119:27). Cuando el creyente comprende el camino Divino que son los mandamientos, su corazón se
ensancha, y le impulsa a desear fervientemente transitar su jornada; Como esta escrito, “Por el camino de tus
mandamientos correré, Cuando ensanches mi corazón” (Salmo 119:32). Pero, el corazón del impío, no es
recto para con Dios (pues esta extraviado); el impío no aborrece la maldad; y, por ende, rehúsa
comprometerse con el bien encarnado en los mandamientos. Como esta escrito: “Ha dejado de ser cuerdo, y
de hacer el bien. Medita maldad sobre su cama; esta en camino no bueno (pues), el mal no aborrece” (Salmo
36:3-4).
En conclusión, "el camino de Yah", es hacer el bien encargado en sus diez mandamientos (su Ley). Por eso la
Escritura dice que, los justos, son aquellos que tiene su corazón puesto en la Ley de Yah: “La boca del justo
habla sabiduría, Y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no
resbalarán” (Salmo 37:30-31). ¿Por que no resbalaran sus pies? Pues porque están afirmados sobre la piedra
(las tablas de piedra en las cuales fueron escritos los mandamientos). Y, quien esta cimentado sobre la piedra
(quien construye su vida sobre ella), vive seguro, pues descansa sobre un fundamento inconmovible. Por
esto, aun los escritos Cristianos citan a Jesús de Nazaret (la paz y la bendición de הוהי sean con el) diciendo:
“... Mas si quieres entrar a la vida (eterna), guarda los mandamientos... No matarás. No adulterarás. No
hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Mateo 19:17-19).
«En nuestro Universo moral, existen tres grandes verdades. Y, toda otra verdad ética, esta directa o
indirectamente sujeta a estas tres: (1) Yah (El Creador) es Uno solo: es decir, el Creador es único; pues, en
toda su Creación, no hay nada ni nadie con igual (o mayor) perfección ética que Yah. Por eso, solo Yah es
digno de reinar, pues el suyo es un Reino Bendito (estando dirigido por el mas bueno y justo de todos los
Reyes; uno en el cual no hay vicio ni defecto moral alguno). (2) En términos morales, Yah ha dado a los
hombres un libre albedrío, a fin de que estos tengan la libertad de escoger su futuro; decidiendo si van a
hacer lo bueno (sembrar el bien), o si van a hacer lo malo (sembrar el mal). (3) Yah no habrá de juzgar
arbitrariamente a nadie; pues su Juicio siempre consistirá en permitir que cada uno “coseche” (reciba de
vuelta con justicia) el mismo bien (o mal) que, con su vida, haya libremente y voluntariamente "sembrado"
(dispensado a quienes le rodearon)»
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