Dolcey Romero Jaramillo
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Para los afrodescendientes en general San Benito
de Palermo reviste la im-
portancia de ser el primer afro a quien miles de personas negras esclavizadas
y libres lo acogieron como su protector, a partir de la identidad étnica y racial
que se estableció entre ellos y el santo. Con San Benito de Palermo la santidad
se pintó por primera vez de un color diferente al blanco.
Para los afrocolombianos en particular, su importancia además de
las ante-
riores consideraciones radica en que es el único afrodescendiente que funge
como santo patrono, en medio de por lo menos 1.500 santos patronos asig-
nados a los municipios colombianos, sin contar a los corregimientos. Esta
desproporción abismal reproduce la matriz histórica de la exclusión y la in-
visibilidad de lo negro, así sea en el ámbito espiritual. De allí se desprende
la necesidad de
rescatarlo del anonimato, visibilizarlo y darle la verdadera
dimensión histórica que se merece, como héroe religioso, que a pesar de la
adversidad a la que fue sometido por su negritud, logró ingresar, impulsado
por
la fuerza de los pueblos, a un mundo celestial diseñado y reservado exclu-
sivamente para los blancos.
Hasta donde llega nuestra información, a San Benito de Palermo solo se le
rinde culto y devoción en tres lugares de la geografía nacional: Guayabal en
el Chocó, Girón en Santander y Repelón en el Caribe colombiano. De allí la
importancia de este último municipio.
Frente a lo incómodo que resulta tener un santo patrono negro y a la imposi-
bilidad de borrarlo totalmente de la memoria, la única opción que quedó fue
la del blanqueamiento, fenómeno que se evidenció
inicialmente con el aclara-
miento del color de su piel en las imágenes modernas o las que son sometidas
a restauración, como sucedió en Sevilla en 1961, incluso con el beneplácito
de su congregación. Tanto en México como en Repelón y Venezuela existe la
creencia de que San Benito era blanco, solo que una mujer le insinuaba pecado
carnal, y entonces para que esto no sucediera, Dios lo convirtió en negro y con
San Benito de las Palomas: Huella Afrodiaspórica e Identitaria en el Caribe Colombiano
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esta conversión la mujer desistió de su seducción
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. Aquí es clara la relación
del color
negro con el castigo, la fealdad y la maldad. Una de las oraciones
con que se le rinde tributo y devoción en México y que apuntala la anterior
creencia, dice:
Que bien te vengaste de la naturaleza por el poco favor que te hizo
en el color de tu rostro; te negastes enteramente a sus inclinaciones y
apetitos y dejando burlado sus conatos, supiste hermosear tu alma con
bellezas mejores de la gracia.
De acuerdo con esto, una forma de vengarse contra el color negro de su piel
es no pecar, lo que implica que el pecado es negro y la virtud de no pecar es
blanca. Sobre su imagen negra se crearon muchos mitos como el que era un
blanco, nacido de una reina blanca y de un esclavo negro, y que se convirtió en
negro
en la edad adulta
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. Entre la información recogida sobre la vida de San
Benito en el pueblo de Bobures, en Venezuela, aparece entre otras la siguiente
versión que no coincidencialmente se sitúa en la misma línea de Repelón y
México, alguien las echó a andar y a circular en los lugares donde se le rendía
culto y devoción.
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