Capítulo 73: Beber agua a solas
El agua es el único elemento que tiene esta característica particular: está presente tanto en lo que comemos como en lo que bebemos, y no para alimentar sino para permitir que los nutrientes puedan introducirse en nuestros intestinos, ya que rebaja su densidad. Así pues, no alimenta —es la sangre la que cumple el papel de alimento en potencia, pero un cuerpo simple no se puede transformar en sangre—, sino que es la sustancia que ayuda a licuar y reducir los nutrientes a fin de que se muevan más rápido y puedan entrar en las venas: sin su ayuda, no podría completarse una digestión.
Qué utilidad tiene el agua en el proceso digestivo Razí, en su Almanzor: El agua conserva los humores naturales del cuerpo, consigue que los alimentos se adentren en el cuerpo rebajando su densidad y es más beneficiosa a la hora de suprimir el calor del cuerpo que el vino en aquellos pacientes que tengan una complexión caliente o hayan sufrido alguna calentura. El agua, cuanto menos pesa, más rápido se calienta, se enfría y mejor sabor tiene —se suele considerar mejor aquella que tiene un cierto toque dulce—. El agua turbia produce obstrucciones en el hígado y piedras en los riñones. El agua salada reblandece el vientre y después lo estriñe; si alguien la consumiera con regularidad, le resecaría el cuerpo y le causaría picores y monoragadia806. El agua estancada y podrida aumenta el tamaño del bazo, desequilibra nuestra complexión y nos hará padecer fiebres. El agua fría, como la nieve, supone un mazazo para el estómago si se bebe en ayunas, aunque enfría mucho el hígado: nadie hay que se imagine tomando agua fría para desayunar, si no es caliente, pero les beneficiaría porque si se consume acompañada de un poco de comida fortalece el estómago y aumenta el apetito. El agua que no sabe bien —porque no se percibe fría— infla el vientre, no disminuye la sed, aunque sí que destruye nuestro apetito y devasta el cuerpo. El agua caliente —que algunos beben para desayunar— limpia el estómago de los deshechos de los alimentos que se hubieran ingerido antes y quizá actúe de laxante, aunque si se toma con asiduidad puede corromper y debilitar el estómago. El agua tibia produce desgana, pero el agua cocida hasta que su sustancia sea menor infla menos y atraviesa el cuerpo más rápido.
Capítulo 74: Seguimos con el mismo tema
Isaac, en su libro sobre la alimentación: El agua no proporciona ningún nutriente ni colabora con el crecimiento del cuerpo humano, a no ser que esté mezclada con alimentos cuya complexión esté formada por los cuatro elementos, porque al ser fría y húmeda, resulta contraria a todo lo cálido y seco. De ahí que el agua no se pueda ver involucrada en ningún proceso excepto si es contra su contrario, tal y como vemos que el agua se opone al fuego y lo extingue. Así pues, el agua no nos hace crecer, puesto que es simple mientras que nuestro cuerpo es compuesto: las sustancias compuestas son las que permiten crecer a los cuerpos compuestos, mientras que las simples los hacen decrecer. Y tampoco nos alimenta: alimentarse no es más que el proceso mediante el cual el cuerpo del que come asimila la comida, que es potencialmente semejante a la materia que conforma el cuerpo; el agua, por contra, no es ni en potencia ni de hecho semejante a nuestro cuerpo cálido y seco.
No obstante, el agua resulta necesaria por dos motivos: en primer lugar, sus propiedades líquidas y su ligereza ayudan a transportar por todo el cuerpo la comida, ya que la disuelve y la reduce de tal manera que puede adentrarse en nuestras venas y sistema circulatorio; por otro lado, su propia frialdad y humedad enfrían y apagan los posibles brotes de calor extraordinario y la sed que producen; también disuelve el humo que se acumula alrededor del corazón, hecho que lo fortalece. Sin embargo, si se encontrara con una concentración de calor tan fuerte que no pudiera rechazarlo, su propia naturaleza se vería alterada ante tal encuentro, tal y como podemos observar que en el exterior sucede cuando el agua adopta una naturaleza ígnea por su propia ligereza y tenuidad, por lo que puede acrecentar y avivar un fuego.
Así pues, para poder suministrarles agua a los enfermos, es una buena idea mezclarla primero con alguna otra sustancia compuesta para que se haga más densa y espesa, para que no la pueda someter ningún calor extraño sino que lo pueda apagar y calmar la sed que produzca.
Extracto del libro sobre la naturaleza del mundo: El agua dulce es de lo peor que puede probar un gotoso: provoca que sus miembros tiemblen y se reblandezcan.
Capítulo 75: La elección del agua para beber
Avicena, en su primer libro: Las aguas de fuente Las aguas procedentes de una fuente son las mejores de todas; pero no sirven las de cualquier fuente, sino las de aquellas fuentes que tengan una tierra libre de cualquier influencia y cualidad extraña; y tampoco de cualquier fuente que tenga una tierra pura, sino tan solo de aquellas fuentes cuyas aguas no se quedan estancadas, están al aire libre y caen sobre un lodo: Cuál es la mejor de todas este tipo de fuente es mejor que aquella que brota sobre piedras, porque el barro limpia el agua, le quita aquellas partículas extrañas que se pudieran haber mezclado con ella y la filtra, cosa que no pueden hacer las piedras. Pero también es menester que este barro esté libre de cualquier afección, no tenga mal olor ni esté encharcado; no obstante, si el agua que brotara fuera tanta que incluso pudiera mezclarse con aquello que se encontrara en su camino, también podría pasar a formar parte de su naturaleza. Su curso debe tener hacia el Sol, es decir, hacia oriente, y cerca de su final será mejor que el resto de aguas, tanto mejor cuanto más alejada esté de su manantial; Cuáles son malas después de estas, les siguen en calidad las fuentes que fluyen hacia el norte, porque las que fluyen hacia el oeste y hacia el sur son malas, especialmente cuando soplan los vientos del sur.
Asimismo, las aguas que descienden desde las alturas son mejores —siempre y cuando compartan otras bondades—; es casi dulce y no soporta la mezcla con vino, ni siquiera un poco. Esta agua pesa poco, se enfría y se calienta enseguida debido a su tenuidad, está fría en invierno y caliente en verano; no tiene ningún tipo de color y olor y enseguida transcurre por las vísceras; lo que se cocina en ella, enseguida se cuece y se deshace. El agua de lluvia que se recoge durante una tormenta es la mejor También consideramos el agua de lluvia como una agua buena, especialmente aquella que se recoge durante una tormenta de verano, con grandes nubes y truenos.
Isaac, en su libro sobre la alimentación: Un agua digna de alabanza suele contener dos cosas: la primera procedente de su propia esencia y la segunda como resultado de donde se originó su curso. Su esencia le confiere transparencia y sus características como el hecho de ser un fluido, incolora, inodora e insípida: es más, si apareciera cualquier color, olor, hedor o sabor no deberíamos dudar ni por un momento de que se haya mezclado con algún elemento compuesto. Color del agua Si ha de tener color, conviene que sea blanco, muy débil y claro: esto nos indica que el agua está mezclada con una ligerísima cantidad de aire. Si tiene sabor, es necesario que huela, pero que no tenga ni un olor repugnante ni pesado. Es preferible que la fuente brote mirando hacia el este, aunque ligeramente inclinada hacia el norte, para que pueda recibir los soplidos de los vientos del norte y del este. Si además posee la capacidad de mutar enseguida sus características, podemos deducir que es ligera y que no está mezclada con ninguna clase de partículas terrestres.
Dioscórides: El agua que nace de una piedra es muy ligera y [col 353] limpia y favorece la expulsión de las heces y de la orina. La mejor de todas las aguas es el agua de lluvia: ligera, dulce, se digiere con gran facilidad; se calienta y se enfría enseguida.
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