Dolcey Romero Jaramillo
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Desde sus inicios en el siglo XVI, pero más durante el XVIII, comienzan a
insinuarse los perfiles del caserío que con el transcurrir del tiempo se conver
-
tiría en el centro urbano más importante del Caribe colombiano, nos referimos
a su vocación comercial, usufructuando como era de esperarse las bondades
que le ofrecía el gran río de la Magdalena, que a la postre se constituyó du-
rante un largo período en la principal conexión entre el Caribe colombiano y
el interior del país. Es decir, durante el siglo XVIII la economía y la sociedad
de Barranquilla, adquirieron unos contornos determinados por la cercanía al
río, por la agricultura y la ganadería de los alrededores y por las labores ar-
tesanales. En este sentido se articula al comercio lícito e ilícito como
puerto
de tránsito entre Cartagena, Sabanilla y Santa Marta y, además, como centro
de distribución de la mercancía hacia el interior, que obligaba el contacto con
Mompox y Calamar
1
.
El conjunto de actividades y oficios registrados por el censo de 1777, permite
ver las franjas humanas en que se dividía la sociedad barranquillera de finales
del siglo XVIII. Los navegantes y traficantes se convirtieron en los sectores
más importantes; las personas vinculadas a esta última actividad, fueron veci-
nos rotulados en la época con el título colonial de “don”, lo que parece indicar
su condición de blanco con cierta solvencia económica
2
. Además
de las cita-
también en otras como los Jagüeyes, El Mamón y Santa Cruz. Esta última, por ejemplo, en el siglo
XVI, de acuerdo con lo investigado por José A. Blanco, contó con la presencia de más de 200 esclavos
negros. A mediados del siglo XVII, doña Josefa de Simanca, futura esposa de Nicolás de Barros y de
la Guerra, propietario de la hacienda que dio origen al núcleo urbano que sería Barranquilla, antes
de sus nupcias declaró entre sus innumerables bienes que poseía en la Barranca de Tierradentro los
siguientes esclavos: Juan Jolofo, Gabriel, Sebastián y Antonio Angola, Joseph Criollo, María Arará
y María Carabalí; los apellidos aquí nombrados expresan por sí solos la conexión con los lugares de
donde fueron arrancados en África. Estas son algunas muestras o evidencias que justifican la presencia
temprana de hombres y mujeres negras en el espacio de lo que en la actualidad se
ha constituido como
Barranquilla. Al respecto, véase: BLANCO, José Agustín.
El norte de Tierradentro y los orígenes de
Barranquilla
. Barranquilla: Banco de la República, 1987.
Atlántico y Barranquilla en la época colo-
nial
. Barranquilla: Ediciones Gobernación del Atlántico, 1994.
1. ZAMBRANO, Milton. “Fundación y establecimiento en el medio natural de Barranquilla 1715-1813”.
En:
Historia general de Barranquilla. Sucesos
. Barranquilla: Academia de Historia de Barranquilla.
1997, p. 37.
2. BLANCO.
Atlántico y Barranquilla en la época colonial
.
Op. cit.
, p. 48.
Un Caso de Cimarronaje Urbano en la Barranquilla del Siglo XVIII
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das profesiones en el censo ya señalado, se destacan las siguientes con el res-
pectivo número de personas dedicadas a ellas: 6 herreros, 1 pintor, 5 sastres, 2
labradores, 24 zapateros, 1 armero, 15 carpinteros, 4 pescadores, 3 plateros, 1
talabartero y 2 albañiles. Seguramente uno de estos 2 albañiles registrados por
el censo fue Nicolás Fester, protagonista principal de estas líneas.
De acuerdo con José Agustín Blanco, en un poblado de 389
casas como era
Barranquilla, el exiguo número de 2 albañiles se explicaba porque en su to-
talidad las construcciones eran de techos de palmas y paredes de caña o ba-
hareque. Si hacia 1850, unos 70 años después, Salvador Camacho Roldán
conoció a Barranquilla como un “pajizo poblachón”, es fácil imaginarnos la
arquitectura de ese sitio en 1777
3
.
En este sitio de San Nicolás de Tolentino de la Barranquilla, un 7 de marzo
de 1787, don Juan Fester, alguacil del Santo Oficio, vecino de la ciudad de
Santa Marta, residenciado en Barranquilla y miembro de la élite de este sitio,
inició un proceso judicial, que concluiría el 19 de diciembre de 1788, contra
su esclavo Nicolás Fester, demandándolo por el delito de huída, esto es, de
cimarrón y otros vicios colaterales. A partir de
este momento se abre el ex-
pediente de un proceso judicial muy controvertido, desgastador y largo que
tuvo como escenarios a Barranquilla y Cartagena, a finales del siglo XVIII.
A esta última ciudad, por motivos que explicaremos más adelante, se trasladó
dicho proceso
4
. En este sentido, el presente ensayo muestra la utilización por
Do'stlaringiz bilan baham: