Capítulo 3: Lo mismo
Puesto que el fuego es un elemento extremadamente tenue, nunca se podrá evaporar327, ya que todo aquello susceptible de evaporarse se evapora hasta hacerse más tenue por acción del calor y del rozamiento, lo que no es aplicable al fuego puro, debido a su superlativa tenuidad. Las cinco líneas del fuego Es bien sabido que un fuego a cielo abierto proyecta cinco líneas: una, por el centro, ardiente, dos, a los extremos, que hielan y dos más, entre ellas, templadas. Y si el fuego diera vueltas como el sol, entonces produciría cinco círculos, al igual que los cinco círculos del cielo, es decir, el boreal, el solsticial, el equinoccial, el del norte y el del sur328.
Además, es difícil encender y fácil apagar un fuego bajo el umbral de una puerta. Un rayo de sol, si se interpone una lupa en su camino, produce un fuego de acuerdo a lo que haya debajo que, aunque dé calor y tenga cuerpo, no alumbrará. Apuntes sobre el fuego El fuego se puede invocar a partir de una piedra, pero enseguida se apagará si no se favorece rodeándolo con pequeños trozos de madera seca. El fuego puro no se manifiesta a no ser que tenga otra materia como base; cuanto mayor es el combustible, más calor y brillo produce el fuego, también es un remedio contra dolor que causa una inflamación. Se dice incluso que un fuego encendido en una casa la defiende de la caída de los rayos. El fuego divino Existe un tipo de fuego, del que tenemos noticia en el libro de las hazañas de San Nicolás, que arde en agua caliente y por su naturaleza siempre está en movimiento. Este fuego divino no consume cuanto existe, sino más bien cuanto no existe, como el pecado, al contrario el fuego del deseo, cuyo ardor empuja a la degeneración a los hombres. El fuego perdura mientras dura su combustible y la pasión, mientras dura lo susceptible de poseerla.
Opinión del autor: El fuego es el cuarto elemento. Es cálido y tiende a subir hacia arriba, alumbra, brilla, calienta, produce humo, consume leña, es de una naturaleza atrayente, cocina los alimentos y sus efectos se describen en parte en estos versillos: Destruye y ablanda, une y endurece. Aterroriza, enciende, alegra e ilumina. Es voluble, seco y está presto para arder. Crece y sube, pero con un poco de agua se apagará.
Capítulo 4: Las propiedades del fuego que le hacen semejante a la divinidad
Dionisio, La jerarquía de los cielos329: El fuego —si no es un sacrilegio decirlo— tiene muchas propiedades similares a la Gracia de Dios: el fuego, desde luego, es perceptible, y se aparta de todo lo demás, es decir, es el más destacado de todos los elementos. Es, por su propia naturaleza, invisible e imperceptible, si no hay cerca algún material donde pueda manifestarse su presencia; es inconmensurable, capaz de someterlo todo, voluble [col2col236] y se apodera de todo cuanto haya cerca, esté donde esté; sus llamas regeneran la materia y no se puede evitar que iluminen los alrededores; brillante, filtra, es decir, que separa las materias, como el plomo de la plata; resistente, inmutable o, mejor dicho, impasible; que tiende a subir hacia arriba, penetrante, que no acepta la afrenta de ser inferior, que se mueve, que se mueve por sí solo y que mueve lo demás. No necesita ningún otro elemento, va creciendo por sí mismo sin darse uno cuente, demuestra su majestuosidad en los materiales que lo reciben; se suele pensar que es activo, poderoso, que está presente en todas las cosas pero sin ser visto ni atendido y que se manifiesta de repente de acuerdo a sus propiedades y naturaleza producto de una fricción, como si quisiera resarcirse de algo, pero que de nuevo desaparece sin poder aprehenderlo y sin que sus constantes apariciones mengüen la fuerza del resto de manifestaciones330.
Glosas sobre los Hechos de los Apóstoles, 2, c: En el fuego está presente el Espíritu Santo, porque el fuego tiene cuatro propiedades naturales: quema, purifica, calienta y alumbra. Además, la naturaleza del fuego es invisible y carece de cuerpo, pero cuando asume uno parece que tenga varios colores, según el material en el que arda.
Capítulo 5: La diferencia entre el fuego celestial y el terrenal
San Agustín, Comentario del génesis331: Se suele decir que aquel fuego superior, tal y como se ha descrito, es puro, mientras que el otro fuego, el que quema lo que toca, el que existe abajo a expensas de los movimientos de la tierra y el agua para acabar convirtiéndose en otro elemento. Sin embargo, como no tiene la fuerza necesaria para alcanzar la región serena del cielo, se queda en esta región, más pesada, a merced de los movimientos turbulentos, para atemperar el frío, ser útil a los mortales y causarles terror.
Opinión del autor: Aquel fuego superior, estable, no requiere de otros materiales donde arder, pero el fuego de la tierra, como no está en su propia región, se debilita mientras consume materia y, según dicen, se convierte en otro elemento —aire— cuando se condensa en humo —en verdad esta es la diferencia entre ambos fuegos—. Como aquel fuego celestial no es un elemento, al contrario que el fuego terrenal, es estable, mientras que el otro es inestable. También se suele definir al fuego celeste como pura luz, mas el otro es calor, a partir de lo cual podemos elaborar una distinción tripartita del fuego: o es puro y no consume materia alguna, es decir, es celestial, o la consume. Los tres fuegos Este último puede dividirse en dos clases, el que consume materia ligera y tenue, como aire —a tal clase pertenecen las llamas y los rayos— o el que consume materia terrenal, más densa, es decir, sólida —tal fuego son el carbón o las brasas—. Aquel fuego superior no es caliente, ni siquiera arde solo según algunos. Y de hecho tan solo calienta las regiones inmediatamente inferiores.
Guillermo de Conches: Lo relativo al fuego no necesariamente es caliente, excepto lo que tenga cerca un material compacto y húmedo; es por esto que el sol, en los valles entre las montañas, donde el aire es más denso, abochorna y en las cumbres, por la ligereza del aire, las nieves son perpetuas.
Séneca, en el lugar citado: Existen dos maneras para hacer que el fuego aparezca: la primera consiste en excitarlo, como cuando se golpea un pedernal, y la segunda en encontrarlo mediante la fricción, como cuando se frotan dos palos durante un tiempo. De todas formas, no podrás utilizar cualquier madera, sino que tendrás que elegir las idóneas para provocar el fuego, como el laurel, la hiedra y todas las demás que los pastores reconozcan para tal uso.
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