Concepto de medio ambiente en la obra de vicente de beauvais



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Capítulo 26: Los vientos


Extracto del libro “La descripción del mundo”369: He aquí el origen de los vientos: ¿Qué es el viento? el viento es aire en movimiento y sacudido; no es otra cosa que una corriente de aire

Séneca, Preguntas sobre la Naturaleza, 2370: “El viento es un flujo de aire”, y algunos han añadido “hacia algún lugar”. Así esta definición parece más precisa, porque el aire nunca está tan quieto como para no tener ningún tipo de movimiento. De la misma manera, hablamos de un mar en calma cuando tan solo se mueve un poco y sin ninguna dirección concreta: por tanto, no demuestra entenderlo muy bien el que afirme que una ola es un movimiento del mar.

Así pues, podemos decir que el viento es un flujo de aire hacia alguna parte o un flujo de aire con fuerza o la fuerza del aire dirigiéndose hacia un sitio o incluso un movimiento de aire más brusco de lo normal. La brisa difiere del viento por su intensidad: el viento es una brisa fuerte o, por su parte, la brisa es un flujo de aire apacible.

La misma obra, libro 7371: ¿Acaso no te admira ver cómo los ríos, pese a no dejar de fluir nunca —y que algunos, de hecho, fluyen con un gran ímpetu—, siempre tienen disponible agua nueva? Y si eso te deja admirado, ¿entonces qué piensas de que los vientos, aunque agiten constantemente toda la atmósfera, nunca carezcan de fuerzas sino que puedan soplar y soplar sin parar durante días? Y eso que no discurren por un cauce determinado, como los ríos, sino que abarcan un ancho espacio del cielo con su vigor.

San Isidoro, libro 4372: El viento es aire en movimiento y sacudido, y recibe ese nombre por su vehemencia y violencia373. De hecho, tiene tanta fuerza que no solo puede arrancar de cuajo piedras y árboles, sino que incluso puede alterar la tierra y el cielo y agitar los mares.

Vitruvio, La arquitectura, lib. 1374: El viento es una ola de aire en movimiento cuya ondulación es incierta.

Extracto del libro sobre la naturaleza del mundo: El viento es un flujo de aire. Saber quién pone en movimiento al viento y dónde se crea es una buena pregunta. Algunos filósofos antiguos dan esta explicación: en la tierra hay un abismo de inmensa profundidad, cuyas fuentes podemos leer que llenó antaño el diluvio, y a su lado hay un terreno repleto de cuevas y cavernas bien anchas. Así pues, los vientos —que también reciben el nombre de “espíritu de tormentas”375— se conciben a partir de las corrientes de agua: el flujo de estas corrientes arrastra a las aguas del mar adentro del abismo a través de las anchas cuevas y gracias esta inundación de nuevo pueden presionar con mayor fuerza, que es lo que provoca los vientos y los terremotos.

Capítulo 27: Las diversas causas del viento


Yo creo que ningún mortal es capaz de conocer por entero las causas del viento; así lo afirman las Escrituras: “Dios saca los vientos de su cofre”376, es decir, según una glosa, a partir de unas causas desconocidas: tú sabes que soplan siguiendo las órdenes de Él, y notas que soplan, pero no sabes por qué o, mejor dicho, de qué cofre han surgido. Pero como muchos son los que, además de esto, han dado multitud de explicaciones —creencias y silogismos de filósofos—, haremos un breve resumen del tema.

Plinio, Investigaciones sobre la naturaleza, lib. 2: Los vientos, tanto si surgen por el movimiento incesante del mundo [col249] o por el contrario discurrir de las estrellas, como si es por obra aquel hálito vital de la naturaleza, que vaga de aquí para allá como si estuviera en un útero, ya se deba a que el aire recibe los golpes del impulso disonante de los planetas, ya sea a la proyección de muchos tipos de rayos —bien provenientes de las estrellas más cercanas, bien de las estrellas fijas en el cielo—, también tienen una ley natural que no nos es desconocida, si bien todavía no la entendemos.

Ejemplo empírico Vitruvio, en la misma obra citada377: El viento nace cuando el calor choca con el aire y, al partirlo, se produce la fuerza para que sople. Esto queda demostrado por lo que sucede en una matrazes decir, como en una botella—, recipientes de bronce que tienen un cuello muy estrecho: cuando se llenan de agua y se ponen al fuego, antes de calentarse, no surge ningún aire, pero cuando empieza a hervir, surge una violenta corriente de aire. Por tanto, podemos discernir y conocer a partir de este pequeño experimento las grandes y vastas leyes del cielo que rigen los vientos y la naturaleza.

Aristóteles, Los fenómenos celestes, lib. 3: Incluso en el vapor seco hay presente vapor húmedo, y viceversa, pero reciben estos nombres porque en cada uno de ellos es un tipo de vapor el que prima. Así pues, cuando el sol, que evidentemente gira siguiendo su órbita, se acerca a la Tierra, hace surgir vapor de la tierra, mas cuando se aleja, el vapor se vuelve a reunir con ella y se espesa y condensa en agua por causa del frío que domina las capas altas del aire. Por tanto, el vapor forma agua, es decir, lluvia, más en invierno que en verano, y más de noche que de día, claramente porque el sol está más alejado, pues muchas veces el calor natural del Sol y de la tierra secan el agua que desciende hacia el suelo, pues no solo es el Sol el único que reseca, sino que también la tierra lo hace, y con fuerza.

Así pues, son dos los vapores que surgen de la tierra, de los que uno es húmedo, que es el principio y la materia de la lluvia, y otro es seco, que es el principio y materia de los vientos. Mal encaminados iban aquellos que afirmaron que el viento es el movimiento de ese aire al extenderse: si fuera así, no se le conocería ni principio ni fin. Mas nosotros afirmamos que aquello a lo que nosotros llamamos viento no existe por el hecho de mover el aire sino porque tiene la capacidad de ser a partir de la materia que lo compone: no puede existir un viento que no provenga del movimiento del aire o del vapor ascendente de la tierra.

La teoría de Demócrito Séneca, en la obra antes citada, libro 2378: Demócrito afirma que, cuando unas pequeñas partículas —es decir, los átomos— se concentran en un pequeño espacio de la atmósfera que nos rodea, es necesario que choquen entre sí y se aprieten, empujen y desplacen, de donde nacerían los vientos, porque las partículas acaban por desplazarse hacia un lado a raíz de sus constantes choques. Sin embargo, cuando estos pequeños cuerpos vagan por un gran espacio de aire, su escasez evita que puedan chocar entre sí.



Que esta teoría es falsa se deduce por el hecho de que a veces apenas hay viento pese a que el cielo esté tan encapotado que no deja ver lo que hay en las proximidades, lo cual no puede suceder a no ser que en un pequeño lugar se hayan podido reunir muchas partículas379.

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