El Apóstol Pablo, según profetizado en la Escritura Hebrea
La Escritura Hebrea, narra que Dios escogió a un Rey (un gran líder Israelita) llamado “Shaul” (Saúl). Pero,
el orgullo de Shaul, y su obsesión por el poder y la prominencia, terminaron desviándole del camino, de
suerte que Shaul terminó siendo atormentado por un espíritu de locura (es decir, por “un mensajero de
Satanás”).
Y, luego de que Shaul comenzase a desvariar, procedió a cometer el grave pecado de destruir la ciudad de los
Sacerdotes (la ciudad de Nob), atentando así contra aquellos cuya responsabilidad era alentar al Pueblo a la
obediencia de la Ley Divina. Y, el instrumento utilizado por Shaul para la destrucción del Sacerdocio, así
como de la ciudad de los Sacerdotes, fue un Edomita llamado “Doeg”.
El anterior relato, no es sino una alegoría profética; una profecía dirigida a los creyentes Hebreos. ¿Que
significaba tal alegoría? ¿Cual era su propósito? Pues su propósito no era otro sino prevenir a los creyentes
Hebreos acerca de un grave peligro que habría de venir sobre ellos en un futuro distante; advertirles que
llegaría el día cuando, de en medio de ellos, se levantaría un gran "Rey" (es decir, un gran líder Israelita).
Este grande líder, utilizaría el pretexto de haber sido [alegadamente] escogido (o "ungido") por Dios, para
atentar contra aquellos que tenían la responsabilidad de obedecer la Ley Divina.
Y, la forma en que lo haría, seria induciendo a un Edomita a destruir la ciudad de los Sacerdotes, haciendo de
ese modo que cesasen tanto los sacrificios, como la observación de la Ley. La historia demuestra que el gran
755
líder que habría de atentar contra la Ley [así como contra quienes la practicaban], no sería otro sino el apóstol
Pablo; cuyo nombre original era “Saulo” de Tarso (note que “Shaul” es la traducción Hebrea del nombre
“Saulo”).
Y, al igual que sucedió con el antiguo “Shaul”, este otro “Shaul” (o “Saulo” de Tarso), siempre anheló el
poder y la prominencia; y es por eso que, mientras era aún Judío, vemos que pretendía ser mas Judío que
nadie (persiguiendo con saña a todo aquel que se opusiese al Judaísmo).
Del mismo modo, cuando Saulo (Shaul) se hizo Cristiano, pretendió ser mas Cristiano que nadie, escribiendo
mas de la mitad de los libros [o cartas] que comprenden el Nuevo Testamento, a pesar de nunca haber andado
con Jesús, tal y como lo hicieron todos los otros apóstoles.
Al igual que sucedió con el Rey Shaul, la obsesión con la prominencia, terminó desviando a Saulo, quien al
no ser aceptado por los Judíos como el Nuevo y grande líder del mundo Cristiano, comenzó a atentar contra
la observación de la Ley. Al igual que sucedió con Saúl, Saulo comenzó a desvariar (alegando que la Ley era
una maldición), y a exhibir un tipo de locura.
Como esta escrito: “Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino COMO EN LOCURA” (2 Corintios
11:17). Y también dice en otro lugar, “¡OJALÁ ME TOLERASEIS UN POCO DE LOCURA! Sí, toleradme”
(2 Corintios 11:1).
De igual modo, tal y como sucedió con el antiguo rey Saúl, Saulo fue atormentado por un espíritu malo (un
mensajero de Satanás). Como esta escrito: “me fue dado un aguijón en mi carne, UN MENSAJERO DE
SATANÁS QUE ME ABOFETEE, para que no me enaltezca sobremanera” (2 Corintios 12:7).
Finalmente, así como las palabras de Saúl, indujeron a un descendiente de Edom (Doeg el Edomita) a
destruir la ciudad de los Sacerdotes, de ese mismo las palabras escritas por Saulo en el libro de los Romanos
(condenando tanto a la Ley como a los Judíos), alentaron a un descendiente de Edom (es decir, al emperador
Romano Tito) a destruir la Ciudad de los Sacerdotes (Jerusalén), haciendo de ese modo cesar la observación
de la Ley.
¿Es todo negativo en la anterior profecía? ¡Absolutamente no! La profecía advierte acerca del mal que, tanto
a los Judíos, como a la observación de la Ley, harían Saulo y Edom (Roma, o el Cristianismo). Pero también
advierte que, tanto “Saúl como su familia” (es decir, “Pablo y el Cristianismo”), caerían derrotados ante los
“Filisteos”. Y, la palabra Hebrea para “Filisteos” es “Pelishtim” (los ancestros del moderno pueblo
Palestinos, es decir, el Islam).
Así, la Escritura predice que el Islam derrotará finalmente al Cristianismo (a quien solo le quedará una
pequeña simiente, así como a Saúl le quedó solamente su lisiado hijo Mefiboset).
Y, ¿que sucedió luego de que Saúl y sus hijos fuesen derrotados por los Filisteos? ¡Pues que David ascendió
al Trono de Israel! En otras palabras, la profecía dice que, cuando el Islam derrote finalmente al Cristianismo,
David (el “Mesías”, o “Rey ungido por Dios”) volverá a este mundo, para reinar finalmente sobre todo el
Pueblo de Dios (sobre todos aquellos que, sin importar su raza ni su credo, guardan los Diez mandamientos
de la Ley de Dios).
Como esta escrito: «En aquel día, dice הוהי (Yah) de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y
romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que SERVIRÁN A
YAH SU DIOS Y A DAVID SU REY, A QUIEN YO LES LEVANTARÉ (RESUCITÁNDOLE DE ENTRE
LOS MUERTOS)» (Jeremías 30:8-9).
Pero, ¿que significa precisamente que el Islam conquiste al Cristianismo? ¿Significa acaso que el Mundo
entero habrá de hacerse Musulmán? ¡Absolutamente no! Vera, lingüísticamente hablando, la palabra “Islam”
viene de la raíz Árabe (s-l-m) que significa tanto “sometimiento” [a Dios], como “paz” (salam). Así, el Islam
prefigura la paz que surge del sometimiento a Dios [es decir, de la obediencia a los Diez Mandamientos de la
756
Ley Divina].
Por el otro lado, el Cristianismo es la antítesis del Islam, pues representa la carga emocional que agobia al
hombre que piensa ser incapaz de someterse a Dios [obedeciendo los mandamientos de la Ley Divina], y
escoge en cambio creer que su única opción es aceptar que sea otra persona (Jesús), quien los obedezca en
sustitución suya.
Así, cuando la Escritura profetiza que David (el Redentor) habrá de llegar luego de que el Islam “triunfe”
sobre el Cristianismo, lo que trata de enseñarnos es que, “la redención” (o “la Paz”) llegara el día en que,
nuestro deseo de someternos a Dios (obedeciendo sus mandamientos), venza a nuestro instinto de dejar que
“sean otros” quienes lo hagan [es decir, cuando resolvamos convertirnos a nosotros mismos en el cambio que
deseamos para el resto del Mundo].
Es que, guardando los mandamientos (no mintiendo, no robando, no matando, no codiciando lo ajeno, etc),
nos alejamos de la maldad. Y la Escritura promete que, el Redentor, llegará a aquellos que se alejen de la
maldad. Como esta escrito: “Y VENDRÁ EL REDENTOR... [¿A QUIEN VENDRA EL REDENTOR?] … A
LOS QUE SE VOLVIEREN DE LA INIQUIDAD EN JACOB [ES DECIR, A QUIENES ABANDONEN LA
MALDAD]”- Isaías 59:20.
La sumisión a los mandamientos Divinos, también hace que los hombres se hagan hermanos, y vivan en paz
los unos con los otros. Y el Rey David profetizó que este “vivir en paz y armonía”, traerá la Vida eterna.
Como esta escrito: “Mirad cuán bueno y CUÁN DELICIOSO ES HABITAR LOS HERMANOS JUNTOS
EN ARMONÍA!...”. ¿Y que termina diciendo el pasaje?... “PORQUE ALLÍ ENVÍA הוהי bendición, y VIDA
ETERNA”- Salmo 133:1-3.
Así pues, “el reinado de David” (o “la era Mesiánica”) será una época en la que los hombres vivirán en paz y
en armonía, disfrutando de la bendición y la vida eterna. Y, esta vida eterna, será el producto de que, el
Mundo entero (Judíos, Cristianos, Musulmanes, etc), resolverá someterse voluntariamente a los
mandamientos Divinos, y seguir el mensaje de David, cuando dice: “APARTATE DEL MAL, Y HAZ EL
BIEN, Y TENDRÁS UNA MORADA ETERNA (ES DECIR, ¡VIVIRÁS PARA SIEMPRE!)”- Salmo 37:27.
Que la paz y la gracia de הוהי (el Dios de Israel), así como la esperanza en la manifestación del reinado de su
rey ungido (David), sea con todos vosotros. Amén
757
Do'stlaringiz bilan baham: |