Si sigue usted a Moisés, este último le llevará hasta la la Tierra Prometida
Si sigue usted con fidelidad lo ordenado por Moisés (no idolatres a nada ni a nadie fuera de הוהי, no robes,
no mates, no adulteres, no levantes falso testimonio, honra a tus padres, Guarda el día de Shabbat, etc), le
aseguramos que [al igual que sucedió con Israel] Moisés le conducirá hasta la Tierra Prometida (Figura del
Mundo que pronto ha de venir). Pero, si actúa usted como Korah (Coré); rechazando lo dicho y ordenado
por Moisés sobre las dos tablas de Piedra, hay una gran posibilidad de que acabe usted igual que Korah;
quien fue gravemente castigado, siendo forzado a descender al centro de la Tierra (un sitio que, aún los
antiguos, sabían que ardía con fuego)
¿Cual es la diferencia principal entre lo que postula el Samaritanismo Reformado, y lo que predican
las otras tradiciones religiosas?
La diferencia entre lo que predica un seguidor del Samaritanismo Reformado, y lo que podría predicar un
seguidor de alguna de las otras principales tradiciones religiosas, estriba mayormente en lo siguiente: En las
otras tradiciones, la fe es un asunto de “tener la razón”: de tener la teología correcta; de tener la religión
correcta (judía, cristiana, Islámica, etc.); de seguir la Escritura correcta (Torah, evangelios, Korán, Libro de
Mormón, etc.); de orar en el lenguaje correcto (Hebreo/Árabe/Griego/Latín, etc), y de seguir al
Mesías/apóstol/profeta correcto (Moisés, Jesús, Pablo, Muhammad, etc).
En el Samaritanismo Reformado , el asunto principal no es creer el dogma (o la doctrina) correcta; el meollo
del asunto es actuar de forma correcta, siendo humildes, misericordiosos, y justos.
Para el Samaritano Reformado, la realidad suprema es que “El árbol se conoce por el fruto”; que el hombre
“cosecha el mismo bien o mal que ha sembrado”; que “quien hace lo bueno, cuenta con la aprobación de su
Creador”; pero, quien hace lo malo, esta bajo la ira Divina.
La prédica del Samaritanismo Reformado no consiste en hacer complejas apologías teológicas acerca de
posiciones doctrinales; sino que consiste en cambio en alentar a los hombres a actuar de acuerdo a la
exhortación que, a hacer el bien, nos hace el Creador:
A no robar, no matar, no adulterar, no mentir, no codiciar, no difamar, a honrar a nuestros padres, a ser justos,
a ser misericordiosos, a ser humildes, a alejarse de la inmoralidad, y a renunciar al orgullo.
Esto no significa que el Samaritanismo Reformado no tenga teología, su Escritura, su lengua de oración, ni
profeta propio. Solo significa que entendemos que ello no es en sí mismo una finalidad; sino solamente un
vehículo cuya finalidad es forjar en el creyente el compromiso con la vida de humildad y de bien que agrada
al Creador.
Y lo anterior no es “romanticismo idealista”, o “wishful thinking”, como a menudo alega la cultura
occidental.
De hecho, no es sino el estilo de vida práctico y alcanzable que caracterizó a aquellos creyentes Hebreos
cuyos nombres fueron tenidos por dignos de ser registrados en la Escritura Hebrea (Enoc, Noé, Job,
Abraham, Eliezer, Melquisedec, Isaac, Jacob, José, Moisés, Samuel, David, Eliseo, Josías, Ezequías, Daniel,
Esdras, Nehemías, Ester, Mardoqueo, etc)
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