Tunguska Notas generales


(NN005: hasta aquí lo que se cambió de lugar)



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Sana26.06.2017
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(NN005: hasta aquí lo que se cambió de lugar)

El viejo subió con dificultad el promontorio y llegó, finalmente, después de una serie de paradas para descansar, hasta el borde de la roca de Orongo. Se acomodó, entonces, en el lugar de siempre, con una vista privilegiada, de frente al islote de Motu Nui.

Sus ojos, azotados por la fría brisa marina de invierno, se cerraron por un instante mientras inspiraba profundamente el aire salobre. Otra ráfaga de viento frío hizo que su cuerpo se estremeciera. ¿Sería el aire frío o una fiebre incipiente que invadía su viejo cuerpo? Se sentía afiebrado. Se palpó la frente con su mano izquierda; realmente tenía fiebre. (N004: me parece que la fiebre no corresponde como síntoma de un ataque cardíaco. Lo dejaría en malestar general y cansancio.)

El Sol ya se iba a poner. A pesar del malestar que comenzaba a sentir, reacomodó su cuerpo donde se encontraba, procurando una posición más cómoda para sus huesos.

La visibilidad era buena, el cielo tenía pocas nubes. Mirando hacia abajo, estuvo apreciando las olas que azotaban la escarpada playa rocosa. El movimiento del agua tenía un efecto hipnótico sobre él, dejándolo tranquilo y relajado.

Se dejó llevar por la cadencia del ruido. Su mente comenzó a divagar por el pasado. Extrañamente, los recuerdos de su infancia venían cada vez más nítidos y, en ese momento, la imagen de los hombres del navío estaba muy clara en su mente.

Se acordó que, en esa época, tendría unos doce años. Él había huido y se había escondido entre las rocas, permaneciendo fuera de la vista de los extraños por muchos días, lo que lo dejó a salvo del viaje. Todavía escondido vio partir el barco, donde iban, como supo después, sus padres y hermanos, hasta el rey y su hijo, junto con todos los sacerdotes. Los pocos miembros de su pueblo que quedaron en la isla estaban confundidos y desorientados. Ningún líder había quedado. Él mismo deambuló en procura de algún pariente o amigo, mas ninguno de ellos estaba ya en la isla. Una profunda melancolía lo dominó, haciéndolo perder el interés por el mundo que lo rodeaba. (N005: falta ubicar los hechos en el tiempo)

Tiempo después –esos recuerdos permanecían oscuros– un hombre extraño, pero muy bondadoso, un misionero, lo adoptó con la intención de enseñarle la palabra de Dios, de un único Dios. El hombre le dio ropa y comida por un tiempo. También le enseñó a hablar su lengua y a hacer algunas operaciones matemáticas simples. Después de casi dos años, los misioneros partieron. Y en ausencia de su protector, volvió a su vida solitaria y asocial.

Pasaron otros 17 años hasta el día en que llegó una nave con 15 de los habitantes de la isla que habían sido llevados. Pero, en vez de alegría, ellos trajeron la tristeza y la muerte. El pueblo enfermó y, en las semanas siguientes, se sucedieron las muertes, quedando apenas ciento once personas. (N006: habría que explicar por qué y cómo volvieron)

El fuerte estruendo de una ola que reventaba lo despertó de sus recuerdos. El Sol había desaparecido en el horizonte y una penumbra invadía la región; las primeras estrellas ya aparecían en el cielo. El viejo le sonrió al horizonte. Había sobrevivido a todos los azares que su pueblo había sufrido en los últimos sesenta años. Ellos lo llamaban Tangata Ivi Atua (hombre profeta), y también, como el hombre más viejo de la isla, sus palabras eran oídas con respeto y admiración. Veinte años atrás, con la llegada de un barco proveniente de un lugar llamado Chile, él profetizó que bajo la protección de esos nuevos hombres, la vida en la isla se desenvolvería mejor y en paz. Una paz –esperaba él– que fuese duradera. (N007: me parece mal la referencia a Chile como los salvadores.)


El viejo despertó lentamente, sintiendo los acostumbrados dolores en el cuerpo causados por la mala postura en que se había adormecido. Había perdido la noción del tiempo; estaba oscuro y la bóveda celeste estaba plena de estrellas titilantes.

Todavía en la posición en que se encontraba –sentado– trató con dificultad de estirar sus miembros, que comenzaban a dolerle acalambrados, además de sentir un fuerte hormigueo. Trató de erguirse, pero sus fuerzas fallaron.


Poco tiempo después, ya recuperado, consiguió levantarse apoyado a una roca que tenía a su lado. Volvió entonces los ojos hacia el cielo estrellado. La vista, que siempre lo fascinaba, desde pequeño, era deslumbrante y causaba un efecto hipnótico sobre su ser, dándole una sensación de grandeza. (N015: ya se dijo que el ruido de las olas lo hipnotizaba, ¿también el cielo estrellado?)

Mientras vagaba con la vista por el cielo, algo lo hizo detenerse. Fijó los ojos en el punto donde pensó haber visto algo diferente. No se equivocaba, algo nuevo estaba ocurriendo en el cielo, una estrella se movía de manera muy distinta a las que él normalmente veía caer.

Continuó observando hasta que su brillo se hundió en el mar. Mirando en la dirección donde la estrella desapareciera, algo en su interior decía que algo extraordinario iba a acontecer. (N016: está confuso: caen dos objetos, pero se ha nombrado uno solo. Habría que explicar mejor, también, que un o cae al mar y el otro pasa por el cielo hacia Tunguska.)

Momentos después, por el borde de los ojos, notó algo que aparecía en el horizonte. El brillo era débil, más podía notar que lo que quiera que fuese, se aproximaba hacia donde él se encontraba.

Una intensa emoción invadió su corazón. La cosa estaba allí, desplazándose frente a él y dirigiéndose a su lado izquierdo, muy cerca del nivel del mar. Irguió su cuerpo con gran agilidad, impulsado por la emoción del momento. Quedando bien de pie vio desaparecer un objeto por detrás de las rocas de un promontorio. ¿Sería una señal del dios único, o de los dioses de sus ancestros? ¡Un mensaje venía de los cielos para que él lo interpretara! Sentía su pecho explotar y una falta de aire sumada a un intenso dolor en los brazos lo hizo sentarse, apoyando su cuerpo junto a una roca. (N017: ¿la idea es que el segundo objeto es el cuerpo que cayó en Tunguska? No queda claro.)

(NN006: hay que destacar que el secreto murió con él)
(NN07: lo que sigue lo vamos a sacar)

A la mañana siguiente, casi a medio día, los tres niños llegaron hasta Orongo. Se sorprendieron al ver un hombre recostado en la parte más alta del lugar. Se aproximaron cuidadosamente, tratando de no hacer ruido. El hombre parecía adormecido.

El mayor de ellos se aproximó y tocó el cuerpo del sujeto, que cayó de lado, asustándolos. Los niños saltaron rápidamente para atrás. Uno de ellos lo reconoció y gritó: “¡Es el Tangata Ivi Atua!” El mayor de ellos se aproximó al cuerpo, hablándole bajito.

Envalentonados, los otros dos niños caminaron en torno al hombre. No había duda, estaba muerto. Ante esa certeza, volvieron corriendo hasta el pueblo mientras gritaban que el hombre-profeta había muerto. (N018: sacaría esta última parte para hacer más íntima la muerte del viejo. Además recalcaría que el secreto de la caída del objeto quedaba asegurado con su muerte.)



(NN008: hasta aquí vamos a sacar)

(NN009: esto estaba casi al final. Ahora queda aquí.)

Tunguska, Siberia central, 30 de junio de 1908, 6:00 de la mañana. Pequeño campamento nómada a setenta kilómetros al sudeste de Strelka-Cunja.
Aleksei Dronov se había levantado hacía una hora. (N421: ¿es seguro que en estos pueblos nómades tenían apellidos?) El día comenzaba a clarear, pues en esa latitud, en el verano, el Sol sale temprano. A él le agradaba mucho el verano debido al largo periodo de luz, que le permitía desarrollar tranquilamente sus tareas con su manada de renos y explorar la región noroeste hacia Strelka-Cunja. (N422: ¿de verdad tenían manadas de renos y no de vacas, por ejemplo?) En ese momento, se encontraba solo en su pequeño campamento. Sus dos compañeros de viaje, dos jóvenes tungueses aprendices de cazadores, se habían aventurado al oeste para intentar una buena caza para las comidas del día.
Campamento nómada, quince kilómetros al norte del monte Shakharma. Siberia central, 7:00 de la mañana.
Vasiliy Dzhenkoul y su clan familiar dejaban atrás su campamento. Su hijo mayor, Iván, permanecía en él. Estaba, en ese momento, muy atareado cuidando aproximadamente 700 renos. Vasiliy notó que, según sus cálculos, faltaban cuarenta y cinco renos y había convocado a toda la familia para recuperar los renos faltantes que, por alguna razón, habían conseguido huir.

Vasiliy y su grupo llegaron a la orilla de una depresión del terreno. Él miró para atrás hacia el campamento y se sintió incómodo. Vio a lo lejos a Iván viniendo hacia él. Hizo algunos comentarios a sus familiares sobre responsabilidad y obediencia y criticó la actitud de Iván. Decidió proseguir y no esperar por él, dejando a un sobrino a la espera del hijo. Descendieron por la depresión perdiendo de vista el campamento.


Villorrio de Vanavara, setecientos cincuenta kilómetros al noreste del lago Baykal, Siberia central.
Eran las 7:15 hrs. de la mañana. (N423: siempre pones la hora en el subtítulo, no en el texto.) Serguei Semionov salió de su casa y vio a su vecino, Mikail Koseilopov, arreglando una de las ventanas de su casa. Lo saludó a la distancia, recibiendo como respuesta un saludo que más parecía un rezongo. “Mikail tiene problemas con la ventana”, pensó él, riéndose para sí mismo. Aspiró varias veces el aire del verano de la tundra siberiana. Se desperezó y amagó volver a casa, pero se detuvo a mirar el cielo. Estaba prácticamente sin nubes. Giró hacia el sudeste, siempre mirando hacia arriba, cuando súbitamente se alarmó al ver una enorme bola de fuego que cubría gran parte del cielo en esa dirección. No consiguió articular palabra, debido a la sorpresa del momento. Quedó paralizado por el terror. Cuando bajó su mirada hacia la casa de Mikail, lo vio saltando de donde había estado, cubriendo sus orejas con las manos y gritando de dolor. Notó, entonces, que su ropa estaba tan caliente que parecía estar ardiendo. El dolor producido por el intenso y súbito calor hizo que él se contorsionase, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. Miró hacia el tejado de su casa con miedo de que estuviese en llamas, pero afortunadamente no lo estaba.

