Los Hebreos reconocen que, el que no honra al “Hijo de Dios”, no tiene la vida
Ningún gentil puede alcanzar la vida eterna, si no honra al hijo de Dios. Y, el gentil que rehúsa imitar al
primogénito de Dios, no tiene la vida, sino que la ira de Dios está sobre el. ¿Quien es este primogénito hijo
de Dios? ¡Pues Israel! Como está escrito: «ISRAEL ES MI HIJO, MI PRIMOGÉNITO»- Éxodo 4:22. Por
eso, hablando acerca de Israel, el Creador afirma lo siguiente: «Yo dije:
vosotros sois dioses
, y todos vosotros
hijos del Altísimo» (Salmo 82:6).
«Quien se hace sordo al ruego, no tendrá quien lo oiga luego»
Así que, si un gentil siente que tiene que seguir alguna manifestación humana de la Deidad (es decir,
sujetarse a algún hombre de carne y hueso), entonces debe escoger alguien cuyo padre físico haya sido un
Israelita, pues Israel (toda la nación) es el Hijo de Dios (en la Escritura Hebrea, la descendencia se contaba
por el padre, no por la madre, como ilustra el caso de Efraín y Manases, quienes fueron contados como parte
de la casa de Israel, aunque su madre había sido una Egipcia). Y, entre los miembros de la Nación que
colectivamente es llamada “el Hijo de Dios”, ninguno es mas digno de ser seguido que Moisés; un Israelita a
quien el Creador personalmente constituyó “Dios”. Como está escrito: "Mira, YO TE HE CONSTITUIDO
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DIOS... y tu hermano Aarón será tu profeta"»- Éxodo 7:1. Note que el Creador (bendito sea) llama a los
Israelitas “dioses”; pero, a Moisés, el Creador le llama “DIOS”.
«Maldito el árbol que da la fruta a fuerza de palos»
En adición, note que Moisés no solamente fue hecho DIOS, sino que hasta se le asignó un profeta (es decir,
alguien que profetizase en nombre del DIOS representado por Moisés). Esto es algo sobrenatural; algo tan
maravillosos y sublime, que ningún otro hombre ha logrado alcanzarlo jamás, pues aún los evangelios
presentan a
Jesús
de Nazaret describiendo a sus discípulos como “sus apóstoles”, y nunca como “sus
profetas”.
«Virtud es nobleza, y todo lo demás simpleza»
En otras palabras, si
Jesús en realidad
era la encarnación de el Dios de Israel (tal y como reclama el
Cristianismo) entonces sus mensajeros debieron haberse llamado “Profetas”, tal y como se le llamó [a lo
largo de la historia Israelita] a todos los anteriores mensajeros de Yah. Pero curiosamente, los mensajeros del
“dios”
Jesús
no fueron llamados “Profetas”, sino “apóstoles”.
«Hablar de virtud es poco; practicarla es todo»
Note lo revelador que es todo esto: Según el Evangelio (cuya inspiración Divina es cuestionable),
Jesús
era el
Dios de la Torah; mientras que Moisés era un simple mortal. Pero, en ninguna parte del evangelio, se nos
indica que el Creador haya hablado con voz audible a
Jesús
, informándole que sería Dios, o que tendría
profeta alguno. Por otra parte, la Escritura Hebrea dice que Dios en efecto habló con voz audible a Moisés, y
aclaró que este último sería Dios, y que Aarón sería su profeta.
«Mocedad ociosa, vejez Menesterosa»
El anterior análisis demuestra que la Escritura Hebrea presenta mas evidencia para concluir que Moisés fue
en efecto una manifestación de la Deidad (aunque solo de forma parcial y temporera), que para creer que
Jesús
haya sido una manifestación de La Deidad; que la Escritura Hebrea presenta mas evidencia para creer
que Moisés era Dios, y
Jesús
solo un mortal, que para creer que
Jesús
era Dios, y Moisés solo un mortal.
Obviamente, el creyente Hebreo no ora ni adora a Moisés (paz y bendición sean siempre sobre él), sino que
reconoce en Moisés al supremo e indisputable maestro e intérprete de la Ley Divina.
«La piedad con el malo, es crueldad con el bueno»
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En resumen, el análisis que hasta aquí hemos realizado, apunta al hecho de que, según la Escritura Hebrea, el
“Hijo de Dios” es la Nación Hebrea (y no
Jesús
de Nazaret). Y, entre los “dioses” que conforman la Nación
Hebrea, es Moisés (y no
Jesús
) quien mejor representa la mas sublime expresión de la Deidad. Es a este hijo
de Dios (Moisés y la nación Hebrea) a quien todo gentil debe honrar, pues lo contrario sería incurrir en la ira
Divina. Como está escrito: «Servid a Yah con temor, Y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se
enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira
. Bienaventurados todos los que en él
confían» (Salmo 2:11-12).
«Quien perdona al Criminal, es protector del Mal»
¡El anterior pasaje promete que, si confía en el hijo de Dios (en Moisés y en Israel), usted tendrá una parte
entre los Bienaventurados! ¿Quienes son los Bienaventurados? Pues aquellos que serán tenidos por dignos de
estar delante del Gran Rey (participar de la Vida Eterna). Como está escrito: «Bienaventurados tus hombres,
dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti» (1 Reyes 10:8)
«Virtud hace casa, y vicio la arrasa»
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