Ana María Matute, Luciérnagas



Download 36,54 Kb.
Sana05.05.2017
Hajmi36,54 Kb.
#8267
Ana María Matute, Luciérnagas.

Las respectivas familias de los protagonistas: semejanzas y diferencias. Carácter de Sol y Cristián, su evolución ideológica y su condición trágica. El contexto histórico de la novela. El tremendista reflejo de la Guerra Civil. El escenario urbano. Sentido del término “luciérnagas” aplicado a los protagonistas. Posición ideológica y moral de la autora.
http://f-eines.alaxarxa.cat/litecas/images/file/Gu%C3%ADa%20de%20lectura(solucionario)(1).pdf
Espacio- http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/25634/1/ALE_24_18.pdf

Contexto:

La infancia de Sol transcurre cuando el bipartidismo español se desmorona. El bipartidismo fue un sistema político que nació condenado al fracaso porqué nunca funcionó realmente. Se trataba de un fraude ya que para combinar los partidos conservadores y los progresistas se hacían trampas durante las elecciones y por lo tanto era imposible que la República Española se estabilizara. La Segunda República duró desde 1931 hasta el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936. La República empezó con el bienio socialista. Se elaboró una nueva constitución y se empezaron a hacer reformas militares, sociales, religiosas, políticas y económicas a fin de beneficiar a las clases obreras. Pero estos cambios no fueron aceptados por las clases poderosas de la España de principios de siglo XX. La burguesía vio peligrar su posición privilegiada. La reestructuración del ejército hizo que los militares se enemistaran con el gobierno reformista y por último a la iglesia tampoco le gustó que le arrebataran su influencia social, promoviendo una sociedad laica. Así pues, en las siguientes elecciones, la derecha ganó y el bienio conservador anuló todas las reformas hechas por el anterior gobierno. Sin embargo eso no mejoró la situación de crisis en España y en Enero de 1936 los progresistas volvieron a coger las riendas del gobierno. Así pues se volvieron a iniciar las reformas, pero los burgueses, los militares y la parte de la iglesia más conservadora no estuvieron dispuestos a aceptar las reformas del Frente Popular. En consecuencia, el malestar, la violencia y la agitación fue creciendo hasta que una parte del ejército dio un golpe de Estado y empezó la Guerra Civil. 
El 17 de julio de 1936 se inició en Melilla una revuelta militar dirigida por militares de tendencia carlina i falangista, entre ellos estaban los que serían los grandes dirigentes durante el transcurso de la guerra, estos eran el general Mola, José Sanjurjo y Franco. La revuelta triunfó i rápidamente se extendió por las Canarias y la península. Los rebeldes tuvieron éxito en las zonas poco industrializadas y conservadoras del país pero en las zonas de tendencia progresista, la resistencia de las milicias y las fuerzas del orden, aún fieles al gobierno, resistieron a los ataques. Entonces, España quedó dividida en dos partes; los nacionalistas y los republicanos. En la novela no se ve reflejado de forma directa el rápido avance del bando nacional desde el oeste de la península, ya que la acción está situada en Cataluña que fue una de las últimas regiones que resistió al ejército falangista. Si que se ve, como la ciudad de Barcelona se va desgarrando poco a poco: el racionamiento de alimentos, las colas, el caos, los bombardeos, las incautaciones de bienes, los asesinatos, los refugiados, la miseria... Las primeras batallas se desarrollaron desde el Sur de la península hasta Toledo. Madrid y sus alrededores resistieron los ataques y las tropas del general Mola ocuparon el Norte de España hasta Bilbao donde las tropas alemanas bombardearon Gernika en Septiembre de 1936. Después del bombardeo sistemático, el País Vasco se rindió. Este rápido avance de los nacionales fue en gran parte gracias a la ayuda militar de Alemania e Italia, países con un régimen dictatorial que no querían que la República triunfase. Por otra parte las democracias Europeas no prestaron su ayuda al frente republicano ya que no consideraron oportuno dar soporte a los comunistas. La política de no intervención europea fue un factor detonante para la victoria nacional. Las últimas comunidades autónomas que cayeron fueron Catalunya (febrero de 1939) y Valencia (marzo de 1939) por último cayó la capital, Madrid y el uno de Abril de 1939 Franco anunció su victoria ya que Sanjurjo y Mola murieron durante la guerra. Así pues, finalizó la Segunda República y se declaro el Régimen Franquista.

Luciérnagas: Espacio urbano


Luciérnagas está ambientada en Barcelona y transcurre entre el verano de 1935 y el 26 de enero de 1939. En ella se describe con gran exactitud la metamorfosis del espacio urbano en el que habitan sus personajes.

La evolución psicológica que experimenta Sol se solapa con la honda transformación que sufre la ciudad. Ana María Matute se vale de imágenes y vivencias propias para trazar una visión alucinante de Barcelona, la cual se encuentra sumida en el caos, en el hambre, la miseria, y teñida de sangre y venganzas. Los sucesos bélicos irrumpen en los escenarios urbanos más característicos de la ciudad tales como Pedralbes, el Ensanche, la calle Muntaner, la plaza de la Universidad, el barrio gótico, la Vía Layetana, la Barceloneta, las laderas del Tibidabo, etc., los cuales forman parte de la memoria de la autora. A su vez, también truncan la infancia feliz de la protagonista.,

En la primera parte de la novela, la Barcelona roja se despliega ante la mirada inocente y atónita de Sol, que no llega a entender el significado de la palabra revolución y sus graves consecuencias. Durante su formación académica en el internado de Saint-Paul, Sol vive aislada del mundo, imaginando una ciudad muy distinta de la real:

"Dentro del pupitre había formado, con cuadernos y libros una ciudad maravillosamente complicada. Pero ella nada sabía de las ciudades, ni siquiera conocía aquella en que había nacido. Qué difícil de imaginar, entonces, que era posible reducir a escombros parte de una ciudad, en unas horas".

La fuerza que emanan algunos espacios es muy potente, e incluso en algunos momentos estos acaban acaparando la importancia del personaje. La personificación y la metonimia son dos recursos muy empleados por la autora para calificar ese espacio urbano que se va transformando irremediablemente ante los ojos de la protagonista. La ciudad se encuentra despojada, herida y apagada, tal y como se encuentran sus habitantes:



"Pasó el tiempo. Día tras día, la ciudad fue apagándose. Un nuevo aspecto, sucio y miserable, se descubría ante los ojos de Eduardo. Una ciudad despojada, herida. Las tiendas pequeñas, vacías, los almacenes cerrados, los hombres en el frente. Ya no se veían desfilar puño en alto a las mujeres vestidas de soldado…Una sombra triste, húmeda, iba cubriendo la ciudad".

Durante el tiempo en el que los dos hermanos, Eduardo y Sol, se encuentran deambulando por la ciudad, ambos viven dos experiencias críticas que marcan un antes y un después en la visión inocente de la joven. En primer lugar, la visita a la buhardilla de Daniel, situada en una calle oscura que desemboca en el Paseo de Colón. Este suceso supone para Sol el descubrimiento de otra ciudad hasta entonces desconocida y con otras formas de vida. También puede palpar de forma más directa la miseria, la enfermedad y la muerte. Las descripciones casi cinematográficas que lleva a cabo la autora, avanzan desde la panorámica exterior a la del mísero cuartucho donde yace Daniel:



"La calle era angosta, sin luz, y desembocaba en el Paseo de Colón. Eduardo reconoció el salobre del mar frío y mohoso, y lo aspiró con incierta melancolía. Los muros de las casas, altos y sombríos, deslizaban el cielo sobre sus cabezas, como un río negro".

La segunda experiencia es la visita a las barracas-refugio situadas en las afueras de la ciudad, lugar donde se reúne Eduardo con sus amigos:



"La llevó ciudad arriba, hacia el Tibidabo. A medida que se acercaban a la montaña, la ciudad, tras ellos, parecía huir rosadamente, dulcemente, como si no existiera la guerra".

En esta escena, se refleja la absoluta simbiosis entre el espacio y Eduardo. Este vive en condiciones infrahumanas en un espacio miserable totalmente al margen de la ciudad. La descripción de este espacio marginal como un paisaje polvoriento y calcinado es muy gráfica:



"Nunca antes pisó aquellos parajes. La hierba aparecía rapada y seca, y la tierra polvorienta, muy pisoteada. La silueta de las montañas despedía una extraña luminosidad lechosa. Muchos de los árboles fueron talados para hacer leña […] La barraca era pequeña y frágil, construida con ladrillos viejos, latas oxidadas y cañas".

Al pie de dichas barracas se encuentra la ciudad, que al igual que sus habitantes se va degradando por la guerra:



"La ciudad era ahora una ciudad distinta. Por las calles, antes limpias, se amontonaba la basura. Las gentes iban mal vestidas […] Los edificios que creyó seguros, inconmovibles, parecían llenarse de un temblor irreal, fantástico. En los balcones, grandes carteles y banderas, hombres con fusiles y ametralladoras. Por las calles, hombres vestidos con mono azul o con el torso desnudo, con rojos pañuelos al cuello desfilaban puño en alto. Camiones y coches, abarrotados de hombres y mujeres, huían vertiginosamente. Los bares, los teatros, los restaurantes, tampoco eran los mismos. Turbas de gentes desarrapadas los invadían…"

En todas las descripciones el juego metonímico es constante. La ciudad vive al compás de los protagonistas:



"En la calle, la ciudad ya estaba despierta. Gente desconocida iba a sus quehaceres…Veía sus rostros ateridos de frío, sus ojos preocupados. Sol recordó el tiempo en que creía en un mundo peligroso, pero no temido, como ahora, con las ciudades rotas, sucias, hambrientas, con innumerables seres inclinados al suelo para recoger desperdicios".

Y en este desdoblado paisaje urbano surgen nuevos espacios, como el comedor del auxilio social al que acude Sol. Este nuevo espacio de supervivencia es un símbolo de la imparable transformación urbana. Ya no queda nada de aquella ciudad soñada y construida por Sol durante su estancia en el internado.

En la segunda parte de la novela, la visión de la ciudad de Barcelona, ya sumida en plena guerra, se presenta de forma apocalíptica. Las descripciones se vuelven totalmente sensoriales y reproducen con gran veracidad las sensaciones que experimentan los personajes:

"Cerca de las doce llegaron a la calle en que vivía Daniel, en una parte de la ciudad desconocida para Sol. Los altos muros de las casas se alzaban opacos y llenos de silencio. El olor del mar se adhería a ellos con un regusto de podredumbre. Le pareció que en el cielo, en el estrecho y largo cielo aprisionado, había un timbre lúgubre, como un presagio. Subieron la escalera en silencio. En lo alto había una claridad lechosa, más intensa cuanto más se acercaban a ella".

Como único elemento confortable en medio de tanta miseria, se encuentra el calor humilde que produce el brasero de la casa de los Borrero, cuyas cenizas avivan en la imaginación de Sol el recuerdo de una ciudad ideal como las de antes de la guerra:



"-Es una ciudad, como las de antes […] Sí, era una ciudad grande, de noche, iluminada […] Sol acercó una mano abierta al resplandor de aquella imaginaria ciudad, que se encendía y se apagaba continuamente […] Si ese lugar no existía, era necesario crearlo, ser de los que amasan una época que no tuviese nada que ver con las ciudades encendidas ni con las ciudades que se esconden en la noche".

Con el regreso de Sol a su casa, tras convivir un tiempo con Cristián en la torre de Sarriá, se ve de nuevo la ciudad como un escenario de la vida presente, y a su vez, de la memoria pasada. La protagonista se siente inevitablemente ligada a aquellos espacios ya que siempre yacerán en su recuerdo:



"La Plaza de Cataluña, barrida por un viento que levantaba nubes de polvo, aparecía solitaria, como desnuda. Tiempo atrás, recordaba, en el centro había un monumento al soldado desconocido, en cartón piedra…. Mientras caminaba hacia su casa, se notaba tremendamente ajena a todo y, al propio tiempo, condenada a cuanto la rodeaba".

En el mes de enero de 1939, se produce la toma de la ciudad por parte de las tropas del general Yagüe. Una ciudad extenuada y moribunda cedía finalmente ante el cerco de los continuos bombardeos. En el ambiente urbano late la confrontación entre las diferentes expectativas de los dos bandos contendientes:



"La ciudad se revolvía como en un último estertor, las gentes huían presurosas ante el avance del ejército de Franco, y en las calles se palpaba la pena y la angustia, mal veladas […]. Franco avanzaba, avanzaba, y Sol lo supo por el clima miedoso, por un lado, y lleno de esperanzas por el otro, que se advertía en el corazón de la ciudad".

Por último, sólo queda la visión final de la ciudad sometida, silenciosa y vencida. Sol en una última imagen contempla una ciudad totalmente desierta y destruida por los bombardeos sistemáticos e insistentes:



"Los aviones volaban cada vez más bajos […] En las calles grises, abandonadas bajo el débil sol de invierno, los golpes tenían un eco blando y la brutalidad parecía atenuada por el silencio".

Pero, ¿qué es la fantasía para una niña, sino parte de la realidad? Ninguna niña de su edad se extrañaría de encontrarse un duende debajo de la mesa de la cocina, las historias de los libros eran igual de reales que aquella mesa. Así que la niña empezó a crear un mundo que le gustaba más que el que sus padres le podían proporcionar.
 
La niña miraba esas hormiguitas negras que había en los libros. Allí estaban las historias escritas. Eso lo tengo que hacer yo, se dijo. Así que antes de saber su significado, empezó a escribir, imitando esos garabatos tan pequeñitos. Llenaba hojas y hojas, tantas como las de los libros que le leían, de pequeños regueritos de grafito. Fueron sus primeras historias, estaban allí contenidas, en un lenguaje que sólo ella sabía interpretar. Así que con tres años ya sabía leer historias, y empezó a escribirlas a los cinco en el idioma de los adultos. Pero aquel lenguaje de las hormiguitas negras siempre estuvo presente en sus historias.
 
Su vida no era feliz. El colegio era muy estricto, eso era hace muchísimo tiempo, cuando se pegaba a los niños si se portaban mal, y incluso si se portaban bien también. En la escuela, las Damas Negras se reían de su tartamudez, y la castigaban; incluso sus hermanos se reían de su defecto. Sus padres sólo tenían tiempo de pedirle que se lavara las manos, que se cepillara los dientes, que se portara bien… y cuando se portaba mal, la encerraban en el cuarto oscuro. Pero a la niña no le asustaba el cuarto oscuro. Allí le acompañaban las hormiguitas negras, sus historias, y no se reían de ella. Allí la niña sí era feliz, porque acurrucada en un rincón hacía lo que le daba la gana: iba de viaje a África, vencía una batalla campal, era rescatada por un príncipe, pero un príncipe feo, ¿eh? ¿Es que no hay príncipes feos? Tiene que haberlos, las hormiguitas negras lo dicen. Se lo pasaba tan bien en el cuarto oscuro que a veces, para librarse de sus hermanos, hacía alguna fechoría… ¡para ser castigada! Así que era una niña mala, se lo dijo el duende del terrón de azúcar, que cuando lo partió, salió corriendo con un destello azul, diciéndole: mala, mala, ¡eres mala! Y las niñas malas escriben, porque desde luego no es lo que se espera que hagan las niñas buenas.
 
Así que escribió, escribió como Peter Pan, huyendo de la crueldad de ser adulto, cambió el final de la Bella Durmiente, esquivó la estupidez de Caperucita Roja (¡porque hay que ser tonta para confundir al lobo con tu abuela!) y pasó, como Alicia, ante todas esas cosas absurdas de los adultos, sin sentido, sin motivo… era la niña más rara del colegio. Hasta que llegó a la adolescencia. Ese periodo tristísimo, donde tiene que reconocer que aquellas hormiguitas no significaban nada, donde se ha de portar ya como una mujer. Y viene una guerra. No comprende lo que pasa dentro de su cuerpo, pero tampoco lo que pasa fuera. La niña, ya casi una mujer, está aturdida por tanto acontecimiento… pero la niña superó ese trance, como muchos otros, se hizo mayor, una mayor rara, que escribía Se hizo viejita, una anciana, y nunca abandonó a las hormiguitas negras, ni a su infancia.
 
