Burgense de san juan de la cruz carmelitas descalzos



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14. -DOCUMENTO PROGRAMÁTICO

Hacia la creación de una provincia OCD en la Península Ibérica. (Borrador-CIP)

PRESENTACIÓN

ALGUNOS FUNDAMENTOS PREVIOS

o Comenzar

o Fidelidad de Dios

o Comunión y relación

o Discernimiento

o Coherencia

o Lucidez y valentía

o Lenguaje vivo y actual

o Trabajo en equipo

o Estructuras

o Humanidad

TRES LÍNEAS DE REFLEXIÓN

1. Acercamiento a la realidad

2. Elementos esenciales de nuestra vida

3. Perspectivas de futuro

1. ACERCAMIENTO A LA REALIDAD

1.1. Dimensión vocacional

1.2. Formación

1.3. Espiritualidad

1.4. Dimensión misionera

1.5. Parroquias



2. ELEMENTOS ESENCIALES

2.1. Oración

2.2. Vida comunitaria (Vocaciones y formación)

2.3. Misión



3. OBJETIVOS Y MEDIOS OPERATIVOS

3.1. Oración

3.2. Vida comunitaria

- Desde la pastoral vocacional

- Desde la formación

3.3. Misión

- Desde la espiritualidad

- Desde la pastoral juvenil

- Desde la misión ‘Ad gentes’

- Desde la misión en las parroquias



4. GOBIERNO DE LA NUEVA PROVINCIA

***

PRESENTACIÓN

A todos los Carmelitas Descalzos en la Península Ibérica, SALUD, GOZO Y PAZ.

Reflexión

Fecundidad del presente

Crisis y oportunidad

Herencia

Audacia

Urgencia

Revitalización

Desde el inicio de este itinerario emprendido hacia la formación de una provincia en la Península Ibérica, estamos llevando a cabo una reflexión acerca de nuestra vida, que fundamente, teórica y vitalmente, este proyecto provincial.

No estamos resignados a dejarnos morir, creemos en la fecundidad del momento que nos toca vivir, sin añorar el pasado, ni mirar hacia otro lado en el presente y tampoco tenerle miedo al futuro.

Nos encontramos ante un cambio de época: son tiempos de crisis, cambio de valores; tiempo de oportunidades únicas y nuevas. El Definitorio General señalaba positivamente esta época: “nos alegra el florecimiento del Carmelo en tantas regiones, que gozan de abundantes vocaciones y una gran vitalidad, así como la perseverancia en el trabajo apostólico y la vida comunitaria de quienes se encuentran en zonas más castigadas por la crisis vocacional” (Carta del Definitorio General nº 14; 9 de septiembre de 2012).

Nuestros santos y las generaciones que nos han precedido nos han dejado una herencia riquísima, un carisma vivo, necesitado de encarnarse en el mundo actual con la frescura de los inicios.

Todo ello nos empuja a vivir con realismo y audacia, a dejarnos interpelar: quiénes somos, cuántos, con quién contamos, qué podemos ofrecer, qué se nos pide, a qué estamos dispuestos.

La reestructuración en la que estamos embarcadas tantas Congregaciones es una llamada urgente a la revitalización. Frente al estancamiento, al cansancio, a la monotonía… volver a comenzar, reemprender el camino, en la escuela de nuestros Santos pasados: “Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre…” F 29, 32; “Buscando mis amores…” C 3; y de la mejor tradición bíblica, que invita a emprender rutas y levar anclas hacia la orilla del querer de Dios: “Sal de tu tierra…” Gn 12, 1; “Vamos a la otra orilla…” Mc 4, 35; Lc 8, 22. Por tanto, soltar seguridades que no dan vida y aprender a vivir, son dos de las tareas que tenemos por delante.

