CAPÍTULO 11
DEL SÉPTIMO SIGLO AL OCTAVO D.C.
UNA LUZ VERDADERA EN MEDIO DE GRUESAS TINIEBLAS
Aunque comúnmente es creído que la Iglesia Católica Romana, sostuvo el completo predominio sobre el mundo a través de las edades de las cuales todas oscuras, con todo es un hecho que jamás en siglo, alguna iglesia apóstata retuvieron el predominio completo sobre las acciones y conciencias de todos los creyentes, pero que allí siempre hubo hombres y mujeres de la verdadera fe, un residuo en verdad, pero un remanente quien nunca reconoció la religión papal.
Milner dice: El despotismo del Anticristo fue entonces (786 D.C.) muy lejos de ser universal, pues aún en la misma Italia no fue reconocida tanto en algunas partes de esa región, tanto como en Inglaterra, y Francia la pureza de la adoración cristiana fue mantenida aún. Towsend´s Abridgment, p. 361.
Sacho admite que los Waldenses florecieron por lo menos quinientos años antes del tiempo de Peter Waldo.
Los mensajeros de Dios, quienes llevaron los manuscritos de las Iglesias de Judea a las Iglesias del Norte de Italia, trajo a los precursores de los Waldenses, una Biblia diferente a la Biblia del romanismo católico. Wilkinson, Our Authorized Bible Vindicated, p. 31.
El método de Alix ha seguido en su historia de las Iglesias del Piamonte, es para mostrar que en la historia eclesiástica de cada siglo, partiendo del siglo cuarto, al que él considera un período temprano, suficiente para inquirir por la pureza apostólica de la doctrina, allí hay pruebas claras de estas doctrinas, diferentes a aquellos que la Iglesia Romana sostiene, pero si conforme al credo de los Waldenses e Iglesias reformadas, las cuales fueron mantenidas por Teólogos del Norte de Italia bajo el período en que los Waldenses vinieron a ser tenido en noticia por primera vez.
En consecuencia las opiniones de los Waldenses no fueron nuevas para Europa en el siglo 11 ó 12, no habiendo nada improbable en la tradición, que la Iglesia Subalpine perseveró en esta integridad en un curso ininterrumpido desde la primera predicación del Evangelio en los valles. Gilly, Valdenses, Researches, pp. 118-119.
Los Valdenses fueron entre los primeros de los pueblos de Europa en obtener antes de la Reforma la posesión de la Biblia en manuscritos en su lengua nativa. Tuvieron la verdad inadulterable, y esto vino a ser entonces el objeto especial de odio y persecuciones, aquí por unos mil años, testigos de la verdad mantuvieron a la antigua fe, en una forma más maravillosa (Palabra de Verdad) fue preservada a través de todas las edades de oscuridad. Wilkinson, Our Authorized Bible Vindicated, p. 42.
Grantiz, en su historia de los “Hermanos Unidos”, habla así de ellos: Estos antiguos cristianos, datan su origen desde el principio del siglo cuarto.
Ni la prevaleciente corrupción de aquella iglesia (romana), ni las arrogantes demandas de sus papas sucesivos fue implícitamente admitido en todas las Iglesias por todos los otros obispos, aún en la misma Italia. Jone´s Church History, p. 190.
El Dr. Allik dice: Hemos hallado un cuerpo de hombres en Italia antes del año 1026, quienes creían contrario a las opiniones de la Iglesia de Roma, y quienes sumamente condenaros sus errores. Idem. p. 218.
Que la fe Valdense y su culto existió muchos siglos antes que el protestantismo surgiera, es innegable, las pruebas y monumentos de este hecho es el mentís esparcido sobre toda Europa, pero la antigüedad de los Valdenses es la antigüedad del Protestantismo. La Iglesia de la Reforma estuvo en los lomos de la Iglesia Valdense, edades antes del nacimiento de Lutero, su primera cuna fue colocada en medio de los terrores y sublimidades de aquellos picos cubiertos de hielo y grandes baluartes roquizos.
En su dispersión sobre muchas tierras, sobre Francia, los países bajos, Alemania, Polonia, Bohemiam Moravia, Inglaterra, Calabria, Nápoles. Los Valdenses diseminaron la semilla del gran reavivamiento espiritual por el cual, principió en los días de Wycliffe, y avanzando en los días de Lutero y Calvino, esperando su plena consumación en épocas por venir. Wylie, History of the Waldenses, pp. 24-25.
Entre los años comprendidos del año 700 al 800 D.C. Hugo Smith dice en la historia de la Iglesia, pág. 232: Muchos misioneros británicos cruzaron el océano (el canal inglés) y penetraron en el interior de las tenebrosas y apartadas selvas germanas, para la instrucción de aquella incivilizada y feroz gente.
Carlo Magno, emperador de Roma, llamó un concilio de 300 Obispos, 794 D.C. para considerar el objeto, de imágenes en las Iglesias y otros asuntos. La primera enseñanza de la transubstanciación apareció durante este siglo en la enseñanza de la Iglesia romana, dice Hugo Smith en la página 222 de su historia.
Como Roma buscó extirpar la verdadera fe, mediante la espada de las legiones de Carlomagno, está dicho en el siguiente extracto de la historia de Orchards.
En el año 789, Carlos el Grande, resolvió subyugar a los sajones o destruirlos, salvo que aceptaran a condición de la vida, profesar la religión cristiana, pero conforme al ritualismo romano. So pena de muerte, los Sajones con sus pequeños hijos fueron a recibir el bautismo.
Germania, en ese tiempo, fue subyugada y la libertad religiosa destruida. El rey, les tomó juramento de fidelidad, y les tomó voto para el cumplimiento de sus estipulaciones, por este camino el privilegio religioso de esta y otras naciones fue infringido y por estos y otros medios parecidos, la cristiandad bajo el patronato del Estado, hizo progreso rápido por las edades, como lo detallado en el trabajo de tal jerarquía. Para hacer la conversión de aquel pueblo de acuerdo al registro evangélico, apóstoles les fueron enviados, pero los Germanos fueron excesivamente celosos de aquellos comisionados ministros de religión.
Estos apóstoles de Roma predicaron triple inmersión pero nada dicen de los niños (infantes) siguió el mandamiento imperial, otros reinos fueron visitados en virtud de la misma autoridad y convertidos ante el temor de las armas carnales. La evidencia de su completa conversión, fue hecha aparentemente mediante el bautismo. Cubas de madera y otros utensilios fueron colocados al aire libre y los nuevos convertidos con sus niños fueron sumergidos desnudos dentro de la profesión del cristianismo.
Esta indelicadeza en el modo originado con la defensa del bautismo a menores como ha sido mostrado. Esto jamás ha sido practicado en las comunidades bautistas.
Este mandato de Carlos es la primera autoridad legal para el bautismo de niños y nosotros preguntamos ¿si el carácter mental no acaso ha sido excesivamente bajo, el forzar a semejante término de denudación en la parte que toca a candidatas mujeres? Nosotros repudiamos tal cargo y dejamos la marcha sobre aquellos que delinquieron en semejante práctica.
Las selvas y bosques de Germania proveyeron asilo a los disidentes cuando aún subía en arrogancia el hijo del pecado. Que Germania fuera habitada por personas de esta descripción, es evidente y que tales personas tuviesen muchísima actividad en la diseminación de la verdad, viene a ser claro, desde que es registrado, que los errantes predicadores bautistas, encontraron a su paso en sus viajes, durante el siglo noveno a través de todo el imperio germano, hospedándose cada noche en casa de sus amigos.
