MUNICIPIO GARCÍA
Régulo Felipe Hernández C.
Cronista Oficial del Municipio
1. Identificación, situación y límites
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Identificación
Este municipio fue creado en 1891, se le asignó este nombre en honor al Almirante José María García, prócer naval de Venezuela.
1.2. Situación y límites
El municipio está situado en el lóbulo oriental de la isla de Margarita. Abarca una superficie de 85.1 kilómetros cuadrados, que representa el 7,4% del total del estado. Limita por el norte con los municipios Díaz y Arismendi, a partir de la línea de montaña denominada Palma Real hasta la encrucijada de los caminos de La Asunción y La Aguada a Porlamar, desde este punto continúa por la fila que conduce a Los Dos Cerros. Por el este con los municipios Maneiro y Mariño a partir del punto de Los Dos Cerros hasta el cerro Genovés, siguiendo por las aguas divisorias entre Guatamare y sector Genovés hasta la vía nacional Porlamar-La Asunción, luego toma el rumbo sureste de la mencionada vía hasta llegar a la esquina de la capilla Cruz Grande y de ahí avanza hacia el noroeste hasta la casa del Periodista y sigue por el eje de la calle Paralela hasta interceptar la calle Lozada, desde la esquina se quiebra recorriendo la mencionada calle en sentido suroeste hasta su final, de aquí sigue en línea recta hasta la falda del cerro El Piache donde se encuentra el depósito de basura, a partir de este sitio continúa por una línea recta con rumbo suroeste hasta el pie de la montaña en el punto de coordenadas: este 4.001.610 y norte 1.000.211, de aquí parte con rumbo sureste en línea recta hasta la Punta Mosquito en la costa del mar Caribe. Por el oeste colinda con el municipio Díaz, desde el hito Palma Real por la fila hacia el suroeste hasta el hito cerro El Güire, luego en línea recta hasta la Boca de Victoria, atravesando la laguna de Las Mariitas en La Isleta. Por el sur limita con el mar Caribe desde La Boca de La Victoria hasta Punta Mosquito. (Gaceta Oficial del Estado Nueva Esparta. La Asunción, 3 de enero de 1988).
2. Características Geográficas
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Centros poblados
En el municipio se localizan ciudades y pueblos de larga historia como El Valle del Espíritu Santo, la capital, integrado por los sectores Conuco Largo, Toporo, Penca de Tuna, Guiriguire y La Plaza; San Antonio de Padua Norte y Sur, Ochenta, El Piache, La Cruz del Pastel, El Hato, La Tortuguita, Guatamare, La Isleta, Las Piedras, Las Mariitas, La Sierra, Los Conejeros y El Cauca.
Durante las tres últimas décadas de la pasada centuria se ha desarrollado un proceso de urbanización que ha motivado el surgimiento de un conjunto importante de centros poblados, tales como: Villa Rosa, Pedro Luis Briceño, Conuco Viejo, Nueva Segovia, Valle Verde, Nueva Delphia, Marisal, Nueva Esparta, Los Tejados, Nueva Venecia y La Capilla.
2.2 Relieve
La geografía municipal abarca casi todas las formaciones orográficas que se presentan en la isla de Margarita, desde las de mayor altura hasta el paisaje costero, pasando por la topografía “medio colinosa” y los valles.
Parte importante del macizo geoestructural El Copey se localiza en García con cuatro alturas relevantes: el cerro San Juan con 930 metros sobre el nivel del mar, el cerro El Copey y La Cuchilla de El Valle con 810 metros sobre el nivel del mar y Palma Real con 800 metros sobre el nivel del mar, en el extremo norte; la serranía desciende hacia el noreste y este de la capital municipal en los cerros de La Pepita, La Catana, La Cruz y La Tagua, cuyas estribaciones llegan hasta el este de Guatamare y El Cauca, sitio en el extremo nororiental del municipio. Una porción de esta serranía bordea a El Valle por el oeste y sur, donde se ubican los cerros: Anita, La Punta de la Bruja, El Piache y La Gloria. Desde el cerro Palma Real se desprende un cordón montañoso por el oeste del municipio donde destaca el cerro El Güire.
Las elevaciones del paisaje “medio colinoso” forman un semicírculo que parte del extremo noreste del municipio, bordea el sureste y sur de El Valle del Espíritu Santo y culmina en el norte de San Antonio.
De acuerdo con el Profesor Pablo Vila, estos relieves son “macizos metamórficos (...) orlados por retazos de formaciones sedimentarias, desde cretáceas hasta pleitocenas (...)”. Según Luis Fernando Chaves, las montañas “resultan del plegamiento a principios del Terciario de rocas metasedimentarias cretáceas, precedido de actividad magmática que se manifiesta en la formación de sills (intrusiones en capas de rocas) ultramáficas septentrionales”. La profesora Beatriz Olivo Chacín anota: “Estos bloques montañosos de fuertes pendientes están constituidos básicamente por rocas ígneas y sedimentarias metamorfizadas, intensamente plegadas y ricas en minerales útiles (magnesita, manganeso, níquel y calizas) y las estribaciones y colinas adyacentes están constituidas por formaciones sedimentarias terciarias”. De acuerdo a Chaves los suelos son residuales rocosos con textura variable según el tipo de roca madre.
Los valles parten del piedemonte y se acunan entre las ramificaciones del macizo serrano. De acuerdo al Atlas Básico de Nueva Esparta son “áreas pequeñas muy localizadas”. Los suelos son aluviales o coluviales de fertilidad pobre a buena. Chaves afirma: “En los piesdemontes los conos de deyección y materiales coluviales dan lugar a suelos muy pedregosos”. El más importante es El Valle del Espíritu Santo, situado en el noreste del municipio, seguido de San Antonio y Ochenta, en el centro; Guatamare y El Cauca, en el extremo nororiental.
El paisaje costero abarca todo el rectángulo sur, desde finales de las estribaciones hasta La Isleta y contiene la albufera de Las Mariitas.
Forma parte de la llamada región seca de Margarita. Beatriz Olivo señala: ” Los suelos que se han formado, responden a procesos de adición, pérdida o trasposición de materiales en zonas áridas y de escasa vegetación. Son suelos delgados y poco desarrollados (...)”.
2.3 Clima
La heterogeneidad del relieve y la ubicación del municipio determinan la existencia de dos climas, de acuerdo con la clasificación de Thornthwaite, considerados en el Atlas de Nueva Esparta: El tipo climático árido y el semiárido. El primero conformado por el árido cálido, “caracterizado por una temperatura media anual superior a los 26º C” presente en el paisaje costero del sur, y “el árido templado con temperatura variable entre 24º C y 26º C”, en Las Piedras y parte de La Sierra, al norte.
El tipo climático semiárido comprende: El semiárido templado que “se encuentra en las inmediaciones de la serranía de El Copey, a una altura aproximada de 350 metros sobre el nivel del mar y con temperaturas medias menores de 26ºC”, en el norte del municipio, y el semiárido frío, “se localiza en la serranía de El Copey en alturas superiores a los 900 metros sobre el nivel del mar, con rangos de temperaturas que van desde 18º C hasta 22º C”.
2.4 La Pluviosidad
En este municipio se dan las mismas características pluviométricas de toda la isla en relación con el comportamiento bimodal: dos períodos secos y dos lluviosos, oscilando la pluviosidad media anual entre 300 y 900 mm. La mayor cantidad de lluvia cae durante los meses de diciembre, enero y febrero, y, de manera irregular en el mes de septiembre. Las áreas de mayor precipitación se localizan en la zona montañosa del Cerro Copey con 400 a 1100 mm anuales.
2.5 Hidrografía
La corriente fluvial más relevante del municipio es el río Valle que se forma con el tributo de los ríos San Francisco, Grande y Chiquito, en el oeste de la Huerta de Mariño. Todos los afluentes bajan de la montaña de El Copey. El río Valle fue durante muchos años base de la vida económica y recreativa del pueblo por la permanencia de sus aguas, aunque variable en el caudal. En la actualidad luce raquítico y a veces seco, como consecuencia de la intervención del hombre en la Sierra, que provocó la desaparición de los manantiales que lo nutrían y por el desvío de las aguas hacia la otra vertiente de los cerros. Igual situación ha afectado a los riachuelos de San Antonio, Ochenta, Guatamare y La Aguada. Todas esas corrientes fueron de gran importancia en la época de predominio de la economía agrícola, porque garantizaban el regadío en huertas y conucos, mediante la red de acequias y albercones.
Pese a la acción depredadora, aún se mantienen pequeñas quebradas cerca de la montaña. En Toporo y Conuco Largo el río Valle mantiene un hilo permanente de agua, alimentada por el desaguadero del dique de Guatamare. Todavía hoy existen aljibes en ciertas fincas.
2.6 Vegetación
De acuerdo con el Atlas de Nueva Esparta en el municipio se localizan los seis tipos de vegetación que ahí se clasifican. En efecto, en la cúspide de la serranía encontramos los arbustales submontanos enanos siempreverde. Bordeando esa elevación aparece el bosque ombrófilo submontano sub-siempreverde. En El Valle, San Antonio, Guatamare, Ochenta, La Aguada y El Cauca están presentes los bosques tropófilos basimontanos semi-deciduos.
En el libro Margarita Vegetal, del Dr. Ángel Félix Gómez, hay abundante información sobre la flora de El Valle del Espíritu Santo de la época arcadiana de este pueblo. Cita el autor a John Robert Johston: “Los bosques de El Valle son espesos y descienden hasta cincuenta metros (...) La configuración de la tierra de El Valle, lo hace un lugar ideal para el estudio botánico”.
Aún cuando la febrilidad urbanizadora ha agredido el paisaje, todavía el municipio luce en sus valles verdor y frescura. Es conveniente describir nuestro mundo vegetal nombrando las especies que el pueblo quiere por dadivosas o, simplemente, porque son parte de recuerdos, con el lenguaje que domina la mayoría de la gente, puesto que el léxico científico es de uso de pocos.
Si partimos del copito veremos la rara bromelia que sólo le gusta vivir en esta cumbre. Más abajo está el copey gigante, lanzando su cordaje marrón para semejarse a un penetrable de Soto, los helechos de eterna “permanente” y la palma del domingo de ramos. Al acercarnos a La Batea y sus alrededores encontramos el corpulento y alto mamey obsequiando sus frutos de piel leonada. En las huertas: el caimito con bolitas con traje de semana santa; mangales de variados tipos y sabores para todos los gustos: redondo, pecho ‘e paloma, chiro, huevo ‘e burro, largo, mono, durazno, teta y el pretencioso briteño; el poncigué dando pequeñitas manzanas, como exige su nombre antillano; el níspero brindando su exquisita miel; jobo la india, también empinado, con frutos sabrosos de semilla erizada; la ciruela suniaguera y sus familiares: el jobo ciruela con sus diminutos zurrones de jugo agridulce, y el jobillo de carga agradable y policroma; el rebelde tamarindo; el cotoperiz, que supera en azúcar a su primo el maco; el datilero con sus “balitas” rojas o amarillas y “ pasadoras”; catuches y anones que donan blancos manjares; las pomalacas de encendidas frutas; la pomarrosa, generosa en eso de dar aroma y sabor; la guayaba de madera dura para los trompos aguantadores, también brinda olor y sabor; el enorme pandelaño, colaborador de los sancochos; la colosal castaña, cuyas semillas cocidas sirven de merienda; el aguacate, de tamaño variable que regala “mantequilla en pote verde”, como dice el pueblo; el larguísimo cocotero, siempre servicial: sus hojas sirven para techar los ranchos y hacer esteras, los cocos tiernos dan agua deliciosa, los “zarazos” y “avallanaos”, sabrosa almendra, los “tallaos”, la agradable bola; la copra para aceite, los secos, y sus conchas para el humo de espantar mosquitos.
Los cerros colinosos cuentan con la presencia de: El pichigüey con su rubí incrustado en acerico verdiblanco; el yaguarey y sus parientes: la tuna, el tapaculo y la pitahaya; el pajuí con su blandísimo durazno; la curichagua en su bejuco, parece una pera recién nacida de corazón granate; la chica con fruta prohibida por ese poder misterioso de provocar plácidos sueños; el guatapanare, que fue sustento de los recolectores por su carga de tanino; la taringa y el agresivo guaritoto, que ayudó a los soldados patriotas; el topotopo para los muchachos jugar topo y topo; el aliñoso y oloroso orégano; el tomatico balita; el pui de amarilla fronda; la cuica con madera para los trompos zumbadores; el guatacare, el yaque y el cují, alimentadores de los fogones del pasado; las retamas cubriendo todas las faldas y los caracueyes depositando agua para los sedientos.
En las empalizadas que sobreviven encontramos los guamaches con fruticas dulcitas, las mayas con bolombolas de oro y sus compañeros los chigüichigües; los cundiamores para las chulingas. Los cachimbitos, las charas, los platanitos, los tocos, los jobitos de río escoltan los riachuelos. En las calles dan sombra y belleza los guayacanes de perenne fronda verde; los robles ancianos; los nomeolvides de flores rojas o amarillas; los duros palosanos, los sabrosos almendrones y los jazmines que perfuman las aceras. En las plazas los robustos y grandes samanes como enormes tapasoles durante los días de fiesta; los camarucos con pelos picantes en las frutas, y las paraparas que regalan las negras y relucientes pichas a los niños pobres. Las ceibas de las supersticiones: la de Toporo, las de los Campos y la del General Pedro Antonio Fuentes. En los solares y patios se dan vinagrillo y cereza blanca, extremistas de la acidez; las jugosas naranjas; limones para todo uso; granadas apetitosas; cerecitas con fruticas amarillas o rojas y el cautaro para pegar bambalinas y voladores. En los jardines predominan la cayena y la trinitaria. En los conucos las hortalizas margariteñas como el tomate, el ají dulce, la berenjena, el afrodisíaco chimbobó, el chirel; vituallas como la yuca y la auyama; leguminosas como el frijol, la judía y el guandul; el maíz, pan nuestro de cada día; el taparo de fruto grande para las totumas y el pequeño para las maracas, la lechosa con erótica aroma y la banana.
2.7 La Fauna Silvestre
En todos los cerros, montañas y valles habitan animales de diferentes especies, los más conocidos son: reptiles como la tan perseguida iguana y varios tipos de ofidios; los nerviosos venado y conejo margariteños, los trepadores como el mono y la ardilla, y el fumigador mapurite; casi extintos el cachicamo, el rabipelado y el cunareque. Entre las aves destacan: la bullanguera guacharaca; los cantores: el chocho o turpial, la danzarina chulinga y la bella pespés; la angoleta y el conoto siempre de luto; el trabajador carpintero de pico de cincel; la perdiz, el tutuel, el potoco y la inquieta tortolita, siempre acosados por los gomeros de los muchachos; el elegante guayamate con traje de cardenal, la gritona chiquía y los graciosos chiquiticos: el chirito, el tucucito y el pajarito de la virgen. Y las aves marinas. Además están los peces y otras especies en las aguas sureñas.
3. Demografía
Los efectivos humanos que habitan el municipio alcanzan a 45.606, el 12,2% del total del estado, cantidad superada sólo por los municipios Mariño y Díaz. La densidad de población es igual a 536 habitantes por
kilómetro cuadrado, por encima de la media del estado que alcanza a 325; ocupa el cuarto lugar después de la conurbación Mariño-Maneiro y del municipio Marcano. Para una mejor visión del comportamiento demográfico del municipio insertamos el siguiente cuadro:
POBLACIÓN DEL MUNICIPIO GARCÍA
Censo Población Crecimiento No. Índice Densidad Pobla.
Hab. Absoluto Relativo Hab/km2
Hab. %
1950 3.818 -- -- 100 31
1961 4.302 484 12,7 112 35
1971 6.119 1.817 42,2 160 50
1981 22.553 16.434 268,6 590 183
1990 33.372 10.819 48,0 874 392
2001 45.606 12.234 37,0 1.194 536
Fuente: Censos. Cálculos propios.
Nota: la superficie del municipio fue 123 kilómetros cuadrados hasta
1986.
Los guarismos nos señalan el crecimiento parsimonioso y la baja densidad poblacional, menor que la media estadal, durante el período de predominio del sector primario de la economía municipal, situación congruente con lo expuesto por la Geografía Económica cuando nos enseña que la actividad agropecuaria desconcentra población por exigencia de mayor participación del factor tierra en la combinación tecnológica de producción. A partir del censo de 1981 y hasta el correspondiente del 2001, es distinta la situación: el incremento absoluto y relativo del número de habitantes, así como la densidad, muestran una tendencia de mayor dinamismo, consecuencia de los efectos de la presencia predominante del sector terciario por la aparición de la zona franca, el puerto libre y el crecimiento del turismo, acompañado, en parte, por el secundario, en especial la construcción. El estado Nueva Esparta pasa de tributario a receptor de población.
4. La Economía
La economía prehispánica de toda Margarita, en particular la de este municipio, respondía a una combinación de las actividades de recolección y caza, de una agricultura precaria de subsistencia y la pesca, complementada con una artesanía de hilo y barro y un comercio de trueque con islas y pueblos cercanos de costa firme. Es lógico afirmar que los valles garcianos, dada su corta distancia del mar, producían los alimentos vegetales, tabaco, la leña y algunos animales de cetrería y obtenían el pescado de las aldeas costeras. Estas aldeas acumulaban un capital en forma de canoas e instrumentos de pesca.
Luego se inicia el mestizaje económico con la entrada de los españoles, según se desprende de la Elegía XIV, Canto Primero, octavas diez, once, doce y trece de Juan de Castellanos.
El censo de Margarita de 1757, ordenado por el Gobernador Alonso del Río y Castro, reafirma lo antes dicho. Los pobladores se dedicaban, básicamente a las labores agrícolas de haciendas y hatos, a la confección, hilandería, zapatería, carpintería, y los desposeídos prestaban su fuerza de trabajo como jornaleros
La base económica inicial de la colonia del municipio condujo a un modo de producción con agricultura vegetal y animal: avícola de corral y caprina, con relaciones de producción de tipo latifundista en las propiedades de mayor tamaño, minifundista conuquera en las faldas de los cerros, y con pesca artesanal; es decir, predominio del sector primario, que se mantuvo, aproximadamente, hasta los años cincuenta del pasado siglo, complementado con algunas actividades secundarias, tales como la alpargatería, trapichería, producción de licor en alambiques, carpintería, zapatería, construcción de viviendas, producción de cal, edificaciones públicas, vías de comunicación y artesanía tradicional. El terciario se reducía al comercio local, al transporte intermunicipal y a los servicios públicos básicos y contrabando de introducción.
La forma de producción primaria dominante se quiebra definitivamente con la aparición de la zona franca, del puerto libre y el desarrollo del turismo, aún cuando se mantienen la pesca en el sur, una agricultura en decadencia de hortalizas, frutales y ciertas vituallas, por efecto del crecimiento de la urbanización, que ha permitido el incremento sustancial de la renta absoluta y la diferencial por ubicación de la tierra.
El modelo económico trisectorial de hoy puede resumirse así:
-Predominio del sector terciario, conformado por: las actividades comerciales, aquí destaca el mercado de Conejero y sus alrededores y en El Valle la venta de artículos religiosos; la venta de bienes de consumo: alimentos, otros de uso doméstico y licores; de insumos para la construcción, líneas blancas y artefactos eléctricos. Los servicios profesionales, transporte, restaurantes, talleres mecánicos y servicios públicos. Actividades turísticas relacionadas con la presencia de la Virgen, el museo diocesano y la casa Mariño en El Valle del Espíritu Santo y con el parque nacional de El Copey en La Sierra, donde acuden el mayor número de visitantes. El parque de Guatamare es también sitio de recreación.
-Sector secundario tomando mayor espacio por efecto, fundamentalmente, de la construcción de viviendas, la formación de capital social básico en vías de comunicación e infraestructura física de educación, salud y recreación, acompañadas de una embrionaria producción metalmecánica y de confección, agua y electricidad, además de la artesanía de madera, fibra y barro.
-Sector primario atrofiado, integrado por la actividad pesquera de La Isleta y sus alrededores; la agricultura de hortalizas y frutales, ciertas vituallas y algo de maíz, pero con pérdida de peso en la estructura del PTB del municipio, al igual que en toda la isla; más la extracción de minerales no metálicos en la cantera de El Piache.
Este modelo se ha nutrido del sistema financiero estadal y su desarrollo ha permitido la ampliación del mercado, la total monetización de la economía, incluidas las relaciones salariales, la acumulación vía el incremento de la tasa de beneficio, el aumento sustancial de las rentas absoluta y diferencial del suelo, mayor proporción de la población urbana y subida de la demanda y oferta de servicios. Todo ello conforma una forma de producción capitalista comercial dominante. No obstante, parte importante de la población debe recurrir al empleo informal.
5. Servicios Públicos
- Educación. En el municipio existen dos universidades: La Universidad de Oriente, pública y la Universidad de Margarita, privada. Siete planteles privados, cuatro planteles estadales y once planteles nacionales.
- Salud. Hay un ambulatorio urbano y dos rurales II.
- Viviendas. El número de unidades alcanza a 11.873, equivalente a 10,5% del total del estado. (tercer lugar). El 45% de las familias no poseen viviendas.
- Agua Potable. Se presume que el 90% de la población es atendida, pero de manera ineficiente, pues es común las quejas por carencia.
- Agua Servida. El 80% de las viviendas están conectadas a la red de cloacas.
6. Historia
Los comentarios sobre las actividades desarrolladas por las herederas de Marcelo Villalobos en 1528 y 1529 –Isabel, su esposa y Aldonza, su hija--; las peticiones y requerimientos de los alcaldes de Cubagua en 1533, la repuesta del Rey en 1536; el documento firmado el 15 de septiembre de 1534 en El Valle del Espíritu Santo para probar méritos “ad perpetuam rei memoriam”, a solicitud de Martín López en nombre del magnífico señor Antonio Sedeño (Cedeño); el juicio de Residencia abierto por Juan de Frías contra doña Aldonza en 1545; la petición de Gaspar de Lesquina “en nombre de Diego García, Mayordomo de la Iglesia de Nuestra Señora del Valle del Espíritu Santo” de 1608; las cartas y mapas de Don Bartolomé Prenelete y Don Juan Batín de 1660; las descripciones y censos levantados en el siglo XVIII; las crónicas de algunos viajeros en el siglo XVIII como las de Fray Iñigo de Abbad y los trabajos de Consejero Lisboa, Hermano Nectario María, Alfredo Boulton, Jesús Manuel Subero, Efraín Subero y otros, nos ofrecen una copiosa y confiable información histórica, para dilucidar el origen y ulterior desarrollo de los pueblos que integran el municipio, en especial El Valle del Espíritu Santo.
Para la mayoría de los historiadores el primer núcleo habitado por los españoles en la Isla de Margarita fue San Pedro Mártir, situado “al oeste inmediato del Morro de Puerto Moreno”, de muy efímera duración, pues se abandonó por la ausencia de agua, alimentos agrícolas y leña. Para subsanar esas carencias, la gente se trasladó al llamado Valle de Charaima, sede del señorío guaiquerí del cacique epónimo, abuelo de la cacica Isabel, la madre de Fajardo, donde se comienza a formarse El Valle de la Margarita, designado así “por antonomasia, aunque hay otros, por haber sido el primero ocupado”, como anota Jerónimo Martínez. Se ubicó con rumbo noroeste y a una legua de posta del asentamiento primigenio. Para algunos, la fundación oficial estuvo a cargo de Don Pedro de Villardiga, por encargo de las Villalobos, en 1528. El caserío era conocido también con la denominación popular de Pueblo viejo, lo que nos da el primer indicio de su antigüedad. Juan de Castellanos se refirió a este valle como “El de Charaguaray de grande porte/ A la parte del sur do va su proa”.
De acuerdo con el acucioso Jerónimo Martínez el nombre de Valle del Espíritu Santo se le confirió a El Valle de la Margarita, luego que a la villa con aquel nombre se le designara Pueblo de la Mar.
En 1545 Juan de Frías, Juez de Residencia, abrió juicio contra doña Aldonza. Los declarantes Rodrigo de Niebla y Antón de Jaén reafirman la necesidad de dotar al Pueblo Viejo de una fortaleza, pues en dicho lugar “(...) sería mejor guardada la tierra de los dichos corsarios porque no osarían entrar por ella y ya que entonces aprovecharía más la dicha fortaleza para guardar del pueblo que no donde está (...) estuviera mejor una legua la tierra adentro y el pueblo con ella (...) que fuera en la parte que se dize el pueblo viejo porque allí ay agua cerca y leña”. (Residencia, f. 21, copia. Guillermo Morón).
Vencidos sus dioses, los guaiqueríes son reducidos a doctrina de indios. En 1576 el Factor de la Audiencia de Santo Domingo, García Fernández de Torrequemada y el Obispo de Puerto Rico, Fray Manuel de Mercado, ambos de visita en Margarita, seleccionaron a “El Valle donde estaba radicada la ermita de Nuestra Señora (...) para uno de los tres asientos de doctrina de los guaiqueríes”. ( Hermano Nectario María).
El célebre documento de 1608 del mayordomo de fábrica de la iglesia, se inicia así: “Gaspar de Lesquina en nombre de Diego García, Mayordomo de la iglesia de Nuestra Señora de El Valle del Espíritu Santo que está en El Valle de la Margarita, digo que en el dicho Valle está la dicha iglesia fundada de más de noventa años a esta parte”. Lo expuesto aquí ha permitido pensar a ciertos autores que este Valle había sido habitado por los españoles antes del año 1518.
En el censo de 1757 El Valle aparece como cabecera del partido El Valle del Espíritu Santo y Natividad de Nuestra Señora, que incluía los sitios de El Espinal, Guaraguao, San Antonio y Conejeros. Era el partido más poblado de la isla con 2.002 habitantes. En El Valle habitaban 111 familias, cuyos jefes eran: 39 caballeros, 12 blancos, 54 pardos, 3 mestizos, 2 morenos y un indio.
En 1815 los soldados de la Unión, enviados por Moxó para auxiliar al Gobernador Urreiztieta, entraron en El Valle y degollaron a doscientos moradores, saquearon e incendiaron casas y haciendas. El 10 de marzo de 1816 fue, de nuevo, objeto de atrocidades por parte de la columna que capitaneaba Joaquín Somoza; pero el 15 los margariteños sorprendieron a los españoles en El Mamey y cobraron justa venganza. En octubre de 1816 en el acto de presentación de “las banderas y trofeos militares tomados al enemigo en la gloriosa acción de El Juncal, que con mucho aparato y solemnidad fueron colocados en la capilla mayor”, según narra Francisco Javier Yanes
El Mariscal Pablo Morillo atacó a Porlamar en 1817 y obligó al defensor republicano Luis Gómez a replegarse hacia El Valle, el jefe español lo persigue, pero el margariteño logra huir a través de la montaña, llevándose la imagen de la Virgen. Los peninsulares reinciden y el pueblo es arrasado por al fuego. Gaspar Marcano, prócer y poeta, escribió:
Morillo al tercer día por la costa
del sur, sus marchas libres proseguía,
avanzando su Ejército á la posta,
como que el nuestro no se lo impedía
y llegando por fin á la calle angosta
Luis Gómez otra vez se le oponía:
pero herido, del Valle en aquel punto,
con la Virgen y tropa emigró junto”.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII el pueblo presta su generoso vientre para donar a la historia una hornada de héroes, quienes honraron el gentilicio neoespartano en la gesta magna. El 25 de julio de 1788 nace el General en Jefe Santiago Mariño, Libertador de Oriente, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Republicano, Jefe del Estado Mayor General de la batalla de Carabobo, Comandante en Jefe del Ejército Libertador y Segundo Jefe de la República. Nacen también los próceres: General José Joaquín Maneiro, Jefe del Estado Mayor Republicano de Margarita y Segundo Comandante de la batalla de Matasiete. El Coronel de Caballería Luis Gómez, salvador de la Virgen y valeroso opositor de Morillo. El Teniente Coronel Francisco Cedeño, hombre del 4 de mayo de 1810, compañero de Mariño en varias acciones y combatiente de la batalla de Carabobo. El Teniente Coronel Lucas Ortega, destacado comandante del Ejército Republicano, de su matrimonio con Isabel Guevara tuvo cuatro hijos, todos próceres: el Capitán Francisco Ortega Guevara, quien murió en la batalla de Clarines; el Capitán de Fragata Gerónimo Ortega Guevara, participante de la expedición de Los Cayos; el Capitán Vicente Ortega Guevara, quien murió fusilado por orden de Morillo, después de la caída de Cartagena y el Capitán Andrés Ortega Guevara. El Capitán José González, Jefe de unidades de tierra y mar. El Oficial Agustín Maneiro y las distinguidas patriotas Concepción Mariño y Luisa Carrasco Cedeño. Posiblemente el Contralmirante José María García, el 13 de noviembre de 1789, intrépido oficial de la armada republicana.
Durante la segunda mitad del siglo decimonónico nacen: Monseñor Doctor Nicolás Eugenio Navarro, Arzobispo Titular de Karpathos, Prelado Asistente al Sacro Solio Pontificio y Conde Romano, Deán del Cabildo Metropolitano de Caracas e Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, de la de Ciencias Políticas y Sociales y de la Academia de la Lengua. Los Generales Joaquín Rondón y Pedro Antonio Fuentes, la Coronela Emerenciana Cedeño y el Doctor Ángel López Rondón. En el siglo veinte: Monseñor Eduardo Morales Vásquez, Doctor en Derecho Canónigo. Los hermanos León Suniaga, los Heredia Piiñerúa, educadores; el poeta Ángel Fernando Guilarte, el compositor popular Miguel Rivera y el joven escritor Juan Carlos León.
7. La Presencia de la Virgen
Acerca de la presencia de la Virgen en El Valle, se ha tejido más de una leyenda popular, y varias hipótesis por parte de cronistas y ciertos historiadores.
En tiempos de nuestra niñez era común oír narraciones en torno de la aparición de Nuestra señora a los guaiqueríes en la cueva de El Piache, o en el intrincado bosque que existía en el lugar donde se edificó el templo. Otros la ven bajando del cielo cual blanca paloma en plena tormenta para salvar al guaiquerí náufrago, quien la bautiza con el nombre de “Guaricha del Mar”. La tribu, reunida en el cerro de El Piache, se entera del milagro y le rinde honores de nueva Diosa. Desde entonces será la Virgen Guaiquerí, protectora de los hijos de Charaima. Varios autores comparten la opinión de que la Purísima arriba a las playas margariteñas como consecuencia de un naufragio de algún boque español. Las corrientes marinas la condujeron hasta Guaraguao, ahí la encontró un nativo y la llevó a El Valle.
El Hermano Nectario María, calificado como el más consecuente investigador mariano, respaldado por una extensa cultura histórico-religiosa, nos informa sobre el encargo de los cubagüenses de una “(...) piadosa Imagen de la Madre de Dios, en su privilegio y representación de Inmaculada Concepción o de Purísima (...). El clérigo presume que dicha imagen llegó a Cubagua el 20 de octubre de 1529 y, por causa del maremoto que azotó a esa isla en la navidad de 1541, fue traída a El Valle el 10 de enero de 1542. Jerónimo Martínez asegura: “Pero de lo que no hay duda posible es que, desde que el padre Saavedra construyó la iglesia, hacia 1582, se venera en ella una imagen de la Virgen y que ésta es ya Nuestra Señora del Valle”. El primer milagro con testimonio escrito se encuentra reseñado en el ítem número seis del interrogatorio que propone Diego García para sus testigos, donde se habla de una procesión de sangre efectuada en 1608, “habiendo en esta isla grandísima seca y esterilidad (...) habiendo hasta aquel punto el cielo y el tiempo muy claro y sereno y sin muestra ninguna de aguacero, llovió copiosamente y casi todo aquel día y la noche con mucho beneficio de las sementeras que patente y claramente se vio ser cosa sobrenatural y milagrosa”.
La leyenda también la mira al lado de Mariño, Arismendi, Francisco Esteban Gómez, Luis Gómez y de las tropas republicanas. El valiente esposo de Luisa Cáceres salva su vida en 1815 porque la bala se estrella contra la medalla que lleva en el pecho. El proyectil encapsulado en dorado capuz se transforma en histórico exvoto. Es entonces la “Virgen Patriota”.
Desde tiempos tan lejanos la Virgen del Valle emerge como el símbolo espiritual más conspicuo del oriente del país. Es la compañera omnipresente de los hombres que enfrentan los azares marinos y de los labriegos de la tierra firme. Muy largo es el rosario de sus bondades: señala rumbo a las naves perdidas, acerca el madero para la salvación del náufrago, aplaca las tempestades más furiosas. Acompaña al pescador para que las redes se preñen de opíperas cosechas. Dispensa lluvia copiosa para calmar la inclemencia de la sequía y bendice los surcos en conucos y huertos para recompensa de los campesinos.
La devoción popular ha sido, formalmente, premiada por el Vaticano mediante la Coronación Canónica de la Virgen en 1911; el establecimiento del Patronato sobre la Diócesis de Guayana y Oriente en 1921 y sobre la Armada y la Marina Mercante el 16 de marzo de 1981.
En El Valle se construyó la primera iglesia de Venezuela en 1528, se reedificó en 1582, en 1699 se colocó el Santísimo Sacramento de modo fijo, y la hoy Basílica Menor se erigió definitivamente en 1904.
Otro pueblo de añeja estirpe es San Antonio, fue fundado en el año 1560 a dos leguas y media de posta de El Valle de la Natividad de Nuestra Señora, por el portugués Antonio Díaz, quien residió ahí con su esposa y cuatro hijos. La procedencia del fundador se constituyó, quizás, en la razón para procurar la protección del santo de Padua como patrono, religioso éste de la congregación franciscana, nacido en Lisboa en 1195 y fallecido en Padua en 1231. El lusitano fabricó casas, una iglesia y un hospital, el primero en América del Sur. Desde entonces se celebra la fiesta patronal el 13 de junio.
El censo 1757 reporta 191 habitantes, agrupados en 26 familias, los jefes de esas familias eran 22 labradores, un pescador blanco, un zapatero mestizo y dos hilanderas, una parda y una blanca.
Hoy está dividido en dos sectores; San Antonio Norte y San Antonio Sur, ambos son centros poblados importantes, dado la explosión demográfica habida en el período intercensal comprendido entre 1971 y 1981, el incremento fue de 106%. Aquí nacieron la violinista Isabel de León y el compositor popular José Isidoro Vásquez.
La Cruz del Pastel, es otro poblado antiguo. El maestro Rosauro Rosa anota en su diccionario lo siguiente: “El educador y escritor Br. José Joaquín D’León, afirma que, en tiempos de la Colonia, unos misioneros colocaron en esa zona una cruz con la inscripción Pax Te Cum, voz que con el tiempo de transformó en pastel”. Rosa Acosta dice además: “A mediados de julio de 1817, las fuerzas de Morillo tuvieron un encuentro con tropas patriotas en La Cruz del Pastel, con derrota para éstas”. Está situada a 10 kilómetros de El Valle del Espíritu Santo.
La Isleta se localiza al sur de la llamada, durante el período colonial, laguna de María Salazar hoy Las Mariitas a 15 kilómetros de El Valle del Espíritu Santo; es una aldea de pescadores que en tiempos de la guerra de independencia jugó importante papel como surtidora de productos marinos para alimento de las tropas republicanas. Allí nació el ilustre oficial patriota, Capitán de Caballería Juan Antonio Cedeño, apresado por los españoles en su pueblo, se le propuso traicionar al General Arismendi para salvar la vida, su repuesta fue: “De ustedes, si fuera posible, sólo quiero la libertad y nunca por medio del envilecimiento”. Ante la amenaza del General Pardo de pasarlo por las armas, le dijo: “Ya lo debía Ud. haber hecho, pues para mi la vida entre Uds. es un martirio”. Momentos antes de rendir su existencia, exclamó: “Muero como un hombre libre”, según versión del General Francisco Esteban Gómez.
El caserío de El Piache está situado a 3 kilómetros de El Valle del Espíritu Santo, al pie del cerro de su mismo nombre, donde está la famosa cueva que fue el templo primigenio, aquí oficiaban los sacerdotes y arúspices guaiqueríes. Los viejos documentos que lo refieren nos permiten opinar que la Cueva de El Piache fue el último refugio de los indios más fieles a sus antiguas deidades, pues resistieron con firmeza a los evangelizadores, causándoles muerte a tres clérigos españoles. En este pueblo nació Jorge Guilarte Marcano, escritor y poeta.
Las Piedras forma, ahora, parte de El Valle; Guatamare y El Cauca, son caseríos de añeja textura agrícola, aún cuando el comercio la ha desplazado en buena parte. Los otros caseríos contienen muy escasa población. Villa Rosa se creó entre los años 1970 y 1973, es cabecera de la parroquia Francisco Fajardo. Constituye uno de los centros de mayor población del estado.
El tres de enero de 1891 se creó el municipio García con El Valle del Espíritu Santo como cabecera y junto con el municipio Luis Gómez con capital Porlamar, integraron el distrito Mariño. El diez de diciembre de 1987 se instituyó el municipio autónomo Almirante José María García, según Ley de Política Territorial. Ahora se denomina municipio García.
8. Tradiciones y Costumbres
Las tradiciones y costumbres del municipio son consecuencias de aportes heredados de España, especialmente en lo religioso, pero casi todas son productos del sincretismo cultural por contribuciones de los aborígenes y mínima participación negroide. A partir de la primera mitad del pasado siglo las costumbres y tradiciones han sufrido cambios importantes por los giros sufridos en las relaciones económicas y sociales.
Las de origen religioso se refieren, básicamente, a las fiestas patronales, la navidad y la semana santa, pero con componentes seculares, tal como sucede en otras partes del mundo, de acuerdo a lo anotado por Bajtin. Algunas provienen de las celebraciones de la cosecha, de los ritos de la muerte, del espíritu lúdicro del hombre, de las celebraciones o conmemoraciones de hechos históricos, de las faenas de mar y tierra, de los hitos del tiempo y de los ritos sexuales.
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Fiestas patronales
Las festividades de la Virgen del Valle se inscriben dentro de las celebraciones del Santo Patrono, pero rebasan los estrechos límites de una parroquia para abarcar un extenso territorio con varias diócesis, desprendidas de la original de Santo Tomás de Guaya, que aportaron numerosos fieles, además de la marinería naval y mercante. En su “excelsa morada”, como dice el “Prez y Gloria”, la veneración de la Virgen se magnifica durante el mes de septiembre, con la asistencia multitudinaria de los hombres y mujeres del mar, los campesinos de costa firme, trabajadores de los campos petroleros y de las empresas de Guayana y mujeres de todas partes, a la par de las altas autoridades civiles, navales y religiosas. Las clases populares concurren para rogar protección, pagar promesas por favores recibidos, incluso para reclamar airadamente el incumplimiento de lo pedido, a disfrutar de las distintas diversiones, como los cantos y danzas folclóricas, que se ofrecen desde el primero hasta el quince, y muchos a trabajar. Las autoridades a presidir los oficios.
El primero las casas amanecen con la bandera azul y estrella blanca, se da bendición de los carros y a la siete de la noche bajan la Virgen. Una copiosa lluvia de aplausos la recibe: tributo de la concurrencia que plena la iglesia y sus alrededores. Es la presencia alegórica de la anual parusía de quien desciende de los cielos del lado de Dios a visitar a sus amados hijos. El seis, la antevíspera, a las nueve de la noche, después del repique de “dejar”, sale el primer paseo de música a recorrer la avenida Concepción Mariño hasta la plaza del Rosario de Toporo y luego regresa y termina frente a la puerta mayor; mucha gente acompaña a la murga. El siete se reinicia a las cinco de la mañana y a las doce del mediodía. En la noche se oficia la liturgia visperal, es la llamada noche del rosario cuando se llena el cielo de múltiples colores y de los ruidos de los fuegos artificiales y la quema de la palma.
El ocho es el día solemne del cumpleaños de la Virgen; la plaza José Joaquín Maneiro se colma de gran cantidad de fieles, para asistir a la misa pontifical, oficiada por varios obispos y sacerdotes de las diócesis orientales. Uno de ellos toma el podio para ensalzar las virtudes de Nuestra Señora; el coro parroquial y la banda estadal entonan los epinicios sacros, los artilleros con sus estruendosos artefactos acompañan el momento del alce y el campanero entusiasma a la gente con el sonido del bronce mayor. A las cuatro de la tarde sale la procesión precedida de los sacerdotes, seminaristas, acólitos y escoltadas por oficiales y soldados de la Armada y autoridades civiles. La multitud la sigue dando aplausos, entonando himnos y musitando oraciones. La casa parroquial recibe a muchos peregrinos para la entrega de exvotos y contratar misas.
Después de las ceremonias nocturnas del siete y al terminar liturgia del ocho, la fiesta popular se despliega por toda la plaza y el Camino Hondo, donde abundan los sitios de bailes, venta de licor, varios tipos comida, en especial las sabrosas empanadas, mercaderías para todas las edades, juegos de azar y carruseles. Alrededor de la iglesia están las vendedoras de imágenes, estampas de la Virgen y las veleras. A media noche la prefectura está llena de los protagonistas de los agarres. También, en sitios propicios, florece el amor.
El nueve es el día de los guaiqueríes, muy temprano salen en romería, de la Comunidad, pasan por la calle principal con música y canto, estandartes y banderas y llegan a El Valle a oír misa; luego se retiran a celebrar su fiesta en El Poblado y La Cruz Grande.
Los días trece, catorce y quince se realizan casi todas las actividades propias de la antevíspera, víspera y día de la octava.
Otra festividad religiosa que se celebraba parecida a la de El Valle, desde la época colonial, fue la de San Antonio. En la actualidad sólo se llevan a cabo la misa para el reparto del pan, una sesión solemne del Concejo Municipal, actuación de la banda estadal y reuniones familiares, el trece de junio, día de San Antonio de Padua.
En La Isleta se le rinde culto a la Virgen de Coromoto.
El ocho de diciembre, pese a la cercanía de la navidad, es tarde de tristeza, pues la Virgen es conducida a su alto camerino. La subida genera despedida y adioses a los muertos. Es la alegoría del dogma de la Asunción.
Santos Patronos : El Espíritu Santo de El Valle, San Antonio de Padua de San Antonio, San Isidro de Conejeros, San Diego de Las Piedras, Santa Rosa de Lima de Villa Rosa, La Coromoto de La Isleta, La Cruz de la Cruz del Pastel.
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La Navidad y Año Nuevo
Cuando diciembre inaugura su pórtico de flores y orvallos, los paisanos organizan los conjuntos de aguinaldos, ensayan las diversiones, erigen los nacimientos y preparan los pasteles (hallacas), costumbres muy arraigadas en algunos pueblos del municipio. Las cofradías y gremios solicitan turno en la parroquia para las misas de aguinaldo.
Los aguinalderos poseen el don de la improvisación, sus cuartetas nacen espontáneas y certeras, como bellos presentes en honor a las familias que abren sus puertas. Algunos coros famosos de ayer y hoy dicen:
Recogiendo flores Llevamos la Virgen Allá en la montaña
Por toda la calle. En el corazón Cantan los turpiales
Estos trovadores Ella canta alegre después de bañarse
Son todos de El Valle. Con el parrandón. En los manantiales.
A partir de la navidad y hasta el día final de los Reyes Magos, en varios pueblos salen diversiones alusivas a faenas del campo y de la mar. Las de pájaros y pescados abundan, he aquí algunos coros:
Señores pido permiso El color del cielo Esta es la burrita
Para venir a bailar el color del mar que salió de El Valle
El carite más hermoso adornan el ave con poca exigencia
Que ha llegado a este lugar. Que vengo a bailar. No molesta a nadie.
La diversión de la iguana se ha transformado en la emblemática por el éxito dentro y fuera del municipio; las estrofas dicen:
Con el permiso de todos Cuando sale el claro sol
-de damas y caballeros- abandona su guarida,
aquí les traigo la iguana entonces se va a comer
que presentan los valleros. a la mata más florida.
Entre Silverio y Mateo Cuando Silverio la vio
Pedro, Juan y otros más a Luis tuvo que llamar.
en el pozo de Los Robles Chabé prepara la lata
la logramos enlazar. y Juan prepara el guaral.
De noche busca su cueva Aquí les traigo la iguana
y sale al amanecer que logramos enlazar
para luego recorrer ella se lo mantenía
los campos y las praderas. comiendo en el matorral.
Los nacimientos constituyen tradiciones que conservan la representación de la natividad del niño Dios, pero han experimentado cambios como resultado de la incorporación de elementos tecnológicos. En ciertas viviendas ha sido reemplazado por el pagano arbolito.
En el pasado al año nuevo se recibía en las plazas, ahora se hace en la familia.
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El Carnaval
Se inicia con el grito de carnaval, el viernes en la noche se elige la reina, desde el sábado hasta el martes la gente se ubica en avenidas o calles para presenciar los desfiles de carrozas, parrandas y disfraces individuales de niños y adultos. Los jurados premian a los más destacados de acuerdo con varios exigentes conceptos. Aún quedan algunos juegan con agua como antes. El miércoles los fieles asisten a la iglesia para recibir la cruz de ceniza.
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La Semana Santa
Es tiempo de oraciones y procesiones; no obstante, a veces, se recuerda la pegada de cocos, y la quema de Judas con lectura de testamentos donde reina la ironía y críticas a personajes del gobierno. Como en el municipio se concentran las vendedoras de imágenes, han sido muy populares dos cuartetas testamentarias:
Aquí me tienen colgado Hoy me van a quemar,
Porque vendí al Nazareno, pues vendí a Cristo y su manto;
Más cristos vende Mamerta ¿por qué no queman a Chica
Y lo tienen por muy bueno. Que ha vendido tanto santo?
8.5 Muertos y Espantos
La chinigua, el caballo “enfrenao” del Tirano Aguirre, la gallina con siete pollos, los duendes y los encapotados, emigraron con la llegada de la luz eléctrica permanente; no obstante, todavía hay quien oye los pasos de los manes de los piaches cuando visitan la Punta de la Bruja. Todo eso está ya en los recuerdos y en los relatos de los ancianos.
Los juegos de los novenarios que alegraban los velorios, como el jardín florido, el ciprés, el papeloncito, el sancocho, la maluca, mientras familiares y plañideras lloraban al difunto, ya han desaparecido; pero queda el truco, el dominó y el licor para la amanecida. Algunas veces se cuenta con buenos cacheros. El rito contiene la paradoja de la tristeza y de la risa. Así es la fiesta de la muerte.
8.6 Himno y Escudo
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