la realidad es que la Torah no es sino la demostración alegórica de la realidad moral del Mundo.
En otras palabras, la Torah es una compilación de los paradigmas morales que rigen tanto a Hebreos como a
gentiles. Y, la realidad de esos paradigmas, no depende en lo absoluto de que el Judío [o el gentil] escojan o
no abrazarlos. Consideremos un sencillo ejemplo: La Torah enseña que el creyente Hebreo
no es responsable
de su pecado sino hasta el momento en que llega a conocer lo errado de su proceder.
Como esta escrito: “… Si alguno jurare a la ligera con sus labios hacer mal o hacer bien, en cualquier cosas
que el hombre profiere con juramento, y él no lo entendiere; si después lo entiende [solo entonces], será
culpable por cualquiera de estas cosas. Cuando
pecare en alguna de estas cosa, confesará [finalmente]
aquello en que pecó…”- Levítico 5:4-5.
¿Conlleva el pasaje en Levítico 5:4-5 un mensaje que fuese desconocido tanto para los Israelitas como para
los gentiles que vivieron antes de que Moisés diese a Israel la Torah? ¡Absolutamente no! El pasaje
meramente expone una verdad moral eterna, que aplica tanto a Hebreos como a gentiles. ¿Y de donde lo
sabemos? Pues lo sabemos del relato acerca del rey gentil llamado “Abimelec”.
Este rey gentil (que vivió 400 años antes del tiempo de Moisés], comprendía con claridad meridiana que Dios
no condena al hombre que obra con integridad de corazón, sin tener conciencia alguna de su pecado. De este
modo, aunque Abimelec toma como esposa a la mujer del patriarca Avraham [a fin de hacerla su nueva
esposa], Dios no castiga a Abimelec.
¿Por que no le castiga? Pues porque Abimelec no sabía que estaba a punto de cometer adulterio, pensando en
cambio que actuaba con integridad de corazón [otorgándole a Avraham el privilegio
de emparentar con la
realeza].
Como esta escrito- «Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: “He aquí, muerto eres, a causa
de la mujer que has tomado, la cual es casada con marido”. Mas Abimelec no se había llegado a ella, y dijo:
“SEÑOR, ¿MATARAS TAMBIEN AL INOCENTE? ¿NO ME DIJO EL, ‘MI HERMANA ES’; Y ELLA
TAMBIEN DIJO, ‘ES MI HERMANO’? CON SENCILLEZ DE MI CORAZÓN Y CON LIMPIEZA DE
MIS MANOS HE HECHO ESTO”» (Génesis 20:3-5).
No solamente se refrena Dios de castigar la ignorancia de Abimelec, sino que le guarda de caer en pecado
(impidiéndole tocar a Sara). Como esta escrito: «Y le dijo Dios en sueños- “Yo tambien
se que con integridad
de tu corazón haz hecho esto; y YO TAMBIEN TE DETUVE DE PECAR CONTRA MI, Y ASÍ NO TE
PERMITÍ QUE LA TOCASES” (Génesis 20:6).
Pero, así como la Ley diría siglos mas tarde que, una vez que conocemos nuestro pecado, ya no tenemos
excusa para seguir cometiéndolo, de ese mismo modo Dios recuerda al gentil rey Abimelec que, ahora que ha
entendido
lo extraviado de su proceder, su ignorancia de la verdad ya no puede justificar mas su conducta, y
debe por tanto abandonar su errado camino, so pena de sufrir las graves consecuencias.
Como esta escrito: «Ahora, pues, DEVUELVE LA MUJER A SU MARIDO; porque es profeta, y orara por
ti, y vivirás. Y SI NO LA DEVOLVIERES, SABE DE CIERTO QUE MORIRÁS TU, Y TODOS LOS
TUYOS» (Génesis 20:7).
En resumen, los paradigmas prefigurados en la Ley de Moisés son verdades morales que siempre han
existido, y siempre han de existir. Y, como demuestra la historia del rey Abimelec,
estas verdades aplican por
igual tanto a Hebreos como a gentiles.
Una aplicación practica del anterior ejemplo se encuentra en el hecho de que la teología cristiana comete el
pecado de esbozar ideas que contradicen abiertamente lo revelado por Dios en la Torah (que Dios es “Uno
solo”, y no un “Uno trinitario”; que Dios no es un hombre; que nadie puede morir por el pecado de otra
persona; que no hay hombre que nunca peque; que la Ley nunca ha de cesar; etc).
Es decir, si como resultado de alguna prédica, un hombre procede al arrepentimiento, y abraza con sinceridad
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de corazón la teología cristiana [no sabiendo que esta última es errada], el pecado de tal teología no le será
imputado sino hasta el momento en que conozca suficiente Escritura como para darse cuenta de su error.
De hecho, no solo no le será imputado pecado alguno, sino que sentirá paz y gozo, pues el Creador habrá de
bendecirle por su arrepentimiento, así como por el bien que haga mientras se encuentre en ignorancia.
Y lo anterior quizás explica el hecho de que, cuando Israel rehúsa obedecer la orden
de entrar a poseer la
tierra de Canaán, Dios exime de castigo a todo Israelita de 20 años [o menos]; dando a entender con ello que,
estos últimos, no eran lo suficientemente conscientes como para ser hechos responsables de su pecado.
Curiosamente, la anterior verdad es tan patente e innegable que, los evangelios cristianos, la ponen en boca
del Nazareno (paz y bendición sean con él), cuando le citan
diciendo a los fariseos que, “si no viesen” (es
decir, si no pudiesen entender) no tendrían pecado alguno; pero que, ya que admiten que “ven”, su pecado le
es imputado. Como esta escrito- «Jesús les respondió: “SI FUERAIS CIEGOS, NO TENDRÍAIS PECADO;
MAS AHORA, PORQUE DECÍS ‘VEMOS’, VUESTRO PECADO PERMANECE” (Juan 9:41).
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