Es muy probable que estos ministros viajeros fueron terminados por los predicadores católicos Anabaptistas. Sus sentimientos religiosos son aprendidos y la mira de las ordenanzas prueban de su confesión de Fe, con acierto en el principio de la cristiandad, allí no fueron bautizados a los niños; y que sus antepasados nunca practicaron tal cosa y podemos afirmar que el bautismo es un lavamiento, ejecutado con agua, y hace extender el lavamiento ejecutado con agua, y hace extender el lavamiento al alma del pecado. Orchard´s Baptist History, p. 322-323.
CAPÍTULO 12
DEL SIGLO OCTAVO AL NOVENO D.C.
AUMENTO EN EL PECADO
Durante este siglo dice Hugo Smith, en la página 251 de su historia: Estuvo de moda la explicación de la Escritura por los escritos de los padres, a ningún hombre se le permite en lo mínimo cambiar en sus decisiones. La regla apostólica de comparar las cosas espirituales, con las cosas espirituales, fue perdida. El papado crecía ahora fuerte, y más fuerte, y cualquiera que se atrevía a oponerse traía sobre si mismo, una horda de enemigos.
Durante este siglo, la persecución continuó contra los Paulicianos y los Valdenses quienes constituían la verdadera Iglesia de Dios, y quienes aún sostenían el nombre escritural de IGLESIA DE DIOS, observando el verdadero sábado de conformidad con el mandamiento. También enseñaron ellos, el reino literal de Cristo sobre la tierra y celebraron anualmente la Cena del Señor. Recogemos el siguiente relato, de cómo fueron ellos perseguidos durante este siglo, de la historia de Hugo Smith él dice:
Simeón, un oficial griego vestido con el poder imperial, vino a Colonia y aprehendió a Silvano y a un buen número de sus discípulos les pusieron piedras en las manos a estos últimos y fueron requeridos a que asesinaran a su pastor como el precio para que alcanzaran el perdón. Un individuo llamado Justus, fue el único de aquel número que obedeció y le apedreó hasta matar a aquel quien había trabajado entre ellos 27 años Justus, señalándose así mismo más aún por su traición a los hermanos, mientras que Simeón (el oficial imperial) golpeado por la divina gracia en aparentes sufrimientos, abrazó la fe que había venido a destruir, diola al mundo, predicando el evangelio, y murió como un mártir.
Por ciento cincuenta años, estos siervos de Cristo padecieron los horrores de la persecución con paciencia y mansedumbre. Si los hechos de su martirologio, su predicación y sus vidas fueron distintivas, dice de ellos poder asemejarse a aquella Iglesia justamente reverenciada. Todo este tiempo, del poder del Espíritu de Dios fue con ellos, y ellos practicaron el capítulo 13 de los Romanos así como otras preciosas verdades. Idem. p. 254.
Durante estas épocas oscuras, no todos los gobernadores seculares apoyaron a Roma, pues muchos favorecieron al industrioso y santo pueblo dentro de sus términos. Perrin dice:
Los embajadores al Duque de Savoy, suplicaron gracia para los Valdenses en sus provincias, estableciéndose que estos cristianos en el Valle del Piamonte no podían detener por las concesiones de sus príncipes, la libertad de ejercer en público su religión, porque esta fue establecida en ese campo, cerca de ocho siglos anteriores, y que ellos gozaban de ese derecho mucho antes que ellos fueran elevados a la Alteza Real de sus ancestros; de manera, que no habiendo nunca sido de la misma religión de sus príncipes, no podían decirse de ellos que la hubieran abandonado, ni mucho menos obligarles a volver a una religión que nunca habían tenido. Jone´s Church History, p. 402, Ed. 1837.
El Memorial presentado a la corte de Savoy por Murat y Murat Consejeros de Estado de Zurcí, Berna, Zuisa, establece en parte: Nos encontramos así mismo obligados a representar ante vuestra Real Alteza, que las Iglesias de los Valles del Piamonte, no han sido separados, así mismas de la religión de sus príncipes: porque ellos viven aquella que han recibido de sus predecesores hace cerca de ocho siglos, la cual ellos han profesado mucho antes que fueran recibidos bajo el dominio de sus antecesores de su Real Alteza, quienes habiendo hallado en posesión de su religión, los ha mantenido dentro por varias declaraciones.
