43:3 Al mediodía, reseca la tierra, ¿y quién puede resistir su ardor?
43:4 Se atiza el horno para la forja, pero tres veces más abrasa el sol las montañas; él exhala los vapores
ardientes, y con el brillo de sus rayos enceguece los ojos.
43:5 ¡Qué grande es el Señor que lo ha creado! A una orden suya, él emprende su rápida carrera.
La luna
43:6 También
la luna
,
siempre en el momento preciso, marca las épocas y señala los tiempos.
43:7
Su curso determina las fiestas
: es un astro que decrece después de su plenilunio.
43:8 De ella recibe su nombre el mes; ella crece admirablemente en sus ciclos, es la insignia de los
ejércitos acampados en
las alturas, que brilla en el firmamento del cielo.
Las estrellas
43:9 La gloria de los astros es la hermosura del cielo, un adorno luminoso en las alturas del Señor:
43:10 por la palabra del Santo, se mantienen en orden, y no abandonan sus puestos de guardia.
El arco iris
43:11 Mira el arco iris y bendice al que lo hizo: ¡qué magnífico esplendor!
43:12 Él traza en el cielo una aureola de gloria; lo han tendido las manos del Altísimo.
Maravillas de la naturaleza
43:13 A una orden suya cae la nieve, y él lanza los rayos que ejecutan sus decretos;
43:14 es así como se abren
las reservas, y las nubes vuelan como pájaros.
43:15 Con su gran poder, condensa las nubes, que se pulverizan en granizo.
43:16a A su vista, se conmueven las montañas,
43:17a el fragor de su trueno, sacude la tierra;
43:16b por su voluntad sopla el viento sur,
43:17b el huracán
del norte, y los ciclones.
43:18 Como bandada de pájaros, él esparce la nieve y, al bajar, ella se posa como la langosta; el resplandor
de su blancura deslumbra los ojos y el espíritu se embelesa al verla caer.
43:19 Como sal sobre la tierra, él derrama la escarcha y, al congelarse, ella se convierte en espinas
punzantes.
43:20 Sopla el viento frío del norte, y el hielo se congela sobre el agua,
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se posa sobre toda masa de agua y
la reviste como de una coraza,
43:21 Otro viento devora las montañas, abrasa el desierto, y consume la hierba como un fuego.
43:22 Una niebla repentina pone remedio a todo eso, y el rocío refresca después del viento abrasador.
43:23 Conforme a su designio, Él dominó el Abismo, y allí plantó las islas.
43:24 Los que navegan por el mar cuentan sus peligros, y sus relatos nos parecen increíbles:
43:25 allí hay cosas extrañas y maravillosas,
animales de todas clases, y monstruos marinos.
43:26 Gracias a Él, su mensajero llega a buen puerto, y por su palabra se ordenan todas las cosas.
43:27 Podríamos decir mucho mas, y nunca acabaríamos; el broche de mis palabras es este:
Do'stlaringiz bilan baham: