Capítulo 56: Los diferentes tipos de truenos
Diógenes afirma457 que algunos truenos se producen por la acción del fuego y otros por la del viento: el fuego anuncia y precede los truenos que produce, mientras que el viento es el causante de aquellos que retumban sin brillar. Acepto que cada uno de ellos pueda actuar sin el otro, mas no parece que sus poderes sean particularmente diferentes, cuando uno de ellos puede desempeñar el papel del otro ¿Alguien podrá negar que el viento pueda crear fuego, si puede —siempre y cuando su velocidad sea suficientemente alta— producir sonido? ¿Y quién no aceptará también que el fuego puede ser que algunas veces penetre en las nubes y luego no las pueda abandonar si se ve encerrado por una gran masa de nubes, por más que haya podido destrozar unas pocas? En ese caso, el fuego se convertirá en aire y perderá su resplandor, mientras que el aire se convertirá en fuego cuando se enciendan las nubes que ha atravesado. Además, puesto que un rayo hiende el aire con enorme fuerza, es necesario que un rayo vaya precedido por una corriente de aire que él mismo desplaza y que asimismo arrastre otra corriente a sus espaldas: todo objeto, antes de ser alcanzado por un rayo, se estremece debido a este viento que el fuego ha enviado por delante.
Algunos estudiosos han clasificado así a los truenos: el primer tipo es aquel que emite un ruido grave y que precede a los terremotos, ya que viene causado por el bramido del viento que se halla encerrado en ese momento: puesto que las nubes han aprisionado al viento en su interior, este no puede hacer otra cosa más que dar vueltas por su interior cóncavo y al hacerlo produce un ruido, ronco, monótono y persistente, similar a un mugido. El otro tipo de trueno es agudo y penetrante, parecido al ruido que se oye cuando explotan una bolsa sobre nuestra cabeza: estos truenos suceden cuando una nube se rompe y deja salir el viento que la presionaba desde dentro. En verdad, sería más acertado decir que el estrépito que producen es repentino y fuerte, cuya acción es capaz de tumbar y matar a los hombres; algunos, cuya mente ha sufrido el impacto de ese sonido procedente del cielo, se pueden llegar a quedarse atontados o pasmados. La explicación de por qué suceden es la siguiente: el aire se queda encerrado en el interior de la nube y su propio movimiento lo va enrareciendo hasta expandirse por todo su interior458, y luego, cuando intenta buscar para sí un lugar más amplio del que tiene, produce ruido.
Capítulo 57: No cualquier colisión produce un trueno
Aclara con un ejemplo cómo se produce el ruido de un trueno De la misma manera que, por ejemplo, se chocan las dos manos para aplaudir, unas nubes que chocasen entre sí podrían producir un gran ruido, porque serían dos grandes cuerpos los que colisionarían. Objeción Frente a esta teoría, quizá argumentes que es fácil ver cómo las nubes chocan contra las montañas y que, sin embargo, tal choque no produce ningún sonido. Respuesta En primer lugar, cabe señalar que las nubes no siempre suenan cuando chocan, sino tan solo bajo unas condiciones determinadas y adecuadas. Un ejemplo: por más que entrechoques las manos entre sí del revés, no conseguirás aplaudir, sino que tendrás que chocar ambas palmas. También es importante si ambas se golpean huecas o, al contrario, planas y estiradas. Además, las nubes no tienen que ir sencillamente en movimiento459, sino que es necesario que las empuje una tormenta de gran fuerza y, por otro lado, una montaña no rompe la nube, sino que la dispersa y separa sus extremos.
Por otro lado, tampoco una bolsa suena siempre que deja escapar el aire, porque, por ejemplo, si la cortas con una espada, el aire escapa sin hacer ruido; para que suene, es necesario reventarla, no cortarla. Con las nubes pasa algo parecido: a no ser que haya un choque violento, no resuenan. Y ten también en cuenta que las nubes, cuando colisionan contra un monte, no se rompen sino que lo rodean; si tenían algo de aire dentro, en vez de salir de golpe se escapa por tantos lugares que no produce ruido. Las nubes requieren de una gran fuerza para reventar En cambio, cuando un gran golpe fragmenta al mismo tiempo toda la nube, [col268] entonces es necesario que sí emita algún ruido, el cual se oye cuando truena. Además, el aire es, por su naturaleza, especialmente adecuado para transmitir ruido, porque cualquier sonido no es más que aire golpeado.
En conclusión, ambas nubes deben estar hinchadas y huecas en el momento de chocar. De la misma manera, los objetos460 más sonoros suelen estar vacíos antes que llenos, hinchados antes que desinflados: así suenan los tambores y los platillos, porque empujan al aire que se resiste contra las paredes más alejadas; si no fueran huecos, ninguno de los dos sonaría.
Capítulo 58: A veces parece que se den truenos sin nube alguna
Algunos estudiosos —entre ellos, Asclepiodoro— consideran que el encuentro entre algunos cuerpos puede generar rayos y truenos. Desde luego, el Etna alguna vez se ha llenado de fuego y ha expulsado a la atmósfera una desmesurada cantidad de ardiente arena que oscureció el día: ese polvo llegó a oscurecer el Sol y ante la repentina noche que sobrevino cundió el pánico. Afirman también que entonces hubo un gran número de truenos y relámpagos, que se produjeron por el encuentro de tantos cuerpos sólidos antes que de nubes, cuya presencia el calor reinante impedía. También está la historia del ejército que Cambises envió a[l oráculo de] Amón461, al que una avalancha de arena que provocó el Austro, como si fuera nieve, sepultó462. Truenos a causa de la fricción de la arena En ese caso también es plausible que los rayos y truenos se produjeran a causa de la propia fricción interna de la arena.
Estas observaciones no contradicen nuestra teoría: nosotros afirmamos que la tierra emana una serie de cuerpos de diversa naturaleza, secos unos y húmedos otros, y que estos están en constante movimiento por la atmósfera. Así pues, si se da el caso de que sucede un fenómeno como los anteriores, puede suceder que se forme una nube más tupida y densa de lo que el viento a solas podría haber tejido, que puede desgarrarse y generar sonidos; no obstante, es necesario que estos elementos, que, según he dicho, pueden abarrotar la atmósfera debido al humo o al fuego de algún incendio, conformen nubes antes de poder sonar: tanto los elementos húmedos como los secos pueden formarlas, porque una nube no es más que una densa concentración de aire.
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