sea con él) es el Dios omnipotente que vino al mundo para encarnarse y poder morir por los pecados de la
raza humana; pues debe ser fiel a esa creencia.
Es que, si usted es sincero y honesto, Dios sabrá recompensar su compromiso con
lo que entiende usted ser la
verdad que agrada al Creador.
Y lo mismo aconseja el Samaritanismo Reformado a nuestros amigos musulmanes: si sus conciencias les
dictan que la única forma de ser salvo es creer que no hay otro Dios fuera de Allah, y que Muhammad (paz
sea con él) es su profeta, deben entonces creerlo, y ser fieles a sus conciencias, pues El Creador sabrá
recompensar su honestidad en seguir el sincero y honesto dictamen de sus conciencias.
Y lo mismo sucede con
nosotros los Samaritanos, que habiendo invertido milenios estudiando la Torah, y
teniendo un conocimiento intimo de la cultura, el idioma y la idiosincrasia de su autor, tenemos el deber ético
de seguir lo que nuestras conciencias dictan ser el producto de esos siglos de sincera y profunda
investigación.
Y esto no es otra cosa sino reconocer que la Torah no menciona a ninguna persona (sea Hebrea o gentil) que
haya incurrido en la ira Divina por rehusar creer en un particular dogma teológico. Y un buen ejemplo de esto
es el relato acerca del rey Abimelec.
La Torah dice que Avraham avinu fue a la tierra de Gerar, una tierra gobernada por el Rey Abimelec. Esta
tierra era descrita en la Torah como “no habiendo temor de Dios en ella”.
Para complicar las cosas, Abimelec
decide tomar para sí mismo a Sarah, la esposa de Avraham.
Entonces, Dios aparece a Abimelec en sueños, y le dice: “¡muerto eres!” ¿Por que incurre Abimelec en la ira
Divina? ¿sería acaso porque no tenía la teología correcta? ¿O sería quizás porque no creyó que habría de
venir un gran Mesías (o profeta) que traería salvación al mundo?
¿sería tal vez porque Abimelec practicaba una falsa religión? ¿O sería acaso porque no creía en el mismo
Dios que creía Avraham? La respuesta es ¡No!... Dios no se molestó contra Abimelec por ninguna de estas
causas.
Si Dios se airó contra él, fue solo porque Abimelec estaba a punto de hacer algo malo-- acostarse con la
mujer de su prójimo. Lo que desagradó
realmente al Creador, no fue que Abimelec no creyese en la religión o
en la teología de Avraham; fue que no siguiese lo que es la expresa voluntad de Dios para el hombre-- que
haga el bien; que no adultere; que no oprima a nadie; que no tome lo que no le pertenece; que no mate; que
no mienta; que no deshonre a sus padres; que no sea orgulloso.
Esa fue la verdad Divina revelada a Israel; una verdad que transpira en todos y
cada uno de los relatos, tanto
de la Ley como de los Profetas.
Otro magnifico ejemplo de esto lo fue Faraón. Verá usted, Dios no se airó contra Faraón porque estuviese
enojado contra la idolatría egipcia. Tampoco fue por que Faraón rehusara aceptar la religión [o el Dios] de los
Israelitas.
Lo que causo la ira del Creador no fue la teología ni la religión de Faraón; ¡fue su maldad! Fue que rehusó
dejar en libertad a los esclavos Israelitas; negándose con ello a poner fin a siglos de injusta y despiadada
opresión.
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Lo que enojo
al Creador, fue que en el proceso de exaltarse a si mismo Faraón no solo estuvo dispuesto a
ahogar a los infantes Hebreos, sino a pisotear la dignidad y el honor de millones de vidas humanas, hechas a
imagen y semejanza del Creador.
Cada vez que Faraón oprimía a algún esclavo, estaba indirectamente oprimiendo a Dios. Cada vez que
atentaba contra la vida y el bienestar de algún esclavo, estaba simbólicamente atentando
contra la vida y el
bienestar de su Creador. Fue debido a estas obras de maldad, y no debido a alguna errada teología, que
Faraón perdió progresivamente todo lo que poseía; hasta que, al final, perdió su propia vida.
¿Y que diríamos de Nabucodonosor y de su hijo? ¿Castigó Dios a Nabucodonosor por haberse negado a creer
en la religión (o en la teología) de los cautivos Israelitas? ¡Absolutamente no! Si Nabucodonosor fue
humillado, fue solo porque exaltó su propia persona, haciendo una estatua de sí mismo,
y amenazando con
quemar en el fuego a quien no la adorara.
¡Que ironía! En este relato, la Tanak muestra que fue Nabucodonosor (un rey pagano con ínfulas de
grandeza) quien inventó la idea de que, si no rendimos pleitesía a este o aquel otro hombre [Moisés, Jesús,
Muhammad, José Smith, William Marrion Branham, etc], terminaremos “ardiendo en el fuego”.
En su sed de auto-exaltación, el extraviado rey Nabucodonosor estaba dispuesto a destruir a cualquier ser
humano que no le rindiese la veneración y la pleitesía que tanto codiciaba. Y fue precisamente esta injusticia
[y no su pobre teología], la que le hizo incurrir en la ira divina.
Por eso, cuando llega el momento de amonestarle, el profeta Daniel no exhorta al rey a convertirse a la fe
Hebrea, ni a creer en algún futuro profeta, o Mesías. ¡No! Lo que le aconseja en
cambio es humillarse a si
mismo, haciendo bien a aquellos que no estaban en una condición tan exaltada como la suya.
¿Por que? Pues porque Daniel sabía bien que, la manera de obtener el favor divino, no era creyendo en esta o
en aquella otra interpretación teológica; es haciendo bien al prójimo, y renunciando a todo tipo de orgullo y
auto-exaltación. El verso dice así: “Por tanto, oh rey, acepta mi consejo:
Do'stlaringiz bilan baham: