partir de la experiencia vivida por el apóstol Pablo (paz sea con él).
Es que, el evangelio presenta a Pablo confesando que había violado lo ordenado en la Ley de Dios; al
referirse al Sumo Sacerdote con el epíteto de “Pared Blanqueada”. El pasaje dice así: “Entonces Pablo le
dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la Ley, y
quebrantando la Ley me mandas golpear? Los que estaban presentes dijeron: ¿Al Sumo Sacerdote de Dios
injurias? Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el Sumo Sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un
Príncipe de tu pueblo”- Hechos 23:3-5.
Note como, en el anterior pasaje, Pablo confiesa que ha pecado, violando la Ley que, en Éxodo 22:28, ordena
no maldecir a los líderes de Israel. El pasaje dice así: “No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al Príncipe de
tu pueblo”. Note que, si fue pecado que Pablo se refiriese públicamente al liderato Hebreo con el
relativamente inocuo epíteto de “pared blanqueada” (las paredes podían o no ser impuras), ¿cuanto mas
pecaminoso no sería el que Jesús (paz sea con él) se refiriese públicamente a ese mismo liderato con el mas
fuerte epíteto de “sepulcros blanqueados”? (¡en la fe Hebrea los cadáveres y los sepulcros SIEMPRE ERAN
IMPUROS!); Como dice el Evangelio: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque SOIS
SEMEJANTES A SEPULCROS BLANQUEADOS, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas
POR DENTRO ESTÁN LLENOS DE HUESOS DE MUERTOS Y DE TODA INMUNDICIA”- Mateo
23:27.
La realidad es que, quienes oyeron y caminaron inicialmente con Jesús (paz sea con él), entendieron
claramente que el Galileo no fue sino un poderoso profeta (un hombre ungido por el Creador, para exhortar al
pueblo a volver a su Dios en sincero arrepentimiento); como aclara el mismo Nazareno, cuando es citado
diciendo: “Pero ahora procuráis matarme A MÍ, HOMBRE QUE OS HE HABLADO LA VERDAD, LA
CUAL HE OÍDO DE DIOS...”- Juan 8:40. Los discípulos del Galileo dieron este mismo testimonio, cuando
fueron citados diciendo: “Y ellos le dijeron: De JESÚS NAZARENO, QUE FUE VARÓN PROFETA,
PODEROSO EN OBRA Y EN PALABRA DELANTE DE DIOS Y DE TODO EL PUEBLO...”- Lucas
493
24:19.
El hecho de que Jesús (la paz y la bendición de הוהי sean con el) no fue “el hombre perfecto” que alega el
Cristianismo (y mucho menos la encarnación del Creador) es adicionalmente corroborado por el siguiente
pasaje, donde Pablo se dirige a los creyentes de la recién inaugurada iglesia de Corinto: “Porque he sido
informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero
decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas (O Pedro); y yo de
Cristo” - 1 Corintios 1:11-12.
Note lo asombroso de este pasaje, que echa por tierra los reclamos acerca de la Deidad y la perfección moral
del Nazareno (paz y bendición sean con él). Estos primeros discípulos (que conocían de primera mano la
realidad histórica del naciente movimiento Cristiano) se habían dividido a si mismos en cuatro bandos; y
cada bando seguía a quien entendía ser el mejor modelo de lo que era ser un verdadero Cristiano.
Así, unos seguían a Pablo; otros seguían a Apolos; otros a Pedro; y los últimos, seguían a Jesús. ¿Entiende
usted las implicaciones lógicas de este pasaje? Si Jesús era moralmente perfecto (a diferencia de Pablo, de
Apolos, y de Cefas), ¿como era posible que, a algunos de estos creyentes, se les ocurriese no seguir el
moralmente perfecto modelo que era Jesús, para seguir en cambio a los imperfectos modelos que eran Pablo,
Apolos, o Cefas? Y, si creían que Jesús era en efecto el Dios Omnipotente, ¿como era posible que, en vez de
seguir a ese Dios Omnipotente, se les ocurriese en cambio seguir a hombres finitos y mortales como lo eran
Pablo, Apolos, y Cefas? ¡La comparación ya de por si misma es blasfema!
De hecho, no solo se ponía a Jesús compitiendo en una misma lista contra hombres mortales e imperfectos
como Pablo, Apolos, y Cefas, ¡sino que hasta se le ponía al final de esa lista! (... soy de Pablo...de Apolos...
de Cefas... de Cristo). ¿A quien se le ocurriría reducir al Creador a el nivel de sus criaturas?
¿Puede usted imaginar a los antiguos Israelitas divididos entre “seguidores de Avraham”, seguidores de
Moisés”, “seguidores de Isaías”, y “seguidores de הוהי? ¿No habría insinuado esto la blasfemia de que הוהי
no era sino otro hombre mortal, tal y como lo eran Avraham, Moisés, e Isaías? La explicación lógica de esta
aberrante situación era que, si esto sucedía en Corinto, era solo porque (como ya hemos explicado) estos
primeros Cristianos no creían que Jesús fuese el hombre perfecto (ni mucho menos la encarnación de la
Deidad) que luego postularía la naciente teología Cristiana.
Para ellos, Jesús había sido un poderoso profeta; un hombre de Dios, tal y como lo eran Pablo, Apolos, y
Cefas; De hecho, habiendo sido Pablo y Cefas autores de la mayoría de las cartas consideradas por ellos
como Divinamente inspiradas, no veían nada malo en seguir a estos hombres de Dios. Tengamos presente
que, a diferencia de Pablo y Cefas, Jesús no escribió ningún libro inspirado; tampoco dejo por escrito
ninguna instrucción acerca de como debían de vivir los creyentes la fe que había venido a revelarles.
En este aspecto, los Corintios dependían exclusivamente del consejo y la revelación de los autores
apostólicos; hombres como Pablo, Apolos, y Cefas. De paso, note en esto la superioridad de la revelación
dada por Dios a Moisés: A diferencia de los evangelios, la Ley Mosaica detallaba la forma precisa en que
cada Israelita debía vivir su fe en el Dios de Israel.
Tratemos ahora el aspecto de la justificación por la fe en la expiación que, alegadamente, proveyó el
sacrificio vicario que representó la vida del Nazareno (paz y bendición sean con él). Según la teología
Cristiana, la validez de este sacrificio descansa sobre el fundamento de que Jesús guardo perfectamente la
Ley; y, esa perfección, le es imputada al creyente Cristiano. Pero, como ya hemos demostrado, el Nazareno
no cumplió perfectamente esa Ley; de paso, quizás fue esa misma incapacidad de cumplir perfectamente lo
ordenado en la Ley, lo que motivo al Galileo a participar del bautismo de Juan; un bautismo para
arrepentimiento.
Es decir, si Jesús hubiese sido perfectamente obediente a la Ley, ¿de que habría tenido que arrepentirse? El
494
correspondiente pasaje dice así: “Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento,
para perdón de pecados”- Marcos 1:4 (De hecho, según el mismo Jesús, si alguien estaba mas cualificado que
el Nazareno para ser un sacrificio vicario, era precisamente Juan el Bautista).
¿No era la Ley Moisés suficiente revelación Divina como para inducir al hombre al arrepentimiento, de
modo que evitase terminar en Gehinnom (el infierno)? ¿Había necesidad de que un hombre (como Jesús)
muriese y resucitase de entre los muertos, a fin de que los hombres pudiesen ser persuadidos a arrepentirse?
¿Que contestación habría dado a esta pregunta el hombre que alegadamente fue justificado por la "fe sin
obras" (Avraham)?
Curiosamente, el relato Cristiano en efecto presenta a Avraham dándonos la respuesta: “... porque tengo
cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y
ABRAHAM LE DIJO: A MOISÉS Y A LOS PROFETAS TIENEN; ÓIGANLOS. Él entonces dijo: NO,
PADRE ABRAHAM; PERO SI ALGUNO FUERE A ELLOS DE ENTRE LOS MUERTOS, SE
ARREPENTIRÁN. Mas ABRAHAM LE DIJO: SI NO OYEN A MOISÉS Y A LOS PROFETAS,
TAMPOCO SE PERSUADIRÁN, AUNQUE ALGUNO SE LEVANTARE DE LOS MUERTOS”- Lucas
16:28-31.
Es decir, Avraham afirma que, aún si alguien se levantase de los muertos (como afirma el Cristianismo que
sucedió con Jesús), esto no es en realidad necesario, pues los hombres tienen en Moisés y en los profetas toda
la exhortación que necesitan para persuadirse a proceder al arrepentimiento (evitando así acabar en el mismo
tormento en el cual acabo el hombre rico).
En resumen, realmente nunca ha existido tal cosa como un sacrificio vicario, donde un hombre perfecto
ofrende literalmente su alma, en remplazo por la imperfecta humanidad. Ese hombre perfecto (sin pecado) no
existe, ni existirá jamás, pues la Escritura dice: “Ciertamente NO HAY HOMBRE JUSTO EN LA TIERRA,
QUE HAGA EL BIEN Y NUNCA PEQUE”- Eclesiastés 7:20. De hecho, el peligro con la idea de un
sacrificio vicario, es que pudo haber sido la base para que tanto Israelitas como paganos practicasen
antiguamente el sacrificio de seres humanos (niños).
Es que, si la muerte de una persona inocente, pudiese hacer expiación por el pecado, entonces un padre se
vería tentado a buscar expiación para sus pecados, ofreciendo a uno de sus inocentes pequeñitos (como lo
podría ser por el ejemplo su hijo primogénito). Y es quizás por esto mismo que el profeta Miqueas se sintió
compelido a denunciar lo extraviado de esta teología, cuando es citado diciendo:
"¿Con que me presentare ante הוהי , y adorare al Altísimo?... ¿DARÉ MI PRIMOGÉNITO POR MI
REBELIÓN, EL FRUTO DE MIS ENTRAÑAS POR EL PECADO DE MI ALMA? (Miqueas 6:6-7). ¿Que
respuesta da el profeta? ¿Como puede el hombre obtener el favor Divino?: «Oh hombre, El te ha declarado lo
que es bueno, ¿Y QUE PIDE הוהי DE TI?: SOLAMENTE HACER JUSTICIA, Y AMAR MISERICORDIA,
Y HUMILLARTE ANTE TU DIOS»- Miqueas 6:8.
El Creador (bendito sea) da testimonio de su aceptación del hombre que tiene misericordia de su prójimo,
cuando por medio del profeta Oseas dice lo siguiente: «Porque misericordia quiero, y no sacrificio; y
conocimiento de Dios, mas que holocaustos» - Oseas 6:6. ¿Y que es conocimiento de Dios? Pues hacer
justicia y misericordia, como está escrito: «... ¿No comió y bebió tu padre, e HIZO JUSTICIA Y JUICIO, Y
ENTONCES LE FUE BIEN? EL JUZGO LA CAUSA DEL AFLIGIDO Y DEL MENESTEROSO, y
entonces estuvo bien. ¿NO ES ESTO CONOCERME A MI, DICE הוהי?»- Jeremías 22:15-16.
Por otro lado, la teología Cristiana utiliza el texto en Génesis 15:6 para aducir que la salvación era por la fe, y
no por las obras ("Y creyó a Dios, y le fue contado por Justicia"); pero, si fuésemos a utilizar el mismo
criterio para la revelación dada a Moisés (400 años mas tarde), tendríamos que concluir que "la salvación por
fe" (sin necesidad de obras) fue ya abrogada por el Creador, para ser en cambio sustituida por "la salvación
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por obras" (es decir, por la obediencia a las obras ordenadas en la Ley).
Es que la Torah dice: “Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a
ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del
tabernáculo de reunión. Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de
la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos,
al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel...”- Num. 25:6-8.
El anterior pasaje dice que Finees tomo la iniciativa de actuar de acuerdo a lo ordenado en la Ley de Moisés;
esta Ley, decía lo siguiente: “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la
adúltera indefectiblemente serán muertos”- Levítico 20:10.
En este pasaje, se nos indica que Dios estaba airado con los Israelitas, a causa de su pecado. ¿Como podría
ser Israel justificado? ¿Teniendo fe en un Mesías que vendría a redimirle? ¿O volviendo a Dios en obediencia
a lo ordenado en la Ley Divina? Finees decidió que la manera correcta de obtener la justificación Divina, era
obedeciendo lo ordenado en los mandamientos; así que administro el castigo que esta Ley demandaba para
los adúlteros, condenando así al pecado.
¿Como vio Dios las acciones de Finees? ¿Le condenó por tratar de agradar a Dios por medio de las obras de
la Ley? Veamos lo que dice la Escritura: “Se unieron asimismo a Baal-peor, Y comieron los sacrificios de los
muertos. Provocaron la ira de Dios con sus obras, Y se desarrolló la mortandad entre ellos. Entonces SE
LEVANTÓ FINEES E HIZO JUICIO, y se detuvo la plaga; Y LE FUE CONTADO POR JUSTICIA, DE
GENERACIÓN EN GENERACIÓN, PARA SIEMPRE”- Salmo 106:20-31.
Este pasaje afirma que Dios se agrado tanto de Finees, que su “obrar de acuerdo a lo ordenado en la Ley", le
fue contado por Justicia (tal y como había sucedido con Abraham). Es decir, si “el creer” le fue contado a
Abraham por justicia, ahora ese “creer” era remplazado por el “obrar” (según la Ley).
No solo eso, si no que, a diferencia de la justificación dada a Abraham (que no incluía garantía alguna de
permanencia), la justificación dada a Finees conlleva promesa de inmutabilidad. Es decir, la justificación que
recibe quien (al igual que Finees) guarda los mandamientos de la Ley, es “DE GENERACIÓN EN
GENERACIÓN, PARA SIEMPRE”.
De hecho, quizás sea esta la razón por la cual la justificación dada a Abraham no incluía promesa de
permanencia alguna, pues Moisés previo que aquella sería remplazada por la justificación eterna que
recibirían quienes obedeciesen la Ley de Dios (¿Quien es mejor súbdito de un Rey? ¿Aquel que cree en el
Rey, o aquel que obedece las leyes del Rey?).
Es que Abraham no sabía de los 613 mandamientos de la Ley Divina; y por tanto no podía ser justificado por
la obediencia a mandamientos que no conocía; solo podía ser justificado por su fe en lo prometido por Dios
para sus descendientes; que Dios les sacaría del cautiverio con brazo fuerte y extendido, para ser su Dios y
Rey (haciendo que siguiesen sus leyes). Pero, una vez manifestada la Ley, ya no había justificación para no
obedecer lo expresamente ordenado por el Creador.
Es decir, si Abraham hubiese vivido lo suficiente como para estar vivo cuando Moisés recibió la Ley, no
habría utilizado la promesa de “justificación por fe” como excusa para no guardar la Ley, sino que habría
exhortado a todos a oírla (obedecerla). Lo curioso de esto es que, como todo maestro del Samaritanismo
Reformado, Jesús confirmo todo esto, cuando puso en boca de Abraham (paz y bendición sean siempre con
el) las palabras que ya hemos citado: “Y Abraham le dijo: A MOISÉS Y A LOS PROFETAS TIENEN;
ÓIGANLOS (¡obedézcanlos!)”- Lucas 16:29.
Por esto, tampoco sorprende a ningún Hebreo (que sea conocedor de la Torah), el leer las palabras que citan
al Galileo diciendo que nadie puede ser grande (a los ojos del Creador), si no guarda lo ordenado en la Ley
de Moisés: “De manera que CUALQUIERA QUE QUEBRANTE UNO DE ESTOS MANDAMIENTOS
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MUY PEQUEÑOS, Y ASÍ ENSEÑE A LOS HOMBRES, MUY PEQUEÑO SERÁ LLAMADO EN EL
REINO DE LOS CIELOS; MAS CUALQUIERA QUE LOS HAGA Y LOS ENSEÑE, ÉSTE SERÁ
LLAMADO GRANDE EN EL REINO DE LOS CIELOS”- Mateo 5:19.
Tampoco sorprende leer a Jesús diciendo: “... MAS SI QUIERES ENTRAR EN LA VIDA, GUARDA LOS
MANDAMIENTOS”- Mateo 19:17.
Todo esto concuerda con la predica que esperaríamos oír de un buen maestro (o “Rabino”) que predique el
Samaritanismo Reformado (es decir, la ética de la Ley Divina). Es interesante notar que hay cierto
paralelismo entre lo sucedido con Finees, y la conducta que los evangelios adscriben a Juan el Bautista. Es
decir, mientras Moisés (paz sea con él) calla ante el pecado de Israel, Finees muestra su incuestionable
fidelidad a la Ley (algo por lo cual Moisés tiene luego que reconocerle).
De la misma manera, mientras Jesús calla ante el pecado (adulterio) del representante de Israel (Herodes, el
rey de los Hebreos), Juan decide mostrar su incuestionable fidelidad a la Ley (¡una fidelidad por la cual
estuvo dispuesto no solamente a ir a la cárcel, sino a ser decapitado!). Por esto Jesús, tiene luego que
reconocer a Juan (su superioridad moral), diciendo que "entre los que nacen de mujer (esto incluye
obviamente al mismo Jesús), no se ha levantado otro mayor que Juan El Bautista" (Mateo 11:11).
En resumen, la moderna teología Cristiana, es totalmente errada; y ni siquiera corresponde a lo enseñado por
el Maestro de Galilea. Quien realmente quiera "creer en Jesús", tiene que comenzar a practicar el
Samaritanismo Reformado que Jesús mismo practicó, renunciando a la mentira de “la salvación por fe” (sin
necesidad de obedecer los mandamientos de la Ley Divina). De igual modo, debe renunciar al extravió de
creer que Jesús fue la encarnación de la Deidad; el hombre perfecto que garantizo el perdón de los pecados
de la humanidad.
Es que, si un hombre siembra maldad, ninguna cantidad de fe en el Nazareno lograra evitar que coseche la
misma maldad que ha sembrado. Como enseño el Galileo (paz sea con él), cuando dijo: “Mas si no perdonáis
a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”- Mateo 6:15. Es decir, si el
hombre no hace bien a su prójimo (no le perdona, no tiene misericordia de el, ni provee para su sustento),
tampoco puede esperar recibir de Dios perdón, misericordia, ni sustento alguno, independientemente de su fe
en Jesús.
Es que Jesús vino a exhortarnos a volver al verdadero espíritu de la Ley (a hacer a los demás el mismo bien
que desearíamos que se nos hiciese a nosotros mismos), no a “liberarnos del yugo de la Ley”.
De hecho, Jesús es citado exhortando a sus discípulos a imitarle, tomando sobre si ese mismo yugo
(¡recuerde que Jesús guardaba la Ley de Moisés!): “LLEVAD MI YUGO SOBRE VOSOTROS, Y
APRENDED DE MÍ, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas...”-
Mateo 11:29. ¿A que yugo hacia referencia el Nazareno? Jesús hacia referencia al pasaje que dice: “Tu
maldad te castigará, y TUS REBELDÍAS TE CONDENARÁN; sabe, pues, y ve CUÁN MALO Y
AMARGO ES EL HABER DEJADO TÚ A הוהי TU DIOS, Y FALTAR MI TEMOR EN TI, dice el Señor,
הוהי de los ejércitos. Porque DESDE MUY ATRÁS ROMPISTE TU YUGO y tus ataduras, Y DIJISTE: NO
SERVIRÉ...”- Jer. 2:19-20.
En otras palabras, el yugo al cual Jesús hacia referencia, era la vida de obediencia (servicio) a Dios, por
medio de la obediencia a sus mandamientos; cuyo espíritu es, “hacer justicia, amar misericordia, y andar
humildemente con Dios” (Miqueas 6:8).
Así como nadie puede “temer” a una poderosa autoridad humana, si primero no está dispuesto a obedecer los
mandamientos que emite esa autoridad; de ese mismo modo, nadie puede tener “temor de Dios” (temor de la
autoridad Divina), si primero no está dispuesto a obedecer los mandamientos emitidos por esa Autoridad
Divina.
497
En fin, creer en Jesús, es creer la buena nueva de que El Creador (bendito sea) justifica al hombre y a la
mujer que se arrepienten, y comienzan a obedecer lo ordenado en los diez mandamientos de su Ley; viviendo
la vida ética y moral que no solamente modeló el Nazareno, sino Moisés, Avraham, y todos los profetas (la
paz del Creador sea sobre todos ellos); Como está escrito:
“Lavaos y limpiaos (vosotros mismos); QUITAD LA INIQUIDAD DE VUESTRAS OBRAS DE DELANTE
DE MIS OJOS; ¡DEJAD DE HACER LO MALO!; APRENDED A HACER EL BIEN; BUSCAD EL
JUICIO, RESTITUID AL AGRAVIADO, HACED JUSTICIA AL HUÉRFANO, AMPARAD A LA VIUDA.