En ese instante Mikail llegó a su lado, aterrado.

 ¿Viste? ¿Viste?

 ¿Cómo podría no haber visto? respondió Serguei, levantándose del suelo.

Repentinamente, ambos escucharon una violenta explosión y fueron, segundos después, derribados y expelidos a una distancia de aproximadamente tres metros. (N424: Serguei ya se había caído, no podía ser derribado por la onda expansiva.)

Recuperándose, todavía aturdidos, fueron sorprendidos por un temblor de tierra que sacudió todas las casas del villorrio. El temblor quebró algunos vidrios de las casas, derrumbando también algunos árboles y algunas puertas. (N425: queda raro lo de las puertas.)


(N426: aquí pasamos a otra parte sin subtítulo.)

Iván Dzhenkoul vio a su primo Pulik esperando por él. Le hizo una señal, pero Pulik no respondió. Estaba quieto, mirando aterrorizado, pero no hacia él, sino hacia alguna otra cosa detrás de él. Iván se detuvo y giró su cuerpo hacia donde Pulik miraba. Lo que vio no fue asimilado inmediatamente por su cerebro. Segundos después el terror lo invadió. Una especie de monstruosa bola de fuego venía hacia ellos desde el cielo. La bola crecía vertiginosamente en tamaño y ya ocupaba casi todo el cielo.

Sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y corrió desesperadamente hacia Pulik, tomándolo con su fuerte brazo derecho sin detener su carrera y sin mirar para atrás. Iván llegó en segundos hasta el borde de la depresión, perdiendo allí el equilibrio y cayendo con su primo en los brazos, rodando tan rápido como permitía el declive. Mientras rodaban fueron sorprendidos por una violenta explosión que hizo estremecer el aire y la tierra, dejó rojo el cielo y una intensa ola de calor cubrió toda la extensa depresión.

Media hora después, todo el clan Dzhenkoul miraba lo poco o nada que quedaba del campamento. Todos los renos y las crías estaban incinerados, así como las tiendas y los alimentos. Una mirada de consternación y temor marcaba sus rostros. (N427: falta explicar por qué Iván dejó el campamento. Se echa de menos esa aclaración. Se nota que no sabía nada de esperanza, es el primo el que lo ve primero.)


(N428: otro cambio de escenario sin subtítulo)

Aleksei Dronov se encontraba un poco alejado de su pequeño campamento. A través de un pequeño claro podía divisar su manada de renos y las dos tiendas. Tenía muchos deseos de orinar. Desamarró su ropa interior para poder hacerlo libremente. Su rostro contraído hizo una mueca de alivio mientras orinaba. Jugaba con el chorrito de orina cuando percibió que todo se iluminaba vertiginosamente con una coloración rojiza. Instantáneamente contuvo la orina y miró hacia el cielo, que estaba casi totalmente cubierto por una inmensa cosa roja. A continuación vino una explosión, que lo lanzó a una distancia de veinte metros, dejándolo inconsciente.

Dos días después, Aleksei, volviendo de su inconciencia, supo de las malas noticias. Perdió todo, todo se había quemado. Sus dos compañeros de viaje tenían quemaduras en el rostro y el cuerpo, así como él también. Toda su manada de renos había sido carbonizada. El temor los envolvía a los tres.

(N429: queda raro que no muera ninguno de los espectadores).


Línea férrea transiberiana. Trecho entre Tajset y Kansk. 7:20 hrs. AM
A Yuri Kolesnikov le gustaba mucho el paisaje de la región, sobre todo en el verano. Ya conocía de memoria todo el trayecto, por lo tanto, mientras conducía distraídamente la locomotora, iba, por diversión, comprobando cuanto conocía del lugar: la distribución de los árboles, las agrupaciones de bosques, los promontorios y depresiones, sin dejar fuera los ríos y los afluentes que la línea Transiberiana cruzaba.

Su tranquila entretención fue perturbada por un fuerte temblor que se apoderó del tren. Todo estaba temblando, la locomotora y los vagones. Detuvo inmediatamente el tren por temor a un descarrilamiento.

Todos los ocupantes, Kolesnikov incluido, descendieron asustados, mientras el tren todavía temblaba. Algunos segundos después dejó de temblar y ellos fueron sorprendidos por una misteriosa lluvia negra. Parecía una mezcla de polvo y cenizas. Las expresiones en los rostros de todos reflejaban incomprensión y temor.

(NN010: vamos a sacar el número y el nombre y reemplazarlo por Primera Parte)

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