Esa niña es Ana María Matute. Luciérnagas es una de sus primeras novelas, obra que para poder ser publicada sufrió drásticos recortes por la censura. Matute nos dice que fue como una violación.. La novela fue finalista del premio Nadal en 1949, también premio de la crítica, pero no se publicó la versión autorizada hasta 1955 bajo el título Ésta es mi tierra, terriblemente mutilada. La versión original de Luciérnagas se publica en 1993, revisada por la autora.
 
Los protagonistas de la historia son adolescentes, niños arrojados a la vida adulta por el estallido de la guerra civil, una niña, no banalmente llamada Soledad, de familia acomodada cuyo padre es perseguido por el gobierno republicano; su hermano Eduardo y una serie de niños, ladronzuelos y buscavidas, con su vida desbaratada por la guerra, que hacen lo posible para sobrevivir en una Barcelona acosada y bombardeada. Son años difíciles para la familia de Sol, pero ella encuentra que la soledad se puede compartir, que aunque la guerra destruya nuestro mundo, es posible resistir si se cuenta con el apoyo de otras personas, solas como ella. De alguna manera, es un canto a la amistad, al amor, a la fraternidad, ideales de la adolescencia, en contraposición a la familia, que ejemplifica la infancia.
 
Matute considera la adolescencia un proceso trágico y triste, probablemente porque es el abandono definitivo de la infancia para muchas personas, y aquellas hormiguitas negras de su infancia son para la autora la razón de existir. Por eso la obra es terriblemente triste, y no puede acabar sino en una desgracia. Nos encontramos a la Matute hiperrealista, tremendista o simplemente real (estamos hablando de unos niños durante la guerra civil española), propia de sus primeras novelas, como Los soldados lloran de noche. Y con una amargura y tristeza que abarca el libro de principio a fin. El mundo, según Matute, no tiene solución, y no se siente orgullosa de pertenecer a la especie humana. Entre las miserias de los adultos, estos niños, que no las entienden, son breves luciérnagas que brillan quedamente en la noche, son la única esperanza que queda, porque se tienen a sí mismos. Están unidos por el sutil hilo plateado de la adolescencia, por la incomprensión compartida, por el mismo apesadumbrado sentir, embutidos en los trajes adultos del mundo cruel y asesino que sus padres les han creado.
 
Ana María Matute dice que ella se quedó en los doce años. Son los años que tiene Sol en este libro, los años que tenía cuando pasó la guerra civil por su vida. Es necesario leer esta novela, pues parece la clave para encontrar la explicación a otros muchos libros suyos, no sólo los realistas, sino también los fantásticos o infantiles. Descarnada por su fiereza, sutil y tierna por el cuidado tratamiento de los pensamientos de los protagonistas, es una novela desconsolada y pesimista, pero bella y real, nunca angustiada.


«Ahora, esas gentes que no debían mirarse, prohibidas, cuya existencia se les mantenía oculta y de las que era obligado olvidarse, invadían de nuevo la ciudad. De pronto no cabían en la calle y venían a inundar con su realidad ineludible el pequeño mundo, suave, de caperucitas rojas y lobos de cartón, acrecidos, apelotonados, en número mucho mayor del que podía suponerse, y hacía ostensible su presencia. [...] Asomada a la ventana, veía cruzar los coches pintarrajeados, atiborrados de hombres y mujeres armados. Unos seres cuyos rostros jamás vio en parte alguna ni supuso que existieran.» (pp. 38-39).

«Tenía miedo a la vida, como Cristián, como su madre, como las mujeres de la cárcel. Ella misma, todas, pensando eternamente en que los hombres se agusanan en las cunetas o se convierten en tristes sombras de sí mismos, mutilados. María seguía hablando, pero ya no la escuchaba. [...] Un mundo alboreaba en ella, donde existirían los zapatos rotos, la tabla de multiplicar, los grandes cielos calientes, las bombillas apagadas, las balas de fusil, los insectos, las manos que palpan piel humana y corteza de árboles, un mundo de desolación y de alegría, de felicidad y de preocupaciones, de gritos y de largos bostezos. Y estaba en ella, con ella, dentro de ella con sus propios cielos, con las rejas de su cárcel, con su dolor y el lejano canto de los pájaros.» (pp. 279-280).

Buscando en el baúl de la memoria, entre aquellos libros y escritores que más me han marcado, ha aflorado en el recuerdo un libro muy especial, que sufrió la censura del franquismo en 1955, pero, que en 1993 se publicó íntegramente, como la escritora escribiese por primera vez en aquellos años de dictadura. Les hablo de Luciérnagas, la obra de la ganadora del Premio Cervantes 2010,  Ana María Matute.

Para aquellos que aún desconozcan la figura de Matute, descubrirles a una de las mejores  novelistas españolas, miembro de la Real Academia Española, con el asiento K y, considerada por muchos como una de las mejores novelistas de la posguerra española, gracias a un estilo inconfundible, que lejos de ahondar en las razones que llevaron a la guerra, sí indaga en ese profundo dolor de quienes la vivieron y todo lo que ello conllevó.

Matute, la escritora

Antes de hablarle de su singular, y especial, Luciérnagas, quisiera rescatarles un poquito de la vida de esta gran escritora. Ana María (Barcelona, 1925) procede de una familia numerosa, la segunda de cinco hermanos, perteneciente a la pequeña burguesía catalana, conservadora y religiosa. Sus primeros años de vida transcurrieron entre Madrid y Barcelona, sin embargo, a los cuatro años Matute, a consecuencia de una enfermedad,  vivirá con sus abuelos en Mansilla de la Sierra, un pueblo pequeño en las montañas riojanas, del cual, y de sus gentes, se puede encontrar la huella en Historias de la Artámila de 1961. Matute se inició en el mundo de la literatura con Pequeño teatro a los 17 años de edad, aunque ésta no viese la luz hasta 11 años más tarde.
Si un hecho marcó de por vida la vida de Matute, al igual que ocurriese en la infancia de miles de niños, fue el estallido de la Guerra Civil y sus trágicas consecuencias: el odio, la muerte, el hambre, la angustia, la pobreza marcaron tanto a la niña como la escritora, bien reflejo de ello son sus obras: Los Abel (1948), Fiesta al noroeste (1953), Pequeño teatro (1954), Los hijos muertos (1958) o Los soldados lloran de noche (1964).

En el terreno amoroso Matute se puede decir que fue una mujer adelantada a su tiempo al divorciarse de su primer marido, el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea, pero a consecuencia vivió en primera persona el machismo de un sistema patriarcal que como   resultado de las leyes españolas, le imposibilitaron ver a su hijo. Matute encontraría su amor verdadero años después, al lado del empresario francés Julio Brocard.

Tras la muerte del dictador, en 1976 Matute fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura y, en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil con la obra Sólo un pie descalzo. En 1996 publicó Olvidado Rey Gudú, gracias a la cual, fue elegida académica de la Real Academia Española de la Lengua, convirtiéndose en la tercera mujer aceptada dentro de esta en sus 300 años de historia. Matute es también miembro honorario de la Hispanic Society of America. En 2007 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas al conjunto de su labor literaria. A día de hoy, Matute es profesora de la universidad y viaja a muchas ciudades para dar conferencias, especialmente a los Estados Unidos. E incluso, la universidad de Boston tiene en su biblioteca un fondo llamado Ana María Matute Collection y, existe un premio literario que lleva su nombre, además, sus libros han sido traducidos a 23 idiomas.

Luciérnagas

La historia de esta obra, Luciérnagas, es una vida de censura, de reliquia y, para algunos, de olvido. De censura, porque a pesar de ser escrita en 1949, no se publicó, hasta 1955 bajo el título En esta tierra tras ser revisada y mutilada por la censura franquista; de reliquia porque no siempre ha sido fácil encontrarla en las librerías, y de olvido, porque tras agotarse la edición de 1993 era casi una quimera encontrar esta obra, como ocurre con las primeras obras de Matute.
Tras el franquismo, En esta tierra se publicó por la editorial Destino en 1993 bajo el título Luciérnagas, contando con la revisión de la misma Matute para devolver a la obra aquellos fragmentos robados por la censura.  Tras esta edición de 1993, la novela no volvió a ver la luz hasta una posterior edición en 2011 gracias a Austral, y BackList, convirtiéndose ésta en la única que podrán encontrar en las librerías.

Matute gracias a una prosa sutil, lejos de cargar las tintas contra republicanos o nacionales, describe el dolor y la locura que la guerra provoca en quienes vivieron aquellos años tan cruentos, de hambre, de dura pobreza, de violencia y de miedos, ya fuese directa o indirectamente. La obra narra, a través de un grupo de jóvenes, de una forma realista aquellos sentimientos que vivieron durante la Guerra Civil en la Barcelona de 1936.   Gracias a los ojos de la protagonista, Soledad, quien pierde a sus seres más queridos durante la guerra, transmite al lector su forma de entender y vivir los acontecimientos que truncaron toda la vida de un país.  Sol, de Soledad, en los primeros años de guerra pierde a su padre, vive la decadencia de su familia, tanto económica como sentimental, la “huida” de su hermano Eduardo, quien decide irse de casa, y la depresión de su madre. Ante todas estas circunstancias y a aquellas más que deberá enfrentarse, Sol, una muchacha de  15 años, frágil y delicada, deberá madurar durante la guerra y despojarse de la niña que es. Será en este contexto cuando entre tanta oscuridad brillen unas pequeñas lucecitas, gracias a un amor, intenso y denso, que devolverán a nuestra protagonista a la vida. A través de ese amor, en un mundo donde aparentemente ya no existe, Soledad comprenderá qué es la vida y que a pesar del dolor porqué merece la pena vivirla y saborearla.



Luciérnagas, al igual que muchas otras obras de Matute, es un retrato, una perfecta radiografía, de los sentimientos que vivieron miles y miles de españoles durante la guerra civil. Bajo un sello indiscutible, con un estilo propio que caracteriza  su obra, Luciérnagas nos habla de la inocencia interrumpida, del dolor y la derrota, para tornarse a pesar de todos los sufrimientos en una oda a la vida. De ahí, y porque es una de las mejores novelas que tratan el tema de la guerra civil, desde la curiosa mirada de Hipatia les recomendamos que no dejen escapar tan magnífica lectura, que sencillamente, se resumimos como brillante e impresionante.

Además, indicarles que el prólogo está escrito por Esther Tusquets, quien como muy bien indica, a través de esta obra, de la misma protagonista, Sol, podemos encontrar a la propia Ana María Matute, quien al igual que Soledad también vivió la guerra, y con once años pasó de una realidad llena de cuentos y fabulas a otra más cruenta donde descubrió que los hombres también pueden matar.


Sentido del término “luciérnagas” aplicado a los protagonistas

Ana María Matute juega con un lector al que le costará entender e interpretar el título. Por esa razón, el término luciérnagas aparece solamente cuatro veces, y en fragmentos muy próximos al final de la obra. Estos son los párrafos donde aparece el término luciérnagas y que nos ayudará a interpretar el significado global de la palabra:


Dos animales anónimos, sin méritos ni heroicidad alguna, dos criaturas, esas que ella vio en el campo al borde de los caminos. Unos, arrastrándose sobre la tierra, otros intentando volar, golpeándose contra las paredes, con la cabeza encendida. Luciérnagas, barcos errantes en la noche. Apenas le conozco, pero cuánto sé ya de nosotros dos, no de él, de nosotros dos. Las copas de cristal, entre sus dedos, retenían aún el temblor brillante. Parecía —pensó— contener entre las manos una galaxia distinta.”
Apenas hacía un momento, le dijo que eran dos astros perdidos en el espacio, pero ahora, de nuevo él era sólo un hombre un hombre oscuro, agobiado. Criaturas errantes, dando tumbos, chocando contra los muros, la cabeza encendida y murmuró: luciérnagas.”
Cayendo, cayendo siempre sin chocar, siquiera, sin estrellarse, en un final. Cayendo en el vértigo, tras una parpadeante esperanza. Luciérnagas —recordaba—, pobres luciérnagas.”
Vemos pues, que el primero y el segundo párrafo se utiliza para igualar a Cristián y a Sol con las luciérnagas; y el tercero se utiliza para definir a los hijos de la compañera de prisión de Sol que son asesinados brutalmente.

