Dolcey Romero Jaramillo
24
permitía explicar las Sagradas Escrituras y los problemas teológicos sin haber
aprendido nunca a leer ni a escribir
24
. Realizó numerosas curaciones, y cuando
salía del convento la gente lo rodeaba para besarle la mano, tocarle el hábito o
encomendarse a sus oraciones. De acuerdo con la tradición, en 1589 enfermó
gravemente y por revelación conoció el día y la hora de su muerte que ocurrió
el 4 de abril de ese mismo año*.
A los cuatro meses de su muerte comenzaron a llegar peregrinaciones de Ita-
lia, Portugal y España a su tumba. Inicialmente su devoción se extendió por
Europa y luego por América, desde Nueva España, hasta
las lejanas tierras
del Río de la Plata. En todos estos territorios se organizaron cofradías y rápi-
damente se convirtió en el santo más popular entre las comunidades negras
25
.
A partir de este momento, y no obstante de que su canonización se efectuó
218 años después de su muerte, el culto a San Benito se difundió ampliamen-
te convirtiéndose tempranamente en protector de
los pueblos negros de tres
continentes. Fue canonizado por Pío VII el 24 de mayo de 1807. Benito era
venerado como un santo, cuando canónicamente faltaban 125 años para su
beatificación y 188 para su canonización
26
. Las irregularidades encontradas
durante todo su proceso de santificación están ligadas a la negritud de su piel
y explica lo lento y demorado de su beatificación realizada solo en 1743
27
. Ac-
tualmente se le rinde culto en varios países
de Europa, América y África como
es el caso de España, Portugal, Italia, México, Venezuela, Bolivia, Colombia,
24. MARTÍNEZ GARNICA, Armando.
Op. cit.
, p. 7.
*
Venerado a su deceso por la población blanca de Palermo, su culto logra adquirir una Madre Patria, ya
que la Corona siciliana estaba unida a la española. Después
de Madrid, Lisboa y de las Islas Canarias
llegó a la América del sur por medio de los afrodescendientes y actualmente también por los blancos.
A comienzos del siglo XVIII, una coalición congregada alrededor de Felipe III, gente de la iglesia,
gobierno, colonos y la poderosa congregación franciscana permitieron rendirle culto y
su representa-
ción en estatuas, pinturas, imágenes de piedad y relicarios en el Atlántico Negro. Al respecto véase a
MORABITO, Vittorio,
Op. cit.
, p. 42.
25. TRIANA y ANTORVEZA.
Léxico documentado para la historia del negro en América
. Bogotá: Ins-
tituto Caro y Cuervo, 2002, Tomo III, p. 221.
26.
Ibíd.
, p. 222.
27. MORABITO. San Benito el moro de Palermo.
Op. cit.
, p. 258.
San Benito de las Palomas: Huella Afrodiaspórica e Identitaria en el Caribe Colombiano
25
Perú, Brasil, Chile y Angola, entre otros. En la mayoría de estos lugares se
levantaban capillas, se organizaban cofradías, se celebraban fiestas solemnes
con panegíricos y hasta “se montaban piezas teatrales para
endulzar la gloria
de su nombre y para estimular a los fieles a la imitación de sus virtudes”
28
. Las
primeras reliquias del santo negro empiezan a llegar a varias ciudades y loca-
lidades de España, a partir de 1606. Es interesante por ejemplo como en 1619,
Felipe III asiste a una lúcida procesión en honor al Santo Negro en Lisboa con
lindos estandartes con la imagen de San Benito
29
.
Del África, concretamente de Angola producto de la diáspora, llegó el culto
de San Benito a Cartagena y posteriormente al sitio que llevó su
nombre hasta
que desapareció por las inundaciones del Canal del Dique. Por tales circuns-
tancias que hubo de enfrentar esta población que llevó su nombre desde me-
diados del siglo XVII, sus habitantes finalmente se vieron en la necesidad de
trasladarse a otro lugar. Como consecuencia de este traslado surge Repelón.
Allí, al igual que en San Benito (el pueblo), el Santo Negro se erigió en patro-
no hasta que fue sustituido por San Antonio.
Con la santificación de San Benito en 1807, por primera vez una persona
negra asciende a los altares católicos. Después de varios siglos la Iglesia Ca-
tólica incorporaba en las filas de sus santos a un hombre negro. Con él, el
mundo afrocatólico tuvo la oportunidad de verse representado en alguien que
compartía las mismas características raciales de sus habitantes. En San Benito
(el pueblo) y luego en Repelón, el santo patrono fue y es un corracial.
Es pertinente aclarar que el acceso de San Benito a los altares no transitó por
un camino fácil, por
el contrario, para ello se le colocaron una serie de obs-
táculos que se materializaron en la duración del proceso de beatificación y
28. TRIANA.
Do'stlaringiz bilan baham: