Often, the secular Jew doesn't know what things like shame or decency are.
In fact, he might be so far removed from any sense of shame
or decency that he would even dare to consider them a sort of mental disease (phobia) that needs to be
"cured"
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«Trust those who seek the truth, but doubt those who claim [with pride and arrogance] to have found it»
¿No dijo el Nazareno, “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”?
Los escritos cristianos, citan al; Nazareno (paz sea con el) diciendo lo siguiente: “Yo soy el camino, la
verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. Esta cita, que pretende demostrar la supremacía del
Galileo, en lo que atañe a la salvación de la Humanidad, es muy común entre la mayoría de nuestros amados
hermanos Cristianos. Y, aunque bien intencionada (pues intenta honrar la memoria y las enseñanzas de un
gran maestro del Samaritanismo), su interpretación es totalmente errada.
Es algo así como la apócrifa leyenda de lo que ocurrió en una isla de la Polinesia francesa, allá para finales
del siglo 19. Se cuenta que, un nativo de estas islas, oyó el rumor de que, cuando las noches eran muy
oscuras, a menudo aparecía en la playa de su isla, un extraño personaje. Una noche particularmente
tenebrosa, el osado nativo decidió investigar por cuenta propia la veracidad del relato. Habiendo llegado a la
playa, casi al filo de la de la media noche, encontró para su sorpresa a este extraño individuo, de pie sobre la
arena de la playa, justo donde rompían las olas.
Acercándose con cautela, el nativo le saludo diciendo: «¡Bienvenido extraño! ¿Podría decirme quien es
usted, y de donde viene?» Con un grave y majestuoso tono de voz, el extraño contestó diciendo: «Yo soy
Jesús, Hijo de David». Entonces el aborigen respondió con un: «Bienvenido, Jesús, Hijo de TAVID». A lo
cual el extraño contestó: «Jesús, hijo de David, con “de” de “Dinamarca”». Acto seguido, el extraño
desapareció en la oscuridad de la noche.
A la mañana siguiente, el aborigen reunió a toda su tribu. Una vez congregados, procedió a decirles: «¡El
extraño es real!»- ¿Como lo sabes?- Preguntaron los nativos; «¡Pues porque anoche hable personalmente con
el!»; ¿Como se llama?- «¡Se llama Jesús!»; ¿Quien es su padre?- «Su padre, es un tal “David”»; ¿Que vino a
hacer a esta isla?- «¡Vino ser nuestro Rey!»; ¿Como lo sabes?- «¡Pues porque me dijo que pertenecía a la
nobleza!»; ¿Estas seguro de eso? ¿Cuales fueron sus palabras exactas?- «¡Sin lugar a duda! Sus palabras
exactas fueron: “Yo soy Jesús, hijo de David, conde de Dinamarca”...».
Algo similar, ocurre cuando un creyente Cristiano afirma que no hay salvación para nadie que no acepte a
Jesús (paz sea con él) como su Rey, y no le considere ser la última y absoluta verdad. En Juan 14:6, se le
adscribe a Jesús haber dicho las siguientes palabras: «YO SOY el camino, y LA VERDAD, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí». Pero, estas palabras, deben ser interpretadas a la luz de las palabras que, 5
versos mas tarde, se le adscriben también a Jesús, cuando afirma lo siguiente: «De cierto, de cierto os digo:
El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre»-
Juan 14:12.
¿Cuantos seguidores de Jesús hay al presente en el mundo? ¿1.5 billones? ¿2.0 billones? ¿Cuantos de esos
billones caminan sobre el agua? ¿Cuantos multiplican panes y peces? ¿Cuantos convierten agua en vino?
¿Cuantos resucitan muertos de cuatro días? ¿Cuantos resucitan luego de haber sido crucificados?
¿Cuantos suben al cielo, en presencia de cientos de testigos? Obviamente, las palabras de Jesús, nunca
tuvieron la intención de ser entendidas de forma literal. De hecho, si insistiéramos en interpretarlas de forma
literal, nos veríamos forzados a concluir que la palabra de Dios es mentira, y no es digna de fiar, pues el
salmo 119:142 dice así: «Tu justicia es siempre justa, y TU TORAH (LEY) ES LA VERDAD». En otras
palabras, si Jesús es la verdad, y no la Ley de Dios, entonces el Salmo 119: 142 es mentira.
¡Pero esto no hace sentido, pues Jesús mismo dio testimonio de que, la Palabra de Dios, es verdad!, como
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está escrito: «Santifícalos en tu verdad; TU PALABRA ES VERDAD»- Juan 17:17. Concluimos pues que, si
Jesús creía que el Salmo 119:142 era verdad, entonces la única forma en que pudo haber emitido las palabras
que se le adscriben en Juan 14:6, es asumiendo que sus oyentes tendrían suficiente claridad de juicio como
para entender que, tanto estas palabras, como las palabras emitidas en el pasaje de Juan 14:12, no tenían un
sentido literal, pues de otro modo estarían “quebrantando” la Escritura; algo que Jesús había con anterioridad
declarado completamente inaceptable: «Jesús les respondió: ¿No está escrito en VUESTRA LEY: “Yo dije,
dioses sois”? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y LA ESCRITURA NO PUEDE
SER QUEBRANTADA), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque
dije: Hijo de Dios soy?» - (Salmo 82:6).
Note que, tal y como siempre ha enseñado la fe Hebrea, “la Ley” no solo son los cinco libros de Moisés, sino
que incluye los Salmos (y los profetas). Jesús dijo que, ESA LEY (QUE COMPRENDEN LOS LIBROS DE
MOISÉS, ASÍ COMO LOS PROFETAS, Y LOS SALMOS, O “ESCRITOS”) ES LA ESCRITURA QUE
NO PUEDE jamás SER QUEBRANTADA (anulada, descartada, contradicha). Es por esta razón que el
Samaritanismo Reformado promulga que, la verdadera religión, es renunciar a la maldad, y comenzar a vivir
haciendo el bien; es decir, guardando (obedeciendo) los mandamientos de la Ley Divina (de la Torah). ¿Por
que? Pues porque esto es lo que la Ley misma ordena, cuando dice: «El fin de todo el discurso oído es este:
TEME A DIOS, Y GUARDA SUS MANDAMIENTOS; PORQUE ESTO ES EL TODO DEL HOMBRE»-
Eclesiastés 12:13.
Note que, si la ley hubiera acabado con este último pasaje (es decir, si no se hubiese escrito nada más,
después de este pasaje en Eclesiastés) habría sido mas que suficiente, pues Salomón afirma que “esto es el
todo del hombre”; en otras palabras, fuera de temer a Dios, guardando los mandamientos, nada más
realmente importa. Es que la Ley no está sujeta a “caducar”; ni tampoco está sujeta a ser “quebrantada”, pues
es eterna. Como dice el salmista : «Guardaré TU LEY siempre, PARA SIEMPRE Y ETERNAMENTE»-
Salmo 119:44.
De esta verdad da testimonio el Nazareno, cuando se le adscribe haber dicho las siguientes palabras: «Porque
de cierto os digo que, HASTA QUE PASEN EL CIELO Y LA TIERRA, NI UNA JOTA NI UNA TILDE
PASARÁ DE LA LEY, hasta que todo se haya cumplido»- Mateo 5:18. ¿Han pasado el cielo y la tierra?
¿Todavía no? ¡Pues entonces hay que seguir cumpliendo cada jota y cada tilde de la Ley! (hay que obedecer
meticulosamente los diez mandamientos).
Finalmente, si bien Jesús (paz y bendición sean con él) es como la zarza (una antorcha cuyo fuego rehúsa
apagarse, y cuya luz alumbra a quienes están en tinieblas), la zarza en si misma alumbra solo mientras arde
con el fuego Divino que se manifestó sobre la cumbre del monte Sinaí; es decir, solo mientras este
fundamentada en la obediencia de la Ley (los diez mandamientos) dada por Dios a Moisés.
Jesús enseño esto a sus discípulos de un modo alegórico, cuando les prometió no morir sin primero “ver” (es
decir, “entender”) el reino de Dios. ¿Que sucedió luego? Pues que, ocho días después, les llevo a la cumbre
de un monte (tal y como Moisés y Elías habían llevado al pueblo de Israel a la cima de un respectivo monte,
para tornarlos a la Ley). Allí, sus vestiduras se hicieron resplandecientes (como el fuego), y se le aparecieron
Moisés y Elías.
¿Que significan los ocho días? Significan los ocho días que todo recién nacido debe esperar, a fin de poder
entrar al pacto de la Ley (la circuncisión). Y, ¿Que representan Moisés y Elías? ¡Pues el Fuego Divino que
descendió del cielo! ¿Por que? Pues porque, el ministerio de Moisés, comenzó cuando el fuego de Dios
descendió sobre la zarza, allá en la cumbre del monte Horeb; y, el ministerio de Elías, concluyó cuando el
fuego Divino descendió sobre la cumbre del monte Carmelo.
Pero, ¿que es ese fuego Divino? ¡Pues no es otro que la Ley! ( o, como le llama Jesús, “la Escritura que no
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puede ser quebrantada”); como está escrito: «¿No es mi palabra como fuego, dice הוהי, y como martillo que
quebranta la piedra?» Y, ¿Para que quiere Dios que recibamos ese martillo que es la Escritura (la Ley)? Pues
para permitirle quebrantar la piedra de nuestro corazón, como está escrito: «y quitaré de vuestra carne el
corazón de piedra... »- Ezequiel 36:26.
En resumen, Jesús vivió y predico una versión reformada de la antigua fe Samaritana, enseñándole a sus
discípulos que, el reino de Dios, consiste en un llamado a abandonar la maldad (arrepentirse), para proceder a
abrazar la Ley (guardar los mandamientos); y que el comienzo y el final de todo gran ministerio profético, es
recibir ese fuego divino (La “Torah”, o “Los Mandamientos”) que descendió sobre la cumbre del monte que
humeaba (el Sinaí).
Jesús enseño a sus discípulos que la Ley (la Torah) es un fuego purificador, pues quebranta los corazones de
piedra. Y enseño de forma explícita que, la puerta a la vida eterna, está en guardar los mandamientos. Como
está escrito: «... Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos»- Mateo 19:17. Solo en la medida
en que el creyente Cristiano abrace esta verdad, podrá decir (de modo alegórico) que Jesús (sus enseñanzas)
son el camino, la verdad, y la vida.
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