Capítulo 87: Los diferentes tipos de sal
Constantino, en el lugar antes citado: Hay cuatro tipos de sal: la sal común, que se encuentra en las salinas, la sal gema, la sal de India, cuyo color es más bien negro, brillante y dura, y otro tipo de sal que se suele llamar náptica, es decir, el resultado de la coagulación de los líquidos del petróleo. Pese a las diferencias, todas estas sales son cálidas y secas, aunque no al mismo nivel. El sal amoníaco es cálida y seca en cuarto grado y consigue que otro tipo de sal se parezca al salitre; la sal gema es una manera de purgar la flema con delicadeza y nos puede resultar todavía más útil que la sal común. La sal de India elimina la flema, la bilis negra y toda una serie de humores podridos; también consigue que cualquier líquido atraviese enseguida el estómago. La sal náptica es la más seca y cálida de todas: limpia, purga, corta de raíz toda clase de picores, impide la aparición de excrecencias en los párpados y en el resto de casos las corroe desde fuera; también es útil contra los edemas si se aplica en una cataplasma. El sal amoníaco filtra, limpia y purifica, si bien sus efectos se dejan notar más el interior que el exterior del cuerpo.
Plinio, en el lugar antes citado: Todo tipo de sal o bien se produce o bien surge, en ambos casos de muy diversas maneras, pero con una causa gemela: o bien se ha expulsado la humedad o bien lo seco ha predominado. En lago de Tarento se secan las aguas estancadas con el calor del sol de verano y toda la laguna se transforma en sal, aunque su profundidad es reducida y no sobrepasa la rodilla. En Sicilia hay un lago que recibe el nombre de Canónico, al lado de Gela: sus orillas siempre están secos, como en Frigia, Capadocia y Aspendo: en este último lugar, todo el lago está seco, incluso por el centro. Otra de las maravillas de este último lago es que por la noche rehace toda la sal que le pudieras haber quitado por el día. Todas estas sales son pequeñas y no parecen redondas.
Otro tipo de sal lo producen los mares por su propia voluntad, a partir del agua y de la espuma que se queda depositada donde llega la marea alta y en los acantilados: gracias calor del Sol se condensa; aquella que se encuentra en los acantilados es más agria. Incluso hay tres tipos de diferentes de sal natural, según su fuente:
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En Bactria hay dos grandes lagos, uno más cerca de los escitas y el otro más cerca de los iranios cuyas aguas están repletas de sal; en Chipre y en el lago que hay cerca de Menfis se puede extraer el agua del lago y después dejarla secar para tener sal.
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Ríos de sal En otros lugares, las aguas superficiales de un río se pueden secar y se condensarán hasta ser sal, mientras que el resto de las aguas seguirán fluyendo por debajo como si se tratara de una capa de hielo, tal y como sucede en las puertas Caspias, que se suelen conocer con el nombre de ríos de sal. También hay en África algunos lagos de turbias aguas que llevan sal; se habla también de las fuentes de aguas calientes de Pegaseo.
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Hay montes donde nace la sal, como el Oromeno en la India, donde como en una cantera se corta la sal y resurge; le aporta mayores beneficios a su rey que el oro o las perlas. Incluso se puede excavar en la tierra, como todos saben que se hace en Capadocia, donde es el fruto de la condensación de la humedad. Allí se talla como si fueran espejos. Estos bloques suelen tener un gran peso, aunque el pueblo las suele llamar “migas”.
En Carras, una ciudad de Arabia, construyen las murallas y las cases con bloques de sal que endurecen con agua; también el rey Ptolomeo descubrió sal cuando levantó un campamento militar junto a Pelusio: después de él, muchos siguieron su ejemplo y se empezó a encontrarse sal en los desiertos entre Egipto y Arabia una vez se apartaban las arenas; también se ha encontrado por los páramos sedientos de África hasta llegar al oráculo de Amón, donde los depósitos de sal crecen cada noche según los ciclos de la Luna. Las tierras de Cirene tienen en su haber el gran honor de poseer la sal amoníaco, que recibe tal nombre en honor al lugar donde se descubrió. Su color es similar al alumbre, que llaman schistos837, de grandes cristales pero apenas translúcidos, con un sabor desagradable pero con muchas aplicaciones prácticas en la medicina; se prefiere el que es transparente cuando se talla con cortes rectos. Se suele contar una característica muy notable de esta material: cuando se extrae en las minas, es de lo más ligero, pero apenas ha visto la luz se torna mucho más pesado. La causa es evidente: dentro de la mina, las corrientes de la humedad ayudan a los trabajadores a extraerlo, tal y como el agua ayuda a los molineros a moler. Se puede adulterar con la sal de Sicilia que llamamos cocánica y también con esa sal de Chipre a la que sorprendentemente se parece. En la Hispania Citerior, en Egelaste se extrae unos cristales de sal, casi transparentes, a la que muchos médicos le dan la medalla de oro por encima de todas las demás sales. Todos los lugares donde se puede recoger sal son estériles y no crece nada allí.
También hay diferentes tipos de sal producida: la más habitual procede de las salinas, donde se adentra el agua salada: allí, con la colaboración de agua dulce —sobre todo de lluvias— y especialmente del Sol, se forma la sal; sin el Sol, nunca se secarían las aguas. En África, cerca de Útica, se elevan grandes montones de sal como si fueran colinas, que una vez que el Sol las ha secado del todo, apenas si pueden cortarse con hierro. En Creta, sin embargo, la sal se produce sin la intervención de agua dulce y en unas salinas donde puede entrar el agua de mar; en Egipto se genera, a mi entender, por la llegada del agua de mar a una tierra que el Nilo ya ha dejado humedecida. También se puede producir en unas salinas a partir del agua extraída de unos determinados en pozos. En Babilonia, la condensación de la sal da en primer lugar una especie de betún líquido, parecido al aceite, que se recoge y utiliza para encender los candiles; una vez se aparta, deja abajo la sal. En Capadocia utilizan tanto el agua de pozo como de fuente para las salinas. En Caonia hierven el agua de una fuente y cuando la enfrían consiguen una sal con poca gracia y que no es tan blanca. En Galia y en Germania se remojan en agua salada maderos en llamas. En una parte de Hispania extraen de los pozos lo que llaman “muria838”; ellos creen que tiene gran importancia la madera sobre la que se arroje, y consideran que la mejor es la de encina, ya que su ceniza por sí sola tiene un cierto sabor a sal; en otros lugares se prefiere el avellano: cuando esta muria se arroja sobre la madera, hasta el carbón se convierte en sal. Sin embargo, toda la sal que se consigue a partir de la leña quemada tiene un color negro.
De las sales de mar, se alaba especialmente la de Salamina, en Chipre, la de las salinas de Tarento y la de Frigia, que se suele llamar sal tatea: estas dos son buenas para los ojos. De Capadocia, se tiene en gran estima la que se transporta en pequeños ladrillos, de la que se dice que da un bonito tono de piel. Sin embargo, la mejor de todas [para cuidar la piel] es la que conocemos como Esquitia, que las mujeres esparcen sobre su vientre con manzanilla después de haber tenido un parto.
Extracto del libro sobre la naturaleza del mundo: Todos los tipos de sal son cálidos y secos, acres y suavizan; sin embargo, sus efectos varían de acuerdo a su sustancia. La sal india reseca y aligera; la sal náptica, es decir, negra, alberga un gran calor y deshace la cólera.[col 362]
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