Simbología con el insecto desde una perspectiva científica dentro de la novela

En primer lugar  hay que comprender el mundo que muestra Matute en su novela. Un mundo que no tiene solución, y en él, no se siente orgullosa de pertenecer a la especie humana. Entre las miserias de los adultos, aparecen los niños, que no las entienden, y son para Matute breves luciérnagas que brillan en la noche, son la única esperanza que queda, porque se tienen a sí mismos. Están unidos por el sutil hilo plateado de la adolescencia, por la incomprensión compartida, por el mismo apesadumbrado sentir, embutidos en los trajes adultos del mundo cruel y asesino que sus padres les han creado.

Partiendo de esta comparación e igualación de los niños con las luciérnagas se puede continuar analizando las características que estos insectos tienen en los personajes de la obra. Primero deberíamos destacar que las luciérnagas, cuando son larvas, sufren unas ansias terribles de comer y crecer. Estas ansias son visibles también en prácticamente todos los personajes de la novela, y sobre todo lo vemos en la figura de Sol que sufre durante mucho tiempo haciendo colas en busca de un trozo de pan con el que poder alimentarse y alimentar a su familia.

Otra característica de las luciérnagas son sus enormes ojos, y su increíble capacidad de observación. Rasgo que aparece en el personaje de Sol, que también tiene una gran destreza a la hora de observar y analizar todo lo que le rodea.

Cristián y Sol son dos personajes que vagan desorientados, que se buscan (la luciérnaga hembra espera a que el macho la encuentre), que se completan pero que sobreviven en un mundo inmenso lleno de dificultades e impedimentos.

Todos estos seres, niños indefensos, desolados, mujeres, pobres, todos aquellos que viven desolados por la guerra son las luciérnagas de Matute, pero en especial lo son los protagonistas de la obra. Cristián y Sol



Simbología del insecto en el sentido global de la obra

Se pueden obtener dos conclusiones respecto al sentido global y estético de la luciérnaga en la obra.



En primer lugar, es importante mencionar que la luciérnaga hembra es mucho más grande que la luciérnaga macho. Esto se puede traducir como la importancia de la mujer que le da Matute a la obra. Una mujer florero, que como la luciérnaga, tiene dos funciones, producir hijos y cuidar de ellos.

Finalmente hay un elemento muy importante y por el cual las luciérnagas destacan en el mundo de los insectos: la luz que producen. Curiosamente el nombre de la protagonista también destaca por su luz, Sol. Esta importancia de la luminosidad hace referencia al elemento esperanzador entre toda la oscuridad, a que, pese vivir en un ambiente pésimo, desolado, a causa de la guerra, siempre existe un elemento esperanzador, un elemento que contrasta y en el que se vuelca toda la ilusión de los protagonistas.
Download 36,54 Kb.

Do'stlaringiz bilan baham:




Ma'lumotlar bazasi mualliflik huquqi bilan himoyalangan ©hozir.org 2024
ma'muriyatiga murojaat qiling

kiriting | ro'yxatdan o'tish
    Bosh sahifa
юртда тантана
Боғда битган
Бугун юртда
Эшитганлар жилманглар
Эшитмадим деманглар
битган бодомлар
Yangiariq tumani
qitish marakazi
Raqamli texnologiyalar
ilishida muhokamadan
tasdiqqa tavsiya
tavsiya etilgan
iqtisodiyot kafedrasi
steiermarkischen landesregierung
asarlaringizni yuboring
o'zingizning asarlaringizni
Iltimos faqat
faqat o'zingizning
steierm rkischen
landesregierung fachabteilung
rkischen landesregierung
hamshira loyihasi
loyihasi mavsum
faolyatining oqibatlari
asosiy adabiyotlar
fakulteti ahborot
ahborot havfsizligi
havfsizligi kafedrasi
fanidan bo’yicha
fakulteti iqtisodiyot
boshqaruv fakulteti
chiqarishda boshqaruv
ishlab chiqarishda
iqtisodiyot fakultet
multiservis tarmoqlari
fanidan asosiy
Uzbek fanidan
mavzulari potok
asosidagi multiservis
'aliyyil a'ziym
billahil 'aliyyil
illaa billahil
quvvata illaa
falah' deganida
Kompyuter savodxonligi
bo’yicha mustaqil
'alal falah'
Hayya 'alal
'alas soloh
Hayya 'alas
mavsum boyicha


yuklab olish