La fe Cristiana es estupenda. ¿Por que? Pues porque el arrepentimiento que predica puede conducir al
Cristiano a la salvación de su alma. Desafortunadamente, la teología Cristiana es lastimosa. ¿Por que? Pues
porque es ambigua y contradictoria; y, esto último, genera incertidumbre y
desasosiego en el alma del
creyente.
¿En que sentido es el Nuevo testamento ambiguo y contradictorio? Pues un ejemplo de ello podría ser el
hecho de que, mientras por un lado afirma (Juan 14:9) que el que ha visto a Jesús [el Hijo] ha visto a Dios [el
Padre], por el otro lado afirma que nadie ha visto jamás a Dios (1 Juan 4:12). Otro ejemplo podría ser el
hecho de que, mientras por un lado presenta al apóstol Pablo alegando que quien se circuncida “ha caído de
la gracia, y se ha desvinculado de Cristo” (Gálatas 5:3-4), por el otro lado presenta a Pablo circuncidando
personalmente a Timoteo, uno de sus íntimos compañeros en la fe (Hechos 16:3).
La realidad es que, si somos absolutamente objetivos, tendremos que reconocer que Moisés escribió la
mayoría de los libros que comprenden la Ley Divina (una Ley que se describe como “perfecta”, según el
Salmo 19:7). Por el otro lado, Pablo escribió la mayoría de los libros que comprenden
el Nuevo Testamento
(un Testamento que en ninguna parte se describe a si mismo como perfecto).
Con respecto a Moisés, la Ley dice que estaba tan lleno de Dios, que su piel brillaba con la gloria Divina
(Éxodo 34:35).
Pero con respecto a Pablo, el Nuevo Testamento dice que era atormentado por un mensajero
de Satanás (es decir, por un demonio, según 2 Corintios 12:7).
Con respecto a Moisés, la Ley muestra que jamás nadie le tildó de loco (o desquiciado).
Pero con respecto a
Pablo, el Nuevo testamento le tilda de loco en 3 ocasiones en un mismo capitulo (2 Corintios, capítulo 11).
Con respecto a Moisés, se nos dice que este último experimentó una muerte pacífica, muriendo rodeado de
quienes le amaban,
gozando de plena salud, y por la mano misericordiosa del Creador (Deuteronomio 34:1-
7); Pero, con respecto a Pablo, la historia secular narra que experimentó una muerte cruel (por decapitación),
alejado de los suyos, luego de padecer hambre y frio en una cárcel Romana, y a manos de sus enemigos
paganos.
Curiosamente, el Nuevo Testamento cita a Pablo diciendo que “el fin de aquellos ministros de Satanás que se
disfrazan
como ministros de justicia, ha de ser conforme a sus [malas] obras” (2 Corintios 11:14-15). Pero si
esto es así, entonces a la luz del tipo de fin que experimentaron tanto Moisés como Pablo, tendríamos que
preguntarnos a nosotros mismos, ¿cual de estos dos hombres era un ministro de justicia,
y cual era un
ministro de Satanás?.
¿Significa lo hasta aquí dicho que el Cristianismo es de Satanás? ¡Absolutamente no! Lo que significa es que,
siempre que las palabras que a Pablo adscribe el Nuevo testamento contradigan las palabras que a Moisés
adscribe la Ley Divina, es Pablo [y no Moisés] quien se equivoca. ¿Por que? Pues porque ninguna persona
sensata antepondría la palabra del un hombre que confiesa ser atormentado por Satanás (el apóstol Pablo,
según 2 Corintios 12:7), a la palabra de un hombre sobre cuya faz brilla la gloria Divina (Moisés, según
Éxodo 34:29).
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