¿haciendo qué cosa heredaré la
vida eterna?
Él le dijo:
¿Qué está escrito en la Ley?
¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo:
amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu
prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás
”.
Jesus le mostró a este hombre que la vida eterna se obtiene haciendo el bien prescrito en la Ley. Es decir,
amando a Dios y a nuestro prójimo. Y está casi demás decir que, el que ama a su prójimo, lo demuestra
tratándole con justicia, con misericordia, y con humildad.
Quien ama a su prójimo, se abstiene de robarle, de matarle, de mentirle, de adulterar con su mujer, de
oprimirle, de hacerle sufrir, de deshonrarle, o de hacerle mal. En fin, quien ama a su prójimo, le trata con la
misma deferencia que desearía para si mismo.
Por eso Jesus resumió la Ley diciendo: “
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con
vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la Ley y los Profetas
”- Mateo 7:12. Es
precisamente debido a este llamado Divino a comprometernos con hacer el bien, que Jesus postulo que, aquel
hombre rico, que no tuvo misericordia del enfermo Lázaro, terminó siendo enviado al tormento del Hades. El
verso dice así:
“....
y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos
, y vio de
lejos a Avraham, y a Lázaro en su seno”- Lucas 16:22-23.
¿Se perdió aquel hombre rico por no haber tenido la teología correcta? ¿Se perdió por no haber creído que
Jesús era el Mesías? ¿Se perdió por no creer en el profeta que habría de venir? ¡No! Si el rico “se perdió”, fue
porque hizo lo malo; porque no tuvo misericordia de aquel prójimo que sufría; se perdió porque no dio de
comer a su prójimo hambriento, ni dio de beber a su hermano sediento; se perdió porque se exalto a si
mismo, procurando solamente su propio bienestar.
Por esto es que, describiendo quienes serán aquellos que han de heredar la vida eterna, Jesus aclaró que no
serán aquellos que saben quien es el Mesías, ni aquellos que siguen la religión (o la teología) correcta; no
serán quienes siguen al profeta correcto, o quienes siguen la Escritura correcta; serán aquellos que hicieron
bien a su prójimo, y fueron humildes; serán aquellos que dieron de comer al hambriento, que dieron de beber
al sediento; que cubrieron al desnudo; que visitaron al enfermo, que vinieron al preso.
El verso dice así: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha:
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