Dolcey Romero Jaramillo
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canonización más de 200 años después de su muerte. De acuerdo con Vittorio
Morabito estos atrasos estaban relacionados con el color de su piel y con el
peso de la negritud y la desconfianza que inspiraba un negro así fuera santo.
La costumbre y las normas canónicas difícilmente permitían a los negros es-
clavos acercarse al orden sagrado.
Por ello es fácil deducir que fue la contundencia y
la fuerza de los milagros y
de las premoniciones lo que hizo que en últimas el Vaticano aceptara que un
santo fuera portador de los marcadores raciales propios de los descendientes
de africanos, es decir, que en un cuerpo negro se anidara también la gracia de
Dios. Claro que San Benito fue convertido en santo
por los pueblos especial-
mente negros, 200 años antes de que la Santa Sede lo hiciera, esta lo que hizo
fue ratificar lo que la voluntad popular ya había decretado.
Aunque por la contundencia y evidencias que se aportaron a favor de San
Benito, el Vaticano finalmente tuvo que canonizarlo; no obstante su prestigio
y posterior canonización, sus biógrafos y hermanos de orden no se pudieron
desprender de los marcadores racializados y estigmatizados para referirse a él.
Estos son algunos de ellos: Idiota erudito, africano analfabeta, prodigioso ne-
gro de los cielos. Igual percepción tuvo en Cartagena el padre jesuita Alonso
de Sandoval en el siglo XVII. Este se refirió a San Benito como el “bendito
negro y santo idiota”.
Al
despuntar el siglo XVII, Cartagena ya se había convertido en uno de los
epicentros importantes del circuito comercial español, donde además de otras
embarcaciones también arribaban las naves en que transportaban las personas
negras secuestradas en el continente africano. En estas inferimos que llegó la
imagen y la devoción de San Benito.
A raíz de la llegada de las personas esclavizadas a Cartagena se inicia un
proceso de barbarización de lo negro que se expresa
no solo en la internaliza-
San Benito de las Palomas: Huella Afrodiaspórica e Identitaria en el Caribe Colombiano
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ción de la superioridad blanca sino en la necesidad de su evangelización, en
la perspectiva de la salvación de sus almas y en el acceso a la vida eterna que
ofrecía la utopía conquistadora de la Iglesia en épocas de la Conquista. En este
sentido, la degradación de los africanos fue fundamental desde todo sentido
para el logro de un efectivo control social. Para
ello los milagrosos poderes
del panteón de santos cristianos eran explotados al máximo
30
. Entre ellos San
Benito.
La preocupación por cristianizar a los esclavizados negros fue una constante
en los reinos cristianos: España y Portugal. Recordemos que desde la antigüe-
dad los afroesclavizados formaron parte del mundo grecorromano. A través de
la Conquista Roma se asentó en África. Al iniciarse el cristianismo también
las personas negras se incorporaron a él, incluso algunos de los primeros papas
fueron de
ascendencia negro-africana
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. Posteriormente tanto en los contactos
iniciales de los portugueses con las costas africanas como en la península
Ibérica, a estas personas se les predicó el Evangelio y fueron incorporadas a la
Iglesia mediante el bautizo. Con el traslado de los esclavizados a la América
la Corona española exigió que fueran cristianos o criados entre cristianos
32
.
Si bien la evangelización y el control de las almas fue deficiente y débil, la
cristianización llegó a convertirse en un elemento fundamental del control de
los esclavos, ya que se utilizó para inculcarles sumisión
ante los amos, hacien-
do comparaciones entre Dios y los amos y aterrorizándolos con la amenaza
del castigo divino. Además predicaban la sumisión como medio para alcan-
30. BORJA, Jaime Humberto. “Restaurar la salud. La cristianización de los esclavos en el siglo XVIII”.
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