67. El comportamiento natural de los cuerpos dependía de su lugar actual en el universo y de la sustancia de la que estaban compuestos. La esfera lunar dividía el universo en dos regiones:


  • En la región terrestre los cuerpos estaban sujeto a las cuatro clases de cambios, y el tipo de movimiento que les era natural iba en línea recta hacia su lugar natural en la esfera del elemento de la que estaban compuestos. Por eso el fuego se dirige hacia arriba, a su esfera más allá de la luna y la tierra se dirige hacia abajo. Las direcciones representan un arriba y abajo absolutos.

  • En la región celeste, más allá de la esfera lunar, los cuerpos estaban formados por un quinto elemento o “quintaesencia”. Era ingenerable e incorruptible y sólo produce un movimiento, el circular uniforme, que podía permanecer eternamente en el universo finito. Las esferas de los planetas y de las estrellas compuestas por este quinto elemento giraban alrededor de La Tierra.

Aristóteles consideró el movimiento68 como un proceso de llegar a ser desde un estado de privación y potencialidad. Siempre requería una causa, o un principio intrínseco de movimiento o un motor externo, dando lugar a los movimientos naturales o no naturales o violentos.

La fuente original del movimiento era, junto con las esferas celestes, el primum movens que se movía a sí mismo al aspirar a la actividad eterna e inmóvil de Dios. El movimiento circular uniforme era la máxima aproximación a ese estado. Asignó “almas” a todas las esferas, lo que se constituyó como origen de la jerarquía de Inteligencias o Motores que los árabes iban a añadir a las esferas. El movimiento era comunicado por el primum movens a la esfera interior, el primum mobile, y así a las esferas internas.

Para los cuerpos terrestres el movimiento era debido a dos agentes: la generación de la sustancia fuera de su lugar natural por la transformación de un elemento terrestre en otro y la violencia debida al motor externo. La causa de estos agentes era el progreso del Sol que producía transformaciones periódicas de unos elementos en otros. Estos elementos recién engendrados fuera de su lugar natural se dirigían con violencia hacia su lugar. Esta generación de elementos fuera de su lugar también explicaría el porqué los elementos terrestres fueran habitualmente impuros, compuestos por los cuatro elementos.

Todo cambio y movimiento en el Universo era causado en último término por el primum movens.


2.2.3.3. Astronomía


Este campo se encuentra dominado por el debate entre teorías físicas, representadas por las ideas de Aristóteles y teorías matemáticas, representadas por las ideas de Ptolomeo, para explicar los fenómenos.

Los dos sistemas coincidieron en el occidente cristiano a principios del siglo XIII. En 1217, Miguel Scot tradujo el Liber Astronomiae de Alpetragius, en el que los árabes vuelven a revivir la astronomía aristotélica.

Todos los sistemas de astronomía antiguos y medievales estaban basados en la afirmación platónica de que todos los movimientos observados de los cuerpos celestes debían ser reducidos a movimientos circulares uniformes69. El sistema de esferas concéntricas de Aristóteles lo tomó de Eudoxo y Callito. Postuló que para cada planeta existía un sistema de esferas. De esta manera se podía representar las observaciones con bastante aproximación.

Pero todos los sistemas basados en las esferas suponían que las distancias de los cuerpos celestes a la tierra eran invariables, lo que hacía imposible explicar muchos fenómenos obvios, como las variaciones del brillo de los planetas, las variaciones del diámetro de la luna, la existencia de eclipses totales y anulares. En el siglo II a.C. Hiparco imaginó un sistema para explicar dichos fenómenos, sistema que fue adoptado más tarde por Ptolomeo en el siglo II d.C.

El tratado de Ptolomeo, recibido en la Edad Media con el nombre árabe latinizado de Almagesto, dominó el pensamiento astronómico occidental hasta la época de Copérnico.

El sistema de Ptolomeo estaba basado en unas hipótesis de partida: los cielos tienen forma esférica y giran como una esfera; la Tierra estaba en el centro de esta esfera y es inmóvil; los cuerpos celestes se mueven en círculos. Es un sistema básicamente aristotélico pero utilizó artificios geométricos que hicieron primar la exactitud del cálculo por encima de consideraciones físicas.

Introdujo básicamente dos conceptos nuevos: el excéntrico móvil y el epiciclo. El excéntrico móvil consiste en suponer que los planetas se mueven en círculo alrededor de un punto no situado en la tierra, sino en alguna parte de la línea que une la tierra con el Sol. Este punto se movía alrededor de la Tierra. El epiciclo consiste en suponer que un planeta se mueve en círculo alrededor de un centro que, a su vez, se mueve en círculo alrededor de un centro estacionario respecto a la Tierra, aunque no tiene que estar situado sobre ella. El círculo interior es el deferente, el exterior, que porta el planeta, el epiciclo. Alejándose de Platón, admitió velocidades distintas de las uniformes.

Cuando los filósofos y físicos de la Cristiandad occidental tuvieron que elegir entre un sistema matemático, de Ptolomeo, y uno físico, de Aristóteles, dudaron. El sistema ptolemaico fue reconocido como el mejor sistema para explicar las irregularidades, pero se buscaba un sistema que también sirviera para describir las órbitas reales y explicar la causa de los movimientos. Los excéntricos y los epiciclos ptolemaicos eran totalmente inadecuados y entraban en conflicto con principios del sistema físico de Aristóteles.

Hacia finales del siglo XIII el sistema ptolemaico fue universalmente aceptado, pero no acabaron los debates entre las diferentes escuelas de astronomía70. Sistemas semi-heliocéntricos fueron conocidos en la Cristiandad occidental gracias a las obras de Macrobio y Marciano Capella. El sistema heliocéntrico de Aristarco de Samos del siglo III a.C. no fue conocido en la Edad Media aunque se sabía que Aristarco lo había enseñando.

Respecto a la astronomía práctica, al principio ésta se encontraba sometida a la influencia árabe. Los instrumentos, observaciones, tablas y mapas de los árabes se conservaron como base hasta mediados del siglo XIII. Desde este momento la astronomía de la Cristiandad se independiza aunque mucho antes se realizan las primeras observaciones y estudios: en 1091 Walcher de Malvern determinó la diferencia de longitud entre dos puntos. En el siglo XII, Gerardo de Cremona propone otro método para determinar la longitud.

La determinación de la latitud podía realizarse con el astrolabio, el principal instrumento astronómico tanto de árabes como de latinos medievales. Ptolomeo conoció sin duda el instrumento. Es mencionado por Gerberto a mediados del siglo X.

Era de gran utilidad en las latitudes tropicales donde la variación en la altura del sol es grande, por eso era muy utilizado por los árabes.

Otros instrumentos que comenzaron a utilizarse en el siglo XIII fueron el cuadrante y el cuadrante mural.

El enorme interés por la astronomía en la Baja Edad Media se manifestó en los modelos astronómicos de ese periodo, alguno de los cuales ha llegado a nuestros días.


2.2.3.4. Meteorología y Óptica


Forman en la Edad Media una disciplina única y homogénea, ya que tratan de fenómenos que, se suponía, ocurren en las regiones de los elementos fuego y aire situados entre la Luna y el globo terráqueo.

Habían sido tratados por Aristóteles en sus obras y estos estudios se constituyeron en fuente principal de la Meteorología de la época.

Para Aristóteles los cambios observados en el cielo se debían a cambios en esas regiones. El elemento fuego era un principio de combustión. La agitación provocada por las exhalaciones cálidas y secas que se elevaban de la Tierra causaba una serie de fenómenos que se producían en la esfera del fuego (cometas, auroras, estrellas errantes).

Todos estos fenómenos debían darse en la región sublunar. Las exhalaciones cálidas y secas de la Tierra provocaban en la esfera del aire el viento, el trueno, los relámpagos, los rayos. Las exhalaciones frías y húmedas producidas por los rayos del Sol al caer sobre el agua causaban las nubes, la lluvia, la bruma, el rocío, la nieve y el granizo. Unos fenómenos especiales asociados a las exhalaciones húmedas eran el arco iris, los halos y los parhelios.

En la Edad Media se siguen considerando los cometas y otros “cambios semejantes” como fenómenos meteorológicos, propios de la región sublunar. Durante todo el siglo XIII se describen cometas, como el Halley71.

Desde el siglo XII se realizaron observaciones y predicciones sobre el tiempo meteorológico con intenciones fundamentalmente agrícolas.

Las fuentes de la óptica del siglo XIII fueron, en primer lugar, la Meteorología y el De Anima de Aristóteles. Además, se basaban en las obras de Euclides, Ptolomeo y Diocles y de los autores árabes Alkindi, Alhazen, Avicena y Averroes.

Aristóteles había afirmado que la luz, o el color, era un estado de transparencia en un cuerpo, y estaba producido por un cambio cualitativo en un medio potencialmente transparente.

Otros filósofos griegos, como Platón, afirmaban que la visión podía ser explicada por una serie de rayos separados que salían del ojo hacia el objeto visto72. Existieron varias teorías de rayos, que implicaban la trayectoria recta de los mismos, y que fueron las adoptadas por los geómetras griegos, Euclides y Ptolomeo. Gracias a ellos la óptica avanzó hasta posiciones de ciencias físicas avanzadas, como la astronomía.

Los trabajos de óptica griegos fueron desarrollados por los árabes, como Alhazen, cuya obra fue uno de los pilares de la óptica medieval. Los logros de este científico fueron revolucionarios. Estudió espejos esféricos y parabólicos, las aberraciones esféricas, las lentes, las refracciones atmosféricas, la anatomía del ojo (aunque persistió en el error de suponer el cristalino como la parte sensible del ojo, en la que se formaban las imágenes)73.

Gosetesta fue el primer escritor medieval que inició el estudio de la óptica, y dio orientación para posteriores progresos. Creía que la luz era la primera forma corporal de las cosas materiales, siendo responsable de sus dimensiones espaciales, el primer principio del movimiento y la causalidad eficiente. Todos los cambios del universo se debían a la actividad de esta forma corpórea, y la acción a distancia de una cosa sobre la otra resultaba de la propagación de rayos de fuerza o “multiplicación de especies” o “virtud”. Entendía la luz emitida por un cuerpo luminoso como una “especie” que se multiplicaba de un punto a otro a través del medio con un movimiento rectilíneo74.

Esta teoría de Grosetesta fue adoptada por otros muchos autores, utilizando como utensilio las matemáticas, ya que, como había establecido Aristóteles, la óptica estaba subordinada a la Geometría. La óptica medieval hubiera sido imposible sin el conocimiento de los Elementos de Euclides, y las Conicas de Apolonio. Pero la geometría podía describir lo que sucedía, no por qué sucedía.

Aunque se centró más en el valor del método experimental y matemático que en contribuir al conocimiento positivo se pueden destacar algunas aportaciones importantes. Intentó tratar cuantitativamente la refracción, proponiendo una “ley” de la refracción por la cual cuando un rayo pasaba de un medio a otro más denso se refractaba hacia la perpendicular trazada a la superficie común, dividiendo en dos partes iguales el ángulo formado por la proyección del rayo visual con la perpendicular. Sugirió también el empleo de lentes para agrandar objetos pequeños y acercar los lejanos. (Las gafas se inventaron en el norte de Italia a finales del siglo XIII). Además intentó formular una teoría geométrica sobre la propagación rectilínea de la luz y del sonido por una serie de ondas o vibraciones.

El principal discípulo de Grosetesta, Roger Bacon, describió varios experimentos que eran repeticiones de los realizados por Alkindi y Alhazen. Dio una descripción mejorada de la anatomía del ojo de vertebrados. Realizó importantes avances en el estudio de los arco iris.

Fueron sucesivos discípulos de Grosetesta, como Witelo o Teodorico, quienes fueron ampliando y mejorando todos los detalles sobre óptica, e incluso aplicando el estudio de esta en otros ámbitos como la pintura.

2.2.3.5. Mecánica y Magnetismo


Durante la Baja Edad Media se estudiaron la acción mecánica y el magnetismo como las únicas causas inanimadas del movimiento local en las regiones terrestres. La mecánica fue la parte de la física a la que se aplicó con mayor eficacia la matemática.

Todo el corpus de mecánica que llegó al siglo XIII estaba basado en los principios expuestos en la Física de Aristóteles: el movimiento local era un proceso por el cual se actualizaba una potencia para el cambio. Este proceso requería una causa, y cuando la causa cesaba de actuar, desparecía el efecto. Todos los cuerpos que se movían necesitaban para su movimiento o un principio intrínseco natural, (la naturaleza o forma) o un motor externo distinto del cuerpo que acompaña al cuerpo que se mueve. Así, el movimiento, la velocidad, venía determinado por dos fuerzas: una, interna o externa, que impulsa el cuerpo, y otra, externa siempre, que se opone al movimiento.

En el siglo XIII fue la Estática y un poco la Cinemática, no la Dinámica, lo que experimentó más avances. Estos se refieren sobre todo a la escuela de Jordano Nemorarius, posiblemente Jordano Saxo, segundo maestro general de la Orden de los Predicadores, o Dominicos. A partir de ideas aristotélicas y de la mecánica alejandrina la escuela de Jordano desarrolló unas ideas de las que se apropiaron ilustres científicos posteriores como Galileo o Descartes. En su escuela se estudió y demostró de forma geométrica el equilibrio, se realizó una descomposición en componentes de una fuerza efectiva, se desarrollaron las ideas de Jordano sobre el estudio de la palanca angular. Todos estos estudios fueron publicados en obras como De Ratione Ponderis.

Todas las obras y estudios de Jordano y su escuela fueron extendidas de forma mayoritaria durante los siglos XIII y XIV, resumida por Blasco de Parma en el siglo XV, y como ha demostrado Duhem, ampliamente utilizada por Leonardo da Vinci.

La otra fuerza motriz natural estudiada en la Baja Edad Media fue la atracción magnética. El hecho de que el imán atraía el hierro era conocido desde Tales. Los chinos conocían sus propiedades y quizá los musulmanes la aplicaron para inventar la brújula. Aparece mencionada por primera vez en el De Naturis Rerum de Alejandro Neckam, y en obras cercanas al 1200.

Es en 1269 cuando Petrus Peregrinus acaba el pequeño libro La Epistola de Magnete, escrita como carta a un paisano del autor75. Resulta un claro ejemplo de investigación experimental anterior al siglo XVI. Describe cómo reconocer los imanes, el Norte del Sur, la repulsión de los polos, su inversión, la atracción a través del agua y del vidrio, experimentos para determinar los polos de un imán esférico76.

Afirmó que el imán apuntaba siempre hacia los polos de los cielos sobre los que giraba la esfera celeste. Su explicación sobre la inducción del magnetismo en un trozo de hierro estaba basada en los principios aristotélicos de causalidad. Fue un contemporáneo suyo, Juan de San Amando quien más se acercó a la concepción actual de magnetismo.

La acción a distancia del magnetismo fue explicada por Averroes como una forma de “multiplicación de las especies”.


2.2.3.6. Geología


En el siglo XIII existía interés por los cambios en las posiciones relativas de las principales masas de los elementos agua y tierra que formaban el globo terráqueo, por el origen de los continentes, océanos, montañas y ríos y por la causa productora de los minerales y fósiles.

Las fuentes de la Geología medieval fueron la Meteorológica de Aristóteles, el De Causis el Proprietatibus Elementorum o De Elementos, tratado árabe pseudo aristotélico del siglo X, y el De Mineralibus, el tratado árabe de Avicena, también del siglo X.

Aristóteles atribuyó los cambios en la superficie emergida y sumergida de la tierra a la erosión del agua. El agua se formaba en el interior de la Tierra por la transformación de otros elementos. Tras ser evaporada del mar por el sol, formaba nubes, que al enfriarse caían en forma de lluvia. Esta lluvia se filtraba en las rocas esponjosas y de ahí brotaban en forma de fuentes, retornando como ríos al mar.

Los minerales se formaban por las exhalaciones que surgían del interior de la Tierra por la acción de los rayos solares. Si eran exhalaciones húmedas se formaban metales, si eran secas se formaban fósiles.

Se desarrolló una teoría por científicos griegos posteriores como Alejandro de Afrodisia según la cual la tierra había estado totalmente cubierta por agua que el calor del Sol había evaporado. Esta teoría “neptuniana” suponía una destrucción gradual del agua. Su explicación de las montañas fue la excavación por parte del agua.

En el siglo XI, en el mundo árabe, apareció una teoría contraria plutónica tanto en De Elementos como en De Mineralibus de Avicena. En ella se acepta el hecho de que la Tierra estuvo inundada por el agua. La formación de tierra emergida y de las montañas estaba en la sedimentación submarina, pero sobre todo en la erupción de la tierra a causa de terremotos provocados por el viento aprisionado en la Tierra. El barro que emergía así era transformado en rocas por el endurecimiento de las arcillas y por la congelación del agua. Los seres vivos aprisionados en la arcilla daban lugar a los fósiles.

La teoría de Avicena fue adoptada por Alberto Magno en su De Mineralibus el Rebus Metallicis de 1260, pero él reelaboró sus fuentes e hizo un buen número de observaciones propias. Aceptó muchas de las propiedades mágicas atribuidas a las piedras. Dio una explicación de los ríos aceptada hasta el siglo XVII.

Otros escritores del siglo XIII realizaron observaciones sobre diversos fenómenos geológicos. Las mareas se habían relacionado con las fases de la luna desde la época de los estoicos. Es Grosetesta quien atribuye estas a la atracción por “virtud” de la Luna.

La geología italiana general estuvo dominada en dos siglos por Alberto Magno. Durante el siglo XIII destacó sobre todos el escritor Ristoro d´Arezzo. Temas geológicos fueron tratados también en Italia por autores del siglo XIV como Dante (1265-1321), Boccaccio (1313-1375) y Paulo Nicoletti de Venecia (muerto en 1429) o en el siglo XV por Leonardo Qualea (hacia 1470) y Leon Battista Alberti (1404-1472)

En el siglo XIV en París, Juan Buridán (muerto después de 1358) y Alberto de Sajonia desarrollaron una nueva explicación de la formación de la tierra y las montañas basadas en su teoría de la gravedad.


2.2.3.7. Química.


El origen de la alquimia parece estar en los trabajadores egipcios del metal y su unión con las teorías de los gnósticos y de los neoplatónicos alejandrinos. Zósimo y Sinesio, gnósticos del siglo III, combinaron descripciones de aparatos químicos y de operaciones prácticas de laboratorio con una explicación del universo visible a partir de figuras y símbolos. Hasta el siglo XVII se siguieron utilizando símbolos en los estudios químicos, lo que contribuyó a su marcado carácter oculto. De esos autores se origina el término chemia, el arte del País Negro, Egipto o Khem, el cual deriva al árabe alquimia o español química.

Las fuentes de la alquimia del siglo XIII fueron fundamentalmente las traducciones latinas de varios tratados griegos y árabes sobre distintos aspectos como tintes, pinturas, cristal, etc. Fue Roberto de Chester el que con sus traducciones de tratados árabes introdujo la alquimia árabe.

La química medieval de la Baja Edad Media se constituyó mediante una fusión entre la alquimia y la teoría destinada a estudiar y conocer los cambios de cualidad y de sustancia de las cosas inanimadas77.

La alquimia tenía espíritu empírico pero su atención se centró solamente en conocer los cambios de color y apariencia, más que en cambios de masa. Por ello, la práctica originó estudios muy interesantes mientras que la teoría poco tuvo de interés en siglos posteriores.

El objeto principal de la alquimia era la producción del oro a partir de otros metales. Esto, y cualquier otro cambio de sustancia, fue una idea desarrollada por Aristóteles.

Según Aristóteles las sustancias perceptibles se distinguían unas de otras en muchos detalles como el color, el olor, el gusto, pero todas ellas eran calientes o frías, húmedas o secas (fluidas o sólidas). Estas eran las cuatro cualidades primarias y las demás, secundarias o derivadas.

Los cuatro elementos estaban determinados por la combinación de estas dos parejas: cálido y seco el fuego, cálido y húmedo el aire, frío y húmedo el agua y, por último, frío y seco la tierra. Al ser combinaciones un elemento podía ser transformado en otro. Estos eran los cambios sustanciales y podían implicar el cambio de una o de las dos cualidades primarias. Incluso dos elementos se podía unir e intercambiarse para producir los otros dos elementos: agua+fuego↔tierra+aire.

En el cambio y la combinación química las sustancias que entraban en la combinación desaparecían con sus propiedades, aunque permanecían potencialmente regenerables, y surgían nuevas sustancias con nuevas propiedades.

En una mezcla todas las sustancias conservan sus propiedades y no surge ninguna forma sustancial nueva.

Apoyándose en estas ideas aristotélicas, los alquimistas intentaron descubrir un elixir, la “Piedra filosofal”, el catalizador o fermento.

Gracias a la conquista en el siglo VII de Alejandría por parte de los árabes la alquimia árabe se desarrolló a partir de la griega. Los primeros documentos árabes de alquimia se atribuyeron a Jabir ibn Hayyan. Parece ser que este nombre respondía a una secta dedicada a la alquimia, y sus documentos se remontan a los siglos IX y X78. Aceptaban la teoría aristotélica de las exhalaciones de la Tierra en la formación de minerales. Descubren que el azufre y el mercurio al combinarse dan lugar a una piedra roja o cinabrio. La armonía más perfecta producía el oro, los otros metales eran resultado de defectos en la pureza o en la proporción. El objeto de la alquimia era eliminar esos defectos.

Otros alquimistas árabes fueron Rhazes (muerto hacia 924) y Avicena (980-1037). Rhazes combinó la teoría aristotélica con una forma de atomismo. Avicena, en su De Mineralibus, hace una clara exposición de las teorías aceptadas. Atacó también a los fabricantes del oro, negaba que los alquimistas pudieran producir más que cambios accidentales. A pesar de sus críticas el arte mágico de la alquimia siguió floreciendo.

Todos los aspectos de la alquimia se hicieron muy populares en la Cristiandad occidental. Las enciclopedias de escritores de la Baja Edad Media contenían una gran cantidad de información química, tanto de origen árabe como griego, aunque no se realizó ningún progreso en la teoría química heredada de los árabes hasta el siglo XVI, con Paracelso.

La aportación más significativa del Occidente a la práctica química fue el desarrollo de los métodos de destilación. El alambique grecoegipcio era utilizado con temperaturas relativamente altas y útil para destilar o sublimar sustancias como el mercurio, el arsénico y el azufre.

Los griegos y los árabes no desarrollaron técnicas que permitiera la condensación de sustancias volátiles, como el alcohol.

La exposición más antigua conocida de la preparación del alcohol está descrita en un manuscrito de principios del siglo XII79.

En Italia, en el siglo XIII, se preparaba el aqua ardens, con un 60% de alcohol, y el aqua vitae, con un 96% de alcohol. La introducción de rectificación por la destilación con cal es atribuida a Ramón Llull (1232-1315). Hacia finales del siglo XIII el alcohol ya se consideraba una sustancia importante como disolvente, medicamento, bebida, etc.

Otras mejoras en la química práctica aparecen a finales del siglo XII, en la Summa Perfectionis, atribuido a Geber. Contiene descripciones de métodos químicos como destilación, sublimación, calcinación, disolución, coagulación y fijación. Todos ellos implicados en los diversos intentos por hacer oro.

Los aspectos tanto mágicos como prácticos de la alquimia florecieron con enorme virulencia en Occidente durante la Baja Edad Media.

2.2.3.8. Biología


Hasta el siglo XIII el interés por la Botánica había sido meramente médico, y por la Zoología, moral y didáctico. Cuando la Biología se convirtió en una ciencia, se debió en gran medida a la traducción de Aristóteles, del De Plantis, obra que compilaba las ideas de Aristóteles y Teofrasto, y de varios tratados de Galeno. Se observa, así mismo, un renovado interés por la obra de Plinnio, sobre todo en el siglo XII80. Otra aportación inestimable y asimilada de forma inmediata fueron las obras árabes de Avicena y Averroes.

El tema de la biología en el siglo XIII era el estudio de las actividades de los diferentes seres que formaban la escala de la naturaleza viviente y el modo en que eran concebidos.

Para Aristóteles la característica común a todos los seres vivos era su capacidad para iniciar el movimiento y el cambio sin un motor externo. Los tipos de movimientos comunes eran el crecimiento, la asimilación de materias y la reproducción. A estos movimientos, únicos en las plantas, los animales añadían la sensibilidad y los hombres su capacidad de reflexión abstracta y su voluntad. Los animales añadían un alma sensitiva y los hombres un alma racional. Reconoce una jerarquía de seres vivos que se extiende desde los seres inanimados hasta la vida animal. Esta jerarquía se apreciaba desde las plantas inferiores, pasando por las plantas a las esponjas y otros animales sésiles, muy parecidos a las plantas, y pasando por los animales invertebrados y vertebrados, monos y pigmeos, hasta llegar al hombre.

Aristóteles y Galeno adoptaron una visión teleológica de la existencia y del funcionamiento de las estructuras, visión que se propagó en la Baja Edad Media y que condujo a conclusiones valiosas.

Se elaboran unas primeras enciclopedias derivadas de este conjunto de fuentes como la de Ajejandro Neckam (1157-1217) en las que aparecen algunas historias increíbles. Su finalidad era fundamentalmente didáctica. Esta actitud fue continuada en muchas enciclopedias posteriores de autores como Pedro de Crescenzi, Vicente de Beauvais, Alberto Magno, Tomás de Cantimpré.

Comienzan a aparecer tratados de Cetrería, como el De Arte Venandi cum Avibus de Federico II (1194-1250), tanto en latín como en romance, atestiguando cómo el deporte rindió servicios a la Zoología. Las casas de fieras que tenían reyes, príncipes, e incluso ciudades para la diversión eran heredadas de la Antigüedad. En todas las expresiones artísticas se observa un enorme interés por los animales. El arquitecto francés Villard de Honnecourt, durante el siglo XIII, a sus dibujos arquitectónicos y de perspectiva de máquinas de guerra, añadió innumerables ilustraciones de animales.

En relación a la Botánica, la iconografía del códice bizantino Codex Aniciae Julianae, del siglo VI, se remonta al mismo Dioscórides, cuya obra estaba basada en el herbario de Cratevas (siglo I a.C.). Era habitual en los monasterios intentar identificar las plantas mencionadas por Dioscórides o que aparecen en el Herbarium del pseudo-Apuleyo (siglo V d.C.), el otro manual imprescindible de la época.

Las reproducciones realistas de plantas y animales parecieron en muchos mosaicos de iglesias durante la Alta Edad Media. Este desarrollo continúa durante toda la Edad Media y queda reflejado en la obra de Gioto (1276-1336) y Spinello Aretino (hacia 1333-1410). Alcanzó una gran perfección en los dibujos del arte italiano y flamenco de los artistas Leonardo da Vinci y Alberto Durero.

Aparecen herbarios con un interés que iba más allá del farmacéutico. Un claro ejemplo es el Herbario de Rufino (hacia 1287), que se puede considerar como un libro de Botánica para el estudio de las plantas.

Aparecen extensas secciones zoológicas y botánicas de las enciclopedias del siglo XIII de Bartolomeus Anglicus, Tomás de Cantimpré o Vicente de Beauvais. Tienen observaciones, pero es, sin duda, la de Alberto Magno la que incorpora un mayor número de investigaciones personales. Realizó un estudio detallado de la anatomía, morfología y fisiología de las plantas81. Clasificó las formas florales, los frutos, y por supuesto el Reino vegetal. Esta clasificación sigue el esquema que había sugerido Teofrasto entre plantas sin hojas y plantas con hojas82.

El problema de la aparición u origen de nuevas especies ya se había tratado por un gran número de filósofos de la naturaleza en épocas anteriores. Sólo Anaximandro propone una teoría en la que la sucesión de especies se produce por la modificación de especies anteriores. Para el resto de teorías la aparición de nuevas especies se daría por generación a partir de una fuente común, tal como la de la Tierra. Para algunos autores como Teofrasto, las especies existentes eran mudables algunas veces. Alberto aceptó esta creencia, llegando a describir cinco formas de transformar una planta en otra. Algunos de estos cambios no implicaban cambio de especies, otras sí. La controversia del origen de las especies y modificación de las existentes continuaron todo el siglo posterior, llegando hasta los evolucionistas del siglo XVIII.

El ejemplo de Alberto Magno es el de aquellos filósofos de la naturaleza del siglo XIII, que, a la luz del sistema de hechos y las explicaciones naturales proporcionadas por las traducciones de las obras de Aristóteles y otros autores griegos, fueron estimulados a hacer observaciones por su cuenta y a modificar las explicaciones a la luz de sus propias observaciones.

Respecto a la reproducción, Alberto siguió a Aristóteles al distinguir tres tipos: reproducción sexual, reproducción por medio de capullo, y generación espontánea. Rechazó la teoría de que ambos padres contribuían a la forma. Aunque para Aristóteles la hembra sólo proporcionaba la materia, menstruum, que era la menstruación, a partir de la cual la forma inmaterial masculina construía el embrión, Alberto siguió a Avicena al defender que la materia producida por la hembra era una semilla distinta a la menstruación. Defendió que la causa de la identificación del sexo era el “calor vital” del macho que era capaz de mezclar el exceso de sangre del semen, mientras que la hembra era demasiado fría para efectuar cambios sustanciales.

El calor vital era la fuente de toda la actividad vital. El corazón era el centro del calor vital y el órgano central del cuerpo. Hacia él se dirigían los nervios. Aristóteles había explicado los hechos de la herencia por el grado de dominancia de la forma masculina sobre la femenina; prevalecían las características femeninas allí donde el calor vital del macho era bajo.

Para Alberto, el calor vital era también la causa de la generación espontánea. El calor vital del sol provocaba esa generación espontánea. Los árabes y muchos escolásticos suponían que tales formas se debían a una virtud celeste.

Aristóteles demostró que la teoría de que el embrión era un adulto en miniatura implicaba que las partes que se desarrollaban más tarde existían ya en las primeras, y todas en el esperma, cuyas partes existían ya en los padres y, por tanto, en el esperma producido por el padre, y así hasta el infinito. Esto lo consideró absurdo, así que defendió la teoría epigenética de que las partes surgían de nuevo cuando la forma inmaterial determinaba y diferenciaba la materia del embrión. Describió el desarrollo de cierto número de animales y utilizó dicho estudio para una clasificación de los mismos.

Las investigaciones del propio Alberto se basan en los estudios de Aristóteles, y cuando observaba contradicciones las achacaba más a errores de los copistas que al propio Aristóteles. Dijo que la generación de todos los animales se realizaba primero a partir de huevos. Al mismo tiempo creía en la generación espontánea.

Las observaciones personales de Alberto se extendieron a otros muchos fenómenos zoológicos83. Alberto criticó las historias de animales fabulosos defendidas por otros contemporáneos y dio excelentes descripciones de animales desconocidos por Aristóteles. Señaló la relación entre la estructura y el modo de locomoción y aplicó el principio de homología a la correspondencia entre las patas del caballo y del perro.

El sistema de clasificación animal que realizó se basaba en el aristotélico, aunque este no estableció una clasificación efectiva, las líneas principales de sus sistemas se reconocen en Alberto. A veces agrupaba en función a sus semejanzas morfológicas, otras por grupos ecológicos, como la división en animales voladores, nadadores, andadores y reptantes. Añadió una división de los animales acuáticos en diez géneros, manteniendo en algunos casos, los graves errores de Aristóteles.

El principal sistema que Alberto derivó de Aristóteles era el basado en el modo de generación, el grado de desarrollo alcanzado por los descendientes en el momento de su nacimiento.

Después del siglo XIII la Botánica y la Zoología descriptiva se desarrollaron por los herbolarios y los naturalistas, como Mateo Silvático. Aparecen los primeros jardines botánicos fuera de los monasterios (Praga en 1350).

La rama de la Biología que experimentó mayores progresos en los siglos XIV y XV fue la anatomía humana. Las fuentes principales del saber anatómico fueron Galeno (129-200) y Avicena. Las ideas de Galeno estaban relacionadas con un sistema de Fisiología, derivadas a su vez de Herófilo y Erasístrato, del siglo III a. C. Para él, el cerebro era el centro del sistema nervioso, y las funciones vitales se explicaban por medio de los tres espíritus (spiritus o pneuma) y los cuatro humores hipocráticos, que correspondían a los cuatro elementos84.

El equilibrio entre estos cuatro humores era necesario para el funcionamiento saludable del cuerpo. A su vez, las funciones vitales eran provocadas por la producción y los movimientos de los tres espíritus: el espíritu natural del hígado, el espíritu vital del corazón y el espíritu animal del cerebro. Todo ello procede del alimento y del aire introducido en los pulmones. Esta teoría fisiológica dominó hasta los estudios de William Harvey.

Galeno afirmaba que las venas formaban un sistema independiente a las arterias y que procedía del hígado. La función de la sangre venosa era alimentar las partes a las que afluía desde el hígado. Respecto al corazón, Galeno afirmaba que tenía dos cavidades, los ventrículos. El corazón batía involuntariamente gracias a una vis pulsifica, que también se manifestaba en las arterias. El corazón se dilataba atrayendo la sangre venosa a su interior, y la dilatación de las arterias sacaba la sangre arterial. Consideró los movimientos de la respiración, del latido cardíaco y del pulso arterial componentes al servicio de las mismas funciones.

Había así tres órganos principales en el cuerpo: el hígado, centro del sistema venoso y de la facultad natural implicada en la nutrición; el corazón, centro el sistema arterial, implicado en la facultad vital, origen del calor vital; y el cerebro, centro del sistema nervioso y de la facultad animal o psíquica.

Los científicos medievales que conocieron por primera vez las obras de Galeno, añadieron poca cosa original, aunque se reconoce una necesidad de aumentar los conocimientos de anatomía para la práctica médica.

En Salerno, en el siglo XII, la disección de animales y humanos formaba parte de la formación médica. En el siglo XIII, Bolonia continúa estas prácticas. Es aquí donde comienza la disección post mortem para determinar la causa de la muerte con fines legales, lo que aumenta el conocimiento de la anatomía humana. La persona que restauró la anatomía al introducir la práctica regular de las disecciones públicas de cadáveres con fines didácticos fue Mondino de Luzzi (1275-1326). Además de sus observaciones personales, su Anatomía, se basaba en gran parte en Galeno, en Teófilo, escritor bizantino del siglo VII y en autores árabes.

La posición el hombre en el universo del siglo XIII era especial: meta y producto final de la creación y el centro de toda la escala de las criaturas. Una consecuencia de esta idea era el énfasis que se daba al aspecto sacramental de las actividades científicas, para poder rendir culto al Creador por toda la cadena de seres y en la que cada ser existía para cumplir sus propia naturaleza en su lugar especial y todos para alabar a Dios. El hombre es racional y posee libre albedrío, lo que conduce al rechazo del determinismo griego y árabe.


2.2.4. Técnica y ciencia en la Edad Media

2.2.4.1. Técnica y Educación


Se considera que la ciencia se desarrolla mejor cuando el razonamiento especulativo está en contacto con la destreza manual del artesano. En la Edad Media hay muchas pruebas que demuestran que estas dos actividades no estuvieron separadas en ningún periodo, y que su asociación se hacía cada vez mayor con el paso del tiempo. Fue el interés de muchos científicos teóricos por los resultados prácticos lo que les animó a plantear preguntas concretas y precisas, a intentar conseguir respuestas experimentando y, con la ayuda de la técnica, confeccionar instrumentos de medida más exactos.

Los tratados técnicos se encontraron entre los primeros que se tradujeron del árabe y del griego al latín, y ello constituyó la obra de personas cultas. Los sabios occidentales comenzaron a interesarse por la cultura árabe. Las enciclopedias del siglo XIII contienen una gran cantidad de información exacta sobre materias técnicas.

Una razón de este interés de los sabios por la técnica se ha de encontrar en la educación que habían recibido. En el siglo XII las siete artes liberales se habían extendido y especializado hasta incluir varios tipos de saber técnico. Como ejemplo, en el Didascalicon de Studio Legendi de Hugo de San Víctor, se divide el saber general en teoría, práctica, mecánica y lógica. En su exposición pseudo-histórica del origen de las ciencias dijo que surgían en primer lugar como respuesta a las necesidades humanas en forma de prácticas habituales, que más tarde eran reducidas a reglas formales. En la mecánica, Hugo incluía siete ciencias: la fabricación de vestidos y de armas, la navegación, las cuales servían a las necesidades externas del cuerpo, y la agricultura, la caza, la medicina y la ciencia del teatro, que servía a las necesidades interiores85.

Otros autores del siglo XII se basaron en fuentes árabes a la hora de clasificar el saber. Reflejo de estas fuentes está la De Divisione Philosophae de Domingo Gundisalvo, en el que clasifican las ciencias en teóricas y prácticas. A cada una de las artes prácticas correspondía una ciencia teórica que estudiaba los principios básicos que el arte mecánica ponía en práctica.

En el siglo XIII estas ideas fueron aceptadas por un cierto número de autores como Roger Bacon, Tomás de Aquino y Gil de Roma. Miguel Scot sostenía que cada una de las ciencias prácticas estaba relacionada con una ciencia teórica de la que era la manifestación práctica. Por ejemplo, a las diferentes ramas de la física teórica le correspondían ciencias como la medicina, la agricultura, la alquimia, el estudio de los espejos y la navegación.

En el tratado De Ortu Scientiarium, Roberto Kilwardby defiende que las ciencias teóricas surgen de problemas particulares, como la geometría, al nacer como un arte práctica con la que los egipcios deslindaban las tierras después de las inundaciones del Nilo, y que fue transformada en una ciencia técnica y demostrativa por Pitágoras.

Al comienzo del siglo XIII, los cursos de artes en París comprendían seis años, aunque posteriormente fueron reducidos a cuatro. El curso consistía en un estudio de las siete artes liberales, seguido por las tres filosofías, la filosofía de la naturaleza, o ciencia de la naturaleza, la Ética y la Metafísica. En Oxford se daba una gran importancia a los temas matemáticos, utilizando manuales como la Aritmética de Boecio, los Elementos de Euclides, la Optica de Alhazen, la Perspectiva de Witelo y el Almagesto de Ptolomeo. El curso de Artes incluye también el estudio de las obras de Aristóteles.

Un resultado importante de esta enseñanza matemática en la educación medieval fue el que fomentara el hábito de expresar fenómenos físicos en términos de unidades abstractas y aumentara la necesidad de la normalización de los sistemas de medida.

La necesidad de medir el tiempo para las metódicas instituciones de la Iglesia llevó a un interés sostenido de los medievales por el calendario y por la división del día en las desiguales horas canónicas. El invento del reloj mecánico a finales del siglo XIII completó la sustitución del tiempo orgánico por un tiempo abstracto, matemático, que pertenecía al mundo de la Ciencia.

Ya en la época anglosajona se intentaron sustituir las unidades basadas en el cuerpo humano por medidas tipo hechas de hierro. También se intentó establecer la relación entre los distintos sistemas existentes en diferentes países e incluso en el mismo país.

Un ejemplo importante en el que un arte matemático crea su propio lenguaje abstracto es la Música. La base de la música medieval fue el sistema griego de los modos, de los que la escala mayor en do es la única familiar en nuestros días. La música griega consistía en la melodía.

La música mensurada o medida parece haber sido inventada en el Islam. Entró en la Cristiandad occidental por España, gracias a la traducción de las obras musicales árabes por los eruditos cristianos.

La armonía comenzó en Occidente con la costumbre de cantar simultáneamente la misma canción en dos tonos distintos, habitualmente en cuartas o quintas. Era un sistema desarrollado hacia el 900 y conocido como organum o diafonía.

Ya en el siglo XII, un autor anónimo explicaba un nuevo organum, en el que las voces cambiaban periódicamente de cantar la misma melodía en diferentes tonos a cantar diferentes melodías, produciéndose un conjunto de concordancias aceptadas. Hacia mediados del siglo XIV se había llegado a complicadas polifonías.

A lo largo de todos estos procesos, los teóricos de la música y los compositores trabajaron estrechamente unidos. Fue gracias a esta combinación de la teoría y de la práctica en la Baja Edad Media como la música rítmica y armónica moderna realizó las posibilidades del organum y del Ars Cantum Mensurabilis, y se desarrolló en un arte que caracteriza la moderna civilización occidental.

Las técnicas fundamentales sobre las que se basaba la vida económica clásica y medieval habían sido inventadas en épocas prehistóricas. A esos conocimientos básicos se añadieron algunas aportaciones importantes en el mundo greco-romano. Pero la contribución más importante de la civilización clásica a la Ciencia no fue en la técnica, sino en el pensamiento especulativo86.

Una de las aportaciones más importantes realizadas por los griegos fue su intento por dar una explicación racional de las máquinas y de otros descubrimientos e inventos de sus predecesores. De esa manera se generalizó y extendió su uso. Los griegos transformaron los métodos tecnológicos y prácticos de contar y medir, desarrollados en Mesopotamia y Egipto, en las ciencias abstractas de la Aritmética y la Geometría. Así mismo, fueron los primeros en intentar dar una explicación racional de los hechos observados en la Astronomía y la Medicina. Al intentar combinar la observación con la teoría extendieron el empleo práctico de estas ciencias.

En el periodo que siguió al colapso del Imperio romano hubo una importante pérdida del saber tecnológico. Hacia el siglo X comienza una mejora progresiva motivada, en parte, por el aprendizaje de las prácticas y obras del mundo bizantino y árabe, y, en parte, por una lenta pero progresiva actividad de invención e innovación en la misma Cristiandad occidental. Los avances realizados en la Edad Media no se perdieron nunca y ya en 1300, se estaban utilizando técnicas desconocidas o no desarrolladas en el mundo romano.


2.2.4.2. Medicina


De todas las artes prácticas, es la Medicina aquella en la que, de forma más notable, se entremezclaron mano y mente, experiencia y razón, para producir los resultados más notorios.

Es en el campo de la medicina empírica en el que los médicos medievales establecieron la actitud científica fundamental que caracterizará la práctica médica moderna.

Sólo las facultades de Medicina permitían aprendizajes posteriores a la consecución del grado en artes, y la gran mayoría de los científicos renombrados de aquella época habían estudiado Medicina: Grosetesta, Pedro Hispano, Pedro d´Abano,… Las fuentes principales fueron las obras de Galeno, Ali ibn Ridwan y Avicena.

Tras la caída del imperio romano se salvó cierto conocimiento de la medicina griega gracias a Casiodoro y San Isidoro de Sevilla. En la época carolingia se produjo un renacer del conocimiento médico gracias a la escuela de Chartres, apareciendo los Leech Books (Libros de Médicos) en el siglo X.

Fue, en el siglo XI, la escuela de medicina de Salerno87 el verdadero renacimiento de la ciencia médica. Aparecen citas a Hipócrates, traducciones de Nemesio, y antes de 1087, Constantino el Africano traduce del árabe el Arte de la Medicina y la Terapeútica de Galeno, varias obras de Ali Abbas y de Isaac Israeli.

La escuela de Salerno consiguió una gran reputación, y a finales del siglo XII da el primer cirujano occidental, Rogerio de Salerno. Su obra prosiguió durante el siglo XIII gracias a Rolando de Parma, y en aquella época se escribió el Regimen Sanitatis Salernitanum, manual del saber médico hasta el siglo XIV.

En el siglo XIII, las escuelas de Medicina de las universidades de Motpellier, Bolonia, Padua y París sobrepasaron a Salerno88. Sus enseñanzas se basaron en las obras de Galeno e Hipócrates, y en los médicos judíos y árabes, como Avicena, Isaac Israelí y Rhazes. Albucasis, musulmán español del siglo X, escribió el primer y principal manual de cirugía.

Los tratamientos medicinales en la Edad Media podían limitarse a que el enfermo guardara cama y la enfermedad siguiera su curso, tal y como prescribía el método hipocrático. En caso contrario cualquier tratamiento se basaba en las plantas.

Para la medicina griega, la enfermedad se debía a un desequilibrio entre los cuatro humores, por lo que el empleo de plantas buscaba compensar dichos desequilibrios. Había medicamentos refrescantes, secantes, etc. Los médicos de la Antigüedad, desde los tiempos de Egipto, habían acumulado un saber empírico de los efectos de un número considerable de medicamentos a base de plantas. A la lista griega, los árabes añadieron algunas plantas de la India y los médicos occidentales hicieron más contribuciones.

Una rama de la Medicina en la que el empirismo de los científicos medievales se mostró acertado fue en la observación de los efectos de diferentes enfermedades. A la descripción y clasificación de las enfermedades por los médicos griegos y árabes, se añadieron nuevas aportaciones, en especial los consilia o relatos de casos clínicos. Formaba parte del movimiento general hacia la exactitud que abarcaba todos los campos de estudio. Esta práctica dio lugar a descripciones excelentes de los síntomas y de los cursos de las enfermedades. Estos consilia son el origen de los libros de historias clínicas modernos.

La limitación de los médicos medievales no fue el diagnóstico sino la curación. La epidemia de Peste Negra89 refleja el nivel de conocimiento, sobre todo a partir de opúsculos escritos por los médicos en el transcurso de dicha epidemia. Unos veinte opúsculos escritos en varios lugares muestran las características de la medicina bajomedieval: acercamiento sistemático a los problemas de los síntomas, curso, causas, transmisión, prevención y curación. En todos ellos se observa una combinación de especulaciones actualmente rechazadas con ideas muy acertadas.

El origen de la epidemia era generalmente reconocido y en algunos opúsculos aparecen descripciones completas de los síntomas. De las causas de la epidemia se prestaba una considerable atención a los influjos astrológicos, intentando incluso predecir nuevas epidemias en función de las conjunciones de los planetas.

Respecto a la prevención se mantenía una enorme inseguridad, llegando a afirmar que la precaución más segura era la huída.

La experiencia en la Peste Negra hizo reflexionar sobre problemas no estudiados hasta entonces. Las nuevas ideas más destacables concernían a los métodos de transmisión de la epidemia por contagio. Entre los opúsculos escritos en la Peste Negra, dos de ellos, escritos por médicos musulmanes españoles, contenían afirmaciones notables acerca de la infección.

La primera comisión de higiene pública fue organizada en 1343 en Venecia, y en 1348 se dieron leyes en otras ciudades como Florencia para impedir que personas infectadas entraran en ellas. Venecia abrió un hospital de cuarentena y publicó reglamentos sobre la aireación de las casas contaminadas, el control de animales domésticos y otros temas higiénicos.

La higiene militar atrajo la atención desde las primeras Cruzadas, y en el siglo XIII se escribieron varias obras sobre las precauciones que debían adoptarse por los soldados y por los grandes grupos de peregrinos.

Una rama de la Medicina que realizó enormes avances en la Edad Media fue la Oftalmología. Los árabes habían desarrollado una gran destreza en tratar afecciones oculares y las operaciones de cataratas se realizaban desde la Antigüedad.

El progreso más significativo en Occidente fue el invento de las gafas. Aunque las lentes se conocían desde hacía varios siglos en el Islam y en la Cristiandad, sólo a finales del siglo XIII comienzan a usarse gafas con lentes convexas para compensar la presbicia.

Lo más probable es que las creara hacia 1286 un inventor desconocido, y, que, el fraile Alejandro della Spina, al verlas construir, divulgara el invento.

La primera aparición conocida de un término para las gafas se encuentra en reglamentaciones del gremio veneciano de 1300, en las que hablan de roidi da ogli, discos para los ojos. También de esta época es la referencia a lapides ad legendum, que parece que eran cristales de aumento. De la Cristiandad las gafas se extendieron a los árabes y a China.

Respecto a la cirugía, los progresos comenzaron con Practica Chirurgica de Rogerio de Salerno, de finales del siglo XII. Parece más influenciado por médicos bizantinos que por árabes. Su sucesor del siglo XIII, Rolando de Parma, mostró una destreza particular con las heridas de la cabeza y las trepanaciones. Son, en su mayor parte, cirujanos de heridas, y siguiendo a Galeno, recomiendan la supuración utilizando pomadas grasas.

Ya en el siglo XIII, en el norte de Italia, y, sobre todo en el XIV, se rechaza este tratamiento por innecesario y perjudicial, recomendando la limpieza de la herida y su unión mediante puntos.

Aunque la cirugía se limitaba principalmente a las heridas y fracturas, se reconoció la necesidad de tratamiento quirúrgico para otras dolencias, como las piedras y cesáreas, que ya se empleaban desde tiempos antiguos. A mediados del siglo XII, Gilberto Anglico reconoció la importancia del tratamiento quirúrgico del cáncer. A principios del siglo XIV, Mondeville describió la curación de heridas de los intestinos, e insistió en la necesidad de ligar las arterias en casos de amputación.

La Odontología también cosechó avances durante la Edad Media. Ya los médicos bizantinos y árabes habían descrito la caries, y sabían tratar y rellenar los dientes enfermos. También realizaban extracciones. Durante la Edad Media se describieron nuevos instrumentos para la extracción, polvos para la limpieza, y métodos para la sustitución de piezas perdidas por piezas de huesos de buey, o por dientes humanos atados a los sanos por alambres de oro.

La actividad de la Cirugía en la última parte de la Edad Media concentró su atención sobre la anatomía. Al prohibir la Iglesia durante muchos años derramar sangre, y, por tanto, practicar cirugía, dicha rama nunca fue reconocida como materia de estudio en las facultades de Medicina. Los estudiantes tenían que conseguir su conocimiento de cirugía y anatomía trabajando con un cirujano práctico. Sólo en Italia fue practicada la cirugía en las Universidades. En el resto de países, la cirugía fue relegada a una actividad artesanal de barberos itinerantes.

Los hospitales en la Edad Media se constituyeron como las instituciones que en mayor medida ayudaron a cuidar enfermos, e incluso, a obtener conocimientos médicos a partir de los casos médicos y quirúrgicos.

Al emperador Constantino se le atribuye el primer hospital, de tipo caritativo para socorro de los pobres y tratamiento de los enfermos. Estos hospitales bizantinos fueron copiados por los árabes.

En Occidente los monasterios tenían enfermerías y asilos, y se fundaron hospitales por órdenes especializadas de hospitalarios, como la Orden de San Juan de Jerusalén y los Hermanos del Espíritu Santo. Experimentaron un gran empuje con las Cruzadas y demás expediciones.

Un rasgo notable de algunos hospitales medievales era el que se hicieran algunos intentos para comprender y cuidar enfermos mentales. Los trastornos mentales eran atribuidos a tres tipos de causas: físicas, como la rabia; mentales, como la afasia; y espirituales, como la posesión diabólica.

Tomada en conjunto, la medicina medieval es un producto notable de esa inteligencia empírica manifestada generalmente en la tecnología occidental de la Edad Media. El saber y el tratamiento médico dieron al hombre occidental una capacidad para mejorar sus condiciones de vida que no se había alcanzado por ninguna de las sociedades anteriores.

En esta capacidad de invención subyace la motivación de una necesidad física y económica. La necesidad sólo puede ser motivación cuando es reconocida y en este punto cobra una importancia determinante la tradición activista de la Teología occidental. Al afirmar la Teología occidental la infinita dignidad y la responsabilidad de cada persona, esta Teología dio valor al cuidado del alma inmortal, al socorro caritativo del sufrimiento, dignidad al trabajo y un motivo para la invención.

3. VICENTE DE BEAUVAIS Y EL SPECULUM MAIUS

3.1. Aspectos biográficos Error: Reference source not found

3.2. Bibliografía Error: Reference source not found

3.2.1. Escritos teológicos Error: Reference source not found

3.2.2. Escritos cortesanos Error: Reference source not found

3.2.3. Obras apócrifas Error: Reference source not found

3.2.4. Escritos enciclopédicos Error: Reference source not found

3.3. El Speculum maius Error: Reference source not found

3.3.1. El origen, redacción y estructura Error: Reference source not found

3.3.2. Speculum naturale Error: Reference source not found

3.3.3. Speculum doctrinale Error: Reference source not found

3.3.4. Speculum historiale Error: Reference source not found

3.3.5. Speculum morale Error: Reference source not found

3.3.6. Fuentes de Vicente de Beauvais. Error: Reference source not found




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