Capítulo 55: Las diferencias en el color
Avicena, en su primer canon: El agua natural es incolora y no tiene una consistencia espesa, a no ser que prevalezca la acción del frío sobre ella o que se mezcle con una gran cantidad de partículas terrestres.
El mismo autor, en el mismo lugar: El agua turbia produce piedras784 y obstrucciones; [col 340] por esto, después de ingerirla es menester tomar algo que provoque [el vómito], aunque este tipo de agua, al igual que el resto de aguas densas y pesadas, pueden resultar muy beneficiosas para aquellos que padezcan diarreas, ya que esta agua se queda retenida en su vientre y no puede discurrir rápido por su intestino. A partir de las pociones de esto hay cosas dulces y dulzonas.
El agua transparente es buena agua Constantino, en el lugar antes citado: El agua clara es buena para beber; si nace de una fuente que mira al este, es transparente, clara e inodora, se calienta y se enfría rápido, merece nuestro aprobado: atravesará enseguida nuestro estómago y no lo perjudicará, sino que lo humedecerá y enfriará —el hecho de que sea transparente nos indica que no está mezclada con nada; su liviandad, que se traduce en la facilidad para alterar sus cualidades, demuestra que su materia es ligera—. Le sigue en calidad el agua que nace en una fuente orientada al Norte.
Las aguas que brotan con fuerza en una fuente enfangada y después fluyen sobre piedras o arenas limpias tienen un nivel inferior de salubridad: estas aguas son calientes en invierno y frías en verano. El agua que no sea pura, tenga algún olor o sabor, esté turbia o se haya formado a partir de granizo o nieve que procediera de aguas de este estilo se acumulan en el hígado y producen piedras en los riñones; además son difíciles de digerir y les cuesta salir del estómago. Por último, las aguas podridas, como las que hay en algunos lagos o marjales, las embarradas o las que arrastran todos los desperdicios de una ciudad causan el crecimiento desmesurado del bazo, corrompen el estómago y el hígado, afean la piel y dan pie a todo tipo de fiebres.
Capítulo 56: Las diferencias en el sabor
Séneca, libro 7785: El sabor del agua puede ser diferente por varios motivos, a veces por causa del suelo por donde discurre, otras por algún tipo de aire que se ha transformado en agua y otras por algún defecto que pueda haber contraído el agua al recibir el ataque de otro cuerpo y que la corrompa.
Aristóteles, en su libro sobre los sentidos y las sensaciones: El agua es insípida en su estado natural, mientras que todo sabor tiene algo de densidad. El calor también condensa, por lo que el agua caliente parece que sea más densa.
Constantino, en el lugar antes citado: Hay algunas aguas que tienen un buen sabor mientras que otra no; las de buen sabor pueden ser transparentes o no; calientes, frías o tibias; pueden proceder de fuentes, ríos, lagos, marjales, lluvia, nieve o granizo; El agua de lluvia es la que tiene mejor sabor de todas no obstante, el agua de lluvia es la de mejor sabor de todas. Las que no tienen buen sabor pueden ser saladas, sulfurosas, o albergar pez, alumbre, vidrio o metales.
Avicena, libro 1: El agua salada consume el cuerpo y lo reseca: en un primer momento puede aliviar el estreñimiento gracias a la capacidad de raer que tiene, pero después lo estriñe por la sequedad propia de su naturaleza; además, corrompe la sangre y produce picores y eczemas.
Constantino, en el lugar antes citado: El agua salada reblandece el vientre786 y, cuando se bebe, muchas veces estriñe, reseca el cuerpo, produce picores y eczemas; sin embargo, resulta beneficiosa para los que tienen algún edema o aquellos que padezcan enfermedades producidas por el frío, tanto si se bebe como si se bañan en ella.
Aguas peligrosas Isaac, en el lugar antes citado: Es conveniente evitar cualquier agua que posea un sabor salado o a sosa cáustica: tales aguas calientan el cuerpo, lo resecan y en consecuencia también estriñen el vientre. En un primer momento, sus propiedades pueden ayudar a disolver las concentraciones espesas de humores y a purgar los intestinos, hecho que alivia las obstrucciones intestinales, pero en última instancia condensa la humedad presentes en los intestinos y se enfrenta a ella para impedir que sea expulsada por separado.
Capítulo 57: Esbozo general sobre el sabor
Opinión del autor: Según Aristóteles, el sujeto o medio donde se desarrolla el sabor es lo húmedo acuoso; asimismo, San Agustín señala que todo lo que tiene algún sabor, por más seco que parezca, se mezcla no obstante con la humedad de la boca cuando se toma, de tal forma que tiene sabor. [col 341] Además, tampoco parece que aquí haga falta añadir nada más sobre los sabores, ya que nos hemos explayado antes en el tema mientras tratábamos sobre el aire, en el capítulo “Los sonidos y los olores”, y sobre la luz, en el capítulo “Las figuras y los colores”.
Alberto: Parece que el sabor no solo es una característica propia de lo húmedo, sino también de lo seco con capacidad de evaporar787, pues, tal y como dice Aristóteles, nos alimentamos de las mismas sustancias que forman nuestro cuerpo. Sin embargo, hay algunas sustancias que están formadas sobre todo por elementos secos y terrestres y, en menor medida, por elementos húmedos y acuosos, mientras que otras al revés: así pues, es lógico pensar que algunos alimentos sean más secos y terrestres y otros más húmedos y acuosos y, como el sabor es una característica de la comida, parece razonable, de acuerdo con lo que acabamos de exponer, que el sabor de los alimentos variará en función de su composición seca y terrestre o húmeda y acuosa, afirmación que va en contra de lo que habíamos expuesto antes788. El sabor debe tener una parte húmedo acuoso Así pues, nosotros señalamos que existen sustancias donde pueden vencer los elementos terrestres y húmedos, pero que algo no puede ser ingerido como comida a no ser que tenga la capacidad de fluir hacia alguno de los miembros de nuestro cuerpo, influjo que no puede darse si este alimento carece de toda humedad: es menester que la comida sea sobre todo húmeda, aunque a veces pueda ser también seca en potencia. Esto queda claro en el caso de consumir alimentos con sangre, donde es la sangre, que es sin dudarlo húmeda, lo que más alimenta.
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