San Benito de las Palomas: Huella Afrodiaspórica e Identitaria en el Caribe Colombiano
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carecían de pasto espiritual y de la subordinación al cura y a la jus-
ticia, y así vivían tan licenciosamente que no había exceso que no co-
metieran, sin poderlos contener, pues abrigados de los mismos montes,
bosques y selvas, con la única senda que dejaban para la entrada a sus
pajizas habitaciones, se escondían al menor ruido que escuchaban por
el ladrido de los perros
55
.
En 1690, Baltazar de la Fuente, cura de San Nicolás en Barranquilla, después
de recorrer gran parte del actual departamento del Atlántico produce un infor-
me en el que afirma que:
el área estaba poblada de diversas gentes, que viven por aquellos mon-
tes divididos los unos de los otros, sin gobierno político ni eclesiástico,
ignorantes de los misterios de nuestra Santa Fe y doctrina cristiana,
originado de hallarse retirados de las poblaciones donde hay justicia y
párrocos, y por esto imposibilitados de que los curas los enseñen ni les
administren los Santos sacramentos
56
.
A estos espacios afrodiaspóricos del sur del Atlántico llegaron, producto del
desplazamiento o la dispersión forzada o “voluntaria”, cimarrones y arroche-
lados que huían del control de las autoridades coloniales, con estas migracio-
nes apareció también desde Cartagena, producto de la Diáspora Afrocolom-
biana, el culto y la devoción a San Benito.
Entre las primeras órdenes religiosas que hicieron presencia
en Cartagena con
el propósito de evangelizar tenemos a los franciscanos, a la cual perteneció
San Benito. Fueron sus hermanos de congregación los que introdujeron el
culto y la devoción del Santo Negro como herramienta para adoctrinar a los
pueblos negros de la Nueva Granada.
55. COLMENARES, Germán.
Relaciones e informes de los gobernadores de la Nueva Granada
. Bogotá:
Banco de la República. 1989. Tomo 1, p. 50.
56. HERRERA ÁNGEL.
Op. cit.
, p. 209.
Dolcey Romero Jaramillo
40
La introducción del culto a San Benito en América se inició tempranamente
por México, allí desde 1524 ya había presencia de los franciscanos que jun-
to con los jesuitas se disponían a captar el mayor número
de almas para el
catolicismo, a través de una agresiva y bien calculada campaña misionera y
evangelizadora
57
.
Hasta el momento la única referencia que tenemos de la presencia del culto
y la devoción de San Benito en otro lugar del Caribe colombiano diferente a
San Benito de las Palomas (el pueblo) y en Repelón, es la que narra Joaquín
Posada Gutiérrez
58
. Según él, los esclavizados cartageneros a comienzos del
siglo XIX, después de haber disfrutado el carnaval, previa licencia de los ca-
bildos, regresaban a las 6 de la mañana del miércoles de ceniza a oír misa en
San Diego en el altar de San Benito el Negro.
Esto es un indicador de la devoción de los esclavizados y su relación con San
Benito en Cartagena, además, a manera de hipótesis colegimos que fueron
estos sectores los que desplazaron el culto hacia el espacio afrodiaspórico
del sur del departamento del Atlántico, a partir de
la segunda mitad del siglo
XVII.
La presencia afrodiaspórica en este territorio, no solo se puede evidenciar con
el culto y la devoción a San Benito, sino también en las expresiones cultu-
rales y dancísticas, entre las que se destaca el llamado Son de Negros que
actualmente pervive en todos los pueblos ubicados a lado y lado del Canal del
Dique, como huella de africanía de un pasado compartido que se estructuró
en la resistencia a la esclavización. Además de las
expresiones culturales la
evidencia del marcador racial y étnico afrodescendiente en esta amplia zona
es innegable. El abordaje de la historia de Repelón, actual escenario del culto
57. MORABITO.
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