Dolcey Romero Jaramillo
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otros lugares el baile al santo está relacionado con el pago de un favor recibi-
do, o como mecanismo que sirva para que se convierta en intermediario para
solicitar un milagro ante Dios
86
. Después de esta puesta en escena la procesión
continúa para finalmente llegar a la iglesia donde concluye.
En América las expresiones religiosas de los afrodescendientes que se dan
dentro y por fuera del cristianismo, se celebraban en medio de cantos y mú-
sica en donde lo sagrado se funde con los elementos musicales. Su fiesta,
encubierta por una hermandad o cofradía, se efectuaba en
medio de rituales de
iniciación, de desfiles, tambores y parrandas; y culminaba con la elección de
un “rey de un día” (rey Congo) y con una francachela en la cual el santo era
bailón, bebedor y amante en demasía de las mujeres
87
.
En el mundo católico y en los sectores populares en donde se le brinda devo-
ción, San Benito no ha estado atado a una sola simbología y a una sola expre-
sión gestual. Esta cambia de acuerdo a los intereses y percepción particular
de cada país o comunidad que lo ha acogido como su
patrono o protector, tal
es el caso de Argentina, Venezuela, Brasil, Portugal, México, Colombia, entre
otros. Por ello su vestido, su color, sus atuendos y marcadores raciales difieren
según la región geográfica en donde se le rinda culto y devoción
88
.
En algunos países, regiones y ciudades aparece vestido con el hábito y atuen-
dos franciscanos, comunidad a la que perteneció en vida, tales como el cordón
y el capuchón muy sencillos o un rosario en la cintura. El color del hábito
generalmente es marrón, pero también puede ser blanco o azul. En ocasiones y
dependiendo del lugar le adhieren una capa con colores primarios que intuyen
alguna relación con la policromía africana, propia de las comunidades negras.
La representación iconográfica y cromática adquirió gran importancia dentro
86. DUQUE.
Op. cit.
, pp. 84 y 88.
87. MORABITO. Notas al margen sobre el Atlántico Negro,
Op. cit.
, p. 42.
88.
Ver Anexo fotográfico 1.
San Benito de las Palomas: Huella Afrodiaspórica e Identitaria en el Caribe Colombiano
53
de las manifestaciones de los sentimientos religiosos de los afrodescendientes.
Al
respecto, los colores, los monumentos y los altares policromáticos eran
como un vehículo para llamarlos
89
. En lo relacionado con los atuendos, en
algunos lugares, especialmente en Latinoamérica le colocan en la cabeza un
sombrero adornado con flores y cintas de varios colores. Lo mismo sucede
con los objetos que porta en sus manos. Estos de
acuerdo al lugar pueden ser
la Biblia, el crucifijo, los ramos de flores, un corazón, una palmita o el niño
Jesús recién nacido, en clara demostración que también un cuerpo negro pue-
de albergarlo. El crucifijo en sus manos en algunos pueblos de Venezuela hace
referencia a la presencia de Dios
90
.
En el caso que nos ocupa, la simbología está representada o referida a una
espiga de millo en una mano y una paloma blanca en la otra.
La espiga hace
referencia no solo al sector mayoritario de sus devotos como lo son los agri-
cultores sino también al cultivo del millo, es decir, para evitar que este cultivo
no tenga contratiempos en el sembrado y recolección de la cosecha, por ello
en Repelón a San Benito se le tipifica como proveedor del agua lluvia.
En torno a la paloma hay dos explicaciones: que
simboliza la paz
91
o que está
articulada o guarda relación con el lugar del cual obtenían el agua los habitan-
tes del pueblo viejo: San Benito de las Palomas, al pozo lo llamaban así: De
las Palomas
92
. Esto por supuesto no solo explicaría la presencia de esta ave
en las manos del santo sino también el nombre del pueblo. En Repelón, San
Benito está vestido con el hábito franciscano que incluye el cordón en la cintu-
ra
93
. En términos generales desde que se inicia su construcción iconográfica en
Sevilla en 1611, el santo ha sido presentado siempre con cabello crespo, frente
redonda y alta, mejillas prominentes,
nariz y ojos grandes, sonrisa discreta,
89.
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