Ellos fueron muy pacíficos con todo el pueblo, amados de sus vecinos, en Provence Francia, hombres de buena conducta, de buena conversación, exactos a sus promesas y puntuales en el pago de sus deudas. Que ellos además fueron liberales para los extraños y a los viajeros pobres tan lejos como ellos pudieran extenderse.
Ellos fueron un pueblo que no pudo soportar a los blasfemos, o nombrar al diablo, o jurar a todo a menos que por hacer un solemne contrato o juicio. Finalmente ellos fueron conocidos por esto: si por casualidad venían a ser hallados entre alguna compañía donde la conversación fuera locura, o blasfema, o que deshonraran a Dios, ellos inmediatamente se retiraban. Quentin Perrin, Jone´s Church History, pág. 260, Ed. 1837.
Claudius Seisselius, Arzobispo de Turín, se sirve decir que: Exceptuando su herejía, ellos generalmente vivían una vida pura, más que otros cristianos.
Jamás juran sino por compulsión, llenaban sus compromisos con estricta puntualidad, y viven en su mayor parte en pobreza, profesan vivir la vida apostólica y sus doctrinas. También profesan esto: ser sus deseos el vencer sólo por la simplicidad de la Fe, por la pureza de conciencia e integridad de vida; y no por sutilizas filosóficas ni artificios teológicos. Y el muy cándidamente admite que: en su moralidad y vida, fueron perfectos, irreprensibles, y sin ningún reproche entre los hombres. Así mismo adictos con todo su poder a Observar los Mandamientos de Dios. Jone´s Church History, p. 259.
Comiendo el pan de la pobreza y cubiertos de la vestidura de la penuria, las Iglesias en el desierto siguió sirviendo al Señor. Ella poseyó los clamores del papado. En medio de este pequeño rebaño, estuvieron prominentemente firmes los Valdenses. Generación después de generación de expertos copistas mantuvieron en sus manos inadulterable la pura palabra. Repetidamente su gloriosa verdad se esparció lejos entre las naciones. En terror, el Papado atronó a los Monarcas de Europa, para estamparles su herejía mediante el acero de la espada. En vano los batallones papales inundaron las llanuras de Europa con la sangre de los mártires. La palabra de Dios vivió invencible. Wilkinson, Our Authorized Bible Vindicated, p. 254, 255.
Jacobus de Ribeira, quien en su tiempo asistió en persecución de los Valdenses, dice que ellos fueron también instruidos en las Santas Escrituras, que el pudo ver pasantes quienes podían recitar el libro de Job verbalmente, y varios otros quienes podían perfectamente repetir el Nuevo Testamento. Jon´s Church History, p. 259.
La antigüedad de los Valdenses, o creyentes, es afirmada por sus amigos y corroborada por sus enemigos. El Dr. McLaine, en la historia de su nombre por los valles en que habitaron; y de aquí Pedro de Lyon fue llamado, en latín Valdus por haber adoptado él su doctrina Reiner Sacco habla de los Lionistas como de una secta que tuvo su florecimiento cerca de quinientos años (atrás del 750) mientras él menciona autores denota entre ellos quienes datan su antigüedad remontándola hasta la edad apostólica. Theodore Belvedro, un monje papista dice: que la herejía tuvo siempre lugar en los Valles.
En el prefacio a la primera Biblia Francesa, el traductor dice que ellos (los Valdenses) siempre han tenido el goce de la verdad celestial contenida en las Sagradas Escrituras, siempre y desde entonces ellos fueron enriquecidos con la misma por los apóstoles; teniendo en limpio MSS. Preservada por completo la Biblia en su lengua nativa, de generación a generación. Orchard, Paptist History, p. 257.
Beza afirma que los Valdenses fueron la reliquia de la pura Iglesia Cristiana Primitiva; algunos de ellos fueron llamados “Los pobres de Lyon”. Paul Perrin afirma que los Valdenses fueron desde tiempo inmemorial en Italia y Dalmacia, y que fueron la progenie de los Novacianos quienes fueron perseguidos y emigraron procedentes de Roma, 400 D.C. (más bien el año 413) y quienes por la pureza en la comunión fueron llamados Puritanos.
El nombre de Paterines fue dado a los Valdenses; quienes en su mayor parte sostuvieron la misma opinión y de allí que fueran tomados como unos de la misma clase de ese pueblo, quienes continuaron hasta la Reforma bajo el nombre de Paterines o Valdenses.
Entre Albinenses y Valdenses no hubo diferencias en cuanto a puntos de vista en asuntos religiosos. Todas aquellas gentes habitaron al sur de Francia a quienes en general se les llamó Albigenses, y en doctrina y maneras no fueron distintos a los Valdenses. Bossuet, Obispo de Meaus dice, como a los Vaudois, fueron ellos una especie de Donatistas y peores que los antiguos donatistas; ellos formaron sus iglesias unidamente con hombres buenos; todos ellos sin distinción si pueden ser refutados de buena gente, predicaron y administraron las ordenanzas. El célebre Matthew Francowitz dice: los Waldenses olían un poco de Anabaptistas. Los Valdenses fueron en sus sentimientos religiosos, sustancialmente lo mismo como los Paulicianos, Paterinos, Puritanos y Albigenses.
Sus ancianos, y oficiales no tenían ninguna apariencia distinta a la de los otros hermanos en el trabajo o nombres (reverendos) pero si cada cristiano fue considerado como en cierta medida para instruir a los otros y para confirmar a los hermanos mediante exhortaciones. Sus ancianos fueron los mayores de los hermanos, mientras que los presbíteros formaban el cuerpo completo de maestros por tiempo fijo o itinerante.
Sus reglas de práctica, fueron llevadas a la práctica por una interpretación literal del sermón del Monte de Jesucristo. En consecuencia ellos prohibieron las guerras, las súplicas a la ley, adquisición de riquezas, capital mal habido, defensa propia, y el renegar a todo lo bueno. El cuerpo de creyentes fue dividido entre dos clases; una de las cuales contenía a los perfectos y la otra a los cristianos imperfectos.
Los primeros dieron todas sus posesiones terrestres los otros fueron un poco menos austeros, enseñaron la abstinencia en forma parecida a los Anabaptistas de los últimos tiempos, frente a toda apariencia de pompa y lujo. Este pueblo sostuvo que una iglesia fue una asamblea de cristianos, hombres fieles, y de la cual Iglesia el Señor Jesucristo es la cabeza, y solamente Él, y que es gobernada por su Palabra y guiada por el Santo Espíritu; correspondiente a todos los cristianos caminar en fraternidad, que las únicas ordenanzas dadas por Cristo a las Iglesias son: El bautismo y la Cena del Señor; y que ambas son simbólicas ordenanzas o señal de cosas santas emblemas visibles de invisibles bendiciones de las que los creyentes son los propios participantes de ellas. Idem. p. 261.
CAPÍTULO 13
DEL SIGLO IX AL X D.C.
LA MUJER EN EL DESIERTO
Investigadores hicieron un reporte a Luis XII, rey de Francia, diciendo que: Ellos han visitado todos los parajes en donde ellos (Valdenses) habitan, así mismo que han inspeccionado a los lugares de sus cultos, pero ellos no han encontrado imágenes ni las señales de los ornamentos que corresponden a la misa ni a ninguna de las ceremonias de la Iglesia Católica Romana; ni mucho menos ellos pudieron encontrar o descubrir ninguna huella o señal de aquellos crímenes de los que se les hace cargo, por el contrario, ellos guardan el día sábado, observan la ordenanza del Bautismo de acuerdo con la Iglesia primitiva, instruyendo a sus niños en los artículos de la fe cristiana y en los mandamientos de Dios. Jone´s Church History, p. 260.
Cualquiera que se negara a maldecir, a jurar, a matar, a cometer adulterio, a robar, a tomar venganza de sus enemigos, ellos dicen, este es un Valido-is, y de allí que son puestos a la muerte. Voltaire Gen. History, Chap. 69.
Un antiguo inquisidor, a quienes escribían contra los Valdenses he tenido ocasión de referirme en la primera sección, describiéndoles a ellos. Estos heréticos son conocidos por su conversación y sus maneras, son ordenadamente modestos en su conducta y comportamiento. Evitan toda apariencia de orgullo en su vestuario, ni daban rienda suelta en el ornamento del atavío, ni en eso llegar a una notabilidad de humildes andrajos; evitaban el comercio que podía darles libertad de engañar o actuar falsamente, proveían su subsistencia mediante industrias manuales, como laborantes por el día o mecánicos, sus maestros son tejedores o sastres.
No conocen el ansia de amasar riquezas, aunque sí están contentos por tener lo necesario para vivir. Son castos, temperantes y sobrios. Se abstienen ante el enojo. Aun cuando trabajan hacen ambas cosas, aprenden o enseñan. De igual manera también sus mujeres son honestas, evitan toda difamación solapada, bromas necias, ligereza en el hablar, absteniéndose especialmente de mentiras o de juramentos, no tanto como hacer el uso de ciertas aseveraciones comunes “en verdad”, “por cierto”, a lo parecido, pues consideraban esto como un juramento, contentándose así mismos con responder simplemente sí o no. Jone´s History Church, p. 258-259.
Aludiendo a las iglesias de los Valdenses en el Piamonte, y a aquellos esparcidos a través de la obispalía de Italia, él CLAUDIUS SEISSEILIUS, Arzobispo de Turín nos dice que la más cruel persecución no fue capaz de destruirlos ni de estorbar la constancia defensa de la doctrina que aquellos habían recibido de sus antepasados. Idem. pág. 246.
Peter Allix, en su historia de las Iglesias del Piamonte, cap. 28, p. 323, menciona el nombre como La Iglesia de Dios. Se observará que el pueblo llamado por el mundo Valdenses estuvo viajando por causa de Roma entre los valles del Piamonte.
No hubo allí en el centro o en el sur de Europa de los cuales estos misioneros no hubieran encontrado su selva, y en donde ellos no dejaran la huella de aquellos discípulos que ellos hicieron. En el Oeste penetraron ellos en España, en el sur de Francia ellos encontraron unos análogos compañeros de trabajo en los Albigenses, por quienes la semilla de la verdad fueron plenamente esparcidos sobre el Delfinado y Languedoc.
Por el este, descendieron el Rhin y el Danubio, ellos leudaron a Germania, y Polonia con sus doctrinas, siendo sus huellas marcadas con los edificios de su culto, y las estacas de su martiriología, que surgió alrededor de sus pasos. Aun en las ciudades de las siete colinas (Roma) no temieron entrar esparciendo la semilla sobre aquellos pantanosos terrenos, si por ventura alguna de esas podían tomar raíz y crecer.
Sus pies desnudos y el burdo vestido de lanas, hicieron de ellos figuras marcadas en las calles de una ciudad que se vestía de púrpura y de lino fino; cuando errantes fueron descubiertos como ocurrió algunas veces, los gobiernos de la cristiandad tuvo el cuidado de alejarlos, en sus caminos ellos al ir soltando la preciosa semilla que fue regada con la sangre de aquellos hombres quienes la sembraron.
