Por ejemplo, podía darse el caso de dos varones israelitas que cayesen en el pecado de la homosexualidad.
Pero, como ambos sabían que era una abominación, pecaban ocultamente, donde no hubiese testigos. Por eso
la Ley prohibía que alguien pudiese ser enjuiciado si no había al menos dos testigos que hubiesen
presenciado el acto.
Es decir, la Ley castigaba el pecado publico, no el privado.
Los que pecaban en privado, tenían la
oportunidad de arrepentirse, llevando una ofrenda ante el sacerdote, quien no preguntaría cual pecado
pretendía expiar dicha ofrenda.
Pero, quien pecaba públicamente, se removía a si mismo de este beneficio, y se exponía a la condena del
Sanedrín, como para enseñar al pueblo que quien pecaba en privado seria juzgado en privado (Por Dios);
pero quien pecaba públicamente seria juzgado públicamente. Y, si Dios configuró su Ley de este modo, fue
precisamente para enseñarnos el principio de “Siembra y cosecha”-- que el hombre cosecha el mismo bien o
mal que ha sembrado.
Asi, no es exagerado teorizar que, el día en que la humanidad acepte como apropiado el que los seres
humanos nos comportemos tal y como lo
hacen las bestuias racionales, Dios procedera a utilizar la Ley de
“Siembra y cosecha” para realizar un singular prodigio-- permitir que el mundo animal (virus, bacterias,
animales irracionales, el medio ambiente, etc) comience a comportarse como si fuese racional (es decir,
insistiendo en subyugarnos con una inteligencia y una voluntad que no podremos igualar).
Es que, la Torah, intima que la Tierra tiene un tipo de “conciencia”; ¡casi como si fuese un ser vivo! Y,
cuando la Tierra (que solo puede sostener una cantidad fija de animales irracionales) percibe que los seres
humanos nos hemos hecho semejantes a animales, su respuesta natural es expulsar a ese “excedente” de
animales que sobre ella habitan.
Como esta escrito: «NI CON NINGÚN ANIMAL TENDRÁS AYUNTAMIENTO AMANCILLÁNDOTE
CON ÉL, NI MUJER ALGUNA SE PONDRÁ DELANTE DE ANIMAL PARA AYUNTARSE CON ÉL; ES
PERVERSIÓN. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las
naciones que yo
echo de delante de vosotros, y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, Y
LA TIERRA VOMITÓ SUS MORADORES. Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y NO
HAGÁIS NINGUNA DE ESTAS ABOMINACIONES, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros
(porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la
tierra fue contaminada); NO SEA QUE LA TIERRA OS VOMITE POR HABERLA CONTAMINADO,
COMO VOMITÓ A LA NACIÓN QUE LA HABITÓ ANTES DE VOSOTROS»- Levítico 28: 23-28. Note
que el verso dice que fue la tierra misma quien vomitó a sus moradores (cuya nauseabunda conducta “la
Tierra” no pudo tolerar).
Y quizás esto mismo es la razón para que la Torah también ordene que los seres humanos demos “descanso”
a la tierra (cada séptimo año, así como en el año del Jubileo); como intimando que, así como los seres vivos
necesitan descanso, de ese mismo modo la Tierra (que es un ser vivo) también necesita descanso.
Como esta escrito: «Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en
la tierra que yo os doy, la
tierra guardará reposo para הוהי . Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus
frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para הוהי ; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu
viña»- Levítico 25:2-4.
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