ALGUNOS FUNDAMENTOS PREVIOS

1. Comenzar:

“Ahora comenzamos”, es el grito animoso de Teresa para esta hora. Ella nos pide perseverancia y determinación, sacrificio y abnegación. Se acercan tiempos recios, arduo trabajo. Nos disponemos para afrontar la dificultad y la crisis, con espíritu teresiano. Documento programático CIP Hacia una provincia ocd en la Península Ibérica 3

2. Fidelidad de Dios:

La Fidelidad de Dios es nuestra confianza. Todo nuestro futuro y planes descansan en la fidelidad amorosa de Dios. Sólo Él es capaz de recrear la historia y darle el sentido adecuado. No tenemos miedo a morir, ni queremos sobrevivir a cualquier precio. Al comienzo y en la base de todo, la promesa, la alianza de Dios. Frente al relativismo, la única verdad absoluta que nos da seguridad es que Dios es fiel; está y estará con nosotros.

3. Comunión y relación:

Cultivamos el ideal de comunión con Dios y con los hermanos, en la comunidad y en nuestra familia. El Carmelo es Casa de la comunión, escuela de relación con nosotros mismos, con Dios, con los hermanos, con la creación entera.

4. Discernimiento:

Reconocemos con humildad la necesidad de un discernimiento, personal y comunitario:

- Seguimiento de la salud interior de cada uno. Cuidarse y dejarse cuidar.

- Cultivar el dialogo comunitario y personal, de forma regular. Interés por lo de cada uno. Revisar, en discernimiento común, la actividad, el trabajo y los compromisos, a la luz de los criterios anteriores.

- Dejarnos iluminar desde fuera, aceptar una palabra que ‘desengañe’, contraste y oriente. Que saque a luz lo que no estamos expresando, y que nos preocupa vivamente.

5. Coherencia:

Es importante, por encima de todo, llevar una vida coherente con aquello que hemos decidido vivir, aquello a lo que Dios nos llama. Éste es el objetivo principal de la reestructuración.

6. Lucidez y valentía:

Buscamos juntos criterios lúcidos y valientes para discernir nuestra presencia y presencias. Selección de casas y comunidades en relación a la misión, al número y a las capacidades. Éste es uno de los puntos más delicados y sensibles de este itinerario, pero ineludible. No esperar consensos unánimes; el tiempo y la realidad nos apremian. Que todos nos sintamos escuchados, para avanzar con audacia y humildad en los pasos a dar.

7. Lenguaje vivo y actual:

Todo este itinerario reclama un lenguaje vivo y actual (recrear los símbolos magistrales de nuestros Santos): Cultivar el arte de la mistagogía precisa fidelidad en la transmisión del carisma de nuestros Santos, desde una experiencia propia, no una repetición. Como señala el magisterio de las últimas décadas acerca de la vida religiosa: una fidelidad creativa.

8. Trabajo en equipo:

Tenemos la oportunidad de trabajar en equipo, valorando las diferencias culturales, lingüísticas, ideológicas, como riqueza de un mismo carisma, en cada región y provincia del Carmelo Ibérico. El trabajo en equipo es posible desde la recreación de la vida en fraternidad, como uno de los pilares teresianos, que el Santo aprendió en su ‘noviciado’ de Valladolid.

9. Estructuras:

Flexibilizar nuestras estructuras para que no nos asfixien: no matar nada de lo que está vivo o puede revivir. Clarificar qué hay que salvar. No aferrarnos a las paredes, sino al que hace nuevas todas las cosas.



10. Humanidad:

Con un estilo de ser muy humano en el que primen la gratuidad y limpieza de vida frente a la oscuridad y la falta de transparencia. La austeridad solidaria frente al rigorismo, la sencillez frente a la simpleza, la amabilidad frente a la dureza en el trato, los derechos de los más pobres frente al desinterés por las causas de los últimos, la formación permanente frente a la ignorancia cómoda.



Durante este proceso seguimos tres líneas de reflexión:

1. Acercamiento a la realidad

2. Elementos esenciales de nuestra vida

3. Perspectivas de futuro



1. ACERCAMIENTO A NUESTRA REALIDAD

Prioridad

Cuidado de sí

Urgente


Pasividad

Escasez


Principal problema

¿Carisma vivo?

Sentimos que Dios nos cita en la realidad actual para hacernos testigos de vida. Solo tomando en serio la realidad, encarnándonos en el aquí y ahora, podremos llevar a cabo una nueva narración. Este mundo nuestro sigue siendo el mundo que Dios ama.

Sin intención de agotar el tema, señalamos algunas incursiones en la realidad desde algunas dimensiones importantes de nuestra vida.

Dimensión vocacional

La dimensión vocacional puede considerarse termómetro de la vida de una comunidad. En la intención de los últimos capítulos la pastoral vocacional, junto con la juvenil, ha sido una de las prioridades, ¿sólo por razón de la escasez de vocaciones?

La pastoral vocacional comienza por el cuidado de nuestra propia vocación, por sentirnos llamados e ilusionados. Esto supone, previo a toda pastoral hacia fuera, dejarnos evangelizar. La pastoral vocacional nos obliga a estar en tensión, en escucha, en constante revisión.

La cuestión vocacional es una preocupación urgente, incluso sangrante, que nos lleva a reflexionar acerca de ella no como un problema, ni primero, ni fundamentalmente numérico. No obstante, observamos cierta pasividad y despreocupación en el conjunto de los frailes. Con frecuencia queda, en exclusiva, como tarea para los delegados vocacionales.

Hay quienes no invitarían hoy a los jóvenes a entrar en la Orden, porque han perdido la confianza en nuestro estilo de vida. Esta afirmación es fuerte y triste, nos hace pensar.

El hecho es que son escasas las vocaciones al Carmelo en la Península Ibérica. Es una situación común a la mayoría de Congregaciones. El principal problema no es numérico o de edad, sino de revitalización: encontrar caminos para rejuvenecer nuestra espiritualidad y carisma. Hemos de cuidar una exigencia de vida, no rebajar el ideal y conocimiento de la experiencia de los Santos padres, Teresa y Juan de la Cruz.

Presumimos con razón de un carisma muy rico: Este carisma, ¿es visible, creíble, provocativo? ¿Vivimos nuestra vocación con ilusión?

Formación

La importancia de la formación inicial en cualquier circunscripción de la Orden es vital, esencial. También en la nuestra ocupa lugar central en nuestra preocupación.

El camino recorrido en la formación inicial viene de lejos y está muy consolidado; es sin duda el área más desarrollada interprovincialmente: Desde hace 40 años existen cursos de verano de estudiantes centrados en nuestra formación carismática; encuentros de formadores; Noviciado y Estudiantado común; Ratio común y renovada; estreno reciente del Postulantado Interprovincial; atención a situaciones particulares, excepciones oportunas, que confirman la regla, como sucede ahora con algunos formandos en Portugal.

Espiritualidad

Al recorrer, aunque solo sea a modo de inventario, lo que nuestras Provincias están llevando a cabo en esta área (editoriales, centros de espiritualidad, santuarios de difusión de la espiritualidad, enseñanza de la espiritualidad, museos...), nos brota un profundo agradecimiento a los hermanos de ayer y de hoy que han trabajado y siguen sirviendo en estos campos.

Reconocemos que no se puede más con menos, pero nos preguntamos si no es demasiado poco lo que estamos invirtiendo ahora en esta misión fundamental para la Orden. Es un desafío para nosotros conocer bien de dónde venimos, agradecer la herencia recibida y ponernos al servicio de la urgente necesidad de Dios, de espiritualidad que tiene nuestro mundo. Estamos en una época de verdadera hambre de espiritualidad de Dios. ¿Somos conscientes de ello? Documento programático CIP Hacia una provincia ocd en la Península Ibérica 6

Dimensión misionera

La misión “ad gentes” pertenece al carisma, vida y esencia de la Iglesia, de la Orden y de cada Provincia. Carisma y Misión son inseparables. La misión es expresión de la vitalidad de una Provincia, contribuye a su propia expansión. Si no salimos de nosotros y nuestro carisma se hace proclamación, corremos el peligro grave de cerrarnos sobre nosotros, y empobrecernos hasta extinguirnos en nuestras glorias pasadas. De ahí una necesidad: mantener y potenciar las presencias misioneras que tenemos.

Cada Provincia es diferente. Pasamos de Provincias que no tienen misiones ahora (Andalucía, Cataluña y Castilla) a otras que mantienen misiones, misioneros y vitalidad presente (Aragón-Valencia, Burgos, Portugal, Navarra). En la actualidad tenemos tres presencias con dependencia jurídica de las provincias de la Península Ibérica: el Vicariato de Uruguay, Paraguay y Bolivia (Burgos); la Delegación de Malawi (Navarra) y la Delegación de Burkina Faso, Costa de Marfil y Togo (Aragón-Valencia). Además, se constata la presencia de otros religiosos en tierras de misión o al servicio de otras circunscripciones. De momento, se nos abren nuevos retos de expansión misionera interprovincial en Timor Leste y Angola.

Parroquias

Constatamos una presencia fuerte y significativa de las parroquias en nuestras Provincias. Muchos de nuestros religiosos prestan sus servicios pastorales en esta área.

Los documentos de la Orden acogen este apostolado como uno de los lugares más idóneos para transmitir nuestro Carisma y experiencia de Dios.

La convivencia con el clero diocesano y otros religiosos nos enriquece a todos, creciendo así en la espiritualidad de comunión.

Encontramos una riqueza de personas, grupos e iniciativas pastorales que revitalizan y enriquecen nuestro carisma y nuestro servicio a la Iglesia.

Es una realidad amplia y rica a distintos niveles: diocesanos, culturales, de maduración humana, aspectos religiosos… que plantea retos y dificultades.

Subrayamos la importancia de la formación, tanto de los religiosos como de los laicos.

ELEMENTOS ESENCIALES

Después de leer la realidad identificamos tres elementos esenciales e irrenunciables de nuestra vida: oración, comunidad, misión.

Constituciones

Pasión por Cristo, pasión por la humanidad

Conversión

Pluralidad, diversidad, integración

Lenguajes

“Echamos de menos un debate serio sobre elementos esenciales de nuestro carisma. Creemos que se debería seguir profundizando sobre temas clave: la animación comunitaria, la oración y la vivencia de los votos” (expresaban en una de sus reuniones los jóvenes ocd).

Lo principal y fundamental ya está recogido en nuestras Constituciones. Es necesaria una lectura creativa de las mismas que nos lleve a una vitalidad renovada hoy: escucha de la Palabra y lectura vital de nuestros Santos.

Teresa fue una mujer enamorada, contagia pasión por Cristo, por la humanidad, por la Iglesia, por el mundo, por la comunidad. Ella nos insta a escuchar lo que late en la entraña de este tiempo, sin miedo a acercarnos y tratar de comprender a Dios humanado en el otro ¿Cuáles son los signos de nuestro tiempo?: soledad, ansia de compañía, amistad y comunión, vacío de Dios, de amor gratuito, pérdida del sentido de la vida.

Necesidad de conversión personal: para que sea verdad este convivir teologalmente.

Nuestra familia está compuesta por laicos, religiosas y religiosos carmelitas descalzos. Intercomunicación y ayuda mutua entre las tres expresiones del carisma. Consciencia del ideal trinitario como ideal de comunión entre las tres expresiones del carisma.

Aceptación de lo plural, empezando por esta diversidad cultural y lingüística del espacio ibérico. Acoger, en esta sociedad global, las mentalidades peculiares de los pueblos (una nueva mentalidad abierta a otros estilos de convivencia). No un pensamiento único (Ideología, política, cultura, costumbres…). Cultivar la integración y la aceptación de lo diferente, vivido como complementariedad. Respeto por los estilos. No estamos alentando un proceso de uniformidad.

Revisar nuestros lenguajes: en conexión con este mundo, no anclados en el pasado.

Los ejes irrenunciables sobre los que tiene que girar este trabajo de reflexión son: oración, como encuentro y experiencia de Dios; comunidad, como encuentro y experiencia de los hermanos entre sí; misión, como encuentro desde el carisma con los gozos y los dolores de nuestro mundo.



2.1. ORACIÓN

Necesidad de experiencia de Dios

Regreso a las fuentes

Calidad de oración sin excusas

Sentimos en nosotros y escuchamos en nuestros hermanos una necesidad fuerte de experiencia de Dios. No concebimos el Carmelo teresiano del mañana sin esta opción fuerte. La reestructuración es un camino de fe, de conversión, de alegría. La experiencia fuerte de Dios hace nacer un lenguaje, una cultura, una manera de vivir nueva. Regreso constante a las fuentes inspiradoras de nuestra consagración: Palabra de Dios, sacramentos, liturgia, Constituciones, lectura profundizada de nuestros Santos (mistagogos), lectura de la historia actual y de los signos de nuestro tiempo.

La calidad de nuestra oración y el ejercicio de la misma, sin excusas. La oración como experiencia de Dios. Ayudar a crear responsabilidad personal y comunitaria en este punto. Redescubrir la oración no como algo para cumplir o un ejercicio, sino como encuentro con Cristo Amigo que se fía de mí, me ama y me espera, encuentro que da sentido a mi vida y vocación. Gozosos, sin altivez, de lo que estamos viviendo:

¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?

¿Creemos que es capaz de gestar hoy la esperanza de aquellas frescas mañanas de nuestros orígenes?



2.2. VIDA COMUNITARIA (vocaciones y formación)

Comunidad teresiana

TENTACIONES anticomunitarias

Comunidad al estilo teresiano. En las últimas décadas parece haberse ganado en humanidad y trato fraterno. Aún así, existe una clara añoranza de la comunidad al estilo teresiano. Estamos en una época de cambios profundos y hemos de consentir aquellos que son ‘signo de nuestro tiempo’, sin anclarnos en costumbres muertas. Un doble movimiento: conexión con lo mejor del pasado, y audacia, imaginación en la vivencia de nuestro carisma. Vivimos con la convicción de que algo puede y ha de cambiar en nuestro estilo de vida.

Algunas tentaciones en nuestras comunidades:

Huir del encuentro diario con Dios y los hermanos (oración y fraternidad)

Estar en comunidad, cumplir lo mandado, y no cuidar los valores evangélicos, ni la compasión. (No presuponer los valores del evangelio en nosotros)

Individualismo y activismo que deshumaniza, descuida lo comunitario con excusas pastorales. Cualquier motivo es bueno para no estar en la oración, en la comunidad, en los trabajos que son de todos, en servicios pastorales compartidos. Hemos de hacernos la pregunta: ¿Por qué sucede esto?

Dificultad para dedicar tiempo y esfuerzo al proceso de acogida y acompañamiento de los jóvenes.

Dificultad para dedicar tiempo a acoger y a escuchar a los hermanos de comunidad, crear espacios y tiempos regulares de encuentro con la comunidad.

Papel del superior infravalorado como instrumento de diálogo y comunión. Animador de la comunidad, responsable de ayudar a cuidar el ambiente orante y fraterno; creador de corresponsabilidad (coordinar y repartir juego), hacer que cada hermano se sienta valioso.

Cultivo de la comunicación, diálogo, y el encuentro (compartir la vida), asentado en tres pilares. La compasión (castidad), nos lleva a no ignorar el dolor real de la gente y de los hermanos de comunidad. Por aquí van las señales del éxito del reino. Austeridad alegre (pobreza). Con un proyecto común (obediencia).



Compasión: sentir con el otro, frente a la indiferencia o dejadez: acoger, perder tiempo en la escucha (escuchar el otro nunca es tiempo perdido), interesarse por sus cosas.

Austeridad: vivida como comunidad y familia, no solo personalmente. Sobriedad y libertad teresiana. No dejarnos manipular. Gratuidad de nuestro servicio. No nos falta de nada. Generosidad para compartir lo que somos y tenemos.

Interioridad: Dignidad de la persona en su libertad-creatividad. La comunidad ha de cuidar a las personas, acompañarlas, sostenerlas. ‘Cuidado de sí’, del ‘Huésped’.

Escuchamos y acogemos con gozo los impulsos de renovación que nos llegan de los hermanos. Sabemos que solo reavivando la gracia que hay en cada uno podemos responder juntos a la propuesta novedosa que nos llega de Teresa: “¿Qué tales habremos de ser?”

Llamada

Acogida


Testimonio

Acompañamiento

Discernimiento

Atrevernos a una llamada audaz y atinada: “Ven y verás”. El que llama es Dios. Llama como quiere y a quien quiere. Pero nosotros queremos ser audaces en la propuesta, intermediarios fieles, valientes, sin tanto pudor.

Una vez que el vocacionado o el interesado llega a nuestra casa, ¿Qué tipo de comunidad acoge? ¿Qué ambiente?

El presente y el futuro pasa por el testimonio vivo de las comunidades: la autenticidad, la alegría. Hemos teorizado mucho sobre la belleza de nuestra vocación y los escritos de nuestros santos, pero ellos quieren ver esa experiencia hecha carne y hueso; en personas y comunidades vivas. Hay comunidades más propicias para un primer encuentro, sin engañarles, sin esconderles la realidad.

Acompañamiento. ¿Proceso de seguimiento y de cercanía? Necesidad de personas que tengan vocación y gusto por acompañar. Lo que más valoran los jóvenes religiosos es haber tenido acompañantes pacientes que les han prestado atención, que han caminado al lado, sin teledirigir.

Discernimiento personal y de la vida comunitaria:



Personal: “Hacer eso poquito que era en mí” Santa Teresa C 1, 2 “Qué tales habremos de ser” C 4, 1. La promoción vocacional es una exigencia para revisar con valentía nuestra propia vida.

¿Cómo refrescar nuestra identidad carismática?

¿Yo me dejo discernir y acompañar?

Comunitario: Algunos jóvenes han valorado del encuentro con nosotros la sencillez; el valor de los ancianos; la oración común; el trabajo, la entrega, el sacrificio

Algunos jóvenes nos reprochan que no tengamos tiempo suficiente para pararnos tranquilamente y escucharles; el uso en exceso de los medios de comunicación, por ejemplo la televisión o internet; nuestra manera de celebrar la liturgia de las horas; ausencia de la oración silenciosa en algunos casos; ¿Estarías tú dispuesto a recibir en tu comunidad a un joven?

[Me parecen sugerentes bastantes de las preguntas que os planteáis. Muchas veces la interpelación de los jóvenes nos hace poner en cuestión muchas rutinas – Creo que a veces hemos perdido el horizonte de lo fundamental: ¿dónde está lo esencial del discipulado de Jesús (de la vida consagrada en él)? ¿Cuándo está la vida religiosa realmente secularizada?]

2.3. MISIÓN

La misión del Carmelo es plural y riquísima. Para el carmelita, lo importante es que la misión siempre nazca de una experiencia fuerte de Dios en comunidad.

Variados y legítimos caminos

Humildad y audacia

No éxito

La realidad social y herida

Somos enviados, en la escucha de la Palabra… en el querer de Dios.

Hay distintos y muy variados caminos legítimos en el Carmelo Teresiano: casas de espiritualidad, parroquias, colegios, enseñanza, publicaciones, tareas muy diferentes en el cuidado de la comunidad, dimensión misionera ‘ad gentes’…

Humildad y audacia (ánimas animosas).

Sin ansiedad por el éxito, entrando en la pregunta por lo que Dios nos pide, sin orgullo o comparación. Que nuestro criterio no sea el éxito aparente.

Abiertos a la realidad política, social, especialmente a la realidad más herida.

Apuesta decidida por la espiritualidad

La transmisión de la espiritualidad es consustancial a nuestro carisma, da voz y testimonio a la experiencia que nos identifica y define. Este es el servicio que nos pide la Iglesia y que se reclama del Carmelo.

La experiencia de Dios que el Carmelo Teresiano guarda y recrea, no nos pertenece solo a nosotros, es patrimonio de todos y de cualquiera, no podemos esconderla.

La misma espiritualidad, que estamos llamados a comunicar, nos ayuda a realizar el camino de la restructuración con lucidez, nos da elementos claros para el discernimiento, nos aporta la alegría tan necesaria para dejar sin nostalgia los caminos de ayer, acogiendo la herencia recibida y aventurándonos en los nuevos caminos que el Espíritu nos suscite.



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