VENID LUEGO, DICE הוהי , Y ESTEMOS A CUENTA: SI VUESTROS PECADOS FUEREN COMO LA
GRANA, COMO LA NIEVE SERÁN EMBLANQUECIDOS; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana” - Isaías 1:16-18.
Alguien podría argumentar que, lo hasta aquí expuesto, no puede ser correcto; pues, sin creer en ninguna de
estas cosas, ya en algún momento ha experimentado la milagrosa intervención de Dios en su vida. ¡Esto es un
grave error! La Escritura enseña que los milagros y las intervenciones Divinas que experimentamos, son una
manifestación de la Misericordia de הוהי ; y no una confirmación de la veracidad de nuestra teología.
El capitulo once del libro de los Jueces, narra que Israel estaba siendo oprimido por sus enemigos Amonitas
(símbolo y figura de la opresión que sufre el creyente a manos de la inmoralidad de nuestra época, de las
pruebas, las enfermedades, la necesidad económica, y los sinsabores de la vida). Entonces, un hombre
llamado Jefté pidió a Dios que le utilizara como instrumento para obrar el milagro de liberar a Israel.
Pero la teología de Jefté era extraviada, pues creía que el favor Divino podía ser comprado con algún
sacrificio (¡incluyendo el sacrificio de seres humanos!). Así, Jefté hace un voto a Adonai, prometiendo
ofrecer en sacrificio a Adonai, lo primero que saliese a recibirle, cuando retornase victorioso de la batalla
(Jueces 11:30). ¡Este fue un voto extraviado! ¿Se imagina usted lo que habría sucedido si lo que hubiese
salido a recibirle fuese un perro, o un cerdo (animales inmundos, según la Ley)?
Al final, la misericordia Divina da el triunfo a Jefté. Y, cuando este regresa de la batalla, no es nadie sino su
propia hija, quien sale a recibirle. Así, Jefté termina sacrificando a su propia hija. ¿Significa el milagro (el
triunfo militar) obrado en Jefté, que Dios se agradaba de su teología (del sacrificio de seres humanos)?
¡Absolutamente no! Ningún milagro tiene valor alguno, si nos conduce a obrar maldad (es decir, a violar
alguno de los diez mandamientos).
La Ley Divina prohibía explícitamente el asesinato (privar de la vida a una persona inocente). Así, a pesar del
milagro obrado en Jefté, este terminó obrando impíamente (asesinando a su propia hija, una persona
inocente); Y, tanto su conducta, como su teología, deben ser enérgicamente rechazadas.
La realidad es que, cualquier genuino maestro del Samaritanismo Reformado, sabría que los milagros NO
SON confirmación de la aprobación Divina de la conducta (ni de la teología) esbozada por quien recibe o
ejecuta el milagro (Faraón y sus magos hacían milagros, pero Dios termino exterminándolos en el mar Rojo).
Por eso, no es de sorprender que el mismo Jesús sea citado enseñando esta misma verdad; que alguien puede
obrar y recibir milagros (como podría ser el caso de adivinos, astrólogos, y hechiceros), y ni siquiera conocer
a Dios. Como está escrito:
«Muchos me dirán en aquel día: Señor, SEÑOR, ¿NO PROFETIZAMOS EN TU NOMBRE, Y EN TU
NOMBRE ECHAMOS FUERA DEMONIOS, Y EN TU NOMBRE HICIMOS MUCHOS MILAGROS? Y
ENTONCES LES DECLARARE: NUNCA OS CONOCÍ; ¡APARTAOS DE MI, HACEDORES DE
MALDAD!» (Mateo 7:22-23).
¿Quiere obtener el descanso y la alegría de corazón a los cuales hacia referencia el Galileo? Pues comience a
vivir por los mandamientos; renuncie a la mentira de creer que la Ley es muerte y maldición; pues la verdad
es que el Creador ha prometido alegrar el corazón a todos aquellos que guardan sus mandamientos. Como
498
está escrito: "LOS MANDAMIENTOS DE הוהי SON RECTOS, QUE ALEGRAN EL CORAZÓN" - Salmo
19:8.
Do'stlaringiz bilan baham: |