se escribiese el libro de la Torah (con sus ideas y valores), ya existía un libro Divino que contenía las mismas
ideas y valores. Pero, ¿Cual era ese libro Divino? ¡Pues la naturaleza!
Así, tanto la verdad (la racionalidad) y la justicia de la Torah, pueden corroborarse partiendo no solo de la
conciencia que ha conferido Dios al hombre, sino de las verdades escritas en el libro Divino que es la
naturaleza. Por ejemplo, la Torah enseña que Dios no hace injusticia (no juzga caprichosamente al ser
humano) sino que recompensa a cada uno según hayan sido sus obras (devolviendo bien a quien hizo el bien,
pero mal a quien hizo lo malo), como está escrito: “Por que Él pagara al hombre según sea su obra, y le
retribuirá conforme a su camino. Si, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el
derecho” (Job 34:11-12). ¿Es esto racional? ¿Es justo? ¿O solo es una fantasía ideada para controlar las
masas? La realidad es que la Naturaleza confirma tanto la racionalidad como la justicia de esta verdad; pues,
cuando sembramos la tierra, descubrimos que la cosecha que luego habremos de recoger consistirá
precisamente del mismo fruto que hallamos sembrado.
De igual modo, la Torah enseña la existencia de los “malachim” (mensajeros divinos, o ángeles), como está
escrito: “... y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque
Dios ha oído la voz del muchacho en donde está” (Génesis 21:17). ¿será cierta esta enseñanza? ¿O solo será
la fantasía que la tradición Sacerdotal (P) tomo de los mitos Babilónicos? De nuevo, la Naturaleza intima que
hay un ámbito superior al terrenal (los cielos); y, ese ámbito superior, está habitado por seres alados (que
vuelan con presteza) que se mueven entre ese ámbito superior, y el ámbito inferior (la tierra). Entre estos
seres (aves), hay algunos cuya naturaleza es maligna, pues se alimentan de carroña; es decir, de la muerte y el
dolor ajeno (un ejemplo de esto lo podría ser el buitre). Pero también hay seres pacíficos, que a menudo
sirven para transmitir un mensaje (como sería el caso de las palomas mensajeras). Así, cuando la Torah
menciona la existencia de ángeles (seres que llevan un mensaje a los hombres), el Libro Divino de la
Naturaleza intuye la racionalidad de tal idea.
En adición, la Torah enseña que hay un mundo (una nueva vida) que ha de venir (un “Olam Ha-ba”); un
mundo de luz, donde el lobo morara en paz con el cordero (donde nadie hará daño al prójimo mas débil);
como está escrito, “
Do'stlaringiz bilan baham: