Así, el hombre retorno al Árabe (Elías), y le dijo: “Ve, y traemelos ahora”. Entonces el Árabe le respondió:
“Vuelve a tu casa, y antes de que llegues al portón de tu patio, encontrarás que la bendición ya se extiende
sobre tu hogar”. Milagrosamente, sucedió que en aquel preciso momento, y mientras los hijos de aquel
hombre jugaban a colar tierra entre sus dedos, descubrieron suficiente dinero (enterrado en la tierra) como
para sostenerles durante seis años.
Cuando los niños llamaron a su madre, esta salió a investigar lo sucedido, de suerte que antes de que el
creyente piadoso pudiese llegar al portón de su patio, su esposa ya había venido a encontrarle, para darle las
buenas nuevas. Al ver esto, el hombre agradeció de inmediato al Altísimo (bendito sea) por el gran alivio que
había recibido.
¿Que hizo entonces su virtuosa esposa? Pues procedió a decirle: “Como están las cosas, El Santísimo
(bendito sea) ha trenzado nuestras vidas con el hilo de su misericordia, pues nos ha dado suficiente sustento
como para seis años; ocupémonos pues en hacer obras de bondad y misericordia durante estos años-- quizás
el Santo (bendito sea) continuara dándonos mas de su amplia generosidad”.
Y esto fue lo que hizo: todos y cada uno de los días, y cada vez que daba algo a los pobres, diría su hijo
menor, “registra (en un papel), cada articulo que dispensamos”. Y así lo haría aquel hijo. Al final de los seis
años, Elías (siempre recordado en buenas ocasiones) volvió, y dijo al hombre piadoso: “Ha llegado el tiempo
de quitarte lo que te di”.
Pero el hombre le respondió diciendo: “Cuando lo tomé, lo tomé solamente después de escuchar el consejo
de mi esposa; ahora que debo devolverlo, solo lo devolveré después de escuchar el consejo de mi esposa”.
Entonces el hombre volvió a su mujer y le dijo: “El anciano [Árabe] ha regresado para llevarse lo que es
suyo”. La esposa le contestó: «Ve y dile, “si encuentra otros seres humanos mas confiables que nosotros,
puedes darle lo que dejaste a nuestro cuidado”».
Así, cuando el Santo Dios (bendito sea) consideró las palabras y los actos de caridad que habían ejecutado
esta piadosa pareja, les concedió bienestar tras bienestar, de suerte que se cumpliese en ellos lo que se ha
dicho: “Y el efecto de la Caridad será (la) paz” - Isaías 32:17.
En conclusión, la próxima vez que un Árabe (o un Palestino) se acerque a usted, no se deje llevar por los
prejuicios ni las apariencias; No asuma que es un hechicero [es decir, un ignorante], ni mucho menos que
necesariamente es un idólatra pagano. Y, aún mas importante, no le mire como a un enemigo; pues detrás de
esas vestimentas orientales, quizás se esconda un hermano; alguien a quien Dios ha enviado para ser de
bendición a su vida.
Finalmente, tanto Hebreos [Judíos, Samaritanos, Karaítas], como Cristianos y Musulmanes, debemos hacer
nuestro mejor y mas sincero esfuerzo por vivir en armonía, entendiendo que en ello se decide nuestro futuro
eterno. Como está escrito: “¡Mirad cuan bueno y cuan placentero es habitar los hermanos juntos en
armonía!” (Salmo 133:1). ¿Y que termina diciendo el salmo?... “Porque allí envía Adonai bendición, y vida
Eterna” (Salmo 133:3).
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