Así en aquellas edades de este modo, había velado su Majestad y su misión, viajando silenciosamente a través de la cristiandad, penetrando en los hogares y corazones, haciendo en ellos su morada. Desde su alto sitial, Roma miró hacia abajo con el mayor desprecio sobre el libro y a sus humildes portadores. Ella (Roma) se propuso inclinar hacia sí, la nuca de los reyes; pensando que si ellos eran obedientes de esa manera, los hombres no podrían rebelarse, y así ella dio poca atención a un poder el cual, débil como parecía, estaba destinado en un día futuro a quebrar en pedazos la fábrica de sus dominios.
Pronto ello empezó a hacerse pesada, y a tener el presagio de su calamidad. El ojo penetrante de Inocente III descubrió el distrito en donde el peligro iba a surgir. Él miró en la labor de esos humildes hombres el principio de su movimiento, el cual, si se les permitía seguir o tomar fuerza, podría un día arrastrar con todo aquello que había obtenido trabajando asiduamente por la intriga en siglos. El inmediatamente comenzó aquellas terribles cruzadas que destrozó a los sembradores, pero regó la semilla, y así ayudó a traer la hora señalada, la catástrofe que había visto venir. Willy History of the Waldenses. P. 22, 23.
De la persecución contra los Valdenses de la guardia, Wykie dice: Sucediendo a los habitantes fuera de sus puertas, colocando soldados en acecho pudieron obtener así aproximadamente mil seiscientas personas en su poder de estos, 70 fueron torturados con la esperanza que fueran compelidos a delatarse así mismos de cometer prácticas vergonzosas, crímenes en sus asambleas religiosas. No confesos así, de cualquier modo, podían atormentarles prologándoles la tortura.
Stefano Carlino dice: Mocrie fue torturado hasta sacarle los intestinos, otros de los prisioneros llamado VERMINEL, fue encerrado ocho horas en un instrumento horrible llamado el infierno, pero persistió en negar la atroz calumnia.
Algunos fueron arrojados desde lo alto de las torres o precipitados sobre los riscos, otros fueron rotos a latigazos de hierro y finalmente entregados a muerte ferozmente por la espada. Y otros untados con alquitrán fueron quemados vivos. Idem. p. 115.
De la persecución romana en contra de los seguidores verdaderos del Cordero, en la aldea de Prgelas, Cyllie dice: Esto fue en pleno invierno. Y los habitantes no temiendo ser atacados, creyéndose así mismos suficientemente protegidos por la nieve, la cual cubría la profundidad de sus montañas, ellos estaban destinados a experimentar la más amarga de las experiencias a causa del rigor de la estación, la cual no pudo apagar el fuego y malicia de sus perseguidores.
Borrelli, a la cabeza de un ejército armado quebró repentinamente dentro de Pragelas, premeditando la completa extinción de aquel pueblo. Los miserables habitantes huyeron desbandados hacia las montañas, llevándose sobre sus hombros a sus ancianos, sus enfermos, sus niñitos, sabiendo qué destino les esperaba al quedarse viviendo atrás.
De su huída, un gran número fue tomado y matado. El anochecer les trajo la liberación de sus perseguidores, pero no la liberación, frente a los horrores no menos temibles, sin embargo, sin abrigo, sin alimentos, y ateridos por la nieve que los rodeaba, el cielo invernal sobre sus cabezas, sus sufrimientos fueron grandemente inexpresables. Cuando llegó la mañana ¡Qué espectáculo más desgarrador, les cubrió la luz del día!. Algunos de aquel miserable grupo perdieron sus manos y sus pies al congelárseles, mientras otros se veían extendidos sobre la nieve sus cadáveres endurecidos, unos 50 niños ya grandes, aunque alguien dice que 80 fueron encontrados muertos del frío, otros yacían sobre el desnudo hielo, otros apretados entre los congelados brazos de sus madres, quienes perecieron en aquella tenebrosa noche solas con sus bebecitos. Idem. p. 30